viernes, 31 de octubre de 2025

POEMAS DE GIOVANNI PASCOLI -DESDE ITALIA-

 

Entonces

 

 

Entonces… lejano fue un tiempo

en que fui mucho y muy feliz; no ahora;

¡pero cuanta dulzura mantengo

de esa dulzura tan grande de entonces!

 

¡Aquel año! ¡durante años que luego

huyeron, que seguirán huyendo,

no puedes, mi pensar, no puedes

llevarte más que aquel año!

 

Un día fue aquel, que es sin

compañero, que es sin retorno;

¡la vida fue vana apariencia

antes y después de aquel día!

 

¡Un punto!… tan pasajero,

que en verdad pasó de repente

¡pero tan lindo, que demasiado

feliz, fue feliz, ese instante!

 

 

La costurera

 

Por el valle negro el alba

esparció las greyes blancas:

vuelven ahora por la noche

y cansadas trepan calmas;

una estrella las conduce.

 

Vuelve por la vía maestra

la camada, y pasa lenta:

hay algo rubio en la ventana

entre una albahaca y una menta:

es María que cose y zurce.

 

¿Para quién y para qué coses?

¿Una sábana? ¿Un blanco velo?

Todo el cielo es de color rosa,

rosa y oro, y todo el cielo

en la frente le reluce.

 

De la labor levanta el ojo

¿una lágrima? ¿una sonrisa?

Bajo el cielo rosa y oro,

gachos los ojos, gacha la cara,

ella zurce, cose, zurce.

 

 

Noche festiva

 

¡Oh! Mamá, ¡oh! Mamaíta, ¿has planchado

la camisa nueva de lino?

No estaba allí abajo en la colada

en el boj o en el espino blanco

Sobre los ojos tienes las manos…

¿Por qué? ¿no sabes que mañana…?

din don dan, din don dan.

 

Se hablan las blancas aldeas

cantando en un aire de rosa;

por la sombra de los montes salvajes

se oye una rumba armoniosa.

Tú tienes en los oídos las manos…

tú lloras; y es fiesta mañana…

din don dan, din don dan.

 

Tú piensas… ¡oh! Recuerdo: la ermita…

¿cuántos años hace ahora? Una noche…

el bebé estaba frío, de nieve;

el bebé estaba blanco, de cera:

entonces sonó la campana

 

(¿por qué no parecía lejana?)

din don dan, din don dan.

 

Tocaban a fiesta, como ahora,

por el ángel; el nuevo angelito

por el cielo volaba a esa hora;

pero tú lo querías protegido

con nosotros, al pecho, en la cuna:

gritabas; y allí arriba la campana…

din don dan, din don dan.

 

 

X de Agosto

 

San Lorenzo, yo lo sé por qué tantas

estrellas por el aire tranquilo

arden y caen, por qué tan grande un llanto

en el cóncavo cielo ya brilla.

 

 

Volvía una golondrina a su techo

la asesinaron: cayó entre espinos:

tenía en el pico un insecto:

la cena de sus crías.

 

Ahora está allí, como en cruz, tendiendo

el gusano a aquel cielo lejano;

y su nido está en la sombra, esperando,

piando siempre más leve.

 

Volvía un hombre también a su nido:

lo mataron: dijo: Perdono;

y quedó en los ojos abiertos un grito:

traía como regalo dos muñecas.

 

Ahora allá, en la casa apartada

lo esperan, esperan en vano:

él, inmóvil, atónito, señala

las muñecas al cielo lejano.

 

Y tú, Cielo, de lo alto de los mundos

serenos, infinito, inmortal,

¡oh, de un llanto de estrellas inundas

este átomo opaco del Mal!

 

 

Valentino

 

¡Oh! Valentino de nuevo vestido,

¡como los brotes de los majuelos

Sólo, en los pies por las zarzas heridos,

llevas la piel de tus piececitos;

 

llevas las chanclas que mamá te hizo,

que nunca cambiaste desde aquel día,

que no costaron un céntimo: pero

cuesta ese vestido que te cosió.

 

Cuesta: pues mamá en ello gastó

aquel tintineante monedero,

ahora vacío, y cantó más de un mes

para rellenarlo, todo el gallinero.

 

Piensa, en enero, cuando el fuego del cepo

no te bastaba, temblabas, ¡ay dios!,

y las gallinas cantaban, ¡Un cocó!

