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lunes, 9 de abril de 2012

¡Viva Joselito el Gallo!



















¡Viva Joselito el Gallo!, rompió una voz el minuto de silencio en honor al Pasmo de Triana, como la cacofonía de una pantasma gallista que arrastrando cadenas y sábana blanca, se hubiése mudado desde la antigua plaza de toros de la carretera de Aragón. Por el tendido seis andaba, el energúmeno, como comentan casi todos los que estuvieron presentes, que no podían saber, del ataque visionario, rabión e inesperado, como si hubiese sido picado por una pulga, que estaba sufriendo el abonado del seis, que ya mascaba lo de José Pedro Prados. Hasta las pulgas, por muchas categorías y subdivisiones zoológicas que haya, se dividen entre las de Gelves y las de Triana. Y algunas pueden ser premonitorias.

 Lo que vendría después, sería el Fundi y su magisterio, que subyace del gallismo más primitivo, ese que alejado de las catacumbas faranduleras del arte trae consigo la pureza más virginal que en términos taurómacos haya existido: no hablamos de las formas, muy mejorables, sino del fondo: un tío que se pone delante de un toro sabiendo lo que tiene que hacer. Verbo, el del saber, que escrito a la ligera puede llevar a equívocos y pasar como cuestión baladí, pero que desde hace más de doscientos años es la raíz del arte de torear, antes de que el parto de cultura nos alumbrara con el amaneramiento ilustrado de semaris, talas y julys.

Con inteligencia y paciencia, el veterano matador moldeó la embestida del Huérfano, al más puro estilo del mejor Ponce, de mucho sobeteo y consentimiento, de bisho mirá aquí y pasa por ahí, hasta que, como por arte de magia, y no es magia, sino el viejo arcano del toreo, empiezan a aparecer por allí muletazos estimables, profundos, con el toro yendo a más, mientras una legión de taurinos en el callejón muelen a palmaditas en la espalda al ganadero, porque el Huérfano tenía "fondo". Faena que choca de frente con el chenelismo, el pronto y en la mano, que demuestra que mientras las cosas están hechas con criterio, dándole ventajas al toro y echándole lo que un torero le tiene que echar, toda clase de coletudos son bienvenidos, respetados y hasta admirados, independientemente de que después puedan tener la gracia de Pepe Luis o la industrialización muleteril de Dámaso. Ayer nos tocó más de lo segundo que de lo primero, pero bien contentos que salimos, porque se había visto torear.

Otra cosa es la de Víctor Barrio y Del Álamo, que verles torear y caérsete los palos del sombrajo es todo un uno.  El segoviano, que tomaba alternativa, anduvo desafortunadísimo, manteniendo el nivel descendente que ya apuntó en sus últimas actuaciones como novillero. Acelerado, descolocado, sin ideas y echando mano al repertorio de tretas modernas -pico, encimismo, zapatillazo- que sirven para triunfar... en todos lados menos en las Ventas. Lo de Barrio es curioso y viene a refrendar el daño que escuelas taurinas, y taurinos sin escuela, hacen sobre los que deben ser brotes verdes de nuestro toreo. Cuando el toricantano no sabía torear, leáse sus primeras actuaciones novilleriles, toreaba muy bien; una vez que se han puesto a enseñarlo a torear, no sabe hacer otra cosa que tundir los garlopos a mantazos. 

Juan Del Álamo, con unos meses más de alternativa, usó los mismos trucos pero de manera más templada, sin tanto atosigamiento al toro y con algo más de acople, fruto de que sabe bien para lo que se está preparando, que no es otra cosa que el gato por liebre del toreo moderno, perfilero y fingido que tantas panzas llena ahora.

El domingo fue el de la resurrección de un maestro crucificado en los últimos años por la vida. Domingo que también nos deja la triste convicción de que con estos jóvenes para el toreo no habrá insurrección, rebelión ni alzamiento que valga.




A la gallista pulga trianera,
 que anda desaparecida en combate.







domingo, 8 de abril de 2012

¡Otra vez juntos!




Octavo día del cuarto mes del año doce, ya del milenio tres. Cincuenta abriles desde la tarde en la que Joselito y Belmonte volvieran a hablar de sus asuntos, como en aquellos larguísimos viajes en tren, sentados en el compartimento del mismo vagón, a modo del par de compadres de toda la vida, para luego salir por peteneras, José por uno de los vagones de cabecera y Juan por la cola del convoy, como dos viajeros condenados a no conocerse. Cincuenta años que llevan charlando de lo suyo, en un tren que no tiene destino ni hora de llegada.




miércoles, 21 de marzo de 2012

De mangui a señor


"El torero que fue camello", "Joselito y la mala vida" o "De mangui a señor" son algunos de los títulos con los que ciertos medios presentan la biografía de José Miguel Arroyo. Bajo éste último, el "de mangui a señor" -como si los manguis no pusieran ser señores, como si una no pudiese ser puta y señora a la vez, y a mucha honra-, apareció el pizpireto maestro madrileño en las cloacas de la televisión nacional, Antena 3, y su programa Espejo Público, espejo de generaciones de chonis y canis, si acaso, el de la Griso, también el de Castrillón, activista de la abolicionista Prou. Joselito no tuvo problemas en compadrear con aquel que hace un año lo sentó, como un condenado, delante de todo un Parlamento -educación lo llamarán algunos, mendicación moral, lo llamo yo-, ni en reirle las gracias a una tiparraca que hace meses, en busca de vencer en la batalla de las audiencias a sus compañeras de terna, la Campos y Ana Rosa, contrató tres actorzuelos de tres al cuarto y montó un sainete que diese en directo para toda España, en el que unos presuntos corredores de encierros se declaraban públicamente como borrachos, energúmenos y maltratadores. Algunos aún lo recordarán, aquí ayudamos a difundirlo.

Cuando caliente aún está la patata de los mediáticos, con su maldita antitorería y su profundo y desarraigado respeto a la fiesta según la mayoría, me sorprende la cantidad de personas que miran para otra lado y disculpan, en gran acto de hipocresía, de la verdadera, este gorgojeo verbenero que se lleva Joselito por redacciones y platós  mezclando churras con merinas, la tauromaquia con la droga y el toro con el camello. Bien está si sirve para quitar caretas y demostrar con otra prueba más de que cada uno va a la suya, que no hablamos de un cualquiera, sino de uno de los maetros que más ha luchado por la imagen y derechos de los semejantes y que ahora, mudando la pluma como buen gorrión y humillando un oficio que de drogadictos y golfos no supera la elevada media de este descalabrado país, se arrastra por ahí, como poseído por el espíritu de Umbral, con no más objeto que no sea hablar de su libro. Éste es Joselito, el verdadero.




