"Solamente dos legados duraderos aspiramos a dejar a nuestros hijos: uno raíces...el otro, alas"

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jueves, 8 de abril de 2021

Janire, la historia de una adopción , historia de resiliencia

 

Este olvidado blog renace en primavera, después de mucho tiempo empolvado, para honrar y encomiar la valentía de una joven, Janire Goizalde, por contar al mundo entero su esperanzadora historia personal.

Janire, en su libro “Una nueva vida florece. La historia resiliente de mi adopción” (Editorial Sentir) y de la mano del excelente psicólogo y traumaterapeuta José Luis Gonzalo Marrodán, así como de Cristina Herce, también traumaterapeuta como José Luis de la Red Apega y psicóloga que dirige el grupo de familias adoptivas de Gipuzkoa-Ume Laia, y la psiquiatra Carmen Ortíz de Zárate, ha querido regalarnos un testimonio que va mucho más allá de la descripción de hechos vitales. Su relato es un canto a la esperanza, a la confianza en uno mismo y en los otros, pero al mismo tiempo es también un espejo que deja al descubierto la dura y triste realidad de muchos niños y niñas, hijos e e hijas de la adversidad temprana.

                                         


Janire nos muestra, con su relato sincero, claro y directo, cómo las garras de la negligencia y de las incompetencias parentales pueden robar el curso de un desarrollo cerebral sano que se trunca por la vulnerabilidad con que nacemos, que nos hace ser extremadamente frágiles sobre todo los primeros años (justo los que Janire pasó con su familia de origen), pero en ese mismo relato podemos apreciar, sin duda, otro maravilloso fenómeno, el de la resiliencia secundaria, que posibilita ese renacer del que nos habla ya el título de este precioso libro. Renacer significa volver a nacer, devolver a la vida. Una vida repleta de experiencias que suman y restan nuestra balanza de felicidad. Yo espero que la de Janire esté cada vez más orientada hacia la paz, la armonía y la confianza.

Sería injusto hablar de Janire sin honrar a quienes fueron, estoy segura que sin quererlo, los responsables de sus dificultades actuales y pasadas. Sus padres biológicos no supieron hacer la bonita y difícil tarea de cuidar y proteger, pero sin ellos hoy no estaríamos escribiendo estas líneas, ni los amigos y el entorno cercano de Janire podría disfrutar de sus risas y abrazos. Gracias a ellos la vida de Janire, la que ahora florece nuevamente, se escribe en un calendario que le recuerda a ella y al resto, que honramos también su nacimiento.

El relato de Janire nos habla -desde la distancia emocional que surge cuando lo vivido ha superado nuestra capacidad para integrarlo dentro de la experiencia-, de recuerdos, algunos muy duros, tanto que como ella misma refiere “bueno, en algunas cosas sí que me afecta, aunque no lo quiera admitir delante de la gente y más de mi familia y mi psicólogo”. Las defensas de evitación y de idealización juegan su papel para alejarse del sufrimiento, pero esto es, también, una prueba más de que el cerebro de Janire busca la que cree la mejor estrategia para evitar el dolor emocional. Una joven valiente como ella también tiene miedo, a veces a sus propias emociones.

La naturaleza humana nos sorprende con tantas y tantas paradojas… pero una de las más sorprendentes es el emerger de la resiliencia. Janire, no pierdas nunca la capacidad de reconocer, valorar y buscar el apoyo que las personas de tu red sociofamiliar te ofrecen, sé detective de tus emociones y de los mensajes que los demás te mandan. Descifrarlos es, y seguirá siendo mucho tiempo, como un jeroglífico, como un lenguaje que has de descifrar en este repertorio tuyo de habilidades de supervivencia. 

Para entender estas habilidades de supervivencia tan necesarias, Ana M. Gómez (2016) nos habla de una metáfora que tiene que ver con aquello que algunos niños y niñas tuvieron que aprender. Nos cuenta que, si en el pasado tuvieron que ir a vivir al Polo Norte, tendrían que llevar una vestimenta acorde con ese clima, con mucho abrigo para no congelarse (la familia biológica añado yo). Luego, si vamos a vivir a otro lugar donde hay otro clima más caluroso como Arizona en verano (aquí yo diría la familia adoptiva), la ropa que te acompañaba antes y que te venía super bien, ahora ya no te sirve, pero no solo eso, ahora un abrigo pesado o unas botas calentitas te complican la vida.  Eso es lo que ocurre a muchos niños, niñas y jóvenes como Janire, que continúan muchas veces llevando el peso de un “traje” que no tiene sentido usar en la actualidad, que pesa, pero del que no se pueden despojar fácilmente porque en ocasiones se convirtieron en la segunda piel, la que sirvió para protegerse. Yo diría, usando una expresión graciosa y coloquial, que hay un fallo en el “mapa del tiempo emocional”, como el de la televisión cuando anuncian el tiempo que se espera, pero en este caso referido a como están y cómo se sienten los otros y nosotros mismos. Los niños y niñas que tuvieron adversidad temprana y de forma crónica durante mucho tiempo no aprendieron a interpretar los estados emocionales propios y de los demás y por eso tienen dificultades para interpretar bien las leyendas que recoge el tiempo que se espera "soleado, nublado, con lluvia o con tormenta". Y luego pasa lo que pasa, que si llueve y no cojo paraguas me mojo, pero si hace un sol esplendoroso y no he sabido entender el símbolo que me avisaba, me ahogaré de sudor y no disfrutaré de ese clima tan estupendo. Esa desregulación en la atención, la anticipación y la respuesta es lo que hace que cuesten tanto las relaciones interpersonales y acaben siendo borrascosas la mayor parte del tiempo!!

                                                       Foto fuente: Aristasur

El trabajo terapéutico y el acompañamiento de lo que desde la Red Apega llamamos la BASE (la madre adoptiva a quien desde aquí envío todo mi reconocimiento y admiración, y los profesionales que la han acompañado todo este tiempo) seguro que conseguirán que Janire pueda aprender más la climatología emocional para relacionarse mejor con los otros. 