¡He aquí un cocó un cocó para ti!

 

Después, las gallinas empollaron, y vino

marzo, y tú, flojo campesinito

te quedaste a medias, así con las plumas,

pero desnudos los pies, como un pájaro;

 

como un pájaro venido del mar,

que entre el cerezo salta, y no sabe

que más allá del picotear, el cantar, el amar,

hay alguna otra felicidad.

 

 

La yegua torda

En la Torre el silencio era alto.

Susurraban los chopos del Río Salto.

Los caballos normandos en sus establos

rompían el forraje con rumor de costras.

 

Allí, al fondo, la yegua estaba, salvaje,

nacida entre pinos en la salobre playa;

 

que el roción en las narices tenia del mar

todavía, y los gritos en las orejas agudas.

 

Con sobre el pesebre un codo, ante ella

estaba mi madre; y le decía con voz queda:

 

“Oh mi yegüita, mi yegüita torda,

que llevabas a aquel que no regresa;

 

¡tú comprendías sus señales y sus dichos!

Él ha dejado un hijo jovencito;

 

 el primero de ocho entre mis hijos e hijas;

y su mano jamás no tocó bridas.

 

Tú que sientes en tus ijadas el huracán,

tú obedeces a su pequeña mano.

 

Tú que tienes en el corazón la marina yerma

tú haces caso a su voz juvenil”

 

Volvía la yegua su enjuta testa

hacia mi madre, que decía más triste:

 

“Oh mi yegüita, mi yegüita torda,

que llevabas a quien jamás regresa;

 

¡lo sé, lo sé, que tú lo amabas fuerte!

Con él tú sola estabas y su muerte.

 

Oh nacida en selvas entre ondas y viento,

en el pecho tuviste tu propio espanto;

 

sintiendo flojo en la boca el freno,

en el corazón veloz ralentizaste el trote:

 

despacio proseguiste por tu vía,

para que hiciese en paz su agonía…”

la flaca y larga testa estaba junto

al dulce rostro de mi madre en llanto.

 

“Oh mi yegüita, mi yegüita torda,

que llevabas a quien ya no regresa;

 

¡oh, dos palabras él, sí, debió decir!

Y tú comprendes, pero no lo sabes contar.

 

Tú con las bridas sueltas entre las patas

y en los ojos el fuego del disparo,

 

con el eco del estallido en las orejas,

seguiste el camino entre los altos chopos:

En la puesta del sol nos lo traías

para que escuchásemos sus palabras”.

 

Estaba atenta la larga testa brava.

Mi madre la abrazó por la crinera.

 

“¡Oh mi yegüita, mi yegüita torda,

que a su casa traías a quien no regresa!

 

¡a mí, a quien ya no volverá jamás!

Tú fuiste buena… ¡Mas no sabes hablar!

 

Tú no sabes, pobrecita; ni se atreven otros.

¡Oh, pero tú decirme debes una cosa!

 

Tú has visto el hombre que lo mató:

él está aquí, en tus pupilas fijas.

 

¿Quién fue? ¿Quién es? Quiero decirte un nombre.

Y tú haz una señal. Dios te enseñe cómo”.

 

Ya no rompían los caballos el forraje.

Dormían soñando lo blanco del camino.

 

La paja no machacaba con los cascos hueros:

dormían soñando el traquetear de ruedas.

 

 

Mi madre alzó en el gran silencio un dedo:

dijo un nombre… sonó alto el relincho.

Tomado de:

https://www.revistaaltazor.cl/giovanni-pascoli-2/

 

 

Pateadura

 

Se oye un galope lejano

(¿es la...?),

que viene, que corre en el llano

con trémula velocidad.

Un llano desierto, infinito;

todo amplio, todo árido, igual:

alguna sombra de ave perdida

que se desliza como un flechar:

nada más. Ellas huyen

de alguna remota ruina;

no lo sabe ni la tierra ni el cielo,

ni cual sea, ni donde él esté.

 

Se oye un galope lejano

más fuerte,

que viene, que corre en el llano:

 

¡la Muerte! ¡la Muerte! ¡la Muerte!

 

 

La aguja

 

Por el valle negro el alba

esparció las greys blancas:

por la noche vuelven hartas

y cansadas trepan calmas

una estrella les conduce.

 

Vuelve por la vía maestra

la camada, y pasa lenta:

algo blondo hay al ventanal

entre albahaca y una menta:

es María que cose y zurce.