                               
   
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Joselito, el verdadero


Joselito, el verdadero




Pepito Gómez Ortega, el impostor


 

viernes, 2 de marzo de 2012

Una de quites




Aunque son del Juli, que tomó el testigo de José Miguel Arroyo, Joselito, como capotero que más cantidad de suertes maneja, circunstancia digna de destacar en una época de capa caída (nunca mejor dicho).



jueves, 4 de agosto de 2011

Maestros del segundo tercio



Joselito ejecutando la suerte de banderillas. Este par corresponde a un Toro del Duque de Veragua, quiero tomar textualmente la cronica de aquella epoca. "Venia la tarde caldeada del tercio de quites. Cogio Jose los palos y quebro un par; el toro le entro lento y torcido; el torero le busco en su terreno y le obligo. Luego andando hasta muy cerca, hasta que el toro se le arranco, quebro otro par muy superior al primero. Mando salir a un peon, pues estaban todos los toreros entre barreras, y hubo una bonita leccion con margritas y Blanquet de alumnos. Un tercer par al quiebro y uno el cuarto (El de la fotografia) Magnifico, Jose siempre tenia por norma colocar cuatro pares. Y en medio de una ovacion ensordecedora cogio los trastos de matar"



"A Rafael El Gallo le he visto poner el mejor par de banderillas que he visto en mi vida. Fue en un festival que toreaba en Bilbao, organizado por el club Taurino. Pidio una Silla, se sento en ella con su par de banderillas, cito. Como el becerro no se le venia, anduvo dos pasos, se sento nuevamente, y volvio a citar, las piernas cruzadas. Tenia mas de sesenta años. El becerro no se le vino, pero estaba ya encampanado, y nosotros estabamos todos pendientes. El, con su cabeza fenomenal, anduvo dos pasos mas, puso la silla, y ya no cruzo las piernas. LLamo al becerro, que esta vez se le vino, se levanto, y nada mas le enseño la pierna, haciendo el quiebro, y el becerro se llevo la silla en la cabeza. Armo un escandalo. Dio dos vueltas al ruedo, su capote lleno de puros que le tiraban. Eso fue en el año 1944 o 45. Todo el que haya visto ese par se acordara de el toda su vida".(El Sevillano Pepe Luis Vazquez)




El famoso par de banderillas que esta plasmado en bronce en los jardines proximos a laplaza de el Toreo de cuatro Caminos, lo puso Rodolfo Gaona "El Indio Grande" al toro "Rodillero", numero 29, del Marquez de Saltillo, lidiado en segundo lugar, vestido de Plomo y Oro en la segunda corrida de los Sanfermines el dia 8 de Julio de 1915, alternando con Serafin Vigiola "Torquito" y Jose Gomez "Gallito". "La tarde que te fuiste por siempre de la arena en el cielo taurino lloro de angustia el sol, el publico de toros palidecia de pena y el dia que contemplamos tu ultima faena lloraron tristemente el indio y español"




                                         Simplemente Esplá



 Victor Mendes asomandose al balcon a un toro de Montalvo en la Plaza de Valencia el 14 de Marzo de 1992. Esa tarde el Portugues conmociono a los aficionados con sus Pares de Banderillas



El Maestro de Saltillo Fermin Espinoza "Armillita" en un Par con una perfeccion absoluta al ejemplar "Tapabocas" en la plaza Mexico.




Francisco Rivera "Paquirri" colocando este Gran Par en todo lo alto a un Torazo de Conde de la Corte en la Feria de Bilbao de 1974

Extraído de "el Toreo y su Sombra".

jueves, 28 de julio de 2011

Galleguito






































Cabeza del toro "GALLEGUITO" de Don Eduardo Miura, lidiado por Jose Gomez (Joselito) lidiado en la Maestranza de Sevilla Feria de San Miguel el 29 de Septiembre de 1915. Salio en Quinto Lugar "GALLEGUITO", un Miureño "con barba", cornalon, castaño, ojo de perdiz, con mas de cinco años, y segun algunos testigos, un verdadero Marrajo. Uno de esos coloraos que en la casa Miura se hacen notar. Largo como un tren, dio a la canal un peso de 390 Kilos (670 en vivo). Joselito el rey de los toreros lo recibe de hinojos, pero como el toro desvia el viaje de la rectitud se tiene que levantar. Le da varias veronicas, dos de ellas colosales y dos recortes inmensos. Se le ovaciona con calor . El de las barbas toma cuatro varas, tumba dos caballos y mata otros dos. En Quites, Rafael "El Gallo" (su hermano) no alterna, ha sido abroncado en sus dos toros, pero se queda en su sitio, Juan Belmonte y Joselito rivalizan en quites y estan superiores. La plaza empieza a hervir y Joselito, a peticion del publico debe coger banderillas. Cuando sale a los medios la ovacion es estruendosa. Al cuarteo deja medio par. Con la muleta hay unos pases por alto de piton a rabo, dos de rodillas y otrs por bajo y de molinete, inmensos de toda inmensidad. El diestro, que estaba rabiosisimo de Valiente, se crece cada vez mas, haciendo delirante la ovacion. Entra con rectitud y cobra una corta desprendida. El espada se dirige al toro, y al hincarse de rodillas, quel dobla delante de el. La ovacion es entusiasta. Se ha dado la combinacion perfecta. Un toro con emocion y un torero que no duda en su faena. El resultado un triunfo de epoca. Como al dia siguiente el recuerdo de esta faena a "GALLEGUITO" , de Miura, llevaria la publico y presidente a otorgar la primera oreja que se concedia en Sevilla.




* "Artículos relacionados": el July: "en muchas cosas me identico con Joselito el Gallo".

lunes, 18 de julio de 2011

Domingos de Julyo




Mediado Julio. Domingo por la tarde. Uno de los mejores del año. En las playas, montoneras de individuos se curten bajo la fuerza del lorenzo y la severidad de la sal. Cada trocito de costa parece una caja de arenques. En las carreteras, millones de familias, en enfilada procesión kilométrica de hormigas jornaleras, pasan decenas de horas muertas embutidas en potentes vehículos que circulan a paso de burra. Y los "locos", que somos unos cuantos, nos quedamos como dueños de nuestras vidas, en una ciudad fantasma que nos parece más viva que nunca. Con la felicidad de saber que la parienta y los críos, con sus quejíos y gorgoreos varios, se encuentran reventándole los tímpanos a cualquier fulano que tenga la desgracia de ser socorrista en aguas españolas. En la siesta tenemos sueños húmedos, en los que a la suegra, después de un atracón de fabes con chorizo, le dá por bañarse a las tres de la tarde con sus cuarenta y cinco grados a la sombra, y en los que el cuerpo humano y su aparato digestivo, que es sabio, hace que lo que tiene que hacer con la pobre... En fin.., que estábamos tan agustito, que hubiera dicho el maestro Ortega Cano...

