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jueves, 12 de abril de 2012

De cordoncillo







"Pa esa corría me ponía siempre un vestío mu ligerito de cordoncillo, 
como el de los banderilleros..."



Pepe Luis, sobre el terno que escogía
para su tradicional miurada abrileña




















Morante, de negro e hilo blanco en la escacharrada
 juampedrista de Resurrección






viernes, 23 de marzo de 2012

Memento mori







UTAC


















 Miura, Castellón, 22 varas. Abluciones de feroz belleza, una exquisita obscenidad en su máximo esplendor y punto álgido de una cinqueña vida a cuerpo de rey de la dehesa. El tercio de varas, reconquistado como epicentro de la batalla a muerte. Al aficionado el "so y el arre" del piquero les suena a sacramental réquiem por la bravura. Aquí no tiene cabida la pena, el toro, TORO, que pronunciaría Juncal poniéndo boca de versado besugo, se encarga de no dar congoja, si acaso no de una congoja disney, sino de la que imparte el temor a ver mañana alguna viuda con luto. Sucede al contrario, que como en la Antigua Roma, cuando un general, altanero por las victorias, se pavoneaba como un guajolote real entre procesiones de partidarios, siempre topaba con un siervo encastado que le susurraba al oído "memento mori", amo. Recuerda que vas a morir, mi señor. Menos humos, chaval. Y los seis príncipes de Zahariche, que han luchado en los tres tercios derramando sangre y leyenda, dando sustos y alegrías, grandes triunfos y jaquecosos tormentos, en cada bufido, hasta el estertor final, con tres cuartas de acero en los rubios, y tragándose la sangre, dieron miedo e infundieron respeto. Y los espadas no se libran del memento mori ni en el hotel. Qué pesadilla tan torera.


Pablo G. Mancha. Toroprensa























Por los mismos días, en Arnedo, a plaza llena, con toro chico y billete grande,  Manzanares, cosechador de premios y alabanzas, se pegaba topetazos contra las tablas por su mala fortuna -aquí ya sabemos que la suerte es monopolio del Cid, la buenaventura de matar cárdenos, para que la que semari, que tuerce el gesto cuando un juampedro calamochea, en la vida se ha echado las cartas, y mira que una gitana con grasia le gusta más que a un tonto un lápiz-. Su mal agüero esa tarde era uno negrito de Victoriano del Rio, que apenas se tenía en pié, no se pudo picar y andaba como un borracho. Él y sus hermanos parecían cabrillas. Al quitarse al enjendro del medio, recogió una banderilla de la arena, y se la llevó a Matilla, para que analizasen la sangre, que vaya usted a saber si ese toro hijo de artista, lo mismo no tenía los glóbulos rojos vestidos de flamenca, ni los leucocitos llevaban peineta, ni las plaquetas se rompieron la camisa cuando le tocaba embestir enclasado. El microscopio nos dirá, de aquí a unos días, si es que al final se ha llevado a cabo la prueba de laboratorio, la condición del toro, que lo mismo, y nosotros -con nuestros treinta tomos del Cossío- sin enterarnos, era bravísimo y merecedor de indulto, resolución que debería de aparejar el castigo con la silla eléctrica a la Autoridad, que no tuvo a bien ni dar una mísera oreja, haciendo caso omiso a la importancia con la que recogió el rehílete de la arena.

Mientras unos hacen de la tauromaquia un espectáculo total, incombustible al desaliento, dulcemente cruel y más estremecedor y placentero que yacer una noche con Scarlett Johansson y por la mañana darle puerta, otros se entretienen en buscar a través de microscopio los problemas de la Fiesta cuando la grandeza la han tenido ahí delante de sus narices, en el Desafío de Castellón.





lunes, 6 de febrero de 2012

jueves, 19 de enero de 2012

Un desafío que les pilla a mano

















Enrique Patón acaba de hacer oficial un triple pata a pata torista en la Magdalena de Castellón durante los días 17, 18 y 19 de Marzo. Los de las patas negras concursarán representando los hierros de Comeuñas, las Tiesas y Zahariche. Bienvenida sea la fórmula de dar cabida en una feria a diversos encastes, así como a dar importancia y relieve a los varilargueros durante tres tardes, que serán casi la mitad del ciclo. Pero queda la duda, que el año pasado se agravó, de si esto de partir cada corrida en dos, para darle dinamisno y un supuesto interés al asunto,  no parte también, de una tajada, el concierto del festejo, que tiene su propio ritmo, no digamos ya de una concurso que durará setenta y dos horas. 

Estos enfrentamientos ganaderos, a los que Simón Casas les dió por bautizar, todo sea por el marketing, como "desafío" -me imagino la cara de los Miura, con su siglo y medio como guardianes de una leyenda, cuando el gabacho, tan productor él, les explicó lo que era un reto ganadero-, se llevaran a cabo, salvo que le dé por estirarse a la autonómica, sin televisión. Tenemos así, nueve plazas libres, para que oposite el jédiez, que aquí no tendrá que salvarguardar su deteriorada imagen; tampoco sentirá necesidad de huir del elefantasiático bicho de primera, sin hechuras bonitas de caber en la muleta y embestir con recorrido; ni mucho menos tendrán que soportar sobre sus monteras la espada de Damocles del tendido siete madrileño, o la jaquecosa algarabía de Pamplona. 

Ahí tienen estos señores que viven para hacer el bien a la Fiesta a Castellón, del diecisiete al Día del Padre: todo ventajas para dejar contento al aficionado, apuntarse un triunfo a ley y hacer justicia con hierros que se resignan a no ser comparsas del arte. Ahí reside el verdadero desafío, en devolver la grandeza al toreo, aunque sea por tres días. Ahora no hay excusas, jédiez


jueves, 1 de diciembre de 2011

Puerta. El antagonista de Cultura.


