El libro de Janire nos regala vivencias subjetivas, una historia narrada en primera persona con terceros protagonistas. Tras el relato narrado de Janire hay todo un tratado profesional que recoge la intervención que durante 8 años ha venido realizándose. De una manera detallada, sistematizada y descrita de forma magistral se recoge, desde el modelo de Traumaterapia Sistémica Infanto Juvenil de Barudy y Dantagnan (desde el que me siento gratamente identificada al ser el modelo que me permitió tener otra mirada más humana y comprensiva ante el dolor de la infancia y la adolescencia), todo un lujo de objetivos, procedimientos e incluso algunas técnicas de lo que ha venido siendo el trabajo con Janire. José Luis plasma, desde la humildad y honestidad que le caracteriza, toda una gama de contenidos teóricos y conceptos técnicos, al tiempo que un elenco de emociones, sensaciones que se dejan entrever, me atrevería de decir de desnudez profesional, para llegar a transmitir al lector la complejidad del trabajo realizado.

Se destaca, como no podía ser de otra manera, la necesaria coordinación con la psiquiatra de la joven, pero si hay algo que no puedo obviar nombrar es la generosa aportación de Cristina Herce, desde una profesionalidad exquisita, mezclando la historia de Janire y su madre adoptiva con ese acompañamiento en la crianza terapéutica a nivel grupal donde lo individual se diluye y se entremezcla el apoyo mutuo, la comprensión y la incondicionalidad. Subestimar este trabajo en la revisión histórica de este caso de estudio y análisis supone ofrecer una visión parcial y errónea del proceso. No hay individualidades sin más, todo niño, niña o joven pertenece a una familia y en ella (y con ella) se relaciona con otros contextos. Desde el Centro Lauka que Cristina dirige saben bien de ese buen trato dispensado a los que tienen que aprender a tratar bien pese a las circunstancias adversas por duras que sean, a las familias de acogida y adoptivas. Vaya aquí también mi reconocimiento y admiración a Cristina y las profesionales que con ella trabajan.

Quisiera terminar dirigiendo unas palabras a Janire en exclusiva.

Decirte, Janire, que quiero compartir contigo una frase que me gustaba mucho cuando era joven como tú: “Por muy larga que sea la tormenta el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”. Para mí, es una frase muy cierta, siempre hay ilusiones, pequeños proyectos, cosas por hacer, que no pueden empañarse por las dificultades que a veces nos hacen pensar en tirar la toalla. La vida es recorrido, podemos volver al pasado mirando para atrás pero no olvides que el presente te pertenece, no te pares, que tu mirada vaya en la dirección de ese sol que brilla.  Acabo con una frase de Pablo Arribas (2016), que dice: “Quizás no podamos alcanzar la luna por nuestros propios medios, pero si podemos rodearnos de tres tipos de personas: las que no nos digan que es imposible, las que quieran venirse con nosotros y las que, con sus conocimientos, nos ayuden a construir nuestro cohete” Como tú misma dices en el libro: Resiliencia, según la canción de Rafa Espino es preguntarnos “¿Quién soy?, ¿Adonde voy? y ¿Quién viene conmigo?. Ojalá en tu vida sigas acompañada por aquellos/as que te ayudan a seguir creciendo, mujer resiliente. 


Con afecto, Conchi.

 


Referencias

Arribas, P. (2016). El universo de lo sencillo. Penguin Random House Grupo Editorial. Barcelona.

Goizalde,J..  Gonzalo, J.L., Herce, C. y Ortíz de Zárate, C. (2020). Un nueva vida florece. La historia resiliente de mi adopción. Marcombo. Madrid.

Gomez, A. (2016). Terapia EMDR y abordajes complementarios. EMDR Biblioteca. Sevilla.

 

 

 

martes, 11 de diciembre de 2018

Cuento de Navidad para esos niños y niñas que sueñan


Os invito a leer este cuento de Navidad que he escrito, distinto y a la vez tan mágico y entrañable como todas las historias que tienen lugar en estas fechas tan señaladas. Espero que os guste.

Dedicado, con cariño, a todos los niños y niñas adoptados:

Eran las 16.30 horas de un día cualquiera. Uno de esos días en los que la desgana se columpiaba dulcemente desde un extremo a otro de la clase, haciendo un guiño travieso que impedía prestar atención a la maestra. Sólo la alegría de saber que faltaban cinco días para las vacaciones de Navidad era lo único que despertaba una sonrisa a Martina. Solo cinco días y podría respirar, sin tener que hacer esos malditos deberes que no entendía, aunque lo intentaba hasta rabiar, por mucho que los profesores no se dieran cuenta de su esfuerzo. 

-“Hoy leeremos un cuento de Navidad, ¿quieres empezar tú, Lucia? “, dijo la profesora.

Los ojos de Martina cobraron luz de repente. Le gustaba mucho escuchar cuentos. Le recordaba a su madre cuando cada noche, desde su llegada a casa, al ir a dormir le leía una historia. Contar cuentos es mucho más que contar historias, es dejar fluir la imaginación desde lo real a lo imposible, de la certeza a la fantasía. Lucía, su compañera, empezó a leer en alto una bonita historia que hablaba de unos pastores que caminaban perdidos en una tarde de diciembre cuando se dirigían a una aldea en busca de una estrella. Martina escuchaba atenta el relato, entre entusiasmada y curiosa. Su capacidad de atención, seriamente defectuosa para las tareas escolares, se veía asombrosamente desarrollada cuando algo le atraía. 

Mientras escuchaba, un pequeño rayito de sol, que entraba desde la ventana que estaba a su derecha, se posó sobre su retina, deslumbrándola. Miles de luces doradas aparecieron en ese momento destelleando y atrapando a Martina en una especie de túnel monocromático en el que se vio transportada, como si de un largo tobogán dorado se tratase.

-“¿Dónde estoy? “, se preguntaba, mientras miraba de un lado para otro.

No había visto nunca ese lugar. Solo recordaba la intensa luz que entró en sus ojos y, de repente, ese extraño lugar. Se deslizaba sin hacer ningún esfuerzo hacia un remanso de luz que había a lo lejos. Cuando llegó por fin, se detuvo en una especie de haz de luz que parpadeaba tímidamente, y quedó allí sentada. Nunca había estado allí antes. A decir verdad, no era ni siquiera un lugar como los que ella conocía. Todo estaba a oscuras, salvo el haz de luz que hasta allí la trajo, y pensó ¿qué hacía ella allí?.