 

¿Para quién y para qué coses?

¿Una sábana? ¿Un blanco velo?

Todo el cielo es de color rosa,

rosa y oro, y todo el cielo

en la frente le reluce.

 

De la labor levanta el ojo

¿una lágrima? ¿una sonrisa?

Bajo el cielo rosa y oro,

gachos ojos, cara gacha,

ella zurce, cose, zurce.

Tomado de:

https://www.laotrarevista.com/2019/01/giovanni-pascoli-el-poeta-italiano-del-misterio-doliente/

 

 

 

LA BEFANA
LA BRUJA DE LOS REYES MAGOS

Llega, llega la brujita

lega desde las montañas en la noche profunda

¡Qué cansada está! La rodea

el hielo, la nieve y la niebla.

Llega la brujita

tiene las manos cruzadas en el pecho

y la nieve es su manto

y el hielo su panel

y el viento su voz.

Tiene las manos cruzadas en el pecho

y se acerca poco a poco a la cabaña

mira, escucha

a veces cerca, otras veces lejos

poco a poco, poco a poco.

¿Qué hay dentro de esta casa?

Un frágil cuerpecito

todo está tranquilo, todo está oscuro

una luz pasa y brilla.

¿Qué hay dentro de esta casa?

Mira y mira…tres camas

con tres niños que duermen, dulces

mira y mira…en la cabecera

hay tres medias largas y finas.

¡ah! tres medias y tres camas.

La luz brilla y desciende

y cruje la escalera

la luz brilla y sube

y se mueven las cortinas.

¿Quién sube? ¿Quién baja?

La madre baja con sus regalos

sube con su sonrisa.

La luz arde en su rostro

como el faro de la iglesia,

la madre ha bajado con sus regalos.

La brujita de los Reyes Magos está en la ventana

escucha, ve y se aleja.

Pasa con la brisa

por la gran calle

tiembla en cada puerta y en cada ventana.

¿Y qué hay en la cabaña?

Un suspiro prolongado.

Alguna llama de fuego

ilumina todavía la chimenea.

Pero ¿qué hay en la cabaña?

mira y ve tres pequeños platos

con tres niños dulces que duermen,

entre las cenizas y los carbones,

hay tres zapatillas consumidas.

Si tres zapatillas y tres colchones…

La madre vigila y cose

suspirando y bostezando

y de vez en cuando ve

aquellas zapatillas en fila

vigila, llora, suspira y zurce.

La brujita escucha y llora:

huye a la montaña, es ya la aurora.

Aquella madre se lamenta

al ver los niños sin más nada.

La brujita de los Reyes Magos mira y escucha,

La brujita está en la montaña

lo que observa es lo que vio

algunos lloran otros ríen.

Ella tiene nubes en la frente

mientras se queda es la áspera montaña.

Tomado de:

https://circulodepoesia.com/2013/01/la-epifania-es-una-fabula-de-la-infancia-poema-de-giovanni-pascoli/

jueves, 30 de octubre de 2025

POEMAS DE CLARK ASHTON SMITH -POEMAS DESDE EL TERROR-


¿Dónde Duermes, Eldorado?

Vida mía, en tu alteza

Nunca olvides nuestro amor;

En tu dulce gentileza

No rechaces mi dolor.

Por siempre desterrado

De las playas del placer

Y de la magia del ayer.

¿Dónde duermes, Eldorado?

Nunca olvides este amor

En las tardes más triunfales...

Y recuerda el gran calor

Y los altos robledales;

Y recuerda nuestro mar

Soñoliento en la lejana

Dicha de una edad pagana...

No rechaces mi pesar.

 

 

Los Poetas

Somos los dueños

De todos los sueños

De la noche o del día.

Y siempre entonamos

Esta melodía:

El mundo es el suyo,

El sol es el tuyo,

La luna es la mía.

 

 

Dos Mitos Y Una Fábula

¿Dónde vais, guerreros orgullosos,

con cotas fulgentes como la luna?

- Salimos a matar al Basilisco 3,

en simas que sólo sus ojos alumbran.

¿A dónde vais, valientes marineros,

en un bajel tintado con los colores del otoño?

- Navegamos en busca de la verdina ribera,

postrer asilo de los Unicornios 4.

¿A dónde vais, innominados brujos,

con mantos más bermejos que el ocaso?

