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15 febrero, 2021

Amargo es el amor

 



Amargo es
el amor si está oculto
como el lirio estrellado
que en el campo en verano
florece entre malezas.

Poema del Manyooshuu 



El Manyooshuu o «Colección de las diez mil hojas» es la primera gran antología de poesía japonesa, que reúne unos 4.500 poemas escritos entre los siglos VII y VIII, en la que predominan los tankas poemas de cinco versos de 5-7-5-7-7 sílabas.

El amor erótico y el amor conyugal ocupan muchas de sus páginas, y fueron escritas tanto por hombres como por mujeres. Obra intemporal y universal, ofrece "el sentir de estratos sociales tan separados como la casa imperial, la nobleza, los monjes o altos puestos administrativos, guardias fronterizos, campesinos y hasta mendigos"


27 diciembre, 2020

El Yo

 

Alyssa Monks - La mañana siguiente (2004)


No es realmente el yo quien está soñando. 
El yo es el sueño.

Andreas Muller

28 enero, 2017

Esencia de la ficción

Jón Kalman Stefánsson

Paul Engles: ¿Alguna vez te has sentido destinado a ser escritor o tenías otras ambiciones?

Jón Kalman Stefánsson: A los diez años quería juntarme con The Beatles –más tarde escribí una novela al respecto. También quería ser el mejor amigo del arquero Pat Jennings, y más aun el mejor amigo de Tarzán –junto salvaríamos al mundo. A los dieciocho años de edad soñaba con llegar a ser astrónomo – después de haber visto los programas de TV donde Carl Sagan hablaba acerca del universo – más tarde comprendí que esa riqueza y misterio son, en cierto modo, esencia de la ficción.

MacLehose Press website, 2010

27 agosto, 2014

Levedad


 Bill Murray

The Talks: ¿Sentís a veces la presión de divertir en el set?

Bill Murray:Siento esa presión en la vida. En realidad, no la siento como una presión, es una suerte de obligación, no de entretener y ser gracioso sino de tener cierta levedad. No me refiero en términos de ser simplemente chistoso, me refiero a que tiene que haber cierta levedad en tu camino. Tiene que haber levedad; tenés que ser tan leve como puedas serlo y no caer por el peso y quedar atascado en tu emoción, atascado en tu cuerpo, atascado en tu cabeza. Simplemente siempre querés tratar de elevarte en alguna medida.

Fragmento del reportaje en The Talks


24 agosto, 2014

Otro cine

Steven Soderbergh
  • "Mi sentimiento de desidia para con el cine no surge del hecho de que mi cine haya cerrado un ciclo. Primero, y lo vi venir cuando no conseguía dinero para hacer Traffic (su película ganadora del Oscar a Mejor Director, Mejor Actor de Reparto, Mejor Guión Adaptado y Mejor Edición), entendí que el paradigma económico bajo el cual yo hacía películas estaba en extinción. Y así fue. Tomá como ejemplo los años ’70, no mi cine: las películas más vistas de esa década eran también las mejores que se filmaban. Yo crecí a la sombra de directores como Coppola, que cuando tenían dinero hacían películas como El padrino. Hoy claramente no es así. Ni va a serlo de vuelta. Ya no hay películas que quieran ser audaces, que quieran ser complejas, que nazcan de las dudas e inquietudes de los directores. Al menos en los términos del Hollywood grande. Y encima, por cómo funcionan hoy en el mercado global, las películas se salvan de sus propios errores: los errores de su cine elefantiásico; sólo contribuye al bullicio actual”.
  • “Un mundo donde las películas prácticamente no se diferencian entre sí es aterrador. Y ahí vivimos. Hollywood hace películas en masa y la gente las consume así. Si la gente quisiera otra cosa, se la pediría. Pero esa otra cosa ahora la buscan en la TV."

Fragmentos del reportaje a Steven Soderbergh en el suplemento Radar de Página/12

08 marzo, 2014

La belleza como razón



Tiempo Argentino –¿Te interesó dejar un mensaje en tu obra?