Ha muerto Diego Puerta Diánez. Diego Valor. Diego Cojones. Puerta, el que junto al Viti y Camino, componía un cartel que el aficionado recitaba de carrerilla, como la alineación del Madrid de Di Stefano el buen pelotero. Portador de la gracia sevillana antes de que la fábula antitaurina de la musa con peineta y el duende escacharra-relojes, arrasara con el decoro y la personalidad de la "escuela sevillana" -si es que alguna vez ha existido, con razones y argumentos para definirla, (yo dudo, pregunto y doy la bienvenida a las respuestas).

Como me pasa con muchos otros, nunca pude verle. Biografías, críticas de Cañabate o Corrochano, algún video suelto, y ese boca a boca vomitado por los recuerdos de aficionados que dan testimonio de toda una vida viendo de toros y que ha trasladado medio siglo sus hombradas hasta nuestros días. Por algo será, digo yo. Así que no me siento capaz de hacer esos sesudos análisis sobre el toreo del maestro Diego Puerta.

Hay otros que sí, que tienen esa mezcla tan taurina de desfachatez, hipocresía e ignorancia que no dudan en aplicar en estos casos. Será por el bien quedar, que cuando hay difunto de por medio, es una de las actividades favoritas del españolito de a pie. Así, los atunes que hace un par de meses querían mandar a los miuras al matadero hoy se deshacen, como terrones de azucarillo en café con leche, con las tardes que compartieron Diego Puerta y los garlopos de Zahariche, en especial la de aquel Escobero en la Maestranza. Los de la campaña terrotorista, los de Burladero y eso, los muy fariseos, que hoy no hubieran dudado en escribir que "eso no es torear", "así nunca puede haber arte" o "cómo puede gustar eso", lo ponen de artista pa'rriba, que es uno de los peores calificativos que se le puede dedicar a un matador de Toros. El ínclito Zabala se despacha con una comparación tan absurda como interesada: la de Diego Puerta y José Tomás. Como si tuviese el mismo peso una carrera llena de Miuras, ferias de postín y tardes de gallos que una a base de cuvillejos en provincias con lo más viejo del oficio por delante y lo más imberbe cerrando el cartel por detrás. Aficionados, miembros insignes del jédiez y demás farándula pro-cultura se suben hoy al carro de Diego Puerta para volver a bajarse en la siguiente estación pasado mañana.

La tauromaquia que subvencionan y difunden es antagónica a la del maestro -también es la de muchos de sus coetáneos-. En nuestros días no es posible, porque no quieren, ver a una figura con ese compromiso, ni esos carteles tan rematados, ese compañerismo, noble y feroz a la vez, es una utopía, el miedo -gusanillo que empuja al aficionado al tendido- se ha rebajado a niveles comatosos, y la casta se ha reducido a rescoldos que apenas si dan calor a la Fiesta. Pero lo que cuenta es que con esto los portales han sumado miles de visitas, las revistas tienen su especial para el próximo número y las figuras, con su tuitero pésame, han quedado como Dios. Y todo seguirá igual. Hasta que se nos vaya otro maestro y vuelvan a sacar la careta de lo políticamente correcto. Mientras lentamente el que está agonizando entre estertores es el Toreo. Pero eso a quién le importa.


En fin, que la tierra le sea leve.



lunes, 22 de agosto de 2011

Miuras al paredón

Miura de 2011, muerto a estoque por Padilla en Bilbao y que para la Crítica de la época no es un Miura.


Miura del 65, lidiado en Madrid por el Viti. Según Díaz Cañabate esto sí era un Miura.




















Atención. Silencio. Miuras en las Corridas Generales de Bilbao. Una sola frase, llena de palabras recias en significado, que es capaz de castigar con las plagas toreras de la gastroenteritis, el dolor de muelas y el esguince de muñeca a medio G-10. Sólo por eso, por el patrimonio natural que suponen y por su historia, sellada con la sangre de muchos hombres que después de anunciarse con ellos no volvieron a ver la luz del día, los Toros de Miura merecen un respeto.

A partir de aquí, hay que decir que a la corrida que abría la Aste Nagusia le ha faltado de todo. Por faltar, han faltado desde las figuras, los mejores toreros del escalafón, que dice el bracirroto de Manzanares, pasando por el público que llena las plazas cuando se lidia el borrego, que son los aficionados buenos de ahora, y hasta el sol, en pleno ferragosto ibérico, ha hecho pellas. Miuras con presencia de miuras, esto es, con pinta de toro antiguo, de estampa roída de la Lidia, poco sujetos a los cánones del torete amorfo al que se nos han acostumbrado las retinas desde hace un puñado de años y que es el canón único de belleza tolerado. Toros cariavacados, playeros, agalgados, largos como un tren, astigordos, vareados, con diferentes hechuras y pelajes, como multiples sangres llevan. Vamos, lo que ha sido un Miura de toda la vida. Por lo menos, por fuera. Porque por dentro, que al final es lo que vale, como pasa con las personas que somos dificiles de mirar, han pecado de blandura e invalidez, con una preocupante falta de casta con los del caballo y de malicia contra los de luces, que es lo que interesa. A excepción del quinto, que defendió con nota la fama de marrajos de la casa, los tres restantes que llegaron al tercio de muerte pecaron de miurabilidad, de andar por la plaza con los trotes cochineros de un Garcigrande y la embestida boba e insípida de un Cuvillo, con la salvedad de que si el pecador es un Miura o un Escolar hay que darles cuchillo y pistola y si es uno de las que todos tenemos en mente, ya hablamos -hablan- de bravura del siglo XXI. Saltaron como remiendos, dos saldos charcuteros, uno de la Campana y otro de Marqués de Domecq, cuyas camadas, o parte de ellas, sabemos fueron compradas por la casa Chopera. Preocupa, en vistas al futuro pliego venteño, la desviación enfermiza, genética y hereditaria, como los hemofílicos, de las familias Chopera y sus proles por meter toda la mierda de las dehesas de España como sobreros en sus plazas. El de la Campana, tan inválido como el loreño al que sustituyó, no valió un pimiento. Peor aún fue el cebollo de Marqués de Domecq, basto y parado, que tampoco mejoró lo del hierro titular. Pero de estos está abolido hablar, salvo en el triunfo orejero, en el que cualquier portada es poca cosa.


