"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

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Mostrando entradas con la etiqueta Boris Cyrulnik. Mostrar todas las entradas
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martes, 21 de julio de 2015

Recalculando ruta

“Como decíamos ayer…” . Permitidme que irónicamente comience esta entrada emulando a Fray Luis de León quien, tras cinco años de encarcelamiento, retomó las clases con sus alumnos diciendo estas mismas palabras. Y no es que aspire a equipararme con este religioso humanista, ni que mi ausencia haya sido (afortunadamente) tan larga. Me basta con haberme sentido al igual que él encarcelada pero… del tiempo y las tareas. Mes y medio alejada del blog, de responder a mensajes, de leer por gusto, de disfrutar haciendo lo que me apetece en lugar de “lo que tengo que hacer” (o mejor dicho, además de lo que tengo que hacer) debido a una sobrecarga extra en mi trabajo en la universidad junto con el resto de trabajos habituales, ha tenido un efecto en mí que hoy quiero compartir para calentar motores y retomar  la marcha.

Lo bueno que tiene parar un poco es que tomas perspectiva, algo difícil de lograr cuando vas viendo pasar kilómetros y kilómetros en este tren de la vida. A veces hacemos cosas sin darnos cuenta, por inercia, o por “improvisación” como digo yo a menudo cuando me refiero a lo difícil que es compaginar la parte técnica, con la administrativa, con la relacional, con la gestora de emociones propias y ajenas. 

Pero llega un punto en el que es imposible seguir con todo al mismo ritmo y entonces, una tachuela del destino ¡¡plaff! te invita amablemente a parar para cambiar la rueda. El tema está en que cuando la cambias y miras nuevamente al horizonte te das cuenta que has perdido la ruta. Y entonces sacas tu GPS. Pero como ahora son tan modernos estos aparatos, te encuentras que al activarlo te dicen no sólo que marques tu destino, sino que elijas la ruta más corta, la más rápida o la más económica. Y entonces ya no tienes un problema que es haber parado, sino dos…has parado y necesitas recalcular la ruta y elegir una de ellas.

No, no he pensado dejar el blog (es mi válvula resiliente). Tampoco puedo dejar mis trabajos que no solo me reportan dinero sino además muchas bonificaciones afectivas y aprendizaje experiencial. ¿y entonces? Pues me he dado cuenta en primera persona que en función de mi situación personal-profesional las coordenadas en mi propio mapa habían ido modificándose en base a las situaciones del terreno por el que circulaba sin que yo me diera cuenta, de ahí mi desorientación al parar. Me explico. Estoy habituada a ir poniendo a prueba el motor continuamente, con períodos en los que acelero más y parece que llegue a todos los sitios conservando intacto el peinado a pesar de la velocidad. Además, llegar a la meta tiene sus ventajas: satisfacción personal, reconocimiento y elogios externos, ganas de continuar el tour. Pero el coste es que vas tan rápido que no te paras a observar otras cosas igualmente importantes pero no perceptibles cuando estás en marcha. Por eso, tienes que levantar la vista dos veces para ver bien y saber seguir, pero apreciando las señales del camino.

La primera, la que te indica las renuncias que conlleva llegar a tanto, como por ejemplo, disfrutar más a menudo con “conciencia plena” de las personas que quieres.  Sentarse en el sofá, ir de compras, pasear, no hacer nada que no sea estar y ser (madre, esposa, amiga….). Siempre decimos esa socorrida frase que dice que no importa la cantidad del tiempo que se pasa en familia sino la calidad. Yo empiezo a dudar de la misma. La familia es una inversión y como tal hay que cuidar su capital, reinvertir, recoger beneficios, arriesgarse también pero con la garantía de avales tan potentes como la cohesión, la comunicación, el sentimiento de pertenencia, los rituales, los afectos. Y para eso hace falta tiempo además de calidad.



La segunda señal que puedes observar cuando paras son tus propias reacciones. Al principio de inquietud por no llegar a los objetivos. "Quiero escribir una entrada pero no tengo tiempo, he de priorizar en cinco o seis cosas que van primero"…y eso un día y otro y otro. Luego la inquietud da paso al enfado porque intentamos buscar responsables que tengan la culpa de lo que nos pasa o de lo que no podemos hacer. Del enfado se pasa a la desidia. “Bueno, pues si no puedo, ¿qué puedo hacer?". El problema es cuando de ahí se pasa a la resignación pero sin plantearte metas. Importante tomar conciencia que se acabará algún día la limitación temporal, hay que confiar en uno mismo para salir airoso de una parada y que no se note apenas. Perseverancia, paciencia, esperanza, templanza.

Y finalmente la tercera señal, lo que yo en ocasiones digo: aprender lo bueno de lo malo. ¿qué es eso? Pues que todas las situaciones incluso las más estresantes, reportan aprendizajes, no solo de contenidos, sino también de formas de actuación. No volvemos al mismo lugar del que partimos antes de la dificultad, nos fortalecemos pero además crecemos. Y no sólo eso. Como yo interprete lo que me pasa y por lo que paso puede modificar lo que viene a continuación.     


Si traduzco todo lo anterior tenemos que en el último mes y medio la adversidad en forma de tsunami laboral me ha permitido poner a prueba las tres claves que dice Cyrunik: disposición de recursos externos (mi familia principalmente, de la que he disfrutado, y mucho, pese a la adversidad y en la que pienso seguir invirtiendo), adquisición de recursos internos (introspección, reconocimiento de mis propias emociones y sobre todo, la confrontación con las mismas que me ha posibilitado darme permiso a experimentar todas ellas como parte integrada de mi propia persona sin que por ello me sienta mal), y sentido (creo haber aprendido a ser mejor profesora con mis alumnos porque las circunstancias me han forzado a ello en estas semanas, luego no me puedo quejar sino más bien agradecer el aprender a enseñar a hacer mejor sus trabajos).