Nacho Gadano –No pensé en dejar un mensaje, el texto te va llevando por distintos lugares. Pessoa no da esperanzas, pero encuentra un sentido a seguir viviendo, para seguir percibiendo la belleza que hay en el mundo y todo lo que sí vale la pena. Encuentra la belleza en el sinsentido. De repente, ve a un hombre por la ventana, que por inspiración divina, se da vuelta y lo saluda con la mano. En ese saludo casual, en ese encuentro entre dos personas, él encuentra un sentido a las cosas. En definitiva, habla de lo simple de la vida: el encuentro, el registro, la sorpresa, estar vivo. De pronto, en la ventana, el universo se reconstruye, sin ideales ni esperanza. Alguien dijo adiós con la mano y sonrió.


Tiempo Argentino –¿Cómo vinculás estas ideas con la vida actual?

Nacho Gadano –Pessoa está teniendo una actualidad muy interesante ahora. Otra vez, se está buscando una espiritualidad que dé sentido a la vida. En un momento de la obra, dice: "Mi corazón es un cubo vaciado." Él estaba buscando belleza, inspiración, lo que el mundo no le propone. Pero nosotros vivimos inmersos en la nada misma. El tema del entretenimiento y el consumo, la tecnología, son cosas muy buenas, que ofrecen un bienestar inmediato. No hay espiritualidad, se deja de percibir cosas que son vitales para vivir. Tampoco necesitamos un ritual. Puede estar en una mirada, un encuentro, en cualquier momento. No hay que irse al Himalaya a meditar. Pero por supuesto hay que estar atento, abierto. Ahora estamos muy distraídos. Pareciera que nadie quiere sufrir, nadie quiere sentir demasiado. Tenemos emociones como las de una montaña rusa, fabricada por un estímulo mecánico. Pero las personas estamos hechas de otra cosa.


17 octubre, 2013

Poder vernos



Sebastián Basualdo —En Vida de este chico y también en Vieja escuela la literatura aparece como un medio de desdoblamiento y liberación. Hay algo intrínseco en estos personajes que parece ser inquebrantable: su capacidad de admirar.
 

Tobias Wolff —A veces una influencia muy poderosa es aquella que le permite a uno decir: eso es lo que no quiero hacer, yo no quiero ser así. Creo que fui salvado por mi admiración hacia algunas personas que conocí porque me mostraron otra manera de ser, distinta del ejemplo que veía en mi casa. Cuando era joven leía mucho a Jack London y después a Ernest Hemingway. También recuerdo cuando descubrí a Salinger, El guardián entre el centeno. Yo tenía quince años y esa fue una enorme influencia para mí. Escuchar una de esas voces que podrían haber salido de uno de mis amigos o de la gente de mi alrededor. Y de hecho, cuando lo leí yo estaba en una escuela muy parecida a la que Salinger describe. La experiencia de admiración es liberadora. Te da otra manera de ver las cosas, otra manera de “querer ser” y te permite ver quién sos con más objetividad. Siempre necesitamos estar en otro lugar para poder vernos. No nos podemos ver desde donde estamos. Para mí esa es una de las bendiciones de la literatura, que te da un lugar para estar fuera de uno mismo. 

Sebastián BasualdoDe alguna manera, la imaginación y la admiración es un punto de partida para encontrarse a sí mismo, ¿no? Me refiero a ese adolescente de Vida de este chico, que luego terminará siendo un escritor.
 

Tobias Wolff —Creo que todos nosotros cuando estamos creciendo, inclusive también como adultos, estamos en esa lucha por encontrar un sentido en lo que somos, en cómo nos gustaría que nos vean y hasta cómo nos gustaría ser y la percepción de lo que somos.Y esas cosas a veces son difíciles de reconciliar y pueden llevarnos a una “pose” pero hay una virtud en eso porque uno sólo puede ser, o llegar a ser, lo que uno puede imaginar ser. Si no podés imaginarte de una manera, no podés serlo. Así que la vida imaginaria lleva a la vida real de tal forma que uno va por esos pasajes donde te ves atrapado entre lo que fuiste y lo que quisieras ser. Y esa tensión, esa “tierra de nadie”, es un territorio interesante para un escritor, pienso yo. Creo que esa es una de las razones por las cuales tantos escritores escriben sobre jóvenes. Hay muy pocas novelas sobre gente muy grande. Y es porque ellos ya son lo que son. Pero la gente joven está todavía negociando su lugar en el mundo, su realidad.