Los toreros, dignos de todo reconocimiento por no hacerle ascos a los pitones más importantes de la historia del toreo, tampoco se puede decir que estuviesen para quitarse el sombrero. Si el garlopo no tira gañafones y el coleta no pega bocados, esto se queda en un insustancial zipizape de patio de recreo.

Padilla, que fue el único que mató lo que había venido a matar, no estuvo bien. El lote con posibilidades, pocas, de la tarde se lo llevó en el sorteo, pero no lo entendió. Con lo que lleva en el cuerpo metido, entre ganaderías duras y plazas agrestes para el torero, no da la sensación de dominar los terrenos ni las distancias, ni de usar la herramienta más poderosa que tiene el hombre contra la bestia: el intelecto. El toreo ciclónico del jerezano se reduce a ver quién gana por bruto y demostrar quién los tiene más gordos. Y en esa refriega entre dos tercos, el que sale perdiendo es el aficionado, que paradójicamente suele ser el que, cuando termina la corrida, los tiene más gordos, hinchados como bolas de billar por el ultraje permanente al que se somete su afición y cartera.

Rafaelillo volvió a estar hecho un tío, como antaño, con el quinto, un zagalón espabilao, que cazaba moscas con el rabo y que en la primera vuelta al redondel ya se había quedado con la copla. Valiente, casi temerario, imponiéndo sus razones a base de latigazos con la muleta -trapazos son cuando a un animal de natural templado le andas a gorrazos, esto es otra cosa que precisa de látigo de seda-. Pinturero y sincero en los desplantes, tocando pitón, y listo y ágil para irse de la cara del burí. Sabe andarle, como pocos hoy, a estos toros, y eso es tener, por lo menos, un seguro de vida. Marró a espadas y posiblemente perdió una oreja. Mató el sobrero de la Campana, sin vida, que perdía las manos en cada trapazo -aquí sí- que le recetaba el murciano, que nada pudo hacer.

Raúl Velasco, que sustituía al exiliado Serafín Marín, estuvo decente desde el mismo momento en el que su apoderado le telefoneó para comunicarle la sustitución. Porque el toreo es más duro para unos que para otros, y para esta gente, que no pierde la afición ni la moral, que es capaz de tirarse entrenando 364 días al año para torear un sólo festival, no debe ser fácil estar a la altura en una cita de semajante categoría. Velasco, que se llegó a cortar la coleta hace un tiempo en las Ventas, acumula, en Madrid y Bilbao, dos actuaciones portentonsas en honradez e interesantes en oficio. Supo rehacerse, y acabar la faena asentado y sereno, de la cólera del único miura que mató, que en las primeras de cambio le hizo las presentaciones oportunas en forma de derrote y leñazo. Al sexto bis, del Marqués de Domecq, le pegó cuatro lapas que a la basca le parecieron un extravío del arte de las musas ésas. Pero ahí se acabó todo, el marmolillo echó la persiana y con ello al madrileño se le cerró el carrusel de las oportunidades hasta no se sabe cuando.



domingo, 21 de agosto de 2011

Miuradas de ayer y hoy





Hoy empiezan las Corridas Generales de Bilbao. Una feria bastante descafeinada, con demasiadas ganaderías del mismo palo, las demandadas por las figuras, y dos oasis, que ya no lo son tanto, los de Miura y Victorino. En la Cultura del 65, el Viti, mataba terroríficos Miuras en Madrid. En la Cultura de 2011, en la que a Madrid ni asoman, sólo nos queda ver como Padilla, Rafaelillo y Raúl Velasco le dan matarile al ganado de Zahariche en plaza de similares exigencias. La tauromaquia cada día es más pobre, pero más "culta". Perversa paradoja.



viernes, 12 de agosto de 2011

El loco Galán

Tercio de muerte en Interior. Jim Hollander. REUTERS


















 Hoy hace diez años que Antonio José Galán nos dejó. Valga como homenaje, el recuerdo  de Carlos Polite de la diabólica tarde, julio del 73, con los Miuras en Pamplona:


...A partir de la lidia del quinto burel las nubes de tono tenebroso se aposentaron encima de nuestras cabezas y alguien dio la orden de apertura de las compuertas de aquella masa acuífera . Anocheció súbitamente y los alamares del torero mostraban fulgores parecidos al fuego fatuo de San Andrés . Entre rayos, truenos escalofriantes y centellas, Galán se enfrentó al negro mulato que chapoteaba por el coso al trotecillo lento y extrañado de que aquel extraño ser bípedo le enseñara en sus belfos un trapo deslucido con el que le estaba tomando el pelo en plan fino . Importuno embestía con cadencia y los pases se repetían con cadencia . Los tendidos asemejaban bancales por donde la pañí se deslizaba sin desmayo .Este menda chirriado estaba resguardado en grada observando alucinado cómo Galán toreaba sin zapatillas, y cuando ya la muleta era un pingo inservible, la arrojó a la badina, se perfiló a cuerpo limpio, adelantó el estoque a la altura de su bravo corazón y buscó y encontró la cuna de la cornucopia del noble burel.