Y entonces ahora que ya ha pasado todo ¿qué ruta tomo? ¿la rápida, la económica o la corta?. Pues cuando deje de escribir esto recalcularé nuevamente hacia dónde voy sabiendo que en cada destino la elección va a depender de mí pero también del camino a recorrer. Y habrá ocasiones en las que tendré que seguir corriendo por la ruta rápida pero aprendiendo de mi experiencia para no tener sustos, otras en las que tendré que ir más despacio y con ello mi consumo personal resultará más barato, es decir, el coste podrá ser asequible…y otras en las que tendré que decidir saltarme paradas en el camino diciendo que no a veces para que la ruta resulte corta y más llevadera.


Para seguir mi camino lanzo una pregunta ¿Cómo aplicar esta metáfora de las rutas en las relaciones familiares padres-hijos?

domingo, 11 de enero de 2015

"Resiliencia rima con...." ¿Qué es para tí la resiliencia infantil?. Jugando con las palabras

Feliz Año Nuevo a tod@s. Retomamos las entradas de este blog con ilusión y sobre todo con agradecimiento a todos y todas los que seguís leyéndolo. El número de visitas desde que nació hace un año y diez meses no ha parado de crecer desde entonces y eso supone para mí, por una parte una gran alegría, pero por otra una enorme responsabilidad (¡esto de las expectativas de los demás sobre una misma genera cierta inquietud!).

Por eso, para empezar este año, quisiera comenzar de un modo más informal, al estilo de como cuando acabamos el año con la entrada anterior con el acróstico con el que nuestro amigo José Luis Gonzalo me retó, mientras voy pensando cuáles serán las siguientes entradas del blog. Para ello propongo empezar el año con una especie de juego con el que intentar definir la resiliencia infantil desde una visión particular y entretenida, pero no por ello exenta de la seriedad y el compromiso que merece el concepto: RESILIENCIA RIMA CON…

¿Sabrías decir con qué rima resiliencia?.

Dice Boris Cyrulnik que existen tres fuerzas que nos permiten resistir y reconstruirnos, o lo que es lo mismo que permiten que se dé la resiliencia:
-El primer factor es la adquisición de recursos internos.
-El segundo factor es la significación que se le atribuye a los hechos.
-Y el tercer factor, es la disposición de recursos externos.

Yo voy a ser osada una vez más, e intentando clasificar diferentes conceptos -que en mi opinión tienen que ver con la resiliencia y su promoción- con los tres factores que propone Cyrulnik, voy a definir la resiliencia infantil sirviéndome de esta especie de juego de combinación de palabras que riman. A fin de cuentas, rimar no es más que ir en consonancia, ser semejantes dos partes. Y es que la resiliencia es a su vez la conjunción, la interacción, la promoción de una serie de factores en los que los recursos de la persona junto con los recursos externos que provienen de adultos sensibles y significativos, y el sentido o significado que se le otorga a los eventos adversos o estresantes, realizan un baile acompasado al ritmo de la melodía que marca el curso de la vida de cada uno/a.

Vamos allá con el juego de rimas:

  •  Adquisición de Recursos internos:Las capacidades innatas y adquiridas

RESILIENCIA RIMA CON…

…INTELIGENCIA: La capacidad de adaptación a los contextos, que favorece el aprendizaje, razonar, planificar, identificar y conquistar metas. Yo tenía un profesor que decía que inteligente no era aquel que más sabía, sino el que sabía estar en todos los sitios. Consigamos niños y niñas inteligentes y tendremos niños y niñas resilientes. Lo complicado es cómo desarrollar la inteligencia que sirve “de verdad”, dejando a un lado la memorización y el encorsetamiento que supone el sistema educativo actual ante niños y niñas que, siendo potencialmente muy inteligentes, se convierten en fracasados en entornos escolares.

…COMPETENCIA: Es el brazo articulado de la inteligencia. Ser competente es ser capaz, es poder hacer porque se dispone de las estrategias o habilidades para realizar lo que uno/a se proponga. Un niño o una niña competente sabe discriminar a la hora de aplicar soluciones (no es lo mismo defenderse ante un compañero de colegio de una crítica que ante un tutor, se requiere un despliegue de habilidades, de competencias resilientes diferenciadas aunque sea con la misma base).

   …SUPERVIVENCIA: Vivir no es sobrevivir. Vivir es disfrutar, ilusionarse, mientras que sobrevivir implica seguir adelante ante un sufrimiento sacando fuerzas para no desvanecer. Muchas veces los niños y niñas sobreviven en entornos hostiles desarrollando mecanismos de protección que enmascaran la realidad. No son niños o niñas maleducados, ni tiranos, ni agresivos...sólo se defienden sobreviviendo, porque no eligen donde y con quien viven. Pero sobrevivir no es sólo sacar la cabeza por encima del agua, es aprender a saltar olas altas y bucear en el fondo.



  • Significación o sentido: La construcción de la historia de uno/a mismo/a

RESILIENCIA RIMA CON…

…VIVENCIA: Las vivencias otorgan significados cuando entran en contacto con la memoria emocional del niño o la niña, de cómo le fue en otros momentos, de qué consecuencias positivas o negativas se han quedado asociadas a ese recuerdo. Es una responsabilidad social proveer de vivencias agradables a nuestros niños y niñas, de crear contextos en los que pueda vivir emociones que le impulsen a construir significados exentos de culpa (puede vivir en un entorno familiar caótico y maltratante, pero las experiencias que le faciliten otros contextos pueden mitigar su impacto y ayudar a elaborar otro relato más esperanzador).

…CONSCIENCIA: Para darle sentido a algo el primer paso es tomar consciencia de qué ocurre. Puede ser que mi madre me pegue pero soy consciente que no es culpa mía, que ella tiene dificultades para controlarse. Dice la Diccionario de la Real Academia Española que consciencia es “Conocimiento inmediato que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones” o en su segunda acepción como la “Capacidad de los seres humanos de verse y reconocerse a sí mismos y de juzgar sobre esa visión y reconocimiento”. Algo así como ponerse las gafas interiores para ver mejor, con claridad y discernimiento, porque sólo el que ve claramente puede entender los hechos y palabras. Los niños y niñas necesitan la aprobación y el amor de sus padres, y para ello pueden desarrollar interpretaciones erróneas que salvaguarden la imagen de estos porque es muy duro ser consciente de la realidad y aceptarla.