... hasta que a mi amigo Pepe Pastor, le da por convertirse en parienta -con poco pelo, eso sí- críos y suegra a la vez, y denuncia en su blog una entrevista, dulzona y sin firmar -¿o era un monólogo propagandístico?-, a Julián López Escobar, el Juli, ese pobre torero. Y te hace mal cuerpo. No tiene desperdicio. Otro bodrio que sirve para engordar el credo julyanista de los hunos, mientras que para los hotros, es otra provocación más, un alegato a favor de la bronca y el desprecio cada vez que se vista de luces este elemento. Empieza así, por lo pronto y por derecho, sin untarle al aficionado lo suyo con vaselina, metiéndose en el berengenal de Joselito el Gallo, que es Dios omnipresente en esto. Que es su referente "en la organización de las plazas de toros, las cuadrillas, apoderados y veedores", dice. ¡Acabáramos! Referente para los mangoneos, porque de torear no habla. Ni del tamaño de la muleta; tampoco del poder de los toros de entonces; ni de los años que se pegó el de Gelves con su amigo y rival Juan Belmonte, la otra figura de la época, sin hacerle ascos a ganaderías, carteles ni ferias -con ese halo de jefe del tinglado no ha sabido tirar de ninguna de las figuras del G-10, para Pamplona, por ejemplo-; también se la habrá pasado hablar de la virulencia taurina de públicos, presidecias y críticos del principio de siglo, que tan poco tiene que ver con el lameculismo con el que se rinden a su paso ahora.

De toros también comenta algo, que ya qué es torero, qué menos que dedicar un párrafo al toro de los veintisiete de que consta la interviú -esto es literal-. Deja claro que sabe lo suyo de encastes, de los que sólo se acuerda de dos: el de siempre, el de los perrillos bodegueros, que "es la sangre predominante, y por algo será", y el de Santa Coloma del que gusta "su ritmo en la embestida", y cuya existencia queda condenada a la abolición desde estos instantes.


Hay más, pero no tengo tanta afisión como para copiarlo entero. El pasquín julianista se puede leer completo aquí, en Taurología. Y cuidado con las intoxicaciones veraniegas, sobre todo con la julianilosis, que va camino de ser pandemia.

martes, 19 de abril de 2011

Los pitones de la Reina

En el campo


Saliendo de toriles. Foto: I.J. Del Pino




Último tercio. Foto: JuanPasmo



Éste de arriba es Jaranero, de la ganadería de la Reina, propiedad de Martín Arranz, que es la media naranja del Tajo, de Pepito Arroyo. Fue lidiado en la corrida concurso de Zaragoza. Un toro con gran trapío -aunque con hechuras un poco bastas para mi gusto-, con dos velas impresionantes. Un tío. Con el problema de siempre, que se le desintegraron las puntas en la media hora escasa que estuvo en el ruedo. Ahora que los toros del reciente medallista empiezan a interesar al aficionado, sería deseable que intentaran arreglar este grave problema que echa por tierra la fama que les están dando sus embestidas. La solución es fácil: no poner fundas. No es la primera vez, ni será la última, que le pasa esto a un toro del Tajo y la Reina:




Bilbao. Foto: Terroso


En Bilbao. Foto: Terroso

En Almería. Foto: Manolo Moreno

viernes, 18 de febrero de 2011

Manso

Pérez Alarcón



 Goyesca del 2 de Mayo. Año 96. Seis para Joselito. Quinto bis, de Cortijoliva. Manso de Cossío. Condenado a banderillas negras. Así lo contó Joaquín Vidal en su crítica del País:



... La racha triunfal se cortó en el quinto toro, de El Torreón -nuevo inválido-, que derrotó fuerte en los muletazos inciales. Joselito optó por no buscarse complicaciones y aliñó. Igualmente inválido el sexto, de Ordóñez, se devolvió al corral y salió un morucho Cortijoliva que ni por todos los piensos y todas las habas del mundo quiso tomar los capotes.

Lidiado sin concierto ni recursos, tampoco quiso tomar las varas -ni una- y se le condenó a banderillas negras. Y allí fue ella pues, al sentir el arpón, se puso a pegar brincos, a correr enloquecido topando cuanto se encontrara a su paso, a desconcertar a las cuadrillas y hasta al propio Joselito cuando entraba a la brega. No desconcertó, en cambio, a José Antonio Carretero, que sacó coraje, hizo así, y le clavó en lo alto el par de banderillas.

Joselito se dobló muy toreramente con el morucho y debió confiar en que rompería a bueno, pues humillaba, pero al dar un pase de tirón el toro le desbordó enfurecido. Macheteó entonces Joselito y se quitó al pregonao de encima de un espadazo...





lunes, 15 de noviembre de 2010

¡El de los pitones serrados..!






* Les animo a que se introduzcan en la visión, año 1969, muy particular de Juan De Málaga, -casi crítico non grato en este blog a partir de ahora-, de la Época de Oro del Toreo, que tanto concuerda en género y número con los abolicionistas de la esencia taurómaca, los flamenquines del G-7 y sus correligionarios. Desde aquí defendemos, hasta el final, sea cual sea, la certeza absoluta de que en la Tauromaquia siempre hubo fraude, espabilaos y borregos; pero también lidiadores al servicio del arte, toros encastados y taurinos con señorío. Aquella Fiesta no fue perfecta, pero es que ésta, simplemente, no tiene un pase...




Juan De Málaga
El Ruedo
Enero, 1969




LAS `HABAS´ DE LA ÉPOCA DE ORO DEL TOREO



Desgraciadamente, aunque por lógica ley de vida, quedamos muy poquitos de los que sabemos bien por qué pasó a la historia, con el nombre de Epoca de Oro del Toreo, la de Joselito y Belmonte, y no hablamos de ella por referencias, sin haber visto siquiera a `La Maravilla de Gelves´y, sólo en sus reapariciones, a `El Ciclón de Triana´. Claro que esto no nos parece mal, porque también nosotros hablamos de Lagartijo, Frascuelo y Guerrita sin haberlos visto, y , de igual modo, otros escritores, de los Reyes Católicos, de Cristobal Colón y hasta del Rey Herodes, que en estos días citamos casi todos los que pertenecemos al periodismo.