- Vamos a hallar de Salomón las Clavículas 5,

y a liberar a los genios encerrados.

 

(3) El Basilisco: "El Besalís o Regulus es el rey de los reptiles; con una sola mirada mata al hombre. Mata con su

aliento a las aves del cielo, y está tan lleno de veneno, que reluce. Si el hombre lo ve primero, no puede hacerle

daño, y el Basilisco queda como único rey en la arena vacía".

De Bestiis.

"El fuego, soy yo; y por todas partes lo aspiro: de las nubes, de los guijarros, de los árboles muertos, del pelo

de los animales, de la superficie de los pantanos. Mis temperatura mantiene a los volcanes".

Las Tentaciones de San Antonio. Gustave Flaubert.

(4) El Unicornio: "El Monoceros es un monstruo de horrible bramido, con el cuerpo semejante al de un caballo,

pies como los de un elefante y cola como la de un ciervo. Del centro de su frente brota un cuerno de

asombroso esplendor, hasta de cuatro pies de largo, tan afilado que perfora fácilmente todo aquello contra lo

que carga. Ni uno sólo ha ido a parar vivo a las manos del hombre, y aunque es posible matarlos, no se les

puede capturar".

Bestiario de Cambridge.

" Yo tengo pezuñas de marfil, dientes de acero, la cabeza de color púrpura, el cuerpo color de nieve y el cuerno

de mi frente lleva el abigarramiento del arco iris".

Las Tentaciones de San Antonio. Gustave Flaubert.

(5) Eliphas Levi, en su Histoire de la Magie, dice a propósito de La Clavícula de Salomón: "Las tradiciones

populares decían que el poseedor de Las Clavículas de Salomón puede conversar con los espíritus de todos

los órdenes. Pues estas Clavículas, varias veces perdidas y otras tantas recobradas, no son otra cosa que los

talismanes de los setenta y dos nombres y los misterios de las treinta y dos vías que el tarot reproduce

jeroglíficamente. Con el auxilio de estos signos y por medio de sus combinaciones infinitas, se puede

efectivamente llegar a la revelación natural y matemática de todos los secretos de la naturaleza y, en

consecuencia, entrar en comunicación con la jerarquía completa de las inteligencias y de los genios".

Lovecraft también citó a Eliphas Levi, en su novela El Caso de Charles Dexter Ward.

Tomado de:

https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&opi=89978449&url=https://sff4be991601d861d.jimcontent.com/download/version/1369459791/module/6437699752/name/Seleccion%2520de%2520poemas.pdf&ved=2ahUKEwjHr-2m4MyQAxVxSTABHRmmFh0QFnoECB4QAQ&usg=AOvVaw1lXpP3_mI0ybFk03M8wYeL

 

 

A la oscuridad.

To the Darkness, Clark Ashton Smith (1893-1961)

 

Ha arrebatado la luz de muchos soles,

sellada ahora en la prisión de la oscuridad.

Como la llama de una vela que se apaga,

ha tomado las almas de los hombres

con vientos que soplan desde un lugar vacío;

en el abismo están escondidos,

y los abismos están sobre ellos,

como el peso de muchas montañas,

como la profundidad de muchas yeguas;

tus escudos están entre ellos y la luz;

han pasado su carga y su amargura;

las lanzas del día no las tocarán,

las cadenas del sol no las allanarán.

 

Hubo muchos hombres allí,

en los días que ahora son de tu reino,

hombres que han marcado con el sello de muchas profundidades;

sus pies eran como alas de águila en la búsqueda de la Verdad.

Sí, poderosamente deseaban su rostro,

cazándolo a través de las tierras de la vida

como hombres en la nada del páramo

que buscan un tesoro real enterrado.

Pero contra ellos estaban los velos

que las manos no podían rasgar ni los sables perforar;

y se les ocultó la Verdad

como el agua que, distante, se ve al amanecer,

y al mediodía se pierde en la arena

ante los pies del viajero.

El mundo era un yermo estéril,

y los jardines eran como el desierto.

Y ellos se volvieron a la aventura de la oscuridad,

al viaje por tierras sin caminos,

a la navegación del mar que no tiene faros.

¿Por qué no han regresado?

Su búsqueda encontró un final en ti,

o seguramente habrían regresado

al lugar desde el cual partieron,

como hombres que han viajado a una tierra infructuosa.

