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06 September, 2011

Paris










No hay calles más dolosas
e infestadas de un acrónimo sueño como en Paris.
Es una altanera e inquieta pasividad,
maúlla en las alforjas de sus pasos.

El soplo provoca eco al andar,
con el paso lento de un cansino fantasma.
La nada se torna invisible y el todo aparente,
el amor no habita en esta ciudad enamorada.

La lluvia arrastra los pies con pereza
hasta fundirse en el asfalto grisáceo,
misma que enjuaga los pies al barullo;
afónico y disléxico.

Sólo, la mirada de mi abuelo:
frívola e insolente se asoma entre la gente,
me apremia siga el caminar de su pupila,
ahí donde Paris, envejecida, descansa.


Clavel Rojo
Alejandra P. Rodríguez Espinosa. Todos los derechos reservados.

01 May, 2010

La verdad que enseñó a llorar
“¿Qué prefiere; una mentira que os haga reír o una verdad, que os haga llorar?”
Eso escuché de mi padre cuando decidí conocer la verdad, desde entonces veo y entiendo diferente.
A todos los Frankenstein ocultos en el mundo


Cuando al mirar por la ventana de mis manos
percibo un dejo de recuerdo sabor a azúcar escurrir por mis labios,
es mi memoria que poda a las flores y envejece a las cigüeñas,
dejando un vació a mis ojos que inventan, en desespero, días soleados.


Presurosa doy voz a las aves dormidas con el silecio de un violín viejo
quien esclavisa en la tierra sobre la torre de Babel un secreto;
uno, que respira con el sol y empaña la apela de mi ser
sujetando a la luna para observar en los adentros de su piel.

¿Cuándo fue que al quedarme dormida la muerte asaltó sobre la cama
y ahuyentó al hombre que quiso saberse Dios, quien aterrado abandonó a su creación?

Yo, qué no daría por camuflarme en el tiempo remanente,
sin verdades desfiguradas en el filo de la espada que a la fe trastornada deforma en religión
donde las noches alucinan a los días, y éstos a la ciencia disfrazan por guerra
invidentes a la vida, cual simple y llano invento.
Clavel Rojo
Alejandra P. Rodríguez Espinosa. Todos los derechos reservados.

22 December, 2009

Madame Butterfly



"Y en mis lágrimas de niña tejí un capullo,
el capullo de la vida logré romper"
Madame Butterfly, ópera de Giacomo Puccini



Primer acto

Es de trama la sonrisa que pinta a tono carmín,
donde mohín de mariposas encandila,
ella que con aceites cala su hebra,
ataja y vaga de noche los lamentos.


Encadenada al caudillo de los secretos,
en sombras su cuerpo renuncia a la familia,
que a cauto vuelo enmohecido es sofocada,
al instante que con sangre bosqueja corazones sobre su pecho.


Mismo que solo en soslayo la concreta,
en un abandono a las lejanas tierras,
dejando de su brío,
la esperanza con espejo a los océanos.


Segundo acto

Mariposa de péndola en imperecedero,
en espera, la dama, está por su venida,
mirando el piélago en busca de aquel, su rocín nevado,
en eterna zozobra, de que sea el sol quien la ha preñado.


Es ella el gemido oxidado de terciopelo,
con tristeza que divaga los susurros,
cuando de vuestro dueño es la mano ilustre de asesino,
hambriento de la sangre de vuestros hermanos.


Tercer Acto

Marino indiferente a bella mariposa
haciendo de su corazón la presa de deseos,
cuando de vuestro juicio,
del estolón la despojas dejando sus brazos vanos.


Mi dama mariposa, es de vos la sutileza,
abandonada al infortunio de odios de guerra
donde vuestro nombre testigo es de seppuku,
cuando en anonimato os recitan
“¡Mariposa… Mariposa!”

Clavel Rojo
© Alejandra P. Rodríguez Espinosa. Todos los derechos reservados

Seppuku; ritual  japonés de suicidio