Lo que no nos parece tan lógico es que esos nuevos `joselitistas´y `belmontistas´nos quieran hacer creer que, en la época de la inolvidable pareja todas las corridas eran magníficas, todos los toros cinqueños y con grandes defensas y que los públicos salían todas las tardes entusiasmados de las plazas. Y no sólo no lo creemos lógico, sino que es falso, porque también en aquella época `se cocieron habas´.

Se la llamó de Oro, justamente porque, desde la retirada del Guerra, en las corridas, lo atrayente y lo que prevalecía era el toro-toro, y ya conocen ustedes la frase de que `cuando el toro es chico, es porque los toreros son grandes, y viceversa.´

Joselito, primero, y Belmonte, después, llegaron cuando quienes mandaban eran Ricardo Bomba y Machaquito, artista uno y temerario otro; pero que sólo llenaban plazas en los días de corridas de Feria, y éstas no llegaban, ni siquiera en Madrid, Valencia y Sevilla, a la media docena de espectáculos. El número de esos aumentó con José y Juan; la pasión entre los aficionados llegó a límites que no había tenido nunca, y los honorarios de las dos grandes figuras aumentaron gigantescamente, en dos mil pesetas, a los mil `durazos´que cobraba Guerra.

Pero nada de esto quiere decir que la gente saliera siempre encantada de la plaza, que los toros fueran grandes y que nuestra gran Fiesta no tuviera males parecidos a los que hoy tiene, y que algunos viejos y chocheantes aficionados, y otros jóvenes, aunque también viejos de espíritu, creen que acabarán con ella.

Recuerdan ustedes el primer mano a mano de Joselito y Belmonte celebrado en nuestro circo de La Malagueta, del que salieron defraudados todos los críticos madrileños que a Málaga vinieron, y, entre ellos, el entrañable Curro Castañares -que, como yo, en mi `Sur´, EL RUEDO y la Radio, sigue él escribiendo de toros en `Ya´-, que tituló su crónica en el semanario `The Kon Leche´, `Un mano a mano con monos monos.´El propio Juan, en el libro que le escribió Manolo Chaves Nogales, al que no pocas veces me he referido y sospecho que todavía tendré que hacerlo muchas más, decía: `Los públicos empezaban a cansarse de nosotros, precisamente por la sensación de seguridad, de dominio y de eliminación del riesgo que habíamos conseguido dar. Esto como digo, era todavía más grave para Joselito que para mí, porque daba más aún que yo la sensación de que toreaba impunemente. Y aquel torero que había gozado como ninguno del favor de los públicos se desesperaba al ver que las multitudes se volvían injustamente contra él. La gente veía que una vez, y otra, y veinte, y cientos, llenábamos las plazas y cómo ni a Joselito ni a mí nos mataba un toro, empezó a considerarse defraudada hiciésemos lo que hiciésemos. Tal sensación de seguridad dábamos en los ruedos, que el espectador llegó a creer que lo estábamos robando´. Eso el espectador -agrego yo-, que en los periódicos también se escribió de ellos cosas parecidas a las que hoy se dicen de Ordoñez, Cordobés, Camino, Puerta y demás figuras del toreo. Incluso se habló de afeitado de los toros y la prueba la ofrecemos en esa portada, reproducida de un semanario taurino que se titulaba como el diario londinense, porque en aquella época se pusieron de moda los títulos raros, con abundancia de `K´: `The Kon Leche´, `Kafé con Media´ y `The Times´, que no tiene `K´, pero tampoco la menor relación con asuntos taurinos.

Y no era sólo en los semanarios donde aparecían acusaciones y críticas contra Joselito y Belmonte, pus el propio Corrochano, el amigo querido y admirado compañero nuestro, escribió en ABC una crónica de su visita al encerradero de Los Merinales, refiriéndose al cajón que vio preparado para lo que entonces se llamaba, modestamente, el arreglo de las reses, consistente en igualar los pitones, quitándole a uno lo que le sobraba con relación al otro y a éste lo que le había quedado de más, por error de apreciación en la operación primera.

Nada de esto quiere decir que estemos conformes conque sigan los actuales males de la Fiesta, que deben ser evitados a toda costa, pero sí que no se escandalicen algnuos de los que conocieron y que se empeñan en convencer a la gente de que antaño todo era perfecto, y sólo lo de ahora merece críticas, pretendiendo llevar al ánimo de las gentes que en el negocio taurino todos se dedican a estafar al público. O sea, lo que ya decía Belmonte en su libro de los espectadores taurinos en la justamente llamada `Epoca de Oro del Toreo´

jueves, 28 de octubre de 2010

Silencio por un torero





¡Pa qué quiero mi alegría
si se ha muerto Joselito!






Silencio por un torero

Aquella tarde Sevilla
se puso toda amarilla,
quebraíta de color.
Y por el aire caliente,
su voz clamó de repente,
ay, qué pena y qué dolor.

Silencio en Andalucía,
rezadle un Ave María
y quitarse los sombreros.
Silencio el patio y la fuente,
que está de cuerpo presente
el mejor de los toreros.

¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!
Y por Gelves viene el río, teñío
con sangre de los Ortega.

Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.

Y Sevilla, enloquecía,
repetía a voz en grito:
¡Pa qué quiero mi alegría!
¡Pa qué quiero mi alegría
si se ha muerto Joselito!

Silencio por un minuto,
pintad el campo de luto,
el ciprés y el olivar.
De luto las amapolas,
de luto Carmen y Lola,
Concha, Pepa y Soledad.

Silencio guarde el romero,
silencio el torito fiero
y los bravos mayorales.
Crespones en sus divisas,
silencio pide la brisa
al pasar por los trigales.

¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!
Y por Gelves viene el río, teñío
con sangre de los Ortega.

Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.

Y Sevilla, enloquecía,
repetía a voz en grito:
¡Pa qué quiero mi alegría!
¡Pa qué quiero mi alegría
si se ha muerto Joselito!




Versos de Quintero y León

domingo, 19 de septiembre de 2010

La ética de Joselito Arroyo










Me entero a través de Malaka Taurina -aunque habría que rebautizarla como Malaka Gatuna, por lo de las últimas puchiferias- de que un señor filósofo, de los de verdad, de los que pare la tierra, uno de esos locos que utiliza su saber, sus palabras y sus dardos cargados de razón para luchar contra personas que matan a sus vecinos a sangre fría, se desmontera con un tratado llamado Tauroética.


Toros y ética. Palabras que, en pleno siglo XXI, se antojan como una gran balsa de agua y aceite. Fernando Savater, sabio amenazado por la ETA, siempre escoltado, hasta para ir a la toilette, al a limón por fornidos guardaespaldas y esdrújulas palabras cargadas de legitimidad, se ha descolgado en la cátedra de Las Ventas con unas palabras que hoy más que nunca vienen pintiparadas para detener el afán totalitarista de un puñado de taurinos granujas.