Han visto tu rostro,

y para ellos es el rostro de la Verdad.

Tu silencio es más dulce para ellos que la voz del amor,

tu abrazo más querido que el beso de la amada.

Se alimentan con el vacío más allá del velo,

y su hambre se llena;

han encontrado las aguas de la paz,

y ya no están más sedientos.

Ellos conocen un descanso más profundo que los abismos,

cuyo sello es irrompible como el sello del vacío;

duermen el sueño de los soles,

y lo vasto es una prenda para ellos.

 

 

La letanía de los siete besos.

The Litany of the Seven Kisses, Clark Ashton Smith (1893-1961)

 

I

Beso tus manos, tus manos, cuyos dedos son delicados y pálidos como los pétalos del loto blanco.

 

 

II

Beso tu cabello, que tiene el lustre de negras joyas, y es más oscuro que el Leteo, floreciendo a medianoche a través del sueño sin luna de tierras con fragancias de amapola.

 

 

III

Beso tu frente, que se asemeja a la luna creciente en un valle de cedros.

 

 

IV

Beso tus mejillas, donde persiste un leve rubor, como el reflejo de una rosa sostenida en una urna de alabastro.

 

 

V

Beso tus párpados, los comparo con las flores veteadas de púrpura y me cierro bajo la opresión de una noche presente, en una tierra donde los ocasos son tan brillantes como las llamas del ámbar ardiente.

 

 

VI

Beso tu garganta, cuya ardiente palidez es la del mármol calentado por el sol de otoño.

 

 

VII

Beso tu boca, que tiene el sabor y el perfume de las frutas humedecidas con el rocío de una fuente mágica, en el paraíso secreto que solo nosotros encontraremos; un paraíso donde los que vienen nunca más se irán, ya que sus aguas son las del Leteo, y su fruto es el del árbol de la Vida.

 

 

El Poeta habla con los Ghouls.

Le poète parle avec les goules,

 

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)

 

 

Oh, Ghouls de medianoches fétidas y fúnebres,

¿qué habéis descubierto en vuestras tristes labores?

—Hemos desenterrado la Empusa de tus miedos

y la espantosa Gorgona con sus ojos lívidos

en nuestras labores lúgubres.

 

Oh, excavadores diligentes, sabios Ghouls,

¿qué habéis encontrado en vuestros prodigiosos trabajos?

—Hemos exhumado, con sus antiguos males,

todos tus amores, con facciones carcomidas por los gusanos,

en nuestros prodigiosos trabajos.

 

Abridores mugrientos de pirámide y osario,

¿qué os reveló la tarde carmesí?

—Hemos desenterrado el suelo negro y ceniciento

para revelar la ninfa sin mortaja

que fue puesta a dormir por la noche.

 

Ghouls, ¿qué haríais esta noche para vuestro placer,

dentro de estas tumbas bajas, lúgubres y abiertas?

—Venimos a desenterrar a los muertos vivientes,

los faunos nunca castrados de tus viejos vicios,

dentro de estas tumbas abiertas.

 

Las lágrimas de Lilith.

Las lágrimas de Lilith, Clark Ashton Smith (1893-1961)

 

¡Oh, demonio encantador, mitad diosa!

Cicuta e hidromel,

vino, acónito y miel

se mezclan para crear tu boca.

 

Tus labios adoro, pero sobre todo

son tus lágrimas las que deseo.

Tus lágrimas, como el goteo oceánico

que se derrama en jardines rojos, satánicos;

 

O como las lágrimas de fuego y niebla,

lloradas por la luna, que los magos usan

para fabricar las secretas runas

en algún filtro de plata, solos y en tinieblas.

Tomado de:

https://elespejogotico.blogspot.com/2019/01/clark-ashton-smith-poemas-destacados.html

 

 

Lo Ignoto

Las bóvedas del tiempo y del abismo

no conocen otro ejemplar de tu beldad;

y ningún escultor es capaz de cincelar

la esencia de tu forma y de tu faz.

Atraídos por un engañoso magnetismo,

buscamos y no hallamos tu fugaz

palacio… y el farol del ocultismo

no te ha revelado en tu magnitud.

¿Te escondes en la noche estrellada?

¿o moras en el átomo profundo?

¿Descubierta, serás pira humeante?,

¿o llama nueva de un mundo inaudito?…

¿o luz del cielo en faros terrenales?…

¿o fuego fatuo de los tremedales?

