Magnífica ilustración de Bill Sienkiwicz en la que retrata a contraluz al 'Rey del Delta Blues', Robert Johnson, posiblemente el mejor guitarrista de blues de la historia y uno de los personajes más influyentes en el desarrollo de la música popular del siglo XX. Pero hubo una época en que Robert Johnson no siempre fue el mejor. Según cuenta la leyenda, en sus inicios el joven Robert era un guitarrista mediocre, celoso del dominio de las seis cuerdas que tenía su rival Son House. Por ese motivo, una noche de luna llena decidió invocar al diablo en una encrucijada, en el cruce de la carretera 61 con la 49 en Clarksdale (Mississippi). Y para su sorpresa, el diablo acudió a su llamada. Johnson decidió venderle su alma a cambio de convertirse en el mejor guitarrista del mundo. Ese es el instante que inmortaliza Sienkiewicz en su ilustración.
Desde entonces, Johnson alcanzó la fama, llegando a grabar un total de 29 canciones. En el blues "Cross Road" ('Encrucijada') el músico narraba su pacto con el diablo. Pero el dinero y el éxito con las mujeres terminaron cobrándose su peaje. Un marido celoso (dueño del bar en que actuaba) envenenó el whiskey de Robert, terminando con su vida el 16 de Agosto de 1938 a la temprana edad de 27 años. En aquel momento terminó el hombre y comenzó el mito. En la actualidad ni siquiera se sabe con certeza dónde está enterrado su cadáver, puesto que existen 3 tumbas distintas localizadas en diferentes cementerios sureños que afirman contener sus restos mortales.
Robert Johnson fue una figura clave en la evolución del blues como movimiento musical, pasando de su estilo primigenio hasta el 'blues eléctrico', es decir, el rock'n'roll. Es por ello que Johnson es conocido por ser 'el abuelo del rock'n'roll'. Sin su influencia, la historia de la música americana hubiera sido otra muy distinta. Y para recordar lo grande que fue Johnson tenemos precisamente esta obra maestra de Sienkiewicz, en la que se demuestra una vez más que, para hacer un magnífico retrato de un artista, no es necesario que se le distinga el rostro. Sólo hay que saber capturar su atmósfera, su esencia. Su alma.