Galán consiguió una estocada de época y salió despedido hacia la grupa del toro . Todos pensamos que la frágil anatomía del matador se había partido en dos . Nada de eso . Galán reapareció entre los cuartos traseros de su agónico enemigo, que se limitó a mirar al héroe y morir despatarrado a sus pies .Aquello fue lo más telúrico que vieron los siglos . Le otorgamos al de Bujalance las orejas, el rabo, y si se empeña, el solomillo del toro . Todo el planeta de los Toros se hizo eco del suceso . Fueron momentos inolvidables, que recuerdan a los héroes que soñamos siendo niños . Son los gestos que solamente los toreros con el valor de un titán son capaces de interpretar . Nos consta que Antonio José Galán guarda en su memoria como un tesoro, el momento cumbre de su tarde pamplonesa y sanferminera . Que así sea.

jueves, 28 de julio de 2011

Galleguito






































Cabeza del toro "GALLEGUITO" de Don Eduardo Miura, lidiado por Jose Gomez (Joselito) lidiado en la Maestranza de Sevilla Feria de San Miguel el 29 de Septiembre de 1915. Salio en Quinto Lugar "GALLEGUITO", un Miureño "con barba", cornalon, castaño, ojo de perdiz, con mas de cinco años, y segun algunos testigos, un verdadero Marrajo. Uno de esos coloraos que en la casa Miura se hacen notar. Largo como un tren, dio a la canal un peso de 390 Kilos (670 en vivo). Joselito el rey de los toreros lo recibe de hinojos, pero como el toro desvia el viaje de la rectitud se tiene que levantar. Le da varias veronicas, dos de ellas colosales y dos recortes inmensos. Se le ovaciona con calor . El de las barbas toma cuatro varas, tumba dos caballos y mata otros dos. En Quites, Rafael "El Gallo" (su hermano) no alterna, ha sido abroncado en sus dos toros, pero se queda en su sitio, Juan Belmonte y Joselito rivalizan en quites y estan superiores. La plaza empieza a hervir y Joselito, a peticion del publico debe coger banderillas. Cuando sale a los medios la ovacion es estruendosa. Al cuarteo deja medio par. Con la muleta hay unos pases por alto de piton a rabo, dos de rodillas y otrs por bajo y de molinete, inmensos de toda inmensidad. El diestro, que estaba rabiosisimo de Valiente, se crece cada vez mas, haciendo delirante la ovacion. Entra con rectitud y cobra una corta desprendida. El espada se dirige al toro, y al hincarse de rodillas, quel dobla delante de el. La ovacion es entusiasta. Se ha dado la combinacion perfecta. Un toro con emocion y un torero que no duda en su faena. El resultado un triunfo de epoca. Como al dia siguiente el recuerdo de esta faena a "GALLEGUITO" , de Miura, llevaria la publico y presidente a otorgar la primera oreja que se concedia en Sevilla.




* "Artículos relacionados": el July: "en muchas cosas me identico con Joselito el Gallo".

lunes, 11 de julio de 2011

La Miurada Yé Yé

Maurice Berho
























Llevamos demasiado tiempo viéndolo: esto de Miura, de hierro de leyenda ha pasado a ser una chapa de alcantarilla. Poco queda de esos miuras que dieron fama a Zahariche como embajada oficial del infierno en la Tierra. La pena, que es lo que dan, que no entiende de tamaños ni de arrobas, es la misma que cualquier ganadería de las repudiadas por el aficionado. Se despitorran con tanta facilidad como cualquier bicho de ganadería enfundadora, sus hechuras no son diáfanas, aunque todos amplios, unos salen más apretados de carnes, los hay zancudos, como los ha habido siempre, otros con las caras abiertas, paletones con pinta de moruchos, un gazpacho de refrescos y procedencias que no hay por dónde cogerlo. En cuanto a comportamiento, quitando los dos últimos, que han recordado -lejanamente- lo que era un miura infundiendo respeto, ha resultado ser una colección de animales nobles, apáticos en casta, con los toreros respetuosos, que se han dejado hacer, que estarán los huesos de los viejos jerarcas de la familia Miura revolviéndose dentro de sus cajas de pino. Algo bueno si tuvieron, en el caballo se emplearon, les dieron leña y no doblaron una pezuña. Pero de éstas, no queremos ni una más.

Los matadores tampoco se puede decir que estuvieran de aúpa, venían bien comidos del hotel y el hambre no lo trajeron consigo. No fue una corrida de triunfo, pero tampoco hicieron por triunfar. Padilla vino con su número, basado en el trapicheo y los trajines con los tendidos de sol. Por destacar, un par al violín, con un vaco de casi setecientos kilos a galope y cortando, que no se lo llevó por delante de puritito milagro. Hay que reconocer que algo de justicia poética hubiera habido si le pega el revolcón. Es que son ya demasiados los violines, a la remanguillé y lejos de la cara del toro, sin darle oportunidades para defenderse del menda que le clava los arpones a distancia.

De Rafaelillo poco que comentar, anduvo fajador e inteligente, como siempre en las duras, pero ha perdido el cable de tensión que le hacía conectar con el público. En su primero además, se excedió de faena y acabó aburriendo.