  …PERTENENCIA: Dice Cyrulnik: "un niño o una niña que siente que no pertenece puede generar la idea de que ni siquiera merece existir, que no puede ser querido por nadie, y esa representación mancha su autoestima. De alguna manera, la pertenencia permite crear un mundo en que se puede existir, da forma a las percepciones, ofrece espacios en los que desarrollar competencias". Si pertenezco a una familia, a un grupo, a una sociedad, puedo sentirme miembro importante…o al menos encontrar a alguien que me estime y me valore. Pero no pertenecer es sinónimo de un fantasma errante en busca de un sentido del pasado y sobre todo de un lugar donde estar/pertenecer en el futuro.

  • Disposición de recursos externos: La importancia de los adultos en la construcción de la resiliencia infantil.

RESILIENCIA RIMA CON…

   …PRESENCIA: No es lo mismo ser que estar, dice una conocida canción. De igual modo, no es lo mismo ser padre o madre que desempeñar dicho rol de manera adecuada. El niño o la niña debe percibir a nivel emocional y físico la presencia real o sentida de al menos un adulto significativo. La presencia del otro construye lazos que se tienden para sujetarse cuando el equilibrio peligra y refleja de modo especular formas de hacer y maneras de estar en el mundo desde las que aprender.

  …PERMANENCIA: La seguridad de base. No hace falta que te vea para saber que me amas. Los afectos tejen raíces invisibles a través del apego. Los niños y niñas pueden explorar su entorno sólo si tienen la seguridad de que un adulto estará disponible y atento cuando el peligro aceche. 

 …CONSISTENCIA: Sólo cuando las normas y los límites son iguales en todo lugar y ocasión sirven para ayudar al niño o niña a autorregularse. La consistencia es la autopista para llegar al control, al conocimiento del entorno y de uno mismo, mientras que la falta de la misma es una carretera secundaria con cientos de intersecciones que despistan a nivel educativo al niño o la niña. Cuando ante una misma situación hay más de una posible solución y esta es variable, no aprenden a llegar por el buen camino. Las normas han de ser coherentes y consistentes si pretenden ser educativas, de lo contrario son sólo parcialmente restrictivas pero no enseñan.


¿Qué es entonces la resiliencia infantil?. Este blog precisamente tiene este mismo nombre y aún no me he pronunciado sobre su significado. Permitidme que comparta mi particular definición de resiliencia infantil:


"Resiliencia infantil es el proceso que hace posible el despliegue de los recursos personales del niño o niña para afrontar adversidades de tipo personal, familiar o social gracias a la presencia (real o sentida) de adultos sensibles que de forma consistente y coherente permanecen atentos a sus necesidades e intereses, ofreciéndoles afecto, escucha, consejos y límites a su conducta, de manera que puedan desarrollar un sentimiento de pertenencia a un grupo donde sentirse amados/as, consciencia de su propio self y de su realidad y la capacidad de poder experimentar vivencias que favorezcan su autoconocimiento y regulación. Todo ello, si se da desde los primeros años hace que puedan desarrollar actitudes y aptitudes inteligentes que les permita adaptarse y superar dificultades y retos mediante el aprendizaje de competencias para la vida a partir del desarrollo de la resiliencia primaria. En caso contrario, siempre queda la esperanza que el niño o niña encuentre en su camino tutores de resiliencia que le ayuden a retomar su proceso de desarrollo gracias a la resiliencia secundaria que surge de la relación intersubjetiva y genuina."                                          

lunes, 22 de septiembre de 2014

Reescribir la historia. Sobre-vivir en la infancia

Lo importante no es lo que hicieron de nosotros, sino lo que nosotros hacemos con eso que hicieron de nosotros”. Esta conocida frase de Jean Paul Sarte resume, según mi opinión, el último libro que acabo de leer, “Nunca es tarde para tener una infancia feliz. De la adversidad a la resiliencia”, de Ben Furman, editorial Octaedro, lectura que recomiendo a todos y todas los que han tenido una infancia difícil…y a los que tuvieron la suerte de tenerla más fácil para que puedan comprender un poco más lo complejo de las relaciones humanas.


Comienzo reconociendo que el título del libro causó en mí el efecto deseado, desató mi interés por leerlo. Con un montón de libros pendientes en mi parrilla de salida para leer, éste logró no sólo con el título sino también con el contenido, que en dos días lo acabará (aprovecho para dar las gracias a Pilar Surjo por recomendarlo en el grupo de Resiliencia). Gracias a su fácil lectura, así como a la cantidad de ejemplos de historias reales que contiene para explicar las ideas centrales se hace ameno y entretenido.

Cuando lo leía, pensaba en muchos de las/os mamás y papás que me han escrito un email contando cómo en la actualidad sentían rechazo por sus hijos/as añadiendo a su relato historias muy duras de abusos, negligencias, desprecios y abandonos en su infancia. Para todos/as ellas/os considero que sería gratificante la lectura de este libro.  


¿De qué trata? Creo que la mejor manera de explicarlo es a través de un fragmento de Guillen Feixas, quien realiza un prólogo que recoge muy bien la idea central. Lo transcribo:

“¿Dónde está mi pasado ahora mismo? En mi sistema de memoria y éste está relacionado con mi sistema de significados que me permiten interpretar y dar sentido a mi experiencia momento a momento. O sea, que pasado y presente no están tan lejos. Está claro que están muy relacionados.
En la memoria semántica guardamos los conocimientos y significados extraídos de las experiencias vividas, y es clave para interpretar los acontecimientos de nuestra vida actual. Si en el pasado alguien “aprendió” por ejemplo, que confiar profundamente en otro conlleva con el tiempo la traición y/o el abandono, es probable que interprete así cualquier nueva oportunidad de vinculación afectiva que la vida le ofrezca. Pero ese aprendizaje se puede reestructurar. La memoria semántica no es inflexible.  Al igual que nuestro cerebro, dotado de gran plasticidad, está abierta a nuevas experiencias que pueden modificarla y transformar esa actitud reticente ante las relaciones. Y así, la persona puede recordar los hechos negativos de su pasado sin que necesariamente queden fijadas para siempre las conclusiones que en aquel momento derivó de ellos en su sistema de significados con el que interpreta la realidad en el presente. Luego, lo que cambia, no son los hechos del pasado (memoria autobiográfica), sino su significado y relevancia actual (memoria semántica). () Tener un pasado difícil no supone necesariamente una condena de infelicidad para el resto de la vida”.


