Hoy no me sentía del todo bien: muy cansada, un tanto destemplada, el estómago revuelto, dolor de cabeza... En fin, me he quedado en casa sin ir a trabajar... Y he descubierto que en el termómetro emocional estoy estable, con un poco de destemplanza pero estable. ¡Doctor, no la perdemos todavía!
Y me he acordado de Daniel, mi Daniel, mi Dani querido que se me fue... que se me fue. Y he decidido contar algo que nunca he contado a nadie, algo que no olvido, que está ahí pero sólo para mí. Hasta ahora.
Conocí a Daniel en la época en que mi grupo de amigos eran eso amigos, es decir, en masculino. Durante parte de mi adolescencia, o bien me "refugiaba" en amistades con chicas solitarias o con dificultades o bien me unía a grupos de chicos. Bueno, pues así, conocí yo a Daniel, en uno de esos días de calimocho en el bar Salamanca. Y me encantó. Daniel me encantó desde el momento 1. Y parece que yo a él también. Fuimos uña y carne, nunca pasó nada físico entre nosotros, él era mi amigo, mi mejor amigo y yo, por aquel entonces no "osaba" acercarme a los chicos que en verdad me gustaban, a los que yo consideraba dulces y cariñosos. Tenía la opinión de mí misma de no estar a la altura y, bueno, probablemente, no lo estuviera. A Daniel le tenía yo sentado en su trono, sabíamos todo el uno de la otra... también conocía su tendencia depresiva. Pero como en aquel entonces (quién sabe si en el fondo no siga yo siendo así) yo compartía ese vicio, pues no me importaba.
Un día, a eso de las 8 de la tarde de un viernes, mientras me preparaba para salir por ahí con Braulio (el que fuera mi "primer chico"), Dani me llamó pero como estaba duchándome, él decidió llamarme luego. Eso me dijo mi madre que le dijo. "Ya la llamo luego, Carmen". Y luego no llamó.
Me levanté por la mañana y recordé que me había llamado y llamé a su casa (por aquel entonces no habían móviles, creo que a veces le doy gracias a la vida por eso). Se puso su hermana. A Daniel lo había arrollado un tren. Y yo, enseguida pensé "se ha tirao, se ha tirao". "Un día cuando ya no pueda más me tiro al tren". Esa mañana me pelée con mi madre y la pobre, la pobre no entendió.
A mi amigo Daniel su padre le había violado en repetidas ocasiones desde los 7 a los 11 años, hasta que su madre, que por en esos años trabajaba de noche, notó el cambio del niño y quiso saber. A mi amigo Dani, le daba pavor que le tocaran y yo me di cuenta un día que en un arrebato de impulsividad de los míos, le abracé de alegría (en plan "qué contenta estoy que estés en mi vida", esas paranoias que me dan a mí) y retrocedió de un bote. Luego él me contó. Recuerdo que lo primero que quise hacer fue abrazarle (en otras dos ocasiones cuando otras dos personas me han contado lo mismo, he sentido igual) y le pregunté "nene, ¿puedo darte un abrazo?" Y me dejó, y me lloró en la falda, mi falda verde que me rompí en un Panda dos años más tarde. Y se me retorció ahí en la falda, mi Dani. Se me puede imaginar, quien me conoce aunque sea mínimamente, que yo lloré con él, no creo que nunca haya yo soltado más mocos. Y también lloré por lo que hubiera podido ser de mí si hubiera ocurrido algo que afortunadamente no ocurrió: cuando tenía 6 años, un hombre nos acorraló a mí amiga Elena y a mí en el rellano entre su casa y el bajo "levantaos la faldita, niñas". Yo me quedé congelada y mi amiga reaccionó, subiendo hacia su casa llamando a su padre. Afortunadamente no pasó nada pero recuerdo todavía la frase de mi madre "y tú, ¿no has hecho nada? ¿No has gritado? Haberle dado una patada en los h****". (Me llevó unos cuantos años dejar de sentirme culpable, me llevó otros tantos mantener relaciones sexuales completas. El temor, que según dicen es tan común en muchas adolescentes, a la penetración en mi caso se "agravaba" con el tema en cuestión...).
Hoy, aquí en casa tranquila, escuchando música, limpiando la casa, destemplada, con dolor en el cuerpo (creo que es un poco de tristeza disfrazada de dolor, siempre me pasa cuando arranco a alguien a quien quiero de mí, mi sensibilidad siempre a flor de piel), me ha venido a la mente mi Dani, supongo también por el terrible caso de pederastia/incesto/violación que está en las noticias, el del hijo de puta, porque no tiene otro nombre, del austríaco ese Josef Fritzl. Y me pregunto cómo ha sido la vida de esa pobre chica, cómo narices sigue uno viviendo después de eso, qué parte de una queda indemne, qué parte puede una rescatar, cómo esa chica podrá perdonar a su padre para no volverse loca y seguir adelante, si es que eso debe pasar. Mi Dani se quitó la vida porque no pudo más: su padre pasó 1 año y 3 meses en la cárcel, luego, "por buena conducta" le dieron el tercer grado.
Y de las cosas que de él tengo, adentro, yo todo lo guardo adentro, me quedo con dos líneas de la carta que me dejó: "siento hacerte esto, siento dejarte sola, princesa, pero yo no puedo más". Y es por eso que le tengo manía a la palabra "princesa"...
El culillo de Porto que me he tomado te lo dedico amigo, por los vodkas con limón que nos tomábamos. Te extraño. Es por eso que, como las locas a veces, busco un amigo como fuiste tú, amantes he tenido y tendré, parejas, quién sabe, pero un amigo que te cobije, que te reconforte y al que reconfortar un poco o un mucho, dependiendo del momento... Es por eso que busco un amigo, que esté por encima de tantas cosas, que me busque, no importa cuán difícil lo ponga, que me busque y seguro me encontrará. Porque yo soy sólo un corazón... aprendiendo a ser cabeza... también...