De repente, una especie de ventana con forma redonda se abrió, y poco a poco comenzó a deslumbrarse a lo lejos algo que semejaba ser una casa. Allí, en una de las estancias, había una cuna de madera, desgastada pero limpia. Una niña jugaba en su interior balbuceando cortos sonidos mientras sonreía ella sola al escucharse.  Su madre estaba en un rincón de la sala haciendo con barro una figura que parecía ser un jarrón. Sus ojos, tristes y apagados, apenas se abrían lo suficiente para mirar de reojo a la niña, mientras sus manos deambulaban por el barro sin llevar un certero ritmo. Sólo sujetaban levemente la figura que iba forjándose, pero que aún se encontraba por definir cómo sería su aspecto final. Su lánguida cara reflejaba pesar y tristeza.

-“¿Sabes quiénes son? “, le dijo a Martina una vocecita que escuchó por detrás de ella.

Se giró rápidamente y pudo ver una especie de pequeño duende con orejas de elfo, un gorro verde a rayas del que lateralmente caía un enorme pompón blanco, un pantalón rojo con cinturón y unas babuchas acabadas en punta.

-“¿Quién eres tú?”, gritó Martina sorprendida.

-“Soy Max, uno de los duendes de la Navidad. Siempre he vivido en tu mente desde aquella mañana en que tu mamá te trajo al mundo. Ella deseó cuando tú naciste que nunca te pasara nada malo y que la felicidad te acompañara. Y en ese momento surgí yo, para acompañarte en cada Navidad. No me has visto antes porque andas siempre un poco enfadada cuando se avecinan estas fechas. La rabia es mi enemiga y, aunque llevo nueve años intentando hablar contigo, no había sido posible hasta hoy. “ 

 - “¿Nueve años?, ¿llevas nueve años conmigo?, !Que cosas tan extrañas cuentas¡. ¿Seguro que no eres una pesadilla de esas que a veces me molesta por las noches? “.



-“Tranquila, estoy aquí para enseñarte algo. ¿Ves eso de ahí abajo? Dijo señalando a la casa. “¿Ves a esa mamá y a esa niña?. Eres tú. Esta es tu historia antes de que te adoptaran esos papás que te quieren tanto.” 

-“¿Soy yo?” Dijo poniendo los ojos como platos. “Si soy yo… ¿Porqué no pude seguir allí? ¿Qué pasó para que me abandonara? ¡Era muy pequeña!. ¿Qué hice mal para que mi madre no me tuviera con ella? “.

-“Entiendo tu pesar, debe ser muy difícil pensar en ello. Es normal que te pongas triste y hasta un poco enfadada. Pero mira, mira ahí abajo. ¿qué más ves? Esa mamá está muy triste porque ha tenido que tomar una decisión muy difícil. Mira sus ojos, están vidriosos de tanto llorar. No puede cuidar de su pequeña”.

-“¿Pero por qué?¿dónde está ella ahora?¿qué va a pasar con mi historia?¿porqué no pudo cuidarme? ¡Si me hubiese querido no me hubiera dejado!”.

Casi sin que pudiera terminar, empezaron a llover del cielo cientos de copos de nieve en forma de interrogante. Los había de muchos tamaños y formas. Unos más grandes y redondeados, otros más finos y con forma cursiva. Formaron de repente una tormenta de figuras que dejaron un enorme manto blanco en el suelo de ese misterioso lugar.

- El pequeño duende contestó: “No tengo respuesta para todas tus preguntas, pero tengo unas cuantas preguntas sin respuesta…¿Hasta cuando vas a sufrir por algo que quizás nunca sepas?¿Qué es peor, sufrir por lo que pudo haber sido y no fue, o disfrutar de lo que afortunadamente ha sido? No tenemos siempre un porqué a nuestro alcance para muchas de las cosas que ocurren. Un accidente que deja en silla de ruedas a alguien, un ser querido que se muere, un incendio que arrasa una casa, las guerras, el hambre, la soledad de muchas personas. En todas ellas, cuando sobreviene la desdicha, existen dos caminos: uno, el del lamento y la pasividad, el otro el de la aceptación y la lucha por seguir adelante. Tú no elegiste venir a este mundo, pero gracias a alguien que lo decidió por ti, hoy estás aquí. Y tienes la oportunidad de decidir cómo quieres que te acompañe tu historia.”

Mientras iba hablando la niña iba calmándose cada vez más y más. De repente, el elfo paró de hablar y señaló con el dedo hacia la ventana donde estaba la madre trabajando ese barro cada vez más endurecido. Martina y él pudieron observar como un rayito de sol, muy parecido al que entró por la ventana de la niña, hizo su aparición de forma repentina. La mujer, por primera vez sonrió mientras el rayito entraba en su retina y como si de un hechizo mágico de Navidad se tratara, comenzó a verse reflejado en el cielo un haz de luz que unía, de manera única, los ojos de Martina con los de aquella mujer. De su boca salió un pequeño susurro que decía “mi niña, se feliz allí donde estés”, mientras seguía con los ojos bien abiertos para no dejar escapar ni una pizca de esa luz que unía a las dos.



El timbre que anunciaba el final de la clase sonó. ¡Ya eran las cinco!.

-“Martina, despierta, que estás embelesada y ya es hora de marcharnos a casa”, le dijo Pedro, su compañero.

 La niña hizo un ademán como de despertar de un sueño ¿o quizás no lo soñó y fue cierto?. No lo sabremos, no tenemos respuestas para todas las preguntas. Pero siempre tendremos historias para contar en Navidad.