29 septiembre, 2013

Ingrid


Ingrid Pelicori como Ana en Farsantes

“Creo que muchas de estas cosas pasan también en la vida real. Mi personaje es una persona bastante desequilibrada por eso también toma alcohol y tiene la fantasía de una familia unida, que es un refugio para ella. Todo eso es lo que conoce y la protege de sus propias angustias”, explica Ingrid, y agrega: “En la vida también pasan estas cosas de quedarnos pegados a lo que no nos hace bien. Es el miedo a lo desconocido y al cambio. Esa complejidad que tenemos los humanos y que no obedece a algo racional, es la creadora del arte. No somos previsibles y en cada uno de nosotros pueden pasar cosas que ni uno mismo puede comprender”.



Con Mario Pasik


-¿Y vos qué aprendiste del amor?

-Creo que a lo largo del tiempo entendí que cuando uno es joven le pide todo al amor, pero cuando crecés sabés que no puede venir todo de ahí. ¡Y menos mal porque sino te quedás entrampado y no hay nada más para vos que eso! Pero eso no quiere decir que hay que pedir menos sino que hay que pedir hasta donde el otro puede dar. También aprendí que cuando uno está mal no siempre es por culpa del otro, que la vida tiene muchas cosas más. Pero lo que más me queda claro es que el amor es una construcción, que se cultiva de dos, que es un trabajo y hay que dedicarle tiempo y atención.



24 julio, 2013

Lo inminente


 Jacques Henri Lartigue

Quizá porque nací a mediados del pasado siglo (que ya fue bastante veloz y revolucionario), a veces me pregunto cómo soportamos esta vida tan fugitiva, de aparente aceleración continua y creciente a la que no se vislumbra límite. Puede que las generaciones más jóvenes hayan nacido ya semiacostumbradas, y que ni siquiera su tiempo de infancia -el que transcurre más lento- haya sido pausado ni haya tenido un "presente" razonablemente duradero y sosegado.
[…]


Da la impresión de que a mucha gente le aterra asomarse a lo que no es rabiosamente novedoso, como si temieran "vivir a destiempo". Ocurre con todo: con las noticias, los acontecimientos, las películas, la música, los libros y los negocios. Como dije en un artículo que cuenta ya varios años, flotamos por una época en la que, paradójicamente, solo parece ser presente lo que no lo es todavía sino que se anuncia como inminente, y en cambio lo verdaderamente presente, por el mero hecho de existir o haber llegado, se convierte en pasado al instante.

Javier Marías
 

Fragmentos del artículo El vértigo de las novedades publicado en ADN Cultura

20 julio, 2013

Un buen día


 Mariano Blatt

Eterna Cadencia - ¿Qué hace que un día haya sido un buen día?

Mariano Blatt - Que me haya despertado temprano, que el mate me haya salido bien, que haya tomado varios termos, que me haya aparecido un globito de mensaje nuevo en el WhatsApp, que haya sido él, que me haya dicho de vernos más tarde, que nos hayamos visto más tarde, que no haya habido lugar para la ansiedad, que el corazón latía tranquilo pero con fe, que yo haya sentido que también le gusto, que hayamos dicho cosas nuevas y graciosas, que en un momento hayamos dicho cosas realmente nuevas y graciosas, increíbles, que de tan buenas las hayamos escrito en algún lado para no olvidarlas, que yo haya pensado que con todo eso tengo que escribir algo, que después haya dicho “tranquilo, Mariano, no vas a poder describir en este momento este momento”, que entonces haya vuelto a poner mi atención en lo que estaba pasando, que eso me haya renovado la energía y el entusiasmo, que le haya dicho de comprar más cervezas, que haya dicho que sí, que el camino al chino haya sido lindo, que me haya dicho cosas como “es re tranqui tu barrio”, que yo le haya dicho “sí” pero en realidad haya pensado en decirle “sí, ¿querés venir a vivir conmigo?”, que sin embargo no me haya sentido mal por no haber dicho lo que en realidad quería, porque que haya reflexionado que lo que creo que deseo a veces es una trampa, que me haya dado cuenta de que mi cabeza va a una velocidad y la vida a veces va a otra, que haya centrado la atención en mi corazón, que latía tranquilo pero con fe, que haya puesto mi vista en él, y que haya pensado “ojalá que nuestros corazones se encuentren algún día”, y que eso me haya dejado satisfecho: tener deseos sinceros, que no me hayan surgido ganas de exigirme más de lo que puedo, que en el chino la cajera me haya hecho quedar bien porque haya hecho algún comentario que demuestra que me aprecia, que de a poco su conciencia (la de él) se vaya puliendo, vaya cambiando lo que piensa sobre mí, que me haya perdonado por las cosas que hice mal, que hayamos vuelto a casa y yo haya querido destapar la cerveza con el encendedor y él me haya dicho “así no se hace”, que yo le haya dicho “es que no sé cómo se hace” y que eso le haya dado ternura y me haya enseñado y que yo me haya fijado en sus manos y haya sentido que es muy lindo que el chico que te gusta te haya enseñado algo nuevo hoy.