 

 

La Isla Del Naufrago

Huérfano de naufragio

estoy en una tierra sin jardín,

sin campos cultivados,

una isla que el volcán ha desolado

en parte, y los salvajes han invadido,

dominando ahora su mitad mayor,

las frutas y el pescado son su botín.

Ellos me sitian y me retienen

lejos de los bananos y del mar:

En este lugar

no tengo más que la desnuda roca,

en donde crecerán

un día los líquenes, cuyas hojas

mañana tras mañana no pueden

marchitar…

Ninguna vela

blanquea los verdinegros mares…

¿En tal islote,

puedo sobrevivir con los otros insulares?

 

 

Memoria Roja

Este recuerdo vuelve todavía

de un jardín de amaranto más retinto:

los lagos del ocaso, coloreando

mi desvarío como un vino tinto;

y los rubíes, hundidos talismanes,

en tus profundos ojos de jacinto.

Un esplendor de bermellón bañaba

las hiedras y las flores fúnebres;

y de tus labios yo bebí la sangre

que de un dios manaba fuera del ciprés1;

y de mi corazón llovía la vida,

la esencia de sanguinos árboles…

Pero la noche vino a apagar

los mágicos rubíes y el fuego rojo

con el licor del dios… En vano busco

aquella claridad en cielo y ojos…

hallando ya en símbolos y palabras

la orilla del río Leteo 2 y flojo.

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/clark-ashton-smith/

 

 

Verano indio

Seguramente estos días apagados son uno con los días recordados,

este sol necromántico es una evocación

de soles bajo los cuales hemos caminado antes:

pues cuando veo los melocotoneros

de color llama y a lo lejos

, donde la azulidad del aire se ha deslizado entre ellos,

el amor que siento hoy

de algún modo retoma las llamas y sombras pasadas,

los estados de ánimo incomunicables desvanecidos

y los colores fugaces perdidos

del amor que sentí por ti en otoños pasados.

© del propietario. Se proporciona gratuitamente con fines educativos.

 

 

Ave de antaño

Todo lo que recuerdo

de una primavera tenue y verde,

ya desaparecida

, es aquella brillante mancha roja que

remendaba el ala de un mirlo.

© del propietario. Se proporciona gratuitamente con fines educativos.

 

 

Consecuencias de la época minera

Monótonamente,

la escoba rueda sobre las colinas,

esparciendo su oro de muchos acres.

 

© del propietario. Se proporciona gratuitamente con fines educativos.

 

 

Alquimia del Dolor

Uno con su fervor informará

al mundo, y otro con toda su tristeza:

uno ve un mañana alegre e incesante,

uno oye el susurro del gusano.

 

 

Hermes desconocido, cuya mano asiste

mi labor y llena mis sueños de temor,

por ti soy el doliente par

de Midas, el primero de los alquimistas.

 

 

Oro fino en hierro corruptible

convierto, y el paraíso en infierno;

en sudarios de nube y levítico

diviso un querido cadáver;

y edifico en las orillas del cielo

imponentes sarcófagos orgullosos

Traducido del francés de Charles Pierre Baudelaire © por su autor. Se proporciona gratuitamente con fines educativos.

 

 

Anteros

¿Qué voz, oh vengativo Anteros,

te ha llamado desde el bosque estéril? ¡

Oscuro sembrador de la cizaña de la pérdida

en medio del campo del amor!

¿Qué boca, oh doliente Anteros,

ha de comer el grano que las estaciones dan?

 

 

Tu toque, oh mortal Anteros,

ha secado el laurel sáfico,

tus alas han extendido su noche sobre

el reloj de nuestro año saturnino,

el ciprés, oh triste Anteros,

se oscureció cuando te acercaste... ¡

 

 

Oh amante, olvida tu negra plegaria,

tú que invocaste al funesto Anteros!

Corónate de ortigas, arrodíllate y posa

tus cejas sobre el altar del amor,

ruega al Eros que parte

contra la ira de Anteros.

© del propietario. Se proporciona gratuitamente con fines educativos.

Tomado de:

https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&opi=89978449&url=https://allpoetry.com/Clark-Ashton-Smith&ved=2ahUKEwiUm_um8syQAxW3RjABHStfF1UQFnoECBwQAQ&usg=AOvVaw0MVsUXoOj1Z4PrmTAtG3kk