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31 octubre, 2021

El tiempo de lo necesario

 

Ruth Orkin



Era fácil separar, de lo demás, lo importante. La vida eran todas las cosas, pero donde estaba el amor, estaba el tiempo de lo necesario.

Santiago Craig
Castillos

31 julio, 2021

Forever

 


Jodie Foster - Shadows and fog (Woody Allen, 1991)



Prostitute : There's only one kind of love that lasts, that's unrequited love. It stays with you forever.


23 marzo, 2021

El olor tibio de la piel

 

Josep de Togores - Pareja en la playa (1922)


Aquella noche se quedaron en el sofá, con la luz encendida, y Ginia ya no trató de ocultarse. Habían acercado la estufa a la cama, pero lo mismo hacía frío; apenas Guido tenía tiempo de mirarla cuando Ginia debía volver a cubrirse. Pero lo más hermoso de todo fue pensar, abrazada a él, que eso era realmente el amor. Guido se puso de pie, desnudo, para servir un poco de vino y regresó brincando de frío. Dejaron los vasos sobre la estufilla, para calentarlos; Guido volvió sabiendo a vino, pero Ginia prefería el olor tibio de la piel.

Cesare Pavese
El hermoso verano

12 enero, 2021

Una cosa vulgar, pequeña y triste

 

Sylvie's Love (Eugene Ashe, 2020)



Yo no sé si tú esperas todavía,
el gran amor con que soñaste en vano,
que era un pozo en la tarde de verano,
y era la sed que el pozo calmaría.

Yo sólo sé que estuvo cerca un día,
cuando tú lo creíste más lejano,
y fue una llama que se heló en tu mano,
al separar tu mano de la mía.

Así fue: Poca cosa en el olvido,
como el viento que llega y ya se ha ido
o la rama partida sin dar flor;

pero no es culpa mía si tú hiciste
una cosa vulgar, pequeña y triste,
de lo que pudo ser un gran amor

José Angel Buesa

 

03 enero, 2021

La obsesión de sus días y sus noches

 

Edvard Munch -  El vampiro (1894)


Antonia hubiera querido que la tomara de nuevo entre sus manos, con ese gesto apasionado de antes, que le acariciara el lomo, que la oliera con deleite. Tenía que persuadirlo de que no la dejara, de que leyera y escuchara de ella todo lo que tenía para decirle porque en verdad valía la pena. Tenía que llevarla con él en el tren, dejar que estuviera con él todo el día, acompañarlo a las reuniones con sus amigos literatos y meterla con él en su cama. Quería que esté pendiente de ella, de cada una de sus palabras y, también, de sus silencios. Deseaba con intensidad quedar grabada a fuego en su alma. Ser la obsesión de sus días y sus noches, el motivo de su intriga y la razón de su alegría. Quería toda su atención posible y que no la soltara hasta llegar a la última sílaba.

Dolores Velasco Suárez
Dioses pequeños y otros relatos breves

23 agosto, 2020

El fango del desamor

 


Josep-María Mallol Suazo  (1952)


Qúe me importa. Estoy deprimida, qué puede ya cambiar un tema de Babasónicos, quién te saca del fango del desamor, de la ausencia de amor, o peor, de su inutilidad.

Romina Paula
Agosto


18 agosto, 2020

Cercando amore

 

Il bell'Antonio (Mauro Bolognini, 1960)

Antonio (Marcello Mastroianni) recitando:

Un giorno ti lasciai per un interno folle miraggio e me ne andai lontano.
E me ne andai per ogni suolo estraneo cercando amore.
E l’amore cercai l’estate e l'inverno. E sempre andai cercando amore.
Corsi cercando amore, ma l’amor non scorsi e da casa tornai malato in cuore.



19 julio, 2019

Una necesidad



Emile Friant - Los amantes (1888)


Yo no quiero a alguien que se muera por mí de amor. Yo quiero a alguien que sin mí pueda vivir perfectamente pero que le resulte más agradable estar a mi lado que sin mí. Porque para sentirte elegido tenés que saber que el otro tiene otra opción, si no no sos una elección, sos una necesidad. 

Gabriel Rolón

20 marzo, 2019

Fuegos gratamente extintos



George Grosz - Pareja (1930)

La natación sigue siendo agradable y refrescante, pero este año tenemos un verano de verdad, así que después de las once el estanque ya está repleto. Madrugar -sin embargo- no me resulta un problema, excepto esos fines de semana en que Anne decide que me va a acompañar pero empieza a dar mil vueltas hasta que yo quedo al borde del estallido. Pero desde luego ya no exploto -es uno de esos fuegos que tengo gratamente extintos-, y además hace cuarenta años que nos tratamos con suma delicadeza, respetando una amabilidad mutua, intentando preservar la ternura —y jamás a fuerza de hipocresía, sino de amor, conscientes de la suerte que supone habernos encontrado-. Así que el domingo fuimos al Estanque Mixto, me separé de Anne en el muelle, entré al agua y me olvidé de ella. Pero cuando estaba volviendo, de espaldas como siempre, choqué sin darme cuenta contra un salvavidas, y ahí estaba ella, con esa sonrisa radiante: cuarenta años juntos y el corazón todavía se me acelera de felicidad al verla. 