Fragmento del cuestionario a escritores del blog de la librería y editorial Eterna Cadencia.
Ver el artículo completo aquí.

22 diciembre, 2012

El libro al revés

Ricaro Piglia - por Juan C. Quiles

Rubén H. Ríos –¿Y qué leías antes de descubrir la novela de Camus?

Ricardo Piglia –Empecé leyendo historietas. No muchas, pero leía Misterix o Rayo rojo, que eran revistas que circulaban bastante en aquel entonces. Después empecé a leer, a los 13 o 14, las novelas que se leían en esa época: Salgari, Verne. Después hago ese salto, a los 15, 16, hacia la literatura. 


Rubén H. Ríos –¿En esa época comenzaste a leer novela policial negra?

Ricardo Piglia –No, mucho después, en Mar del Plata. Bueno, es una historia que he contado muchas veces. Mi padre, que era peronista, cae preso y decide que nos mudamos de la zona, donde había nacido mi madre y estaba instalada toda su familia. El día del golpe del 55 tuvo un efecto terrible para nosotros. Era como un velorio, porque iba a casa gente que conocía a mi padre. Y nos fuimos a Mar del Plata, y fue para mí un extraño destierro. Pero en Mar del Plata me encontré con el ambiente de la gente del Cine Club, que estaba muy ligada con el Festival de Cine de la ciudad. Yo tenía 17, 18 años. Dos años viví ahí. Me acuerdo que había una mesa en Ambos Mundos, un restaurante y bar tradicional. Y nos quedábamos ahí, porque estaba abierto toda la noche: esperaban a los tipos que salían del casino e iban a comer puchero. Era un lugar ideal para esa especie de bohemia de escritores frustrados, periodistas trasnochadores y estudiantes curiosos. En ese entonces ya estaba escribiendo un diario, que fue como una respuesta a lo que vivía como un destierro. Dejaba el lugar de mi infancia y viví ese viaje –no sé, eran sólo 400 kilómetros– como un exilio. Me acuerdo que en el medio de la mudanza, cuando estaba la casa ya levantada, entre los muebles, me puse a escribir. 

Rubén H. Ríos –Borges decía que un escritor es antes un lector. ¿Cómo fue en tu caso?

Ricardo Piglia –Sí, desde luego, uno escribe porque antes leyó. Tengo una especie de imagen, que no sé si es un primer recuerdo como lector. Yo veía siempre leer a mi abuelo paterno y me despertaba fascinación. Lo veía encapsulado con un libro y no sabía qué pasaba ahí. Supongo que eso me empezó a funcionar, y un día puse una silla, subí a la biblioteca y agarré un libro azul. Por entonces vivíamos en Adrogué, en una calle tranquila, pero que estaba cerca de la estación y cada media hora pasaba la gente que venía de Constitución. Y me puse en el umbral con el libro azul para que me vieran leer. No sabía leer: tenía 4 años. Y de pronto, una sombra: era un tipo que se acercó a decirme que el libro estaba al revés. Más tarde pensé que era un jodido el tipo ese, pero no sé, también se me ocurrió que por ahí era Borges (se ríe)

Rubén H. Ríos –¿Qué leías por entonces?
 