Por Conchi Martínez Vázquez


domingo, 16 de octubre de 2016

La magia existe. Carta a mi hermana de acogida

La vida regala momentos únicos, impensables en la biografía inicial de un niño. Solo la magia de la resiliencia, del vínculo establecido entre el niño herido y quienes con su amor sanan día a día sus heridas, puede explicar la transformación.
Hace un tiempo conocí a un niño muy especial. Su historia también lo es, pero no la que se remonta a tiempos muy lejanos (quizás tristemente parecida a otras en las que la incompetencia parental tiene efectos devastadores), sino a su evolución, al modo en que la entrega, el afecto, la aceptación y la esperanza han hecho que, en contra de lo esperable, nuestro niño esté logrando avances espectaculares. Su familia de acogida son los responsables del maravilloso cambio. Bueno, eso y sus ganas de aferrarse a la vida cogiéndose con fuerza al tren de la constancia, el esfuerzo y a esa preciosa palabra llamada familia . Dice una frase que recientemente he leído: El sentido es un hilo que cose nuestros momentos para bordar una historia. Y esta es la historia de un acogimiento especial. 
Siempre he admirado a las familias de acogida. Hoy mi admiración quiero centrarla en los hermanos de acogida, héroes sin batalla, arco iris en la oscuridad de quien no han podido experimentar la grandeza de los buenos tratos. Con su sola presencia son capaces de calmar angustias y temores, con su amor consiguen reparar heridas.
De la mano de una gran profesional y también amiga me llegó hace unos días la carta que a continuación comparto, escrita por su hija ¿biológica? (dudo que su hijo de acogida no pueda compartir el mismo adjetivo pues si conocierais la historia estaríais de acuerdo en que le ha dado nuevamente vida). La sensibilidad con que está escrita es tan solo un ejemplo de la conexión empática que hay entre ella y su pequeño hermano. Lo cotidiano no es por ello menos abrumador que lo excepcional. El miedo al abandono, a no saber que habrá o quienes estarán cuando el nuevo día despierte, forma parte del camino en muchos niños y niñas acogidos. Esta admirable hermana de acogida nos invita, desde su reflexión, a que por unos momentos podamos meternos en la piel del pequeño y sentir como siente, pero sobre todo, la confirmación de que la magia existe.
Sin más, os invito a disfrutar de la carta:

"Es hora de irse a dormir.
Busco cualquier excusa para no irme a la cama.
No me gusta la noche. Me asusta dormirme. Me horroriza lo que pueda encontrarme al abrir los ojos. Me siento inseguro en la oscuridad.
No quiero, no quiero.
Gracias a la alineación de los astros en esta lluviosa noche de octubre, mi hermana mayor decide hacerme una visita a la cocina justo antes de marchar, entre sollozos, a mi habitación a dormir.
Me lleva a su habitación, me sienta en el suelo, y me enseña, explicándome con palabras que no alcanzo a entender, de donde son las piedras de su cuarto que yo tanto admiro. Por fin, después de meses, me deja cogerlas, habiéndome negado siempre del goce del olor a río.
Yo me río.
Mientras, mi teta me sigue explicando los distintos tamaños de las piedras. Yo no la entiendo, pero me río. Soy feliz con estas pequeñas perlas entre mis manos.
Mi hermana me mira, me sonríe, sé que no puedo entender lo que dice, pero sí su mirada.
Me quiere. 
Me quiere y le gusta verme reír, y más aún cuando ella es el motivo de mis sonrisas.
Emocionada por mi ilusión, me levanta y me lleva de la mano hasta la cocina. Por el pasillo los dos reímos, como dos hermanos locos el uno por el otro.
Nos ponemos delante de la pila y ella moja las piedras.
No entiendo lo que hace, que pretende, pero me río.
Mágicamente, al mojar las piedras cambian de color.
Yo no lo entiendo, pero me río. Veo en sus ojos una extraña sensación de admiración, de orgullo...de magia.
Entonces yo, que desde el primer momento me he encantado con la piedra más grande, consigo hacerme con ella y llevarla hasta mi habitación. Con mi teta de la otra mano, claro.
Las arrastro a las dos hasta mi cama, cojo a mi hermana y, haciéndole gestos, le indico que acerque la piedra a la lámpara.
Debe brillar en la oscuridad, pienso convencido.
Pero esta vez es mi hermana la que no me entiende. Ella no sabe valorar la magia que posee esa piedra, al contrario que yo. 
Pero aún así, ella sigue mis indicaciones, y aún con cara de desconcierto, convierte esa piedra en la piedra más mágica que jamás ha existido.
Acaba de crear un nuevo sueño. Acaba de soñar conmigo, de hacer magia.
Y entonces lo entiendo. 
La magia no está en la piedra, está en las personas, está en mi hermana, está en mí...está en nosotros, en el lazo que nos une.
Pero, es hora de irse a dormir. Mi cabeza vuelve a la realidad y el miedo, junto a la rabia, vuelven a inundarme.
Lloro, grito, pataleo.
Pero no importa, porque mañana será otro día.
Porque mi mamá, mi tete y mi hermana volverán a hacerme creer en la magia.
Y entonces...entonces olvidaré que tengo miedo."

Muchas gracias Bea

viernes, 6 de febrero de 2015

Resistir, rehacerse, resiliar...La estrella que cayó al mar

Retomando nuevamente el pulso a escribir entradas que vayan haciendo de este pequeño blog un lugar donde asomarse y descubrir cuestiones de diverso interés, me decidía a llamar de nuevo a las musas para que me inspiraran pero..¡no!...de repente, curioseando yo mi misma en "mis papeles virtuales"... he redescubierto una entrada que compartí en el blog de mi amigo y colega Javier Romeu (al que vuelvo a agradecer que me animara a tener mi propio espacio bloguero y si aún no conoces el suyo te aconsejo que lo hagas en Diseñando pasados, recordando futuros, https://disparefuturo.wordpress.com/) y que me ha hecho pararme en ella para rescatarla, o quizás para extenderla aún más.

Es una entrada especial, tanto por el contenido como por la niña en la que me inspiré, ya que en estos momentos la vida se ha empeñado en ponerle alguna que otra piedra de más en su ya accidentado camino. Quizás por la tristeza que me causa la situación de ahora, pero al mismo tiempo por la esperanza en la que confío, el mensaje de esta entrada le llegue de algún modo y pueda recobrar la estabilidad y la aceptación que tanto necesita. De los otros y de ella misma.Un lugar en el mundo, su lugar en el mundo. 

La entrada, que la escribí hace más de un año y que hoy comparto aquí se titula "LA ESTRELLA QUE CAYÓ AL MAR":


Siempre me han fascinado las estrellas de mar. La forma con la que se nos muestran se asemeja a sus homólogos astros, pero tras su aparente frágil aspecto, gran cantidad de espinas pueden cubrir su cuerpo para protegerse de depredadores. Alrededor de esas espinas tienen unas pequeñas pinzas que utilizan para mantener limpia la piel de algas u otros restos que intentan adherirse a ella.