Y Serafín Marín, que debutaba con el ganado loreño, apenas si ha estado voluntarioso. Ni en sus mejores sueños podía pensar que un debut con Miuras y en Pamplona pudiese ser tan light. En peores se ha visto. Como es normal, y denunciable también, mandó a sus dos picadores, los magníficos -ayer no- Manuel Molina y Romualdo Almodóvar acabar con la vida del lote.

lunes, 9 de mayo de 2011

Rafaelillo es un Miura

Menuda miurada para cerrar la feria. Mi afición, que está muy justita, a estas horas sigue navegando a la deriva, sin terminar de comprender si fue espectacular o una moruchada infame. Por ahora sólo sé que salió el Toro de verdad, el que pega un bufido en el burladero del dos y le quita el peluquín al matusalén del tendido alto del ocho. Nos mandaron de Zahariche unos más agalgados, zancudos y vareados, más en Miura antiguo, y otros con hechuras más reunidas, con los pitones más colocaditos, que no sé si sería demasiado atrevido catalogar como miuras más modernos. De todo tiene que haber en la viña del Señor. Les han dado tralla en el caballo, cumpliendo, unos con más clase, otros con menos. El quinto, un espabilao, se ha llevado tres puyazos largos y duros sin decir ni mú ni doblar una mano. El sexto, acabó en corrales, después de dar más vueltas al ruedo que todas las que han dado las figuras juntas. Tercero bis, con 670 kilos de guapura, se dejó estar, con sus lógicas complicaciones pero sin comerse a nadie. El lote de Moreno no nos dijo demasiado. Ahora que termino de escribirlo, pienso que ha sido una corrida muy interesante.



Con la que los tres toreros han estado más que dignos. Que hay que ser un valiente y un tío que se viste por los piés para venir como ha venido este mexicano, Téllez, que se presenta en España y de primeras, con rodillas en tierra, querer -y no poder- darle una larga a un Miura con 650 kilos, que podría ser el padre de toda la ganadería brava mexicana. O José Luis Moreno, que no veía un pitón desde septiembre del año pasado, que se dice pronto. Por todo esto, no hay que perder ni una milésima de segundo en poner peros a estos tíos que, junto a otros pocos, permiten que sigan existiendo ganaderías como Miura. ¿Que Moreno podría haber estado más enfibrado con el cuarto? Posiblemente, pero prefiero quedarme con los dos naturales hondísimos, con lo que tenía delante -y sus intenciones-, que valen por los setenta a pata apartá de Manzanares al sobrino de Idílico. ¿Qué está feo, muy feo, lo que hizo el cuate en el tercio de muerte al sexto? Feísimo, aunque no creo que la candidez de un novato sea vicio más denunciable que las estocadas que se han recetado en esta feria por las figuras -muchas que han valido despojos-. Así, que mis respetos para ellos.


Porque Rafaelillo es punto y aparte. En este metro y pico, no mucho más, de murciano, la naturaleza ha reunido la mezcla perfecta para triunfar en este tipo de corridas: el corazón del león con la habilidad del ratón. Que lección con el segundo, meciéndolo de capa en lances intensos, y con una apertura de faena poderosa y clásica, tanto que el antagonista cerró el chiringuito de la embestida larga y agradecida para abrir un tuburio satánico lleno de coladas y gañafones. Ahí es cuando la figura de Rafaelillo se agigantó, como esas sombras chinescas que muestran una secoya dónde sólo hay un bonsai. Con el oficio adquirido a base de tragar quina fue dominando al toro -primer objetivo del toreo, antes que ponerse a dar pases de guapo-, cruzándose, tapándole la cara con la franela e intentado tirar de él. Unas veces lo conseguía -¡olé!-, y otra no -¡uys!-. Pero todo lo que pasa es muy emotivo. Cuando la cosa negra se agrió más de lo normal, la sometió por bajo, como mandan los cánones antes de entrar a matar. Más derecho que una vela se llevó un enganchón, sin consecuencias. A la segunda, y con el miedo en el cuerpo que cabría esperar, se tiró mucho más derecho que lo derecha que pueda estar una vela, dejando una estocada trasera y caída, que por lo visto en la cantidad de moqueros sacados en los tendidos, habrá sido medida al milímetro. Una pena, con la cantidad de orejas nivel talanquera que se han regalado, que no haya premio al esfuerzo de un hombre que se juega la vida sin fingimientos.

El quinto sólo tuvo sólo pase: el primero. En el segundo se lo llevó por delante, con aire de portero chungo de guateque, agarrado por la pechera. Y ahí es cuando se manifestó una de esas visiones marianas que de cuando en cuando se dan en la plaza y que hace al aficionado recuperar la fé: el milagro de ver a un alguacilillo hacer algo con sentido. Con el plumero hizo el quite que salvó al matador del fuego miureño en sus carnes. Lo mató como pudo -Rafaelillo, se entiende, que el alguacilillo ya había vuelto a las andadas-, con más habilidad que ortodoxia, con la lógica alegría del que sabe que se ha escapado del hule con fortuna.


Con la misma alegría que tenemos nosotros, que por fin hemos escapado de una feria mediocre, sin Toro y casi sin profesionales que tengan algo que ofrecernos.


Pero no alegrarse demasiado, que mañana empieza Madrid...

miércoles, 13 de abril de 2011

Miuras vs Victorinos de Valencia

Ya han salido a la luz, en Mundotoro, las imagenes de los toros que protagonizaran el mano a mano ganadero, que venden como el primero de la historia -aquí habría que revisar hemerotecas-, el 7 de mayo en Valencia. Juan José Padilla, Ángel de la Rosa y el Cid serán los encargados de darles lidia y muerte. Antes de que "empiece a rodar el balón" parece que empieza ganando Victorino por la mejor presentación de sus toros-a mi escaso juicio-.