Ricardo Piglia –Muchísima literatura norteamericana. En esa época yo estaba aprendiendo inglés y leía traducciones, y también intentaba descifrar los textos en el idioma original. Y creo que entré en ella por Pavese, porque Pavese era muy experto en literatura norteamericana. Y llegué a Pavese por el diario que él llevaba, El oficio de vivir, porque como yo seguía escribiendo el diario me interesaba leer diarios. Pero lo leí todo a Pavese porque, en general, es lo que hago con los escritores: leo toda la obra. Y algunas observaciones de Pavese me marcaron mucho, en especial respecto de la importancia del tono. Por ejemplo, cómo el tono frío de Cain en El cartero llama dos veces había influido en El extranjero, de Camus. Una observación inteligentísima. También los cuentos de Hemingway me impactaron mucho, quiero decir, esa calidad que él tenía para contar de una manera muy limpia la historia. Creo que eso nos permitía a nosotros resistir un poco esa tendencia latinoamericana, que no llamaría barroca, porque es un elogio, sino esa retórica cargada. 



28 octubre, 2012

Estar ávido de que te suceda

 Vicentico

Gloria Guerrero: Como los antiguos poemas persas que parecían hablar de dos amantes en la Tierra, pero que en realidad trataban del amor entre un humano y un ser superior. ¿Me equivoco?

Vicentico: No, no se equivoca para nada: me encantan aquellos poemas musulmanes, de los sufíes... aunque no sé si la palabra correcta sea “religioso”. Para mí, en realidad, es una puerta (piensa). Una puerta que cualquiera puede abrir y que está buena para hacerse preguntas. Siempre fui “antirreligión”: creo que la religión es lo que no debe hacerse. Pero si hay algo que no debe hacerse, eso quiere decir que sí hay otra cosa que puede hacerse, ¿no? No sé cómo explicarlo. Pero... (sonríe) voy a decir algo que es cursi: el amor es la única cosa que rige todo. Eso me interesa de verdad y por eso trato de abrir esa puerta y hacerme preguntas acerca de la realización propia y de la propia felicidad. Y acerca de qué es todo esto, qué significa lograr cierta comunicación con uno mismo y entenderse. Esa es la Gran Pregunta. Yo trato de buscar, de un modo muy simple... y “pop” (vuelve a reírse), a ver si logro contestarme algo. Abrir esa puerta me parece muy interesante.
 

Gloria Guerrero: ¿Se ha puesto a estudiar algo seriamente –Biblia, Jung, Cábala, sufismo, lo que fuere–? ¿Hay un camino que le interese más que otro?
 

Vicentico: Todas esas cosas las puedo haber leído. Pero no sigo ninguna que tenga nombre, claramente; algunas corrientes me parecen más simpáticas, más cercanas a lo que yo puedo entender y otras me son más ajenas. Pero lo que sí puedo decir es que estoy muy dispuesto a todo. Es como con el principio de cualquier camino: estar ávido de que te suceda.





Gloria Guerrero: La tapa de 5 es una entrañable declaración de amor incondicional a su esposa; por lo general tan obvia en momentos de noviazgo, cuando cualquiera regala la luna, pero no después de casi veinte años de matrimonio. Disculpe esta reflexión tan femenina...
 

Vicentico: No es la primera persona que me viene con esa reflexión: hace poco me entrevistó un chico gay, muy gay: “Yo te tengo envidia por ser así, dedicarle a tu mujer de tantos años”, me decía el flaco... A mí me parece muy normal. Es una elección, absoluta, total; aunque parezca una verdad de Perogrullo, lo de Valeria y yo sigue siendo una elección de cada día. Más allá de que estoy enamorado y de que ella me cope y de que me parezca una mina increíble y todo, aparte de eso hay un modo de vida al cual yo adhiero: construir algo y tenerlo. Lo otro no me gusta, realmente.
 

Gloria Guerrero: ¿Qué es lo otro?
 