Pero sin duda alguna, lo que más me sorprende de este increíble animal es su capacidad de regeneración cuando se ha escindido por causa de un agente externo como un golpe o una agresión. A partir de un solo brazo, es capaz de regenerase y con ello volver a estar completa. Podría decirse, en términos de resiliencia – nunca mejor dicho- aquello de Michael Manciaux de “resistir y rehacerse”…

Empleando el pensamiento mágico de los niños, podríamos pensar que las estrellas de mar quizás fueran en otro tiempo estrellas del firmamento que han caído al océano porque no se dieron las circunstancias para que allí permanecieran. Una atmósfera irrespirable donde la violencia celestial mermara el oxígeno necesario para sobre-vivir, un asfixiante calor intrusivo que las incapacitara para desarrollarse como astro único, un posicionamiento inadecuado en un lugar donde no podían brillar con luz propia porque dedicaban todos sus esfuerzos a buscar la luz de las estrellas grandes sin éxito … les hicieron ir a parar a otro lugar, a otro mundo, a otro espacio.

Un astro rey Sol o una brillante Luna, no pudieron, no supieron o quizás no quisieron que formara parte de ese firmamento en el que surgió. Algo muy parecido a lo que ocurre con niños y niñas acogidos o adoptados. Si las estrellas de mar tuvieran que encontrar su otro yo en el mundo humano, lo encontrarían en este enorme puñado de pequeños que, como ellas, desarrollaron espinas para protegerse, pinzas para limpiar las heridas del alma y fuerza arrolladora para seguir adelante, para regenerarse aunque el trauma provocado por su historia de vida haya roto alguna de sus partes. Gracias al poder sanador de los elementos del nuevo medio podrán sanar y restablecer nuevos vínculos, minimizar sus mecanismos de defensa como la huida y el ataque, porque ya no será necesario, y así, brillar con luz propia. Aunque por un tiempo se sentirán desterradas hasta que puedan adaptarse y encontrar su sitio.

Conozco muchas estrellas de mar. María fue adoptada cuando tenía cinco años, después de pasar la mitad de su vida institucionalizada en un orfanato de otro país. Relata cómo sufría cada vez que venían los domingos nuevos papás a elegir un niño o niña. Mostraba su mejor sonrisa, hacía gala de sus encantos, pero una y otra vez se frustraban sus esfuerzos porque siempre ganaba alguno de sus competidores de amor.Sin embargo llegó el gran día y encontró lo que necesitaba, una familia que le diera el afecto y los medios para sanar sus heridas producidas por el abandono y malos tratos a los que estuvo expuesta. Cuando llegó a su nuevo “océano” no fue fácil. 


Al igual que la estrella de mar, la niña necesitaba protegerse de un medio percibido como hostil, del desconocimiento de costumbres, formas de relación, normas y límites que no formaban parte de su repertorio. A la pérdida de su figura de apego se le sumaba entonces la segunda ruptura del que se había convertido su hogar en los últimos años. Tardó tiempo en poder comprobar que este océano nuevo tenía ciertamente algunos peligros reales y otros que eran sombras del pasado, que además de depredadores podía encontrar a su alrededor un colorido espectacular que podía despertar en ella emociones positivas. 

También descubrió que existen cuevas marinas que sirven de refugio donde sentirse segura y protegida. Como una red en el amplio sentido del término que le permite sostenerse, encontrar el equilibrio, agarrarse a tierra firme. Además de sus padres adoptivos, su profesora de mates, la monitora del comedor, la psicóloga, la mamá de su amiga Clara, etc. todo un ejército de tutores de resiliencia van a ayudarle a regenerar sus partes dañadas. María tiene hoy 10 años y brilla cada vez más con luz propia.

Hay una historia por la cual tengo predilección y en la que pienso muchas veces ante situaciones que tienen que ver con la falta de sensibilidad de algunos adultos ante determinadas conductas de un niño quien, debido a las consecuencias de haber vivido situaciones de violencia de manera directa o vicariamente, abandono, situaciones de estrés extremo o cualquier otro ataque a su persona, presenta un comportamiento agitado, agresivo, poco empático. Ante esto muchas veces desde el contexto familiar y/o escolar se le atribuye maldad en sus actos sin pararse a pensar que, además de ser imprescindible separar la persona de la conducta –todos necesitamos una aceptación incondicional de la persona aunque la conducta sea inadecuada-, es necesario comprender que para poder regenerarse necesita que haya elementos en su entorno que le ayuden a cerrar su herida, que no es un monstruo marino, sino una estrella de mar dañada a la que escuece su herida y sólo la sal del afecto, la comprensión, los límites y la aceptación pueden curar. 

Ahí va la historia:
Cierto día, caminando por la playa, reparé en un hombre que se agachaba a cada momento, recogía algo de la arena y lo lanzaba a la mar. Hacía lo mismo una y otra vez.Tan pronto como me aproximé, me di cuenta de que lo que el hombre agarraba eran estrellas de mar que las olas depositaban en la arena, y una a una, las arrojaba de nuevo al mar.

Intrigada, le pregunté sobre lo que estaba haciendo, y me respondió: -Estoy lanzando estas estrellas marinas nuevamente al océano. Como ves, la marea baja y estas estrellas han quedado en la orilla. Si no las arrojo al mar, morirán aquí por falta de oxígeno.

-Entiendo -le dije-, pero debe haber miles de estrellas de mar sobre la playa. No puedes lanzarlas a todas. Son demasiadas y quizás no te des cuenta de que esto sucede seguramente en cientos de playas a lo largo de la costa. ¿No estás haciendo algo que no tiene sentido?

El hombre sonrió, se inclinó y tomó una estrella marina, y mientras la lanzaba al mar, me respondió:-Para ésta sí lo tuvo.”

