
…La cuestión es que el hombre vea ante si, con evidencia decisiva, la arquitectura de su mundo. Porque vivir es tratar con un contorno, afanarse a él, esperar de él y temer de él.
Si ese contorno hacia el cual vive se desdibuja por completo, si carece de puntos cardinales en que orientarse, si llega el hombre en su última sinceridad a no saber lo que es posible y lo que es imposible, no puede vivir auténticamente.
Como no hay mas razón para que haga una cosa que para hacer la contraria se acostumbrará a vivir provisionalmente.
¿No es dramática esta situación? Porque cada cual tiene sólo una vida, y si resulta que de esa vida va a hacer una cosa provisional…
Hay crisis cultural sustantiva cuando el hombre se queda sin mundo en que vivir; es decir, en que realizar definitivamente su vida, que es para él lo único definitivo.
Mundo es la arquitectura del contorno, la unidad de lo que nos rodea, el programa último de lo que es posible e imposible en la vida, debido y prohibido.
…Una cultura –como las ha habido- de que el hombre no puede desentenderse porque está fundida con su existencia individual es lo que llamo una cultura con raíces, hincada en el hombre autóctona.
…Una vida sin “mundo”, es decir, sin un contorno definitivo, sin tierra firme en que acontecer, es una vida falsa, sin raíces ni autóctona.
Necesidad del buen radicalismo, del “cardinalismo”.
No somos el cuerpo que ha perdido su sombra, sino la sombra que ha perdido el cuerpo.
Todo ello terminará en que el hombre volverá a desear frenéticamente… un mundo.
Pensamiento extraído de José Ortega y Gasset