Según lo anterior, podemos encontrar sentido a esas emociones contrarias que tienen algunos padres y madres y que les hace sufrir tanto cuando relacionan, de manera inconsciente, la maternidad/paternidad con su propia historia plagada de emociones y sensaciones que les hicieron sentir mal, dañados, heridos no sólo por fuera sino también por dentro. Y lo peor, con la etiquetas asociadas a esos hechos de no poder ser una buena madre o un buen padre, de no ser merecedores de afecto, de no poder respirar paz cuando lo que se respiran hondamente son los recuerdos del pasado que se personifican en el presente, cobrando forma y vida.
Además, el libro es un claro ejemplo de vida, de historias reales que rompen con prejuicios que circulan en las mentes de muchos, como que los padres y madres que han sufrido malos tratos tienen necesariamente que maltratar a sus hijos/as. Como dice el autor: “correlación no es lo mismo que causa”. Sin duda es un factor de riesgo a tener en cuenta, pero no hay una clara determinación de que ello vaya a ser así en todos los casos. Personalmente yo conozco muchos casos en que no es así, aunque no es fácil vivir con ese lastre. Una vez más, parafraseando a Boris Cyrulnik, una infancia infeliz no determina una vida

Otro de los aspectos que recoge el libro es lo interesante y terapeútico que es el enfoque narrativo, el contar la historia de uno mismo, como estrategia reconfortante para reelaborar la historia, darle otro sentido. Yo misma le digo a muchas/os de los papás y mamás que contactan conmigo o con los que trabajo directamente que narren su historia, que escriban sobre ello no solo para liberarse en muchos casos de secretos inconfesables, sino para traer al presente, con la mirada que da la experiencia vivida pero también el tiempo transcurrido, la interpretación más objetiva posible de lo ocurrido. Contar los hechos pero sobre todo los sentimientos, las emociones asociadas. Pasar de víctima a superviviente, reconocer que lo ocurrido no fue responsabilidad del niño/a herido sino de un adulto, saberse inocente y por tanto no culpable del sufrimiento sentido y de sus consecuencias en forma de conductas desadaptadas, fracaso escolar, dificultades con los iguales, etc. ¿Cómo se puede vivir y sobrevivir al mismo tiempo?


Para finalizar, os comparto que el autor recogió a lo largo del tiempo más de 300 cartas con testimonios de personas que habían tenido una infancia difícil y les pidió que respondieran a tres cuestiones, que son las siguientes:

¿Qué factores le ayudaron a sobrevivir a una infancia difícil? 

¿De qué le ha servido todo lo que tuvo que soportar de niño?

¿Cómo se las ha arreglado para disfrutar de las experiencias que se le negaron en su infancia en momentos posteriores de su vida?
 
Os lanzo yo el mismo reto que el autor del libro, si queréis responder a estas cuestiones contando vuestra historia y enviármelas,quizás descubramos algo que no es nuevo: la capacidad de una gran cantidad de personas que no sólo han conseguido superar una infancia difícil, sino salir fortalecido/a.
 

 

jueves, 24 de julio de 2014

¿Puede un hijo o una hija sentirse rechazado por su padre o madre y sin embargo quererla/le?

(No. No me he equivocado poniendo el nombre a esta entrada tan parecido a otra anterior. Tan sólo he cambiado al protagonista).
 
¿Puede haber un dolor más grande para un niño o una niña que no sentirse querido? Dicen que por amor se hacen grandes locuras, que se pierde el miedo o la vergüenza, que se pierde la razón e incluso la vida. Pero cuando no se tiene nada porque nada te dan ¿Qué se puede perder?

 
Hay una frase de Boris Cyrulnik  en una entrevista cuando es preguntado sobre cual es el vacío más grande de su vida en la que responde: “Vivir sin afecto. Vivir sin afecto es el vacío total. Es el sinsentido de la vida”.
Y cuando la vida no tiene sentido, lo que urge es buscar los medios para sobrevivir, para seguir estando en un mundo en el que parece no haber un sitio reservado para uno mismo.

Qué equivocados estamos los adultos y sobre todo los profesionales cuando juzgamos a los niños por lo que hacen en lugar de hacerlo también por lo que piensan y sienten. Si me pongo en el lugar de decenas de niños y niñas con los que he trabajado y escucho su voz interior, oigo cosas –sin caer yo también en la sinrazón- como “Prefiero que me pegue mi madre, porque así al menos se fija en mí y sus manos me rozan”, “Si me chilla mi padre es porque he sido malo y lo que quiere es enseñarme a hacer las cosas mejor por mi bien, al menos me habla”.
Rosana es una niña de 10 años a la que su madre no quiere. La historia de la madre es triste, fue una niña maltratada y una esposa maltratada…de cuya relación nació Rosana. Su propia historia la atrapa una y otra vez impidiéndole tener una mínima relación afectiva con su hija.No puede ser una madre capaz de quererla. Los intentos de la pequeña para captar el amor de su madre han ido en aumento: desobediencia, travesuras varias donde rompía cosas, problemas con los otros niños, actitud desafiante, atracones de comida en casa, robos de bocadillos en el colegio, mentiras…
 
¿Qué le pasa a Rosana? Será hiperactiva, señalan los profesionales del colegio, de salud mental y hasta los pseudoprofesionales amateurs que se atreven a dar diagnósticos gratuitos que afianzan el etiquetado de Rosana. ¿tendrá un trastorno de la alimentación? ¿es que es una niña tirana o con trastorno de conducta desafiante que no puede estar con los demás? ¿estará generando un trastorno de personalidad? A Rosana lo que le pasa es que no la quiere su madre. Y punto. Y punto y seguido…ni su padre porque se desentendió de ella, ni el compañero de su madre, ni el resto de la familia, y ya casi ni los compañeros del colegio. Por muchos esfuerzos que haga el vacío afectivo es solo eso, vacío. Solo le queda asumir que es la culpable de la situación de su madre, de su familia y hasta de ella misma, que es incluso merecedora de los malos tratos que recibe en forma de insultos, amenazas, castigos de horas enteras encerrada en el cuarto, y lo peor, la indiferencia.