Encontraré en mi camino muchas estrellas de mar y, aunque no podré lanzarlas todas al océano, confiaré en que cada vez que me agache para coger una, habré contribuido un poco a que su luz destelle hilos de esperanza y algún día brille con fuerza, seguramente la suficiente como para que no deje que caigan del firmamento más estrellas al mar.

domingo, 19 de octubre de 2014

III Jornadas Europeas de Resiliencia: un viaje astral al increíble mundo de la esperanza realista

Hoy toca compartir con vosotr@s algunas de las muchas cosas vividas y sentidas en las III Jornada Europea, traumaterapia, apego y resiliencia, organizadas por Exil y CEA(R) que se celebraron los días 13 y 14 de octubre en Barcelona, todo un lujo de ponencias y exposiciones con las que pudimos aprender y comprender, por una parte, el dolor que las experiencias de la vida pueden instalar en las personas producido a su vez por otras personas, pero sobre todo, la esperanza realista de poder encontrar un sentido por la vida, un lugar en el mundo y una reparación que viene igualmente de personas que pueden aliviar el dolor, calmar la angustia, a través de relaciones interpersonales basadas en el respeto y la confianza.

Fue emocionante escuchar a los/las participantes (lamentablemente me perdí alguna de las ponencias y no podré hablaros de ellas), y además con la sensación de que, aunque les hayas escuchado otras veces, siempre hay algo nuevo que te transmiten, de lo que aprender.


Stefan Vanistendael me pareció como el gentleman de la resiliencia, con una exquisita elegancia nos cautivó hablando de la belleza como componente esencial en nuestro trabajo. Y no la belleza que estamos acostumbrados a entender, sino una belleza que tiene que ver con una orientación ética en la vida. La belleza es una manera de ayudar en la expresión de una situación, más allá del utilitarismo que atrofia la vida, es, a partir de la creatividad, descubrir un aspecto de la realidad que no hemos visto antes (el ejemplo que puso fue excepcional: en una unidad de cuidados paliativos un grupo de enfermas dirigido por un modista diseñaron ropa para ellas mismas para estar elegantes, organizando un desfile con modelos desfiguradas por la enfermedad -las personas que los diseñaron- pero con una dignidad tan grande que magnificó el simbolismo del acto y que consiguió que estas mujeres, enfermas pero elegantes, se sintieran bellas por dentro y por fuera). Habló también de la importancia de un humor constructivo que permita ver cosas positivas cuando estemos perdidos en los problemas. Y de la esperanza, de esa esperanza realista que puede ayudarnos a ver las cosas de otro modo, como el ejemplo que puso de un prisionero de los nazis que escribió en una pared de su celda:” creo en el sol, aun cuando no brilla; creo en el amor aun cuando no lo siento; creo en Dios aun cuando calla”. Una belleza de ponencia.

Jorge Barudy nos deleitó una vez más (no te cansas nunca de oírle, aunque puedas haberle escuchado un montón de veces sobre el mismo tema, tiene esa magia y ese conocimiento que solo los grandes tienen por su capacidad humana y profesional). Nos habló de la traumaterapia sistémica como forma coherente de acercamiento al daño. La mente se crea desde la interacción de los procesos neurofisiológicos pero también de las experiencias interpersonales. De la calidad de las relaciones significativas bientratantes emerge la maduración cerebral del bebé. De ahí la importancia de los contextos interpersonales, que son determinantes para conseguir que el cerebro se organice de una forma integrada y sana, permitiendo un desarrollo adecuado. Si el contexto no es bientratante podemos encontrar cerebros organizados por trauma temprano, sobre todo a través de experiencias de violencia en la vida intrauterina (se cree que el feto desde el 6º tiene memoria implícita, memoria emocional, no tiene imagen, no hay una representación, pero si se tiene expresión sensorial). Añado yo la importancia que esto tiene, y cómo muchas veces los razonamientos casi-lógicos que tenemos al pensar que un niño o niña que ha sido adoptado con un año, “no ha sufrido mucho”, cuando lo cierto es que estas memorias traumáticas quedan registradas a nivel sensorial y posteriormente se expresan en forma de comportamientos inadecuados, no con relatos (nadie puede recordar de manera episódica lo que le pasaba cuando tenía un año, pero “la caja negra” se destapa cuando se conecta con esa memoria traumática).

De Anna Forés he de decir que me encantó conocerla personalmente, pues aunque habíamos estado en contacto por email varias veces (vía Facebook también), y había tenido la oportunidad de escucharla en la I Jornada europea de resiliencia, no nos habíamos visto. Es como una fuente de luz y de sonrisas, llena de vitalidad, entusiasmo, y sobre todo cercanía. Hace que te sientas como si la conocieras de toda la vida. Nos sorprendió con su ponencia, desplegando creatividad y belleza como la que hablaba Vanistendael con su ponencia “La resiliencia o la metáfora de las posibilidades con luz de mujer” (es tan generosa que en su blog ha colgado el power de su ponencia, que os aconsejo descubráis en http://annafores.wordpress.com/2014/10/14/la-resiliencia-la-metafora-de-las-posibilidades-con-luz-de-mujer-ayer/, abriendo donde pone Exil mistos)

Nos fue introduciendo en una original presentación a través de la historia  de una antigua caja decorada que contiene diferentes cajas de cerillas decoradas y que empleó a modo de metáfora para presentarnos a mujeres por las que ella siente admiración o como metaforicamente supongo que ella también diría “brillan con luz propia” en el tema de la resiliencia. Particularmente importante la cantidad de libros que nos recomendó y de los que yo he tomado nota. (Agradezco desde aquí públicamente a Anna que me incluyera en su relato de historias recomendando este humilde y aún pequeño blog, que aspira a seguir aprendiendo mucho más sobre resiliencia para compartir y, si es posible, ayudar.Gracias Anna).

Por otra parte, profesionales de la Comissió Catalana d’Ajuda al Refugiat del proyecto INTEGRA que junto con Exil organizaban las jornadas, presentaron los resultados de la investigación-acción de dicho proyecto dedicado a una mejor integración de las víctimas de tortura extremadamente vulnerables, una labor de una humanidad y generosidad enormes.Compartieron con los asistentes un audiovisual sobre el trabajo realizado que fue de lo más emotivo. Aunque para emotivo, el diálogo que mantuvieron algunos de los beneficiarios del programa con los profesionales que desde Exil les han estado acompañando durante mucho tiempo. Tres testimonios de personas supervivientes que lucharon y encontraron en su camino personas que creyeron en ellos y les ayudaron a ser vivientes, a recuperar el sentido y el valor de la vida. Me quedo con cuatro palabras que emergieron en esta participación sobrevolando la sala como si pájaros de libertad se trataran: CONFIANZA, ESPERANZA, PACIENCIA Y AFECTO como pilares básico en el trabajo con personas que han sufrido torturas, pero también para cualquier persona, adulto o niño/a que haya sufrido traumas como consecuencia de la acción de otras personas. 

