Milly Cohen's Reviews > La octava vida

Creo que el acto de leer tiene que ver con el libro en un 50% y con la persona el otro 50%.
Y las personas cambian.
Yo era de las que se entusiasmaba al leer libros gruesos como Bella del Señor, El Manantial, Éxodo, me enamoraba pensar que me "iría" de este plano por un tiempo largo. Que me dedicaría sólo a soñar y no a vivir.
Los tiempos, además, eran otros. No habían tantas lecturas por leer, o si las habían, no lo sabíamos. No existía esa urgencia que hoy siento por comprar todo lo que quiero y por devorar todo lo que compro.
Una cosa más: era más joven, cargaba con ligereza, no me dolía el brazo.

El libro es buenísimo, ágil, bello, los personajes entrañables, las frases deliciosas, la historia, fenomenal.
Pero... me pareció eterno. Desde mi librero me hacían guiños los otros libros que celosos se preguntaban cuándo sería su turno. No me dejaron en paz y uno que otro hasta se brincó la línea y se coló en mis lecturas.

El libro además, pesa toneladas (alguien me preguntó que si no sabía lo que era un kindle, jaja, pero sigo siendo una romántica del papel) y alguien más me sugirió que fuera arrancando las páginas (eso hice, fue divertido y me ayudó a que la tarea de cargarlo fuera menos pesada).

Tantos años de distancia me distanciaron de los personajes un poco, quizá mi atención ya no sea la misma.

En fin, que no puedo calificar una lectura que es muy buena pero que no me trajo tan buena experiencia.
Justo es la experiencia la que nos vuelve terriblemente selectivos, para un lado o para el otro.

Y hoy, me duele decirlo, pero siento un alivio. Ya puedo seguir leyendo.
Aunque no he dejado de hacerlo.