`` Es una oportunidad para regenerar culturalmente la Fiesta, donde los verdaderos enemigos no son los antitaurinos, sino los taurinos, los que la degradan por razones comerciales o de comodidad espectacular´´


`` Creo que hace falta una reflexión y una protección no simplemente para que no se prohíban, sino para que no se cometan ciertos abusos y ciertas formas degeneradas de las corridas que hoy se practican´´ .




Comodidad, abusos, formas degeneradas, comercialidad...




Toros de la ganadería de moda, la del Tajo y La Escofina, propiedad de Joselito, lidiados este mismo año:


Musulmán, lidiado en Bilbao y muerto a estoque por Leandro.


En el campo, con sus fundas.


En la arena, ya sin pitones.



Visitador, saltó al ruedo en la misma corrida, correspondiéndole en quinto lugar a Morante.

Escayolado en el campo.



Con brochas de afeitar en vez de velas en la cabeza.



Ejemplar lidiado en la Feria de Almería por Ruiz Manuel. Fotografía propiedad de Manolo Ortega publicada en Los Toros con Agustín Hervás. Ya no hacen falta ni los burladeros. Se partió el pitón con el peto del caballo.





Ni pitones, ni ética, ni vergüenza.



martes, 24 de agosto de 2010

Moranterías de Leandro

Castella, con los piés -y el alma- hundida en la arena. Juan Carlos Terroso


Plaza de Toros de Vistalegre. Bilbao. Corridas Generales. Cuarta del ciclo. Lleno. Toros del Tajo y La Reina para Morante de la Puebla, Sebastien Castella y Leandro.


Buena corrida de los toros de Joselito, con la gran pega del lamentable y fraudulento estado de los pitones de varos animales. La mitad de lío, la otra parte, para estar bastante mejor con ella. Cumplieron sin nota en varas, dónde el público ovacionó incomprensiblemente a un picador por rejonear. Dos corridas interesantes del Tajo y La Reina, lo cual no es mal inicio para empezar a lavar su deteriorada imagen de ganadería fraudulenta.


Morante, oh sorpresa, se ha llevado el inválido de una feria donde no suelen salir lisiados. El presidente Matías, el yerno que toda madre quisiera tener, desbarró gravemente, primero en los corrales al aceptar al juvenil animal, y después manteniéndolo en el ruedo, después de varias caidas y pérdida de las manos. No se dió coba el ruiseñor de La Puebla y entre pitos fusiló al burí, que ante la avalancha carnicera del torero no hizo por defenderse. Descaste total. Con el cuarto, más toro, una media verónica de la casa y cuatro pinturerías varias, rematadas con más adornos que un jarrón de porcelana china y tenemos el faenón que mañana cantarán todas las críticas. Por debajo de sus dos oponentes, como siempre que se sale de los juanpedros, los murubitos o los gaviras.



No se merece Francia que un pegapases como Castella sea su abanderado taurino. Mediocre hasta decir basta, todo lo reduce a un falso valor, el de quedarse quieto y blanco como un fraile, y tratar de aprovecharse como se pueda de las vueltas que dan los toros alrededor de Fray Sebastian. El cuerpo humano tiene unas cien mil millones de neuronas, de las cuales el gabacho no tiene ni una preparada o estudiada para entender el toreo. Tiene una faena, hecha en casa y perfeccionada, hasta la imperfección, a base de recrearla todas las tardes durante los últimos años. Así, entre dudas y mantazos se dejó ir, con sus dos orejas, a un toro que pedía como un descosido, una muleta al hocico y un torero dispuesto. Con el quinto, que se movía pero no embestía, hizo del barullo y del engachón su credo, y del pico su religión. Se lo quitó de en medio como pudo, harto de toro y de público, que lo abroncó con todo merecimiento.


De Leandro, que sustituía a Cayetano, podemos rescatar de su segunda faena todos los remates, los pases de pecho y el toreo accesorio. Con la derecha endosó al noble tajero unas series ligadas, templadas y encajadas, llenas de gusto, pero vacías de mando y dominio. Cuando se la echó la pañosa a la zurda, la cosa cambió de registro, bajando la nota de la faena gracias a un par de series desajustadas, dónde el cornúpeta era mecánicamente despedido hacia las afueras y la colocación brillaba por su ausencia. Esto, en el sexto, de triunfo, pero que no pedía papeles. Antes hubo de vérselas con un tercero codicioso, con su punta de genio, por ende espinoso para el coletudo. También es de ley decir que tenía las defensas mutiladas, hechas un cristo. No lo vió, o simplemente no pudo verlo, porque torear, o sencillamente estar bien, delante de fieras encastadas es algo reservado para muy pocos. Para Leandro Marcos por lo visto hoy, no.

viernes, 20 de agosto de 2010

¡1874! - ¡1914!

Joselito, Belmonte y Rafael el Gallo. Plaza de toros de Barcelona, 27 de Junio de 1919. ¿Cualquier tiempo pasado fué mejor?




El Liberal,
3 de Mayo de 1914,
Primer enfrentamiento en Madrid entre Belmonte y Joselito.
Crítica de Don Modesto.



Seis de Contreras. Gallo-Joselito-Belmonte

¡1874! - ¡1914!



Si no me engaña la memoria, la Plaza de Toros de Madrid se inauguró en un día de junio de 1874. Han transcurrido, pues, cuarenta años o yo no sé nada de aritmética elemental.