Y llegamos a mi ponencia favorita, la que compartieron Maryorie Dantagnan y José Luis Gonzalo Marrodán, por quienes siento profunda admiración, quienes explicaron el modelo de trabajo que se desarrolla con los niños y niñas afectados por traumas y que tuve la gran fortuna de conocer de primera mano formándome en Exil. Empezaron con una frase que me encanta: “La psicoterapia es uno de los pilares de la intervención terapéutica que se puede ofrecer a los niños y niñas afectados por traumas. Pero ésta no debería reemplazar el derecho a la protección y a contar como mínimo con un cuidador/a “fiable y estable” que crea en sus recursos”. Frase magistral.

 Explicaron también los diferentes niveles de intervención terapéutica:

1)    Tratamiento de las consecuencias de los traumas como trastornos del apego y del desarrollo infantil
2)   Apoyo a la crianza terapéutica de los cuidadores (madres, padres, acogedores, educadores, referentes)
3)    Colaboración y apoyo  los miembros de la red social afectiva del niño/a: colegio, familia extensa, trabajadores sociales, pediatra, etc.

Nuestro modelo, el modelo que compartimos, se basa en una evaluación comprensiva del niño, que centra el foco de interés en tres grandes áreas: en el niño/a (la ecobiografía de su  funcionamiento y desarrollo, sus recursos y habilidades); en el cuidador/a (aspectos de la competencia parental que necesitan ser revisados, reforzados o modificados, es decir, crianza terepéutica); en el contexto(factores que dificultan, amplifican o mantienen un determinado funcionamiento o impiden su desarrollo).

Particularmente importantes son las palabras de Maryorie cuando refiere que los niños que han sufrido experiencias traumáticas poseen “cerebros que tienen una información que ha impactado tanto a nivel de las representaciones mentales que no hay espacio para nueva información. Un niño afectado por trauma es un niño afectado en su desarrollo y el trauma se va notar en todas las partes de ese niño.” (Añado que en muchas ocasiones se tiende a minimizar el impacto de las experiencias vividas y en el peor de los casos a atribuir al niño/a maldad o que es un/a vago/a que no quiere trabajar, cuando en el fondo no es que le niño no quiera, es que no puede hacerlo).

La capacidad de mentalizar emerge de la capacidad empática de ponerse en el lugar del otro y ofrecer una relación genuina que hace que el niño se sienta sentido. La metodología del modelo decimos que es coherente porque empezamos por establecer apegos terapéuticos, por una relación de confianza, pero sobre todo creyendo en sus potencialidades y recursos. No podemos ver al niño/a exclusivamente desde el daño sino también prestar atención a lo que está preservado, sus fortalezas. El desafío del profesional es ir descubriendo qué técnicas de las muchas que contempla el modelo facilitan la integración horizontal y vertical del cerebro que le permita funcionar de una manera más sana.

Permitidme que para acabar lo haga con otra frase de esta ponencia que me parece que habría que enmarcarla y colgarla en algún lugar a la vista de todos los adultos:

“No siempre las necesidades son evidentes, muchas veces hay que traducirlas, descubrirlas, decodificarlas. No siempre las necesidades corresponden a la edad de los niños.”

P.D. No puedo dejar de contaros que Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan tienen un nuevo libro junto con Emilia Comas y María Vergara que presentaron en las Jornadas y que está ya a la venta: "La inteligencia maternal. Manula para apoyar la crianza bien tratante y promover la resiliencia de padres y madres". Editorial Gedisa.

domingo, 12 de octubre de 2014

Parentoxic

Los laboratorios Martínez-Romeu, dentro de la Campaña informativa del Buentrato, presentan el nuevo prospecto de un viejo producto: Parentoxic.

Lea todo el prospecto detenidamente antes de empezar a hacer uso del producto.
Conserve este prospecto. Puede tener que volver a leerlo.

Si tiene alguna duda consulte con su profesional de la psicología o la educación


¿Qué  es Parentoxic?

Parentoxic es un inhibidor de la parentalidad que actúa sobre las actitudes y habilidades necesarias para la formación de un apego seguro.

Pertenece al grupo de los destructores de la autoestima y de las habilidades de interacción interpersonal.

La principal característica de Parentoxic se encuentra en su potente efecto en terceras personas, principalmente hijos e hijas expuestos al mismo.

 

Indicaciones

Parentoxic está indicado para aquellas personas que han tenido un hijo o hija, o que sin tener una parentalidad biológica,tengan a su cargo un niño o una niña y

a)   ni hacen ni dejan hacer, es decir, no les cuidan,les protegen, les estimulan ni les dan afecto pero tampoco dejan que otros lo hagan.

b)   esperan de los hijos que hagan o digan aquello que ellos no pueden, no saben o no quieren  hacer, por ejemplo ser responsables, atentos, estudiosos, etc.

c) eligen como diana a los más indefensos para descargar los conflictos no resueltos, proyectando rabia, frustraciones y un sin fin de proyectiles tierra-aire para aliviar su dolor.


   
Antes de tomar Parentoxic

 No tome Parentoxic:

-Si pretende educar hijos sanos y felices, miembros de una sociedad compleja pero por la que merece la pena luchar.
-Si su objetivo es contribuir al desarrollo de hijos emocionalmente equilibrados, capaces de regularse a sí mismos y desenvolverse adecuadamente en el entorno.
-Si tiene alergia a sus componentes como efecto de haber estado expuesto/a ellos en la infancia, adolescencia o cualquier momento de su ciclo vital y decidió vacunarse con Resiamor.

Tenga especial cuidado con Parentoxic si se da alguna de estas circunstancias:

-Presenta dificultad para controlar sus actos, tiene un pobre concepto de sí mismo/a, se siente aislado socialmente, no sabe manejar las situaciones cotidianas o conductas de sus hijos, pues pueden potenciarse los efectos de Parentoxic y sentirse omnipotente.
-Ha tenido una infancia dura, cargada de pérdidas, abandonos, situaciones estresantes, malos tratos o cualquier otro suceso capaz de haber afectado su capacidad afectiva, emocional y conductual...y no ha encontrado aún a alguien en su camino que le explique que usted es usted y su hijo/a no es responsable de su historia, ya que puede provocar regurgitaciones, reflujo o dolor reflejo.