Cuenta Eduardo Miura, en Aplausos: "Los tres toros los hemos elegido en función del trapío que requiere Valencia, una plaza que es muy especial para nuestra familia. La última vez que lidiamos fue en 2006, cuando El Juli mató la corrida. Últimamente estamos lidiando menos, pero repito que sigue siendo un sitio de muy buenos recuerdos para nosotros. De hecho, cuando era pequeño, mi padre siempre dejaba en un mismo cercado las corridas de Sevilla y Valencia. Dejaba 14 ó 15 toros y, llegado abril, los que estaban más cuajados se lidiaban en la Maestranza y los otros iban a la Feria de Julio, pero daba la misma importancia a los de un sitio y a los de otro".

"Ahora -añade- sólo falta esperar que por el bien de la Fiesta los toros embistan, los toreros los cuajen y el público salga contento con el espectáculo" y concluye matizando: "Es un evento especial. No nos gusta compartir cartel con nadie, preferimos lidiar corridas enteras, pero la Fiesta necesita de espectáculos atractivos como el que ha propuesto Simón Casas y por eso aceptamos tanto el mano a mano de Valencia como el de Nimes".









Victorino Martín en el mismo medio ha asegurado que los tres toros reseñados "son cinqueños" y que forman un lote "serio y con el que vamos a gusto para un festejo tan original". Sobre los ejemplares, dice: "Van el 108-Pastelero, de la familia de las Patosas; el 99-Miguero, de las Mineritas; y el 2-Corretón, de la prole de las Corretonas. Son todas familias buenas de la casa así que esperemos que los tres toros cumplan con su obligación de embestir bien".

martes, 18 de enero de 2011

Copla por la muerte de un mayoral






Antonio Burgos
El Mundo de Andalucía

27, Agosto, 1977



Por las orillas lentas del río de Corbones, donde se hace silencio la vega de Carmona y el solano recuerda sus mares ligustinas, en la siesta campera escriben las chicharras viejas coplas que escuchan lejanos campanarios. Historias de los hombres, de las cosas del campo, historias de los sueños, de los tiempos lejanos, cuando los portuguesas venían a la siega con sus hoces al cinto, como curvas espadas de la guerra del hambre que siempre los vencía.

Son las coplas que el viento, en estas largas siestas, acerca hasta las torres de Lora y de Carmona, cuando un gato dormita los helechos del patio. Cualquiera puede oírlas si se pone a la sombra de una higuera bravía, de un incierto acebuche. Una punta de vacas está por Zajariche, son cárdenas algunas, entrepeladas otras. Llevan un viejo hierro, con un miedo con asas. 

Esta tarde el silencio es más hondo en el campo. Los erales lo escuchan en lo alto de una loma y estiran las orejas que puede que les corten una tarde no escrita, en Pamplona o Sevilla. Esta tarde el solano se ha puesto como entonces, como cuando en Linares aquel hijo de "Islera" le metió a Manolete el cuerno por la historia. Los toros de Miura conocen el silencio de esta muerte que llega al campo por la tarde. Lo cantan las chicharras, con compás de esquilones. 

Y este viento solano que agosta las granadas en las huertas del río que pasa por Sevilla, el que anuncia la muerte, el que anuncia Linares, me ha dicho en esta tarde de agosto que Mateos, el mayoral de siempre, el que iba a Bilbao, el que embarcó de mozo a "Islero" aquella noche, ha muerto en su caballo, como mueren los hombres. Las crónicas no dicen si se quedó estribado, si un lagarto o una bicha asombró a su caballo. El viento me confirma que en este Zajariche los mayorales siguen galopando cerrados, cortando por el aire la estampa de una copla.

Nunca salen las cuentas de los cuatro por cuatro en estos campos viejos que dejó Don Eduardo sin saber la noticia, que debutó en Sevilla el nieto preferido que le salió torero y metió tanto campo en un fundón de estoques. Los mayorales siguen en caballos caretos, con sus sillas vaqueras y mosqueros de lujo, con la manta estribera, marsellés del invierno, capote de la lluvia encerado y lustroso cuando llega noviembre, temporal de neblinas. Los mayorales siguen en caballos de coplas llevando hasta el cerrado al toro de San Lucas. No está hecho este campo para oír los motores que profanan el templo de amapolas y trigo, con costales de pienso que los cabestros llevan en lomos albardados de lentitud romana.

A usted, José Mateos, los cencerros lo lloran. A modo de campana, doblan los esquilones. Un mayoral no puede montarse en un Land Rover si está con los miuras, leyenda y Zajariche. A usted, José Mateos, mayoral de Miura, la muerte lo ha encontrado como una copla antigua: a caballo, midiendo los silencios del campo, calzón y guayabera, sombrero de ala ancha, corridas apartadas y vacas que parieron. Su muerte es tan antigua como el mapa de España que enseña en las paredes la piel de aquella "Islera" que mataron con rito de viejo sacrificio cuando todas las radios de la explosión de Cádiz anunciaron la boda con la muerte y la historia del novio que tenía, tan guapo, Lupe Sino. La copla que en la siesta repiten las chicharras necesita una radio de cretona y de hambre. Quizás en Radio Andorra la cante Doña Concha, porque existe la muerte de León y Quiroga en los años inciertos de esta altura de siglo. La copla de la siesta que cantan las chicharras, que se oye por Carmona, que por Lora repiten, que llega a La Campana con el viento solano, sabe que siempre vive quien muere en su caballo.