Vicentico: Lo otro es como... Eh, si yo no estuviera con Vale estaría solo. Estoy seguro de eso. No quiero otra persona, quiero esto. Esto me da por todos lados. Me da alegría, me da todo. Es un poco egoísta pensarlo así, ¿no?, como cosa “utilitaria”. El resto del mundo, más allá, es locura; locura; no lo soporto, me da pánico el mundo exterior. En el mundo exterior están todos locos. Están en Facebook con una histeria horrible de fotos, me dan miedo, un susto del que no quiero ni saber.

 



10 agosto, 2012

La gran desilusión

Antonio Dal Masetto

Diego Manso: ¿Cómo era la casa?

Antonio Dal Masetto: Tenía una planta baja y un primer piso y un terreno con unas hileras de vides, porque mi padre hacía vino... Tenía frutales, hortalizas. Era típico que los italianos cultivaran siempre su pedacito de tierra.

Diego Manso:  ¿Qué fue de esa casa?

Antonio Dal Masetto: Quedó ahí, mi madre no la quería vender por nada del mundo, pero finalmente pasaron algunos años y mi padre la convenció. Así que la terminaron vendiendo por poder. Hay algunas historias de los regresos de mi mamá…

Diego Manso:  Que las contás en “La tierra incomparable”...

Antonio Dal Masetto: Hay una visita de mi madre a la casa, donde ocurre lo de siempre en los regresos, la gran desilusión… Incluso, cuando yo volví por primera vez a Italia, la respuesta fue una gran desilusión. Uno va a buscar lugares donde supuestamente ha sido feliz y ese es un error muy grande. Uno sabe que no va a encontrarse con nada de aquello que supone que está buscando, pero comete el pecado de buscarlo. Y después lo paga.

Diego Manso:  ¿Cómo se paga?

Antonio Dal Masetto: Con el impacto que te produce, la imposibilidad de integrarte.

Diego Manso:  ¿Cómo?

Antonio Dal Masetto: Te lo cuento gráficamente: las calles, los puentes sobre los ríos, un muro que recordaba, todo eso seguía siendo mío hasta cinco minutos antes de entrar en el pueblo. Yo lo había mantenido en la imaginación durante muchos años. Sin embargo, cuando me tocó enfrentarme con esas cosas, era imposible conectarme, se habían ido, ya no eran mías. Se habían convertido en otra cosa.

Diego Manso: ¿En qué?

Antonio Dal Masetto:
En otra cosa. Otra cosa. Cuando volví por primera vez al pueblo, lo único que se me ocurrió fue salir a caminar. Caminaba todo el día, subía una colina, cruzaba los puentes, iba y venía… Como si tuviera la vaga ilusión de que gastando zapatos, pisando la tierra y las piedras, pudiera conectarme otra vez. Se trataba de cansar el cuerpo, agotarlo, llegar al final del día e ir al hotelito donde estaba parando, tirarme en la cama, dormir, y al día siguiente volver a caminar. Una manera de reconquistar el lugar.

Diego Manso:  ¿Se reconquista?

Antonio Dal Masetto: Algunas cosas… Después cambia la perspectiva y uno aprende que es imposible.

Diego Manso: ¿Y esa felicidad pretérita que fuiste a buscar? ¿Era felicidad u otra cosa?

Antonio Dal Masetto: Cuando se piensa en la infancia, salvo que te hayan ocurrido cosas muy desgraciadas, uno rescata sólo las cosas buenas. Y para mí todo era maravilloso.


  • Fragmento de la entrevista de Diego Manso a Antonio Dal Masetto en revista Ñ

26 julio, 2012

Lo bello y lo lindo

 Leonor Manso (foto: Marcelo Omar Gómez)

Denise Tempone -Siempre hablás de la importancia de la belleza. ¿Sos capaz de encontrar belleza en la oscuridad?

Leonor Manso -Sí, porque yo aprendí que la oscuridad, paradójicamente, te da claridad para ver ciertas cosas. Es el no ver esas partes ocultas de uno mismo lo que representa una verdadera oscuridad, una ceguera. El arte saca lo que está escondido y te lo muestra. Nosotros tendemos a escapar de lo oscuro pero los grandes artistas, de todas las épocas, desde los griegos con Edipo, han sido capaces de entender esto: lo valioso de iluminar las zonas que no se ven. Lo humano, lo profundo, eso es lo bello. Lo bello y lo lindo son cosas muy diferentes.