Bueno; pues en esos cuarenta años, lo juro por la gloria de mis abuelos y por mi honor de hidalgo castellano, no se ha realizado una faena de muleta tan enorme, tan formidable, tan monstruosa, tan... increíble como la que realizó ayer, 2 de mayo de 1914, á las seis y veinte minutos de su tarde, Juan Belmonte, torero, natural de Sevilla, barrio de Triana, conforme se entra á mano derecha, que es el lado donde este fenómeno de la tauromaquia debe tener colocado el corazón, porque si lo tuviera en el izquierdo, como le tenemos todos, no rebasaría la línea de lo natural.
Y Belmonte, que es muy feo, dicho sea sin ánimo de ofender, en estos supremos momentos de la lidia -de su lidia, no de la lidia vulgar y corriente- se transfigura hasta alcanzar el grado mayor de belleza, que pudiera concebir la imaginación de Fidias y Praxíteles.
¡1874! - ¡1914!
He aquí dos fechas que se grabarán con caracteres de fuego en la memoria de la afición.
Y fué á las seis y veinte de la tarde.
Aún vibran en la atmósfera los estridentes alaridos de la muchedumbre, embriagada. El mismo sol, que se hundía en aquel momento en el horizonte, abrió los ojos, para contemplar unos segundos de la inenarrable faena belmontina, y se detuvo.
Por eso, advertirán ustedes que en la Plaza había luz, mucha luz, y por eso verían que todos los rostros, congestionados por la emoción, parecían que iban á reventar.
¡Un asombro!
¡Lo que no se había visto nunca!
La faena de muleta -luego les diré á ustedes cómo fué- realizada por Juan Belmonte en la Plaza de Toros de Madrid el 2 de mayo de 1914, á las seis y veinte de la tarde, es la faena más grande que se ha hecho desde que existe la lidia de reses bravas.
Lo afirmo, lo proclamo y lo juro, con la mano puesta sobre el corazón y en el pleno uso de mis facultades mentales.
Y para que conste, requiero la intervención profesional de todo el Colegio de Notarios de Madrid, con su ilustre decano, el respetable Sr. Don Bruno Pascual Ruilópez, á la cabeza.
Y si miento, exagero ó me equivoco, que me fusilen por la espalda sin oirme.
¡Jesús, María y José!



¡Expectación!



¡En mi larga vida profesional no he conocido una más intensa conmoción del entusiasmo público!
Ayer -primer encuentro de Joselito y Belmonte en el ruedo madrileño- ha sido el día indudablemente, en que ha alcanzado mayor grado de efervescencia la afición á los toros.
No quedaba en los despachos, ni en mano de los revendedores, ni una sola localidad y, sin embargo, en las calles céntricas, en los cafés, en los círculos, se cotizaban los billetes á precios fabulosos. En un casino, un socio vendió á un compañero, en treinta y cinco duros, una contrabarrera de sombra.
A diez y doce duros fueron muchos los tendidos que cambiaron de dueño.
Y aún así, pasó de tres mil el número de aficionados que no pudo entrar en la Plaza.
¿Ha existido jamás una tan extraordinaria expectación? Yo no lo recuerdo. Y sí recuerdo grandes acontecimientos taurinos, en los que la fiebre de la muchedumbre se elevó á considerable altura.
La enorme ansiedad que el encuentro de Joselito y Belmonte provocaba se extendió á las principales capitales de España, y de Barcelona, Sevilla y Valencia viajaron muchos aficionados para presenciar la lucha. En Sevilla era tan honda la conmoción popular, que varios periódicos anunciaron al público que en los transparentes de sus balcones irían dando los telefonemas, con la reseña de la corrida, conforme se fueran recibiendo.
A las tres y media de la tarde no se podía circular por la calle de Alcalá. Centenares de coches, autos y tranvías caminaban lentamente, porque la aglomeración les impedía acelerar la marcha.
Se hablaba de coche á coche, se gesticulaba. En los ojos de la multitud brotaba el entusiasmo. Los gritos ensordecían. El padre Febo, benévolo y sonriente, templaba la atmósfera con sus mejores rayos.

¡Joselito!
¡Belmonte!
¡El Gallo!


¡Paso á las humanas olas,
que, cual creciente avenida,
van buscando en la corrida
emociones españolas!


Las flores de sus corolas
vierten fragantes tesoros;
canta el pueblo patrios coros,
y el sol con su luz nos baña.
¡Plaza al valor! ¡Viva España!
¡A los toros! ¡A los toros!



Joselito I, el Sabio


Hemos de reconocer, y entro ya en el terreno de las apreciaciones, que el público no acogió con buena cara al famoso Joselito.
Soy acérrimo enemigo de las injustificadas prevenciones contra cualquier luchador, y cuando ellas recaen en uno que, por sus excepcionales condiciones, debería ser siempre acogido con aplausos, mucho más.
Joselito, con sus diecinueve años, ha conquistado en honrosa lid el entorchado de capitán general, y si esto no le puede servir de vacuna preventiva para aislarle de toda protesta, cuando por su conducta en el redondel se haga acreedor á ellas, sí, creo yo, que debería facilitarle fácil acceso en la estimación pública, pues, con tan corto número de años, nadie, desde que el toreo existe, ha llegado á catedrático de los que saben y pueden enseñar.
Yo no sé á qué obedece a esa extraña actitud de las gentes para con un torero de tan singulares merecimientos, aunque me sospecho que la labor que alrededor de los muchachos realizan sus fervientes é incondicionales admiradores pudiera ser la causa de ello. Se habla mucho, se murmura de largo y se comentan con calor y apasionamiento ciertas campañas que dicen que hacen unos contra otros, y aunque el buen público ignora á qué míseros teje manejes se dedican los difamadores, lo cierto es que á la superficie suben ciertas misteriosas burbujillas que acusan suciedad en el fondo. ¡Y es lástima que tal cosa suceda con inteligentes lidiadores, que no necesitan de tan malas artes para triunfar. Y conste que no aludo a Joselito ni aludo a Belmonte. Hablo en términos generales, para lamentar y condenar los procedimientos empleados.
Ayer, Joselito traía ganas de pelea. Está en la fuerza de la vida, y su sangre joven se enardece en cuanto los clarines anuncian el principio del espectáculo.
Como puede mucho y sabe mucho, no es torero á quien deslumbra fácilmente el centelleo de una ovación. El sabe que no concluirá la fiesta sin que la ovación estalle, y aguarda el momento oportuno para provocarla.
En el primer toro que estoqueó, sobrado de facultades y dominando la situación, hizo una faena aceptable; pero no todo lo apretada que el concurso hubiese deseado y al herir, con el brazo suelto, le arqueó hábilmente, para dar con la muleta excesiva salida.
El entendió que la condiciones del bruto no le invitaban á grandes lucimientos y se deshizo de él decorosamente.
Pero salió el quinto, y aquí el muchacho que apreció sus buenas cualidades, puso cátedra de toreo y arrancó al concurso una de las ovaciones más formidables que se han oído en la Plaza de Toros de Madrid.
Con las banderillas, después de intentar el quiebro, que no pudo dar, porque el bicho no se le arrancaba, metió cuatro pares superiores, especialmente el último, puesto de dentro á fuera y en terreno tan apretado, que tuvo que subirse en el estribo para engendrar el arranque. ¡Colosal!
Requirió luego espada y muleta, y solo, en los tercios del 3, trasteó á su enemigo, ceñido, inteligente, con pases de todas las marcas y todos los estilos. El cornúpeto obedecía al espada como inocente corderillo.
Citó a recibir dos veces, alargando mucho el engaño y aguantando a pie firme; pero el bruto no le acudió. Y, al fin, en corto y al volapié, metió una media, en la misma cruz, que hizo doblar.
Faena de un gran torero, de un inconmensurable torero, que sabe aprovechar las ocasiones y que se fuma las brevas cuando alguna cae en el cesto, como ninguno.
El público enloquece con la maravillosa labor de este niño maravilloso, y un clamoreo general pidió la oreja para el muchacho.
El presidente vaciló algunos instantes y accedió al fin. ¿No habíamos quedado en que ya no se iban a cortar más orejas en la Plaza de Toros de Madrid?
¿Ve usted, amigo Hache, cómo contra el público no se puede ir?
¡Joselito I, el Sabio!
No quito ni una letra. Un torero tan largo como Guerrita, y quién sabe si más.
Si éste logra al torear que la emoción del público no desaparezca, como desaparecería cuando toreaba el Guerra, sólo Dios sabe á dónde podrá llegar Joselito.
-¿Quién borra la hermosísima lidia del quinto toro?
-¿Quién?.. Aguarde usted un momento...