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martes, 2 de noviembre de 2010

El Maestro Ortega







12 de Julio de 1958. Plaza de Toros de Pamplona. Encierro de Miura. Uno de ellos, de nombre Estribero, más jaranero que las peñas del sol, se niega a entrar en los corrales. Literal. Pasa un cuarto de hora, toda una lidia, haciendo caso omiso de los capotes de los toreros, Ordoñez y Chamaco. Sí, dos figurones del toreo, ayudando por la mañana en el encierro de los Miura, que rima con Cultura, pero que no debe de serlo, pues los de ahora miran a los de Zahariche por el youtube comiéndose el Don Pipón. Pero esa es otra historia. 


Porque la que ahora nos ocupa versa sobre un perro, con nombre de torero, Ortega, bragado y rumboso, que dió una vuelta al ruedo tras lograr lo que no pudieron hacer ni los maestros con su oficio, los pastores con las varas, ni los torpes cabestros con su mansedumbre de político despistado. Emprendió una lucha con Estribero, acorralándolo con no más armas que sus fauces y agilidad casi felina. No se libró el burí loreño de unas cuántas mordeduras en las patas, el rabo y el hocico. No le quedó otra a la bestia -nos referimos al toro- que entrar mansamente a los corrales, por delante de Ortega, que veía como la masa bruta de seiscientos kilos huía con el rabo entre las piernas, como un perrillo. 


También eso es torear.


lunes, 12 de julio de 2010

Padilla, como un ciclón





Plaza de toros Monumental de Pamplona. San Fermín. Séptima de feria. Media entrada. Toros de Miura para Padilla, Rafaelillo y Javier Valverde.


Siempre resulta interesante el ganado miureño, aunque su gloria pertenezca más bien a la era del blanco y negro que a la actual. Excelentemente presentados, muy en el tipo de la casa, agalgados, montados, con grandes encornaduras y diferentes pelajes. De cáscara, bien. El cogollo, regular. Blanditos, muy blanditos, al límite de fuerzas, descastados tirando a noblones -dentro de todo lo noble que puede ser un miura-. En la suerte de varas respondieron como cualquier toro comercial, sin arrancadas espectaculares ni especial bravura. Pueden descabalgar algún rocín, pero es más un accidente equino que un monumento al puyazo. Se puede repetir el argumento de los dolores de ayer: por malas que salgan, estas corridas siempre aportan muchas cosas interesantes, y diferentes.



Abrió plaza Padilla, enroscado en el capote de paseo como si lo que llevara puesto fuera una camisa de fuerza. Mal empezaba la cosa, más ún si contamos que su otro yo, su media naranja, las peñas de sol, han dejado los tendidos como un solar por una protesta contra la alcaldía. Los del servicio de limpieza lo agradecerán. Se las vió con un miura esquizofrénico, con dos caras: por el derecho tenía un ramalazo de cuvillo, iba y venía con suavidad y hasta ternura; por el izquierdo, le daba una ventolera de la casta jijona, y se convertía en un barrabás sin un pase. Muleteó con decisión y temple por el derecho, sin grandes apreturas y sin una desbordante emoción. Lo que había hecho le hubiera valido una cariñosa oreja. Nadie le hubiera dicho nada si toma la pañosa con la zocata, que la afición en esta clase de corridas viene dispuesta a perdonar casi todo y a mirar más que nunca para otro lado. Pero Padilla, en gesto de vergüenza torera que le honra, se la puso como si fuera bueno. El resultado, una paliza descomunal, con Lengüeto abalanzándose contra el jerezano, reventándole el pecho, retorciéndose con inquina y malicia contra el torero, que en ese momento no era más que jarapo de carne y hueso. Fueron unos instantes interminables, con Vicente Yestera, ese subalterno infame, que va de perdonavidas, dejando que un miura descalabre a su jefe. En qué estaría pensando. Una vez lo retiraron a la enfermería, y con todos temiéndonos lo peor, salió para afuera, hoy si le voy a dar por bueno el apodo, como un ciclón. Mató como pudo y le dieron una oreja, que era lo de menos. Un tío Padilla, lo digo por única y posiblemente última vez en el blog. No es de mi agrado, ni del de muchos, pero ante gestos así solo cabe quitarse el sobrero. Chapeau. Con el cuarto, también descastado, de condición semi-mular, pero con menos peligro, probó y lo enseño por las dos manos y lo pasaportó, con muchos problemas, al cielo de los miuras malos. Que cada día está más poblado.



El poco toreo que hemos podido ver esta tarde ha salido de las muñecas y el corazón de Rafaelillo. Su primero, otro animal noble y descastado, que se fue apagando hasta llegar a dar lástima, se dejó pegar algunos pases buenos. Templadito y con largura, alternado inteligentemente tandas por los dos pitones, el domingo valderrama murciano, perdió un trofeo por el mal uso de los chismes de matar. El quinto, de peor condición aún que los hermanos -que ya es decir- estuvo a punto de irse vivo para los corrales. Rafaelillo estuvo tragón y valiente, aunque torpe con la espada.



Lo peor que le puede pasar a un torero es pensar en retirarse a un año vista. Hay que tener gran orgullo y desmedido respeto a la profesión, para dar cada tarde lo que hay que dar, sin pensar en el futuro. Uno no es torero, por desgracia, pero poniéndose en el pellejo de uno, debe resultar difícil, teniendo fecha de caducidad, dar ese paso adelante que delimita el triunfo o el hule. Y Valverde, como tantas otras tardes, no ha terminado de apostar. Con el sexto tiene excusa, ya que el colorao no valía para nada, ni para dar miedo. El tercero, que en varas cumplió, le dió alguna opción para estar más encajado y correr algo la mano. Nada de nada. Nunca terminó de confiarse y sigue con su rosario de despedidas, con más pena que gloria.

domingo, 25 de abril de 2010

De Paula se meterá a cura, pero no lidiará un miura



Sevilla. Plaza de toros de la Maestranza. Feria de Abril. Decimosexta de feria. Lleno. Toros de Miura para El Fundi, Juan José Padilla y Rafaelillo.