Denise Tempone -¿Cuál es la diferencia entre lo bello y lo lindo?

Leonor Manso -Lo lindo es lo lindo, lo superficial, lo halagador. La belleza de la que hablo también está en el dolor, en el sufrimiento por esta cualidad reveladora que tiene. Si no fuera así no existirían tantas obras que no son especialmente lindas, pero que son increíblemente bellas, en todas las ramas del arte. Mucha gente va descubriendo que cuanto más humana se revela una persona, más bella es. La lindura que hoy tenemos en la televisón es una especie de belleza ejercida con violencia, que es otra cosa.

Denise Tempone  -¿Cómo llegaste en tu vida a formar esta percepción?

Leonor Manso -Bueno, no es que mi familia me lo haya explicado, por supuesto. Lo aprendí a través de mi vida y mis dolores. Tal vez es por mi sensibilidad. Puede parecer absurdo pero cuando yo veo esa belleza, soy feliz. Cuando algo te llega al corazón, eso es bello y vos te ponés bello porque recuperás humanidad. Pero hay gente que no se quiere meter en eso, que prefiere seguir en piloto automático, que queda escindida. Es muy común por estos días no saber apreciar esta dimensión, por eso tantas drogas, tantas pastillas.

16 febrero, 2012

Inventando(se)


 Escena de La omisión de la familia Coleman, de Claudio Tolcachir


Victoria Eandi –¿Y cómo la desarrollaste?

Claudio Tolcachir –Llamé a mis amigos, que son los mismos con los que trabajo ahora. Fueron mis conejillos de Indias y yo de ellos. Mi impulso gestor venía del colegio. Como en el secundario me aburría mucho, armé un grupo de teatro con el que fuimos ensayando donde podíamos. Me recuerdo con esa impertinencia de ir a pedir espacios, y lo lograba: era una locomotora. No sé si ahora me animaría. Siempre tenés que estar construyendo tu historia, tu espacio, tu proyecto, inventando tu obra, buscando sala, saliendo a volantear. Nunca en soledad, siempre en conjunto. Todo lo que pueda suceder lo tenés que inventar vos. No va a suceder solo. Lo único que tenés para hacer frente al abismo de la vida es laburar. Así fue que armamos Timbre 4.

Extracto del reportaje en revista Acción.

01 septiembre, 2011

La felicidad es una gran hazaña

Vicentico

Denise TemponeEn sus últimas entrevistas y en muchas de sus canciones usted habla de la felicidad, ¿es una suerte de obsesión íntima?

Vicentico –(Risas.) Parece una pelotudez pero la felicidad es una gran hazaña, una pelea, una misión. La gente sufre, todos sufrimos, estamos demasiado acostumbrados. Yo lo veo alrededor, todo pasa por ahí. Pasan muchas cosas pero la gente no lo nota, dale con sufrir. No hablo del gran sufrimiento sino lo cotidiano, el cansancio, el fastidio, el no darse cuenta de las cosas. Uno está tan absorbido en esa vorágine que no se da cuenta de que hoy el día está buenísimo, que las plantitas están creciendo, que el sol está hermoso. Cuando uno empieza con la mentira del sufrimiento, se adormece, se vuelve un imbécil. Cuando te despertás de eso –si es que alguna vez te despertás– porque la mayoría de la gente no se despierta, notás que te estás perdiendo el paso por la vida de un modo tremendo. Con solo mirar caras por la calle te das cuenta de que hay gente a la que se le pasa, que se la está perdiendo.

Denise Tempone Lo suyo es una especie de reivindicación a la sencillez...

Vicentico  –Es que no pasa porque tengas guita o no tengas guita, porque tengas laburo o no tengas laburo. No tiene que ver con eso y para nada tiene que ver con eso. Puedo dar ejemplos estúpidos sobre el tema, pero no quiero entrar en polémicas. 


Resto del interesante reportaje a Vicentico en 7 Días.