En relación a todo esto, dice mi estimado profesor Jorge Barudy  que "los niños asumen a menudo el papel de culpables de sus malos tratos, para poder controlar la angustia de saberse en peligro al lado de aquellos que tendrían que amarles, cuidarles y protegerles. Los diferentes tipos de malos tratos son experiencias que provocan estrés y dolor crónico y de gran intensidad, y no sólo se trata de dolor físico, sino también psicológico, que no tiene una localización focal, pero compromete el conjunto del organismo. Otro aspecto traumático de los malos tratos es el hecho de que el dolor es provocado por aquellas personas significativas que son los padres, que dentro de sus funciones está la de ayudar a calmar el dolor de sus hijos a través del consuelo y el cariño. Además, se agrega la dificultad de construir por parte de las víctimas una explicación que le dé un sentido a lo que les ha pasado o les está pasando. Esta imposibilidad de encontrar un sentido a lo vivido es el resultado del carácter de doble vínculo que tienen los malos tratos infantiles, es decir, la paradoja monstruosa de ser dañados por aquellos que les dieron la vida y que tendrían que amarles, cuidarles y protegerles ."
Señala también con un excelente ejemplo que los traumatismos psíquicos son comparables a los traumatismos físicos,pero existen diferencias.Por ejemplo, si un niño o niña sufre múltiples fracturas como consecuencia de un accidente de tráfico tiene mucho dolor y estrés, pero el niño/a puede explicarse e integrar la explicación que le brinda un tercero sobre el accidente. El niño puede entender por qué sucedió, cómo ocurrió, quien es el responsable, etc. El niño sufre, pero no queda traumatizado.
En el caso del traumatismo psíquico, las agresiones que lo provocan, como los malos tratos, producen también estrés, sufrimiento y dolor, pero la diferencia estriba en que es mucho más difícil para los niños darle un sentido y elaborar esas agresiones.
Añade Jorge Barudy “cuando el traumatismo se produce, tiene un impacto en las diferentes áreas de la personalidad del niño. Las consecuencias pueden ser consideradas como trastornos o mecanismos adaptativos. Esto último corresponde a los mecanismos de defensa que el niño desarrolla para hacer frente al dolor. De estas consecuencias podemos citar:
  • En el área afectiva: Trastornos de la empatía, Trastornos emocionales, Trastornos de la autoestima
  • En el área cognitiva: Trastornos cognitivos ,  Trastornos disociativos, Trastornos de la identidad 
  • En el área conductual: Conductas autodestructivas, Violencia hacia los demás 
  • En el área relacional:Trastornos del apego o de la vinculación. Trastornos en la capacidad de reflexión ética (El hecho de que sean los adultos quienes provocan daño, hace que el modelo ético que recibe y aprende el niño esté condicionado por esa experiencia).

En el caso de Rosana, el daño causado por los malos tratos le llevan a adoptar un mecanismo de defensa a través de la negación de su propia realidad: la disociación. Cuando le preguntas por su madre, convencida y con una sonrisa enorme dice que es muy buena y guapa, que la quiere mucho, que si no la ve (porque la mandó a vivir con un familiar hace bastantes semanas y ni siquiera la llama) es porque está muy ocupada. Esto no es mentir. Es mucho más que inventarse una historia bonita. Es protegerse del dolor de no ser querida.
Los niños funcionan asociando e integrando sus experiencias. Al mismo tiempo, para hacer frente al dolor y al sufrimiento, tienen la capacidad de disociarse: eliminar áreas de su experiencia e hipertrofiar otras. Todos tenemos esa capacidad para disociarnos, pues así podemos no estar permanentemente conectados a experiencias o vivencias dolorosas para poder disfrutar de aspectos agradables o positivos de nuestra vida.

Si la vida pudiera ser tan fácil como apretar un botón y desconectar por un tiempo de lo que nos daña, podríamos ser más felices. Pero en tanto no se invente la máquina o fórmula que consiga esto, solo nos queda a todos y cada uno de nosotros apoyar a niños como Rosana para promover sus recursos resilientes, protegerles de contextos maltratantes mediante los mecanismos que tengamos al alcance para acabar con su sufrimiento y ayudarles a integrar su historia como víctimas de una situación injusta que no tendrían que haber vivido haciéndoles sentirse dignos de amar y ser amados y capaces de afrontar el futuro con esperanza y fortaleza....y ayudar a sus padres y madres a aprender a quererles y cuidarles con buenos tratos.
Y en respuesta a la pregunta inicial...todos los niños y niñas rechazados por sus padres o madres que yo he conocido no solo les quieren, sino que les adoran, les necesitan y no soportan que alguien habla mal de ellos/as, sintiendo un enorme dolor por la ambivalencia de sentimientos que despierta el sentirse rechazados, aunque su conducta sea atribuida por los adultos de forma errónea al no escuchar su voz interior.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Reordenando el baúl de los recuerdos

Nada se borra, simplemente creemos haber olvidado”. Así dice una de las frases con que Boris Cyrulnik nos deleita en su último  libro “Sálvate, la vida te espera”, de la editorial Debate, que desde ahora podemos disponer en español. Toda una joya de libro que he comenzado a leer en el que Boris, desde su propia autobiografía nos relata una infancia marcada por la adversidad. En la contraportada del libro definen al autor como “profundo conocedor de la mente, vivió una infancia traumática. Separado de sus padres, que fueron asesinados en campos de concentración, vivió como fugitivo, escondido en casas de familias de acogida y en orfanatos”. Una infancia dura pero con final feliz que merece ser conocida en esta más que aconsejable lectura.