La Miurada, sin llegar a defraudar, podemos afirmar que ha estado muy justa en cuanto a todo. Desarrollaron peligro sin ser alimañas; el Miura, serio y hondo de la casa tampoco lo hemos visto; también ha salido algún tullido y otro noblote que no hacen honor al apellido. Pero lo que hoy ha pisado del albero es simple y llanamente, por raro que ya parezca, el Toro. Hubo que echar mano de un sobrero, grande como él solo, del Conde de la Maza, descastado y fiero, al que nos quedamos sin ver porque su matador mandó que lo fusilaran a los del castoreño.



El Fundi, que hacía su presentación en la temporada, como quién dice, estuvo en Maestro toda la tarde, con los deberes y obligaciones que ello conlleva. Cabe recordar que maestro no es aquel que cosecha triunfos rimbombantes, se encartela cerca de un centener de veces por temporada o es un virtuoso en esa mentira disfrazada de santidad que es la técnica. Un maestro es aquel que puede enseñar un oficio.Y sobre el magisterio taurómaco, el Fundi sientra cátedra. Son pocos en el escalafón los que pueden decir lo mismo. Pudo cortar una justísima oreja de no ser por el error a espadas en el cuarto. A base de sobar en la primera parte de la faena y consentirle al animal acabó metiéndolo en el canasto. Enorme el orgullo que tiene, conocedor de lo que significa ser torero. Empieza el trasteo por el lado derecho: el toro, hoy sí, por ahí no quería. Guasa. Se queda corto, se revuelve en un santiamén y no se lo lleva por delante de milagro. Cambia de mano, con la zurda, cruzandóse siempre y de uno en uno, con las femorales por delante, se reveló contra todo el taurinismo militante con dos series al natural tan puras como imperfectas. Porque la pureza, en contra de lo que piensan muchos, no va unida a la estética; sino al poder, al mando del torero sobre la acometida del toro, que si es Toro de verdad, nunca puede ser pulcra. La embestida perfecta, que es la misma muerte de la Fiesta, es la que regalan los toritos que todos tenemos en mente. Cómo es un hombre, y esto va de hombres gallardos que tienen algo que demostrar todos los días, se volvió a echar la muleta a la derecha y se obró el milagro de los panes y los peces. Por dónde no había toro empezó a haberlo tras una faena de otro tiempo, en los mismos medios por cierto. Esa es la verdadera grandeza del toreo: dominar y vencer las dificultades que tiene un toro, sea más grande o más terciado; berrendo en colorao o negro listón; astigordo o cornalón. He querido recrearme en este aspecto, para compararlo con una de las faenas de El Juli y otra de Manzanares, en las que con el torito sumiso no fueron capaces de hacerlo embestir por dónde el toro no quería ir. Harto de que defiendan a voz en grito esas faenas en las que a la más mínima desisten de torear por donde el toro `no va´. ¿Dónde está la gracia entonces? Torear por donde el toro se deja es como ligar en un club de carretera con cincuenta euros en la cartera.



Padilla, que debería de estar encartelado ayer con el Cordobés y compañía, ha dejado escapar, o mejor dicho, no ha querido ver un buen toro del Conde de la Maza. Era el sobrero, con más de 600 kilos, descastado, con genio y transmisión. Masacrado en varas, directamente. El segundo puyazo, duro y largo, casi en la penca del rabo. Tampoco quiso banderillearlo y con la muleta estuvo más rato enseñando al público las dificultades del toro que intentando combatirlas. Cuenten lo que cuenten los revistosos del puchero, el toro con otra lidia y con menos saña del picador hubiera sido otro en la muleta. No pasaba y se defendía por la cantidad de sangre que había perdido, no porque fuera su condición, aunque de últimas ya se rajó. Un torero tiene que querer cortarle las orejas lo mismo a un manso que a un barrabás. Creo, con la seguridad de estar equivocado, que el toro era importante. Nos quedamos con la incógnita del que hubiera pasado si hubiera tenido un torero delante.




Rafaelillo, que es el Obama de los toreros, estuvo tan fiero como siempre durante toda la tarde. Hay que tener mucha vergüenza, de la buena, para ponerte con la izquierda echando la pata pa'lante como si estuvieras en un tentadero, de estos con mariscada, que organizan los nuevos ricos que se compran ganaderías como yo compro palillos mondadientes. La del sexto era labor con premio, de no ser porque se pasó de faena y terminó pasando las de Caín para mandar al burel al desolladero. A estos toros, como a casi todos los que lo son de verdad, no se les puede estar un cuarto de hora tocando las narices, porque te lo hacen pagar bien caro. Estuvo echo un tío, tragando paquete a sabiendas de que esa era la única manera de salir con dignidad no ya del envite con el Miura, sino con la leal competencia con El Fundi. Porque esa es otra, no es lo mismo compartir cartel con el fuenlabreño, que te puede dejar desnudo, a hacerlo con los condes y finitos. Como tampoco será lo mismo que vean tus nietos colgados en tu cortijo las cabezas de un miura, un pablorromero o un cuadri a que vean las de un juanpedro o un cuvillo, que por necesitar, hasta necesitan una alcayata más pequeña.