Lo inenarrable



Salió el último, negro, gordo, fino, bien puesto de alfileres, un poquillo apretados.
Belmonte corrió á su encuentro y se abrió de capa.
Siete lances estupendos, tres de ellos sin enmendarse. Cogiendo al bruto, empapado en el percal, metiéndole en el estomago y sacándole con un artístico movimiento de brazos. ¿Y los pies? Como si se los hubiesen cortado por encima de los tobillos. ¡Qué manera de parar! ¡Qué modo de jugar las muñecas!
Rugió el público. Belmonte seguía toreando, cada vez más metido dentro del toro. Terminó, al fin, con un recorte espeluznante.
Caballeros, permítanme ustedes que les diga, sombrero en mano, y con todos los respetos que ustedes merecen.., que eso, eso es torear.
Hagamos caso omiso de la centelleante ovación al intrépido trianero, porque se me van á concluir los adjetivos y aún hay mucha tela que cortar.
Y, medianamente banderilleado el de Contreras por dos apreciables muchachos, sonaron los clarines, y Belmonte mandó retirar á todos y se dirigió al bruto, que se había emplazado en medio del redondel.
Un paso ayudado por alto, formidable; uno natural, girando sobre los talones, estupendo; un molinete, otro, luego dos o tres pases de rodillas, siempre pasándose al toro entero por delante del pecho y siempre con los pies clavados en la arena, como si tuviera tornillos. Cada muletazo era una explosión. La multitud, congestionada, se había puesto en pie, ya ronca de gritar, y el trianero, impávido, frío, como si nada fuera con él, seguía muleteando entre los pitones, arrodillado antes de citar y levantándose ya con el pase rematado. En dos molinetes crujieron los huesos del toro como si hubieran sido de cristal. Luego, agarrado á un pitón, tiró de él con la derecha, para meter la cabeza del bicho en el engaño.
Se irguió el arrogante y dió un pase natural, que hizo que se me saltaran las lagrimas. No ví nada más hermoso, más artístico ni más valiente...
Entonces fué cuando el sol se detuvo en su descenso. Y se le cayó la baba, ¡vaya si se le cayó! Como que cosa más grande no habrá visto desde que alumbra al mundo.
Pinchó el trianero tres veces en lo alto. ¡Por qué no pincharía trescientas! Porque después de cada pinchazo reanudaba la faenita aquélla, que sólo se vió ayer en la Plaza de Madrid des que el toreo existe.
Una corta, un poco desprendida, dió con el cornúpeto en tierra.
El toro le había matado Belmonte con la muleta.
Renuncio á describir el delirio de la multitud. No me sería posible. Hay cosas en la vida que no se pueden contar. Hay que verlas, para apreciarlas.
Y una de ellas es la faena de muleta que hizo ayer Belmonte con el último toro de la tarde.
Se pidió la oreja y el presidente vaciló unos segundos y no la concedió.
¡Hizo bien!
Es poco galardón el de la oreja para una faena así. La cabeza del toro aún me parecería poco.
¿Fenómeno?
Sí, señores. Lo dije el primer dia que le ví torear y ahora, un poco engallado por mi acierto, lo repito.
Sus detractores aseguraban que con becerros solamente hacía Belmonte cosas fenomenales. ¡Infelices!
Sí, señores... ¡FENÓMENO!
Dos líneas para concluir.
El Gallo tuvo una tarde muy mediana. Toreó muy cerca á sus dos toros; pero como siempre por la cara. Con el estoque, sin pasar el fielato.
Los toros de Contreras, bien presentados y de bonita lámina; pero de escasa bravura. Cumplieron a duras penas con los picadores.
La entrada... que se lo pregunten al empresario.


¡Resumen!


¡Belmonte!
¡Joselito!
Joselito es sencillamente colosal. Sus faenas en el quinto toro igualaron á las más grandes de Lagartijo, Frascuelo, Guerra y Bombita. ¡La quintaesencia de la sabiduría al servicio de una voluntad que se movía á impulsos del pundonor y la vergüenza! ¿He dicho algo?

Lo de Belmonte no tiene precedentes en la historia de la tauromaquia. La faena más grande que se ha hecho desde que el toro existe.
¿Fué un sueño? ¿Una quimera? ¿Una alucinación?
Sí, eso fué. La trágica alucinación de un cerebro enfermo.




DON MODESTO

jueves, 8 de abril de 2010

Dos crónicas, dos tiempos y un torero

Enrique Ponce, esculpiendo una media verónica


Crónica de Joaquín Vidal, Aste Nagusia 1995. Toros de Torrestrella para Joselito, Ponce y Jesulín:


A los toros les da por morirse, qué traviesos. Antes les daba a los toros por caerse -unos morrazos mayúsculos, unas panzadas de abrigo-, pero ahora prefieren irse muriendo poco a poco mientras los toreros se ponen farrucos y hacen como que los torean. Algunos son tan ansiosos, que se pasan y salen ya muertos. A otros, en cambio, les da por beber.

Toros de todos estos gustos y temperamentos salieron en la importante, mundial y mítica feria de Bilbao. Nadie podrá decir que la corrida de Torrestrella, a cuyo hierro pertenecían, no era variada. Desde los muertos vivientes al que se murió por las buenas, pasando por uno que apareció cantando La del soto del parral con una cogorza como un piano, hubo donde elegir.

Por haber, hasta irrumpió un salpicao capirote de bonita lámina, que embistió según recomendaban las antiguas tauromaquias. Ese toro hizo quinto y la faena que tuvo a bien instrumentarle Ponde duró más que Lo que el viento se llevó. Empezó con ayudados enjundiosos y siguió por derechazos, divididos en tandas surtidas: unas con enganchones, la siguiente sin ellos, otra destemplada. El molinete y la trincherilla sirvieron de transición para perpetrar unos naturales astrosos. Pero no había de quedar ahí la cosa: volvió a los derechazos, hasta agotar la paciencia de los más santos, acabó con un infamante bajonazo y le dieron una oreja de Bilbao.