La memoria y su funcionamiento es uno de los temas que trata en el libro. Pero, paremos un momento. Veamos cómo vas tú de memoria. ¿Recuerdas ese juguete que presidía muchas tardes de domingo llamado Super Cinexin? ¿Tuviste la oportunidad de tenerlo?¿Recuerdas el sonido del mecanismo con una manivela que hacía accionar el aparato y que era, por cierto, el único sonido que se escuchaba pues solo proyectaba películas mudas?. Lo particular de este proyector y que le daba un valor añadido era que tú podías elegir la velocidad a la que querías proyectar la película moviendo tan sólo la manivela más o menos rápido. Pero lo mejor, sin duda, era poder accionarla en sentido contrario y retroceder en las escenas, todas las veces que quisieras, recrearte, pararte, avanzar, volver al inicio. E interpretar la historia pues sólo había imagen. Algo así como nuestra propia memoria sobre nuestra vida, que podemos de manera voluntaria (e incluso a veces de forma involuntaria) recrear escenas concretas conectando unas con otras con diferente tipo de nitidez.

Te invito a ver una de esas películas del Cinexin pinchando encima de la imagen (tiene una calidad bastante mala, por lo que te aconsejo que no pongas la opción de pantalla completa).
 ¿Cuál es el mensaje que pretende transmitir?¿Qué recuerdos afloraron en ti? ¿Alguna emoción en particular? ¿Conectaste con alguna escena de tu vida? Posiblemente si todos y todas respondierais no diríais lo mismo, sino que en función de la propia experiencia (incluso si sois más jóvenes y no ha formado parte de vuestros juegos), vivencias, conocimientos…habría diferencias.  Seguramente la primera pregunta tendría respuestas más parecidas pero el resto no. Y , si tuvieras que organizar tus recuerdos en una película, ¿Qué recuerdos enlazarías?¿ Coincidirían con los recuerdos de las otras personas que han compartido esos momentos contigo? .
 
Según Boris Cyrulnik “Nadie otorga el mismo significado al mismo hecho. La emoción atribuida a la escena conservada en la memoria depende de la historia del sujeto, lo que significa que, ante una misma situación, cada uno se construye recuerdos diferentes…Es el contexto el que atribuye un significado al hecho presente.”
 
Y luego está cómo la mente organiza esos recuerdos.
Cuando Boris habla de sus vivencias y las analiza llega a la conclusión de que había organizado sus recuerdos para dar coherencia a la representación del pasado, para poder soportarlos sin angustia. La representación de los hechos le tranquilizaba, pensar que había personas que se habían interesado por él aunque otros quisieran matarle por ser judío restaba sentimientos dolorosos y aumentaba los sentimientos de esperanza.

Cuando la memoria es sana construimos una representación de nosotros mismos coherente y tranquilizadora. La persona que tiene una memoria sana pone de relieve algunos objetos, algunas palabras y algunos acontecimientos que constituyen una representación clara. Una memoria traumática no puede construir una representación de uno mismo que proporcione seguridad, porque al evocarla se rememora de nuevo la imagen del choque. En la memoria traumática, un desgarro increíble fija la imagen pasada y enturbia el pensamiento.”
 
La memoria traumática es una alerta constante para un niño herido: cuando ha sido maltratado, adopta una actitud de vigilancia inmóvil.” En mi trabajo con niños y niñas en situación de riesgo o que han vivido experiencias traumáticas constato en una gran mayoría de casos un estado de hipervigilancia (continuo estar alerta, pendiente de todo) que muchas veces es etiquetado como TDAH. ¿Cómo no van a estar alterados en su conducta, cómo van a atender en el aula, si su contexto de vida no le garantiza la seguridad mínima que necesita cualquier persona para desarrollarse…o si su memoria traumática está en continua activación interfiriendo en prácticamente todas las áreas de su vida?.
 
Dice Cyrulnik que “esta influencia de la memoria traumática provoca reacciones que alteran la manera de relacionarse….Prisionero de su hipermemoria, fascinado por una imagen terrible, el herido no está disponible para lo demás. Ha perdido la libertad de tratar de comprender y de hacerse comprender. Aislado entre la gente, se siente solo, expulsado de la condición humana: “No soy como los demás…¿un monstruo tal vez?” . Esa es la etiqueta que se/le pone él mismo y/o su entorno cuando no hay respuestas coherentes a su conducta.
 
Hace poco escuché en televisión, a propósito de un proceso judicial sobre un caso mediático en el que se cuestionaba que en el sumario no había determinados documentos que siguiendo la máxima del derecho “lo que no consta en sumario, no existe”. ¿Podemos decir eso de la vida de niños y niñas que han pasado situaciones muy adversas, algunas terribles, y que no constan nada más que en su memoria, que es la parte que no se puede “probar”? ¿Dejan de ser importantes para explicar su conducta por no estar explícitas?
 
Lo importante: existe esperanza de poder sanar e incluso existe la esperanza de proteger  y ayudar a los niños antes de que ocurra la adversidad. En el primer caso, Boris afirma que “ese tipo de memoria parecida a una huella biológica no es inexorable, aunque esté grabada en el cerebro. Evoluciona en función de las relaciones que hacen que el cerebro reaccione de manera diferente. Cuando el medio cambia, el organismo que recibe otros estímulos ya no segrega las mismas sustancias.”. Luego la resiliencia secundaria es sinónimo de esperanza y mejora.
Por otra parte, afirma Cyrulnik que “los dos factores de protección más valiosos son el apego seguro y la capacidad de verbalizar. El hecho de ser capaz de hacerse una representación verbal de lo que nos ha sucedido y de encontrar a alguien a quien dirigir ese relato facilita el control emocional. El sentimiento de seguridad impide que la memoria visual se apodere del mundo íntimo e imponga en él imágenes de horror. Todos los traumatizados tienen una buena memoria de imágenes y una mala memoria de palabras….El desarrollo que debilita el alma, y en caso de desgracia, permite que se origine un síndrome traumático está determinado por un aislamiento sensorial y una dificultad para verbalizar, que son anteriores al trauma. Eso explica por qué, en una situación de horror, quienes han adquirido seguridad y han aprendido a comunicarse están menos traumatizados. Sin embargo, cuando hay que sobrevivir en condiciones adversas, los microtraumas repetidos a diario, puesto que aíslan e impiden la palabra, acaban por imbuirles una vulnerabilidad de la que antes se habían librado. Vivir en condiciones adversas provoca alteraciones neurobiológicas análogas a las de un trauma manifiesto: reducción del volumen hipocámpico que altera la memoria e impide controlar las emociones.
 