Al Alvarez
En el estanque (Diario de un nadador)
 

18 marzo, 2019

La última escena




Stéphane Rideau y Gaël Morel en 
Les roseaux sauvages (André Techine, 1994)


Le hubiera gustado que la última escena, esa que pasa frente a los ojos justo antes de cerrarlos para siempre, fuera aquella en la que Ángel y él salen del pueblo en la moto, en el medio de la noche con el acelerador al taco. Apenas dejan atrás los árboles de la rotonda, las luces pobres del último pool, la fila de los camiones estacionados frente a las desmotadoras, Ángel pega el pecho a su espalda y le rodea la cintura con los brazos, siente su mentón sobre el hombro, los chorritos de respiración tibia contra la oreja. Esa escena que ha sido la misma muchas veces en los últimos meses y, al mismo tiempo, siempre es distinta, siempre nueva.

Selva Almada

Ladrilleros

06 enero, 2019

Espantosas desigualdades


Saúl Leiter -  NYC (1960)


Mientras caminaba por Fulham Road, Ludo pensaba en el amor y en sus espantosas desigualdades. Siempre hay alguien que ofrece la mejilla y otro que la besa. Allí estaba la señora Palfrey que lo adoraba, y eso le hacía sentir una mezcla de vergüenza y de aburrimiento; pero él adoraba a Rosie, y eso le provocaba una tortuosa sensación de fracaso.

Elizabeth Taylor
Prohibido morir aquí

17 julio, 2018

Que te quedes conmigo para siempre


Mark Horst - Quiet places Nº 20 (2013)

Frente a nosotros se abría la tarde que se iba, una región del día que llegaba imponente y vulnerable; después de recorrer el aire unos instantes avanzamos y quedamos acodados sobre la baranda, una especie de estaño en el que sólo podríamos beber esos minutos tan raros que se alargan, como si se escurriera el resumidero del horizonte desde mi balcón, una línea quebrada y superpuesta de edificios. Nos quedamos así unos minutos sobre la copa del paraíso que crecía en la vereda, los pájaros volvían con un vuelo tranquilo y hasta a algunos podíamos verles los lomos cuando se acercaban. Entonces tu meñique derecho se subió a mi meñique izquierdo, nos quedamos así, creo que los dos sonreíamos un poco, pero esa sonrisa era una marca múltiple que también daba cuenta de la pena. No sabía qué, no tenía idea de qué sucedía, más que estar pasmados por ese trecho gradual en que la oscuridad lentamente se impone y convoca al silencio. Ahí estuvimos, creo que mi cabeza era un tonel vacío en el que estaban todas las respuestas: que te quedes conmigo para siempre, que me dejes, que sueltes todo, que abras los brazos y me recibas, que no hubieras aparecido, que mi vida sea un poco más idiota, que pueda mezclarme con la gente y hacer parejas como sociedades de beneficios mutuos, que me dejes, que te vayas para siempre, que tus hijos me reclamen, que te mueras. Que te quedes conmigo para siempre. 

Julián López
La ilusión de los mamíferos

18 enero, 2018

Hablar del amor

 Henry Siddons -  Mowbray (1883)

Por primera vez sintió que fracasaba. Era una historia de amor y tuvo que ceder su papel de héroe; quiso desvanecerse en la sombra de la glorieta y forzar a vivir, ni para él ni para ella, una tarde soleada hecha con minutos de muchas. Habló de su amor desinteresado por un caballo que cambiaba de pelo y de nombre, un animal invencible aunque la traición lo venciera, unas patas, un encuentro, una cabeza, un coraje que habían sido una sola vez y para siempre, el más alto orgullo de una raza extinguida. Siempre es difícil hablar del amor y es imposible explicarlo; y más si se trata de un amor que nunca conoció el que escucha o lee, y mucho más si sólo queda, en el narrador, la memoria de los simples hechos que lo formaron.

Juan Carlos Onetti
El astillero 

 

14 diciembre, 2017

To love what death can touch


William Adolphe Bouguerau  -   Premier deuil (1888)


‘TIS A FEARFUL THING

‘Tis a fearful thing
to love what death can touch.

A fearful thing
to love, to hope, to dream, to be –

to be,
And oh, to lose.

A thing for fools, this,

And a holy thing,

a holy thing
to love.

For your life has lived in me,
your laugh once lifted me,
your word was gift to me.

To remember this brings painful joy.

‘Tis a human thing, love,
a holy thing, to love
what death has touched.” 

Yehuda HaLevi 

01 diciembre, 2017

El cosquilleo de la sangre



 
Eric Fischl -  Amantes nadando (1984)

Los amores desgraciados, dejémoslos para los miedosos, los débiles y los enfermizos, o para los calculadores que van a la caza de una oportunidad, o para los astutos, que acaban siendo víctimas de su propia astucia, o para los que no se aman con la fuerza que hace olvidar la posición y las diferencias; éstos se ocultan, mandan cartas, tiemblan a la menor palabra y acaban por creer que es amor este miedo, esta inquietud constante, el cosquilleo de la sangre, y se sienten felices, a punto de disolverse como un suspiro.



Björnstjerne Björnson
Un muchacho de buen temple


18 mayo, 2017

Simplemente humano

Gustave Caillebotte - Retrato de un hombre (1877)

Que un hombre en el ocaso de la vida se enredara en los lazos del amor no tenía nada de extraordinario. Era tan viejo como el mundo. En casos así, las conveniencias saltan por los aires. El ridículo sólo existe para los demás, para los que nunca entienden nada. Hasta Destinat, con su frío rostro de mármol y sus manos de hielo, pudo caer en la trampa de la belleza y del corazón que late con violencia. En el fondo, eso lo hacía humano, simplemente humano.


Philippe Claudel
Almas grises


28 abril, 2017

Paranoico


 Charles-Amable Lenoir  - Reverie (1893)

El enamorado es como el paranoico, cree que todo le habla a él. Las canciones de la radio, las películas, el horóscopo, los volantes de la calle...

Pedro Mairal
La uruguaya