Al hilo de nuestra lamentable actualidad política he recordado que pensé iniciar este blog con un comentario sobre los grabados que ilustran las ediciones parisinas de las Relaciones de Antonio Pérez. Después el resultado fue otro, pero qué fácil es acordarse del caso Pérez en estos años que nuestros gobernantes dedican a reiterar errores atávicos. Suena a poco Pérez, y a lejano, y difícilmente imaginamos el impacto político que su caso pudo tener en la Europa de su tiempo, pero si vamos al detalle todo empieza a resultar más familiar. Uno de los cargos que se le hacen en su juicio de residencia puede servir para ir centrando las cosas:
“Que teniendo poca hacienda al tiempo que comenzó a ejercer su oficio de secretario, después acá que lo ha tenido y ejercido, a causa de las muchas dádivas y presentes que ha recibido se ha podido tratar y se ha tratado espléndida y costosamente, en su casa y fuera de ella, teniendo muchos criados y caballos, acémilas y coches para su servicio, edificando casas, haciendo banquetes, jugando cuantiosa y constantemente mucho dinero, gastando ordinariamente en cada año (según la común estimación) ocho o diez mil ducados; y con esto está muy rico y tiene mucha hacienda en casas, juros, alhajas, joyas y preseas, y ha podido emplear y ha empleado en censos más de cincuenta mil ducados, haciendo los contratos y poniendo los dichos censos para más disimulación en cabeza de tercera persona, en todo lo cual ha dado mucha nota, escándalo y murmuración al pueblo en gran deservicio de su majestad y poca reputación de sus ministros.”
Esto me suena.