En la memoria traumática se impone un recuerdo. La persona aislada ha adquirido una vulnerabilidad neuroemocional. Si además domina mal el instrumento verbal o si su medio le impide hablar, se reunirán todas las condiciones del sufrimiento traumático; una vez fijada en la memoria, el sujeto prisionero de su pasado no puede dejar de pensar en él y de padecer la evocación de los recuerdos.”
 
"Si antes del trauma el sujeto había adquirido seguridad y hablaba correctamente, si después del trauma obtuvo el apoyo necesario y fue escuchado, la memoria evoluciona porque está sana. En ese caso, la representación de lo que le ha sucedido cambia con el tiempo y según el contexto familiar y cultural. Cuando la memoria está sana, los recuerdos se organizan.”

Apego seguro y verbalización, dos poderosas armas para defenderse ante acontecimientos desestabilizadores o traumáticos….
Vuelve a la película Cinexin con los recuerdos de tu historia de vida. Ponle ahora no sólo imágenes sino también verbalizaciones asociadas  a los recuerdos. Pásate al cine sonoro pero esta vez detente en aquellos momentos que supusieron una adversidad para ti y piensa el sentido que tenía entonces y la interpretación que ahora das de aquello. Investiga preguntando a otras personas sobre aquellas situaciones...Quizás compruebes, como dice Boris, que ¡retocaste tu memoria para hacerla más soportable!

Seguiré con la lectura y continuaré compartiendo.

 
 

jueves, 29 de agosto de 2013

Tejiendo vínculos, tejiendo resiliencia. De la burbuja sensorial al discurso narrativo de sí mismo

Recurrir a los clásicos es sin duda una fuente inestimable de conocimiento en este apasionante aprendizaje sobre la resiliencia infantil. Y en esta ocasión toca uno de los grandes con mayúsculas: Boris Cyrulnik. Su experiencia y formación como neurólogo, psiquiatra, psicoanalista y etólogo y su propia historia de vida le convierten en todo un tótem de la resiliencia, dejando un legado al mundo con sus escritos que no dejan a nadie indiferente.

En esta entrada comparto con vosotros la contribución que este magnífico representante de la resiliencia realiza en el libro “El realismo de la esperanza”, de la Editorial Gedisa.

Una de las metáforas que más se asocian con este autor y que aquí aparece es la de la resiliencia como un tejido vincular, como un jersey que se está continuamente tricotando a través de las relaciones que se establecen con los otros.

Si me paro a recordar cuando yo aprendí a tejer con dos agujas, recuerdo lo difícil que resultaba hacer la primera fila. Primero se agarraba una de las agujas con la mano izquierda (los que somos diestros) pero para ello había que tener suficiente firmeza para sostenerla, pero al mismo tiempo una cierta flexibilidad para moverla al son que marcaba la mano derecha. Con ésta, se agarraba el hilo dejándolo pasar entre dos dedos acercándolo a la aguja y trabando un nudo que quedaba sujeto firmemente a la misma, y así sucesivamente hasta que se completaban uno a uno los nudos que se consideraban necesarios para comenzar la obra.
Después de ello venía lo más complicado: comenzar la primera “vuelta”. La dureza de cruzar una aguja con otra y pasar la hebra entre ellas es al principio complicada, porque se está tejiendo la base del jersey y se han de adaptar los elementos y la relación que entre ellos comienza a establecerse, pero una vez que se ha gestado esta primera etapa se inicia un baile, aguja con aguja, haciendo girar la hebra al ritmo que marca la destreza de las manos y el entusiasmo que quien lo realice pone en ello. Algo muy parecido a la danza afectiva que se establece entre el bebé y sus padres, a la melodía que marcan las conductas de apego y las respuestas sensibles de los cuidadores, que van haciendo anudar una relación que favorece la resiliencia. Al principio, padre y madre afrontan una labor que necesita acoplarse mano con mano, aguja con aguja. Después...la obra ha comenzado y se desarrolla según sus particularidades dependiendo del grosor del hilo, del tipo de punto que se emplee, de la habilidad de los tejedores...

¿Cuando comienza a construirse la resiliencia?

En palabras de Cyrulnik: “La resiliencia del niño se construye en la relación con el otro, mediante una “labor de punto” que teje el vínculo. La comunicación intrauterina, la seguridad afectiva desde los primeros meses de la vida y, más tarde, la interpretación que da el niño a los acontecimientos son otros tantos elementos que favorecen la resiliencia.” Es por ello que conceptos como resiliencia, apego y competencia parental están tan fuertemente unidos. Podemos decir por tanto que la resiliencia infantil comienza a desarrollarse antes incluso de que el niño o la niña nazca, con esa comunicación sensorial, que conlleva un contacto imaginario que se forja a través de las propias expectativas maternas y paternas que se tiene sobre él o ella, así como de las circunstancias que rodean a la llegada de este nuevo ser. Una vez que nace, es la base de seguridad que suponen para el niño o la niña las figuras de apego lo que irá fortaleciendo a su vez su interés por el mundo, por descubrir más allá de su yo. La formación de un apego seguro va a influir positivamente en la percepción que tenga de sí mismo, de los demás y de la relación, es decir, de la interpretación de su mundo y sus vivencias (lo que comentábamos en otra entrada de este blog que se conocía como modelo interno de trabajo).
 