Embarazo y lactancia

El empleo de Parentoxic durante el embarazo y la lactancia está indicado si lo que se pretende es la eliminación total o parcial del vínculo de apego. El producto alcanza las más altas cuotas de eficacia en el período de 0 a 3 años, siendo un potente inhibidor de oxitocinas y serototinas que son reemplazadas por altas dosis de cortisol que actúan en el cerebro produciendo alteraciones importantes.

 
Interacciones

Parentoxic es incompatible con cualquier manifestación de empatía, afecto y buen trato.

Si cree que ha tomado Parentoxic desde hace tiempo y actualmente está bajo los efectos de la parentalidad positiva, no se preocupe, acaba de elegir el tratamiento idóneo y aconsejable por todos los especialistas.

 
Cómo tomar Parentoxic

Siga estas instrucciones a menos que un especialista le haya dado otras indicaciones distintas (¡confiamos que así sea!). En estos casos es conveniente solicitar al profesional las instrucciones para asegurarse que ha entendido todo bien.

Parentoxic puede administrarse por vía oral (insultando, amenazando, ofendiendo, chantajeando varias veces al día a su hijo o hija) o por vía cutánea, en forma de golpes, manotadas, empujones y pellizcos. A veces se puede administrar en forma de aerosol lanzando al aire comentarios en los que puede tratar a su hijo o hija como si fuera un o una colega o amigo/a, compartiendo sus preocupaciones, sus problemas, etc,  como si él o ella fuera su fuente de seguridad y no al revés.

En cualquiera de sus presentaciones no dude de su potente efecto que adquiere un carácter multiplicador si se usan de forma conjunta.

Puede tomar Parentoxic antes o después de una comida. No es necesario que se acompañe de líquidos, si bien se han comprobado que sus efectos aumentan cuando se ingiere acompañado de alcohol y otras sustancias que alteran el estado de ánimo de la persona.

 
Posibles efectos adversos

Los siguientes efectos adversos son descritos en los hijos e hijas de quienes emplean Parentoxic:

-Desorganización y fallas del funcionamiento del sistema límbico
  • Trastornos de las capacidades sensoriales, o lo que es lo mismo, dificultad para percibir las amenazas o los peligros del entorno o distinguir los que es producto de su imaginación o de sus deseos de la realidad.
  • Deficiencias en el reconocimiento y manejo de las emociones, pudiendo actuar de forma estereotipada con agresividad o con temor.
  • Trastornos de la empatía, de sintonizar emocionalmente con el otro y actuar en consecuencia.
  • Memorias emocionales traumáticas. Los niños y niñas que han recibido malos tratos en su primera infancia por efecto de Parentoxic no tienen un recuerdo o memoria explícita de lo que sucedió, pero todas esas experiencias quedan registradas en la memoria implícita en forma de sensaciones dolorosas, estrés, dolor físico. Son recuerdos que no se pueden traducir en palabras porque el cerebro en esa etapa no puede simbolizar lo que está pasando.
  • Trastornos en la regulación del apetito, agresividad, frustración y la excitación sexual, al no haberse desarrollado por parte el niño la capacidad de modular y educar las pulsiones, que solo un contexto de buen trato es capaz de proveer.
-Alteraciones de la organización y del desarrollo de la corteza prefrontal
  • Dificultad para calmarse y detener su conducta obedeciendo lo que el adulto le pide, porque los lóbulos prefrontales mal organizados no pueden facilitar la modulación emocional a través de la reflexión y el pensamiento. El niño no puede pensar antes de actuar, autocontrolarse.
  • Dificultad para representarse y asumir la responsabilidad de sus actos, por su apercepción de si mismos fragilizada, no pueden asociar causa-efecto.
  • Alteración de las capacidades de pensar, reflexionar, hacer proyectos y verbalizar sus experiencias.
  • Dificultades para participar en relaciones interpersonales recíprocas, no logran superar la fase egocéntrica y autorreferencial a causa del sufrimiento, que le impide desarrollar conductas prosociales y empáticas.
  • Tendencia a pasar al acto con la menor frustración, con comportamientos disruptivos y violentos.
  • Miedos, ansiedad y crisis de pánico “irracionales”, difíciles de manejar, ya que las emociones inundan el cerebro inmaduro del niño maltratado, dejando huellas imborrables.

Los efectos de Parentoxic son de acción muy prolongada según investigaciones recientes pudiendo tener consecuencias permanentes que solo un contexto de buen trato y tutores de resiliencia secundaria pueden minimizar.
  

Conservación

Mantenga Parentoxic fuera del alcance y de la vista de los niños y niñas.

No conservar de ninguna de las formas. En caso de que haya estado empleándolo, deshágase de Parentoxic lo antes posible si comprueba que alguna de las cuestiones descritas anteriormente han llegado a su sistema límbico produciendo malestar o signos de empatía por sus hijos e hijas.

 
Información adicional

Los laboratorios Martínez-Romeu no fabrican Parentoxic,simplemente garantizan que el contenido de lo expuesto en este prospecto es resultado de la experiencia profesional y el estudio detallado de investigaciones sobre resiliencia, apego y buenos tratos, y dados sus efectos devastadores, se considera imprescindible la difusión del prospecto a nivel mundial.

Dicho laboratorio no se hace responsable del uso que se haga de Parentoxic si después de haber leído el prospecto decide emplearlo.

Por el contrario, desde los laboratorios Martínez-Romeu se está trabajando en la creación de productos antagónicos al Parentoxic que permitan aliviar los síntomas parentales presentados pero con efectos positivos sobre los niños y niñas a través de fórmulas formativas y literarias.

 
P.D.: Los autores de los blogs implicados expresan sus más sinceras disculpas si el contenido o la forma ha herido la sensibilidad de algún lector/a, ya que su único interés es contribuir a la promoción de la resiliencia, el buentrato y el apego seguro y en ninguno de los casos frivolizar o no tomar en serio el tema abordado.

 

 

 

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