Mostrando entradas con la etiqueta cuento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cuento. Mostrar todas las entradas

viernes, 1 de mayo de 2015

La HisToria de WisY

Wisy con las joyas de mamá

Ella me mira fijamente cuando me pongo delante del ordenador, y se sienta a mi lado. Lanza tranquila un suspiro y entonces, dando dos vueltas, se arrulla cerca de mí. A veces extiende una de sus patas para tocar un trocito de mi pierna. Es como si con ese minúsculo punto de contacto nuestra energía fluyera de la una a la otra..
Wisy está viejecita, y a mí me gusta cuidar su vejez. Ya le faltan varios dientes, y sus colmillos asoman un poco torcidos. Yo creo, que a pesar de su pelaje rizado y rubio, tiene arrugas, porque por zonas le descuelga un poco el pellejo.

Marina le puso su nombre, porque era uno de los apelativos con el que la llamaba su padre cariñosamente cuando ella era pequeña, ¡Y no se admitió discusión!. Yo buscaba algo más sofisticado, más glamouroso,...pero no pudo ser. "Güisi" acabó sonándome bien, a pesar de los albañiles de frente de mi casa que le decían, cuando la llamaba para salir de paseo,"Wisky, que te llama tu ama", o el hijo de mi vecina que no entendía lo de la W, y siempre la ha llamado "Visi".

La primera noche que la vi, yo llegaba a casa después del trabajo y de una larga reunión. Encontré a Marina en el salón, delante de la puerta. Nada más por la expresión de su cara, y porque cuando se ponía nerviosa le salían más pecas todavía, sabía que algo iba mal. Entonces lanzó aquel "Mami, prométeme que no te vas a enfandar", y yo pensé desmayarme. Los peores pronósticos sobre catástrofes caseras pasaron en una décima de segundo por mi mente. Yo, con un hilo de voz de ultratumba, fui capaz al final de pronunciar..."Cuéntame ahora mismo qué ha pasado", intentando preparme para lo peor.

Y fue entonces, que sacó de detrás de la mesa una perrita dorada, que temblaba del miedo.

Y en ese momento creo que me desmayé. O me quedé catatónica. O atravesé un agujero negro. Porque no recuerdo nada.

Sólo al rato empecé a moverme, no sé si para increpar a Marina por traer aquel chucho a casa, o para lanzarme sobre la perrita y comérmela a besos.

"Mami, la llevaban unos niños de mi clase, porque la han encontrado abandonada entre un cañaveral, y tenía mucha hambre. Sus madres les han dicho que no se la pueden quedar porque no pueden atenderla, y yo he pensado que con nosotras podría estar bien...si tú quieres"

Y con nosotras vivió. Quince años hace de esto (eso creo al menos)

Ella ha estado conmigo cuando no me apetecía hablar con nadie, deshecha por el dolor. Ella ha dormido a mis pies, cuando estos se han sentido desnudos. Wisy baila conmigo cuando yo me pongo a danzar por casa, deformando canciones de la radio, a grito pelado. Y las dos paseamos por la playa las mañanas de invierno, para tomar un poco el sol y mirar las gaviotas.

Ahora es mayor, pero aún asi cuida a su hermanito Kenzo (el nombre ya lo conseguí más sofisticado y glamouroso), un yorshire que le regalaron a Marina, y que al final se ha venido a vivir a casa también. Y ellos dos me cuidan a mí.

Así, hasta que Wisy nos acompañe.

Wisy y el Mediterráneo

Links: La CasA de LA LluviA /AnA GaliNdo/
AzuL MaR /AnA GaliNdo/

martes, 30 de octubre de 2012

CuenTo de un Tonto



Erase una vez un tonto, que escribía muchas tonterías (por eso se ponía en evidencia muchas veces el tonto)
Quienes lo rodeaban lo consideraban una persona sabia, ilustrada e instruida, y pavoneaba dedicando insulsas historias, o bellas fotos de mascotas, a una nube de agradecidos estómagos que se sentaban a su mesa, mientras él hacía muchas tonterías.
¡Hoy toca cantar!... pues ¡ala!... a cantar.
¡Hoy toca una fiesta!... pues ¡venga! ... a soplar velas.
¡Hoy nos vamos al campo!...pues ¡toma! ... a soportar a las chinches.
Cada noche, para poder lucir en el día su diamantina plenitud, recorría todas las calles (una por una), y se paraba ante cada farola, para comprobar qué tenían las otras casas que le faltaba a la suya, y así aparentar por las mañanas más brillante y pletórico.
Un día encontró en la entrada de una casa apartada un pomo de flores blancas... relucientes, frescas y llenas de una blancura inimaginable. ¡Ese era, ese había sido el pomo que él siempre había ansiado poseer!
Imaginó como podría sembrarlo, y llenar su casa de la viva belleza que irradiaba en aquel portal. Era otoño y las rosas frescas ya se habían marchitado, de modo que tuvo que adquirir un sucedáneo de invernadero. Pero su tersura apenas duró dos días, y hasta sus mascotas pensaron marcharse del hogar.
Entonces, el tonto (que para eso era tonto, porque hacía tonterías) tuvo una mejor idea: compró un ramo de plástico de blancos capullos y todas las mañanas se pasaba a regarlo, para mantener el olor de aquel pomo que intuyó oler... en aquella casa apartada.

