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Deje Penang hace unas noches y me puse en camino hacia la costa opuesta, en el Mar de la China del Sur.
Kotah Baru era mi destino. Una ciudad de provincias, pegada al mar y a la frontera de Tailandia.
Llegue de madrugada y encontre un cuarto con bagno en el pasillo (mucho mas limpio por cierto que el propio dormitorio…). Y esa magnana contacte con un tipo para un curso de cocina. La clase en cuestion fue malisima, pesima, deprimente, sucia, descorazonadora…
Como Kotah Baru tampoco me ofrecia mucho decidi marcharme y seguir camino al sur.
Pase un par de dias en unas islas tropicales llamadas Perenthian. No estan mal. Mar, sol, snorkel y lectura.
Pero como el objetivo del viaje no es la “dolce vita” cogi un bus nocturno y ayer por la magnana llegue a la capital, Kuala Lumpur.
Foto; Merdeka Square. KL.
La primera impresion no fue muy buena. A algun avispado politico se le olvido que las ciudades son para los ciudadanos, para los peatones especialmente, que como los no fumadores, sufrimos los humos de otros.
Me imagino a un alcalde malayo, hace 30 agnos, decidiendo que habia llegado el momento de que su ciudad entrara en la modernidad y dejara para siempre de ser un lugar atrasado. Satisfecho, contandole a su esposa que se habia terminado el “kampung” (campo), los bufalos y los palurdos para siempre, y que, por fin, el "progreso" habia llegado a sus vidas...
Y aqui estamos hoy, 30 agnos despues, cuando el unico rincon habitable es el que no toco la manaza del jodido alcalde ni sus ideas de cemento, carretera y hormigon...
Aun asi me gusta KL, me gusta buscar el rincon de la ciudad que se ha salvado milagrosamente, el pequegno barrio, la tienda que resiste y el soportal donde aun hay abuelas vendiendo guirnaldas.
Y mirandola de este modo encuentro la ciudad hermosa, valiente y combativa.
Aun existe Chinatown, y Little India, y el maravilloso Kampung Baruh, rodeado de monstruos, torres petronas, autopistas y pasos elevados.
A alguien, de verdad, se le olvido que en esta ciudad vive gente. Y, por cierto, Kuala Lumpur no es una excepcion, sino una norma.
Foto; La Bihun Sup que me comi, al lado de la Gran Mezquita.
La sopa me salvo si. Porque ayer, antes de descubrir el almita desvalida de esta ciudad, paseaba yo entristecido y pensativo. El iman cantaba en la mezquita nacional cuando descubri un animado mercado callejero de comida.
Y de repente comenzo el diluvio de cada tarde. Y yo me sente, pedi una sopa de pollo y bihun (fideos finos de arroz) y me puse a contemplar como los buenos musulmanes salian despues del rezo del viernes.
Y no se si fue por la sopa, o el aguacero o los parroquianos que me rodeaban, pero el caso es que comence a verlo todo de un modo mucho mas amable y positivo. Y decidi que ni el asfalto, ni los humos, ni siquiera aquel alcalde gordo y aprovechado iban a estropearme mis dias en KL.
Y en estas estamos.
Prometo que magnana hablo de cocina.
Alex