¿Quién ha dicho que eso es torear?. ¿Quién ha dicho que torear consiste en ponerse a pegar derechazos a destajo?. ¿Quién ha dicho que merezcan una oreja diez minutos largos de monserga -fueron doce-, desesperante repetición del tema, la música tachín-tachín, el público callado a la espera de que llegara el pase de pecho para aplaudir, el trabajador poniendo posturas y marcándose contoneos?.

Torear, si el toro desarrolla encastada nobleza y hay en el redondel un diestro de arte y torería, ceñimiento y ligazón, es mando y templanza; es fundir la suerte con el toro encelado y embebido; son olés profundos, emoción; y a la docena de pases, acaso docena y media -tres o cuatro minutos de reloj bastan- ya está el público en pie, el toro sometido, ganada la oreja, un clamor en el graderío, entusiasmo, apoteosis.

Eso es torear; eso es ser maestro y ostentar la categoría real de figura del toreo. Estos otros que necesitan acumular pases hasta el agotamiento -cualquiera de la terna: Ponce, "Joselito" y "Jesulín", son ejemplos paradigmáticos- no pasan de ser unos aburridos pegapases, unos pelmazos insoportables que ocupan sin ningún derecho los altos puestos del escalafón. Los ocupan y permanecen inamovibles en ellos porque han logrado imponer allá donde vayan unos toros a los que les da por morirse, o que salen ya muertos del toril, o que se han mamado la cosecha del 93. Aparecen esos animales, apenas toman un pase ruedan por la arena, esbozan un rictus de contrariedad las figuras, van a cobrar, sus corifeos les disculpan poniendo el cazo, y hasta la próxima, que será mañana.

"Joselito" dio al primer moribundo de la tarde unos muletazos vulgarísimos quitándose de en medio, y el cuarto se le murió. Este torito cuarto le miraba con los ojos entreverados suplicando piedad. Evidentemente no podía con su alma. En cuanto le citó "Joselito" se desplomó y hubo que apuntillarlo. El segundo estaba tal cual y Ponce sólo pudo darle medios pases. "Jesulín" los instrumento más completos al tercero, con inclusión de espaldinas, parones, rodillazos y otros excesos, pues, aunque amodorrado, tomaba con franquía la muletaza ubriqueña.

El sexto apareció convulso, pegaba tumbos, hacía eses y fue devuelto al corral. El sobrero padecía invalidez y con sus medias arrancadas, unidas a sus batacazos, imposibilitó el lucimiento que pretendía "Jesulín" portándole pases hasta la extenuación. Dos horas y media duró aquel petardo de corrida. Dos horas y media tardaron las tres figuras en liquidar el saldo de toros borrachuzos, tullidos y cadavéricos. Dos horas y media de tostón y música maestro, con un elocuente balance final: cinco avisos y una oreja de Bilbao.


Crónica de Carlos Ilián, Fallas 2010. Toros de Cuvillo para Ponce, Castella y Manzanares.


O los taurinos se toman a cachondeo la plaza de Valencia, o es la autoridad de la misma plaza la que de forma descarada le falta al respeto. En todo caso unos y otros han convertido la tarde del día grande, el de San José, en una verbena de pueblo.

La corrida (?) de Núñez del Cuvillo nunca debió pasar el reconocimiento. En primer lugar por falta absoluta de presencia, además de su endeblez. En Madrid habría sido, como mucho, una novillada, con reparos. Y en plazas de rigor como Bilbao y Zaragoza sería impensable que pudiera lidiarse como corrida de toros.

En la verbena de San José tomaron parte tres encopetados matadores, los muy distinguidos y celebrados Enrique Ponce, Sebastián Castella y José María Manzanares. Tres matadores de toros que renunciaron de facto a la alternativa para matar los novillos de Cuvillo. Ojalá que inmediatamente vuelvan a su escalafón.

Por ejemplo, don Enrique Ponce que anda celebrando, ¡y de qué manera!, sus 20 años de alternativa. Cortó una oreja, de las más rateras de su carrera. En su primer novillo anduvo como si estuviera en una plaza de tientas. Facilón y rutinario, sin apretarse, sin cruzarse y con el público a favor. Sólo necesitó de un bajonazo para que le dieran la orejita de turno. El otro animalejo no podía con el rabo y se negó a embestir.

Castella fue objeto de una arbitrariedad del presidente. Me explico: había utilizado su repertorio de todas las marcas, sin faltar derechazos, circulares, naturales y efectismos. Mató de una estocada trasera. Le pidieron la oreja pero el palco se plantó. Hombre, si a Ponce le había dado una, ¿por qué se la negó usted al muchacho, tan buen chico y tan cumplidor torero?.

En el quinto repitió los pases cambiados, los circulares invertidos y demás efectismos infalibles, pero falló con la espada. El presidente debió respirar tranquilo porque le habrían pedido hasta las patas, en venganza.

Manzanares ante dos moruchos tiró líneas, metió pico y se aburrió. Lo mejor: su brevedad. Gracias muchacho porque se echaba la noche y hasta la bruma cubría la plaza.




Pregunta: ¿cuáles son los elementos que cohabitan en las dos corridas, vergonzosas y fraudulentas para el aficionado, separadas por quince años de diferencia?


Respuesta: Enrique Ponce y la ausencia de toro.


No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista.





sábado, 21 de noviembre de 2009

El que fabrica las carretas


- A ver, Juanito, hijo, ¿tú que quieres ser de mayor?

- Me gustaría ser mecánico, como mi padre, para poder arreglar camiones y tractores tan grandes como los que arregla él.

- Antonio, dime tú, a qué te gustaría dedicarte cuando seas mayor.

- Señorita, yo lo que quiero es ser carretero.

- Pero, ¿de los que hacen las carretas o de las que transportan y llevan cosas con ellas?

- No, Doña Puri. Yo lo que quiero ser es Carretero, como el que le pone las banderillas negras a toros como el diablo...

- (Risas y descuajeringue general a mi costa)





Durante un par de meses estuve obsesionado con el par de banderillas negras que colocó José Antonio Carretero al toro manso de Cortijoliva en la Goyesca del 96, la famosa encerrona de Joselito. No quería ni ser abogado, ni futbolista, ni mucho menos torero. Yo solo quería ser Carretero. Que visto como le ha ido al chaval, no hubiera sido mala cosa.