Boris hace referencia también en este libro a los determinantes genéticos como el temperamento (que a diferencia del carácter es el legado biológico) bajo la premisa de que lo importante no es la distinción entre innato/adquirido sino la relación que se establece entre ambos. O lo que es lo mismo, la relación que el adulto establece con el niño o la niña la equipara en base a la siguiente metáfora:
“El temperamento designa el modo en que los bebés traban relación con un tutor, con una mano tendida, con una palabra, con la estructura sensorial que les rodea y que les ayuda a desarrollarse en tal o cual dirección. Esta es la razón de que me permita establecer una analogía entre el temperamento y un jersey”…“Regresemos a la metáfora del jersey, que consiste en decir que un niño solo no tiene ninguna oportunidad de desarrollarse, que un niño herido y solo no tiene ninguna oportunidad de convertirse en resiliente. Es preciso que, antes del hecho traumático, haya quedado grabado en el fondo de su memoria algo que haya creado una estabilidad interna que le permita hacer frente al encontronazo y reanimarse después. Es preciso que unos cuantos tutores de desarrollo ofrezcan al niño “hecho pedazos” la posibilidad de trabajar ese acontecimiento traumático, primero en la esfera sensorial, antes de los primeros 15 o 20 meses, y más tarde en la esfera verbal. Después, deberá representárselo en su discurso íntimo, en su identidad narrativa, y sobre todo en el discurso social, con el fin de favorecer el proceso de resiliencia.” El temperamento del bebé va a tener un papel importante en la respuesta del adulto. Y a su vez sobre ésta intervienen otros factores, pero lo que está claro, muy claro, es que la resiliencia no surge por sí sóla, sino que, incluso en los casos en los que aparecen acontecimientos traumáticos, se precisa una mínima base de estabilidad interna para que el niño pueda dasarrollar sus factores resilientes. La representación que el niño o niña hace sobre esos acontecimientos traumáticos no va a ser siempre fácil, principalmente si éstos ocurrieron en la fase preverbal en la que no puede utilizar el lenguaje para interpretar lo ocurrido, además de darse una mayor afectacion en su desarrollo en otras áreas. De ahí la importancia de los primeros años.

Habla Cyrulnik asimismo de una ecología afectiva en la cual va a desarrollarse el niño y que está muy influenciada por las historias del padre y de la madre en tanto que sus actitudes y modos de expresar afectos están a su vez condicionadas con sus propias vivencias:
                                                                                           
“La historia de los padres organiza la burbuja sensorial, y los niños, tanto si adquieren como si no los recursos que les habrán de permitir defenderse y reanimarse en ocasión de los inevitables pequeños pesares, lo harán en todo caso sometidos al efecto de esta expresión del medio. La estabilización de un rasgo temperamental consiste en tejer una serie de procesos biológicos y de relación. Dicha estabilización se produce de forma biológica; por un lado, a través de los sentidos: tocar, hablar, oler, acariciar, alimentar, limpiar; por otro, por efecto de la historia de la pareja parental. Por consiguiente, es la organización del medio lo que pone en marcha un rasgo de estabilidad interna, ya que el niño habrá aprendido a resistir o a ser vulnerable”.

Para Boris la burbuja sensorial del bebé se va formando con las representaciones mentales de los padres y las conductas que llevan a cabo en base a ellas, llenando así de significados el entorno. Una madre que ha vivido la maternidad como una responsabilidad enorme en un el momento de su vida en el que atraviesa una depresión posiblemente tiene una representación mental de ello del tipo "no puedo cuidarte bien", transmitiendo al bebé un mensaje que no facilita la resiliencia.

Los niños necesitan una atmósfera sensorial pautada y consistente para  poder regular y estabilizar su mundo interior. Estas pautas y los rituales que se organizan constituyen uno de los organizadores primarios de resiliencia, dan estructura y orden. Cuando estos comienzan a desarrollarse, la existencia de otras personas permiten al bebé reconocer que hay otras fuentes de satisfacción y protección disponibles y con ello descubrir nuevos vínculos afectivos que facilitan la promoción de la resiliencia.


Pero…¿y si el jersey tiene jirones, se engancha, se rompe la hebra afectiva o aparecen nudos difíciles de quitar? En este caso, Cyrulnik habla de la posibilidad de transformación del acontecimiento traumático en vergüenza u orgullo a partir de las relaciones del niño o la niña con su entorno y el mensaje que desde éste recibe:

 "Comprender los mecanismos de la agresión puede ayudarnos a comprender los mecanismos de la reparación. Desde luego, el niño conservará probablemente una huella cerebral, pero la plasticidad del cerebro es tal que este problema puede compensarse. Más tarde, entre los 3 y 7 años, el dominio del lenguaje permitirá que el niño habite una identidad narrativa: “Yo soy el que, o la que, ha padecido este descalabro en su vida”.Los mecanismos de resiliencia dependerán entonces del discurso que el niño haya hecho sobre sí mismo. Puede suceder que el descalabro quede transformado en vergüenza: “siento vergüenza por haber conocido este hecho traumático cuando era niño”. Se producirá una divergencia en la personalidad, el niño funcionará con una parte aparentemente sana de la personalidad, conservando al mismo tiempo un sufrimiento secreto durante toda su vida.

Sin embargo, esta reacción no es inevitable, ya que basta con que el discurso social cambie para que la vergüenza deje paso al orgullo. En esas condiciones, la divergencia desaparece en algunas semanas, o en algunos meses, y el jovencito o jovencita vuelven a estar “enteros” y afirman: “Consigo que me quieran por la totalidad de lo que soy”. Se observan entonces unas reanudaciones de desarrollo maravillosas, lo que ya no tiene nada que ver con la biología. Esta transformación viene provocada por el discurso íntimo de la persona y como consecuencia del efecto del discurso social”.

Cuando el discurso social y el discurso íntimo se funden dan paso a la autoimagen del niño o la niña, al concepto que de sí mismo y de su vida tiene. Cuando lo que le reflejan los otros es una representación de persona valiosa, con cualidades que no tienen por qué ser necesariamente acotadas al éxito escolar (aunque no le resto importancia al mismo), cuando le hacen sentir una alguien digna de ser querido y capaz de amar, y cuando confían incondicionalmente en él o ella como persona aunque su conducta a veces no sea adecuada, la narrativa de sí mismo comienza a cambiar y con ello aumenta su capacidad de vincularse con otras personas que le acompañen en este continuo ir tejiendo su vida.

Etiquetas si, pero positivas. Amable, simpático, generoso, gracioso, honrado, fuerte, valiente, resiliente....

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