/AnA GalinDo/

Nota: A veces, incluso la historia está cargada de muchas tonterías. Eso se evitaría.. ¡si no estuviera escrita por tontos!

domingo, 16 de octubre de 2011

CuenTos de aMor para Ella


Sus ojos  enfermaron progresivamente cuando ella falleció, y terminó por perder la vista. Empezó a vagar por las calles inclinado por el peso de aquella pétrea joroba de soledad, tan fría como los alfileres que agujereaban sus dañadas pupilas. Un alma piadosa tuvo la paciencia de enseñar a leer con los dedos a aquel hombre envejecido  prematuramente. En su rígido aislamiento, el invidente comenzó a compilar todos los cuentos de amor que fueron descubriendo sus dedos. Los apiló e hizo con ellos un fajo pesado.
Se marchó a la montaña callada, para vivir rodeado de la humedad de los árboles y del calor de los cuentos de amor. Con el tiempo…, sus huellas se fueron desgastando entre las páginas de los libros y entre los ásperos troncos gigantes en los que se apoyaba. Pero el anhelo de contar algún día esos cuentos a su amada  le infundía el  vigor suficiente para continuar memorizándolos.
Cuando acabó de retener todas las palabras del último cuento, volvió la luz de ámbar  a sus ojos cetrinos. Entonces pudo admirar embelesado a su mujer, nadando como una ninfa  encantada, en las verdosas aguas del cenagoso pantano que lo estaba esperando.
/AnA GaliNdo/

 IlusTración DiaNa Elliott


Glitter Graphics | http://www.graphicsgrotto.com/




miércoles, 4 de agosto de 2010

CuenTos a MaRina



MariNa siempre deseaba que le contara uno o dos cuentos antes de dormir. Tenía todos los videos de los personajes clásicos que veía miles de veces, repetidos. A veces incluso les quitaba el sonido, y ella doblaba los diálogos haciendo diferentes voces. Sus abuelas, Ana y Juana, y sus tías, Mari y Alicia, también le contaban o leían cuentos cuando estaban con ella (y la querida Asunción que la cuidaba cuando yo me iba a trabajar a la escuela).

Pero Marina, en eso como en tantas cosas por las que se sentia atraída, era insaciable.
-“Mamá, cuéntame un cuento…de ésos en los que las niÑas son las que luchan y ganan”.

Yo, madre novata, pensé que debía equilibrar un poco tanto príncipe azul y tanta niña desgraciada, y mis cuentos eran justo lo contrario de esas bonitas historias eternas.

En esas noches, nacieron niñas que salvaban la vida del bello durmiente o siete enanitas cuya casa limpiaba un joven moreno y cantarín… Más adelante, llegaron las heRoínas que viajaban por el aire para combatir los injustos dibujos japoneses o las piratas que vivían sin hombres todo el año.

Mis historias no eran muy elaboradas pero, lo que me divertía, era pasarme al lado opuesto de Cenicienta. Marina, por su parte, no se hacía ningún lío y escuchaba todo con atención, eso sí, corrigiendo lo que no le gustaba e interviniendo en la histoRia para “mejorarla”.

Tendría cinco ó seis años cuando, una noche que estaba yo agotada y sin una pizca de imaginación, al ir a coger un cuento de su estantería para leerle algo sin pensar, me dijo:
“- No, maMi, cuéntame un cuento de ésos en los que las niñas son las que ganan”.

No sé si a ella todo aquel ejercicio que yo hice durante su primera infancia le ha servido de algo. Pero a mí, esa frase suya me hizo feliz...y me comí una perDiz.


[/AnA GaliNdo/]

/ IlusTración de VirGinia PaloMeque/