28 agosto, 2011

Hay otras vidas que no son la nuestra

 John Singer Sargent - Hombre leyendo

Hay ciertos libros capaces de producir lo mismo que nos hace la desgracia, la enfermedad, la muerte, cuando nos pasa cerca, cuando nos semblantea. En ambos casos hacen que nos importe más lo que nos asemeja a las demás personas que lo que nos distingue de ellas. Quizá sea imposible vivir ahí siempre, o incluso estar ahí seguido, pero cuando ocurre es estremecedor, nos queda grabado en el adn. Lo que nos asemeja a los demás por encima de lo que nos distingue de ellos. Lo que aprendemos entre todos es lo más valioso que se puede aprender, porque no lo sabemos solos: sabemos que otro lo sabe también. Esa ceremonia logra Carrère que ocurra en su libro. El juez, la jueza, su viudo con tres hijas pequeñas, la pareja que perdió a su hijita, el aleteo de esa mariposa negra que es la desgracia, y nosotros, los demás. Hay otras vidas que no son la nuestra. 

Juan Forn
Que sea éste

Artículo en Página12

29 mayo, 2011

Pequeñas cosas



 Guillaume Canet

"Es sin duda mi filme más personal. Estaba pasando momentos muy difíciles en mi vida, en los que me di cuenta de que no había tomado buenas decisiones ni elecciones. Me había desperdigado mucho en mi trabajo, lo hacía todo sin parar y me había perdido muchas cosas, incluso amigos. El mundo va tan rápido que uno no tiene tiempo realmente de vivir las cosas y digerirlas, todo tiene que ser inmediato, parece que no pudiéramos detenernos y así no podemos disfrutar de las pequeñas cosas que nos aporta la vida. Pensé que ese sentimiento lo podía compartir con el público, hablar de lo importante de la amistad y del amor, de decir a la gente que uno quiere que la quiere antes de que sea demasiado tarde". Se ha puesto algo sentimental Canet, pero lo hace con una sinceridad y una tranquilidad que apabulla, también con una bonita sonrisa en el rostro.

23 febrero, 2011

Baricco y Argentina

Alessandro Baricco

"Muchas veces pospuse este viaje, tal vez porque la Argentina me fascina de tal manera, que siempre pensaba que era demasiado pronto o que el tiempo no sería suficiente. Ahora ya es tiempo de que vaya", dice con un aire místico y solemne. ¿De dónde nace la fascinación de Baricco por Argentina? Es fácil imaginarlo un poco más desaforado gritando los goles de Maradona a la Juventus, el archirrival de su amado y humilde Torino. "Seguramente hay razones deportivas, que se filtraron por mi gran amor por Osvaldo Soriano, uno de los que me contó de manera mítica estas tierras. No sólo me transmitió el amor por el fútbol, sino también el amor por el arte, la música, la literatura, la admiración por el tango, y la idea de las raíces italianas de tanta gente que vive acá. La idea de los espacios extraños, aparentemente infinitos. Son muchas las cosas que hacen de la Argentina –no sólo para mí– un lugar mítico", explica sin que valga la pena desasnarlo acerca de cómo los "míticos" argentinos maltratamos en vida a Soriano. Más feliz lo hace sí, el reconocimiento del que goza su mentor Gianni Vattimo. "Para mí fue el mejor. Sus lecciones, sus lecturas de Nietzsche y de Heidegger eran verdaderamente una nueva frontera para nosotros."


Fragmento del reportaje a Alessandro Baricco en revista Ñ con motivo de la visita del escritor a la Feria del Libro de Buenos Aires de 2010.

18 febrero, 2011

Se cantaba


Diego Manso-¿Y cantabas para tu familia o era algo más bien secreto?

Joan Manuel Serrat-Es que en aquel tiempo se cantaba. Hoy es una cosa difícil de entender, porque el hecho de cantar queda más bien circunscrito a los cantantes. Ahora sólo cantan los cantantes. Antes cantaba todo el mundo. Antes la gente cantaba en la calle, haciendo el trabajo... En los andamios los albañiles cantaban, en las forjas cantaban los herreros, cantaban los guarnicioneros mientras cosían las correas de las caballerías. ¡La gente cantaba! ¡Cantaban las mujeres mientras hacían las camas!

Fragmento del reportaje a Joan Manuel Serrat publicado en Ñ.