Paris
No hay calles más dolosas
e infestadas de un acrónimo sueño como en Paris.
Es una altanera e inquieta pasividad,
maúlla en las alforjas de sus pasos.
El soplo provoca eco al andar,
con el paso lento de un cansino fantasma.
La nada se torna invisible y el todo aparente,
el amor no habita en esta ciudad enamorada.
La lluvia arrastra los pies con pereza
hasta fundirse en el asfalto grisáceo,
misma que enjuaga los pies al barullo;
afónico y disléxico.
Sólo, la mirada de mi abuelo:
frívola e insolente se asoma entre la gente,
me apremia siga el caminar de su pupila,
ahí donde Paris, envejecida, descansa.
e infestadas de un acrónimo sueño como en Paris.
Es una altanera e inquieta pasividad,
maúlla en las alforjas de sus pasos.
El soplo provoca eco al andar,
con el paso lento de un cansino fantasma.
La nada se torna invisible y el todo aparente,
el amor no habita en esta ciudad enamorada.
La lluvia arrastra los pies con pereza
hasta fundirse en el asfalto grisáceo,
misma que enjuaga los pies al barullo;
afónico y disléxico.
Sólo, la mirada de mi abuelo:
frívola e insolente se asoma entre la gente,
me apremia siga el caminar de su pupila,
ahí donde Paris, envejecida, descansa.
Clavel Rojo
Alejandra P. Rodríguez Espinosa. Todos los derechos reservados.
Alejandra P. Rodríguez Espinosa. Todos los derechos reservados.