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viernes, 12 de septiembre de 2014

Novembers Doom – Bled White (2014)


Siempre están presentes los dos lados de la moneda, es la polaridad a la que no estamos tan acostumbrados como seres humanos, porque se nos hace difícil aceptar que lo absoluto siempre nos escapa.

Este es un disco típico de Novembers Doom, por lo menos en su faceta menos melódica, por lo que voy a hablar tanto de la banda en sí como del disco. Es más no creo que Bled White se destaque como el mejor en su discografía. Sin embargo, vale la pena ahondar en este álbum porque sigue siendo un disco de Novembers Doom y por lo tanto no deja de ser muy interesante, legítimo y bien trabajado. Una particularidad.

Una banda que no es para todos o para todo momento. Todo empieza después de una seguidilla de discos en los años 90, aclamados por algunos medios del metal extremo. Ya en el año dos mil presentan el magnífico LP The Knowing. Sin embargo, es con A Pale Haunt Departure (2005) que recién esta banda termina de marcar con tinta indeleble su participación en la historia del underground global (y el verdadero comienzo de mi relación con su música). Ojo, este posicionamiento mundial de la banda se da sin perder la fidelidad a un estilo ortodoxo que pese a estar trabajado con gran maestría a esas alturas de su carrera, no los sacaría jamás de los abismos del underground, manteniéndose constantemente fieles a su sonido tan verdadero, tan consecuente. Los dos lados de la moneda.

En general un estilo dark doom/death inglés menos los violines y las teclas, con algunas características claras, como riffs deathmetaleros y por otro lado disonancias delicadas que muchas veces expresan confeso temor al mismo tiempo que son tenebrosas... De igual manera encontramos escondidos punteos de guitarra y más específicamente, en el ojo de la tormenta, el agradecimiento y el sufrimiento del vocalista y letrista Paul Kuhr.

Ya años después de sus comienzos, los Novembers Doom llegan a ser en un punto, más angulares y aplastantes que antes (The Novella Reservoir - 2007), más apegados al death metal norteamericano de principios de siglo. Es más, con Into Night´s Requiem Infernal (2009), sus inmersiones deathmetaleras llegan a ser totalmente malvadas, un detalle dentro de su discografía. En cambio Aphotic (2011) es un ejemplo de su pasado menos pesado y más melódico, un buen disco para empezar con la banda de no conocerla hasta ahora.

Es normal que la calidad de este grupo, reflejada en su sólida carrera, vaya acompañada por un trabajo de producción cada vez más destacable en el tiempo, en los últimos años operado por Dan Swano, y un trabajo de arte normalmente manejado por el renombrado Travis Smith. Colaboradores de primera línea.

Esta banda no es fácil en discos como este, supongo que requiere cierto tipo de madurez musical por un lado y, por el otro, cierto gusto por el sub-género nacido en los 90’s, la capacidad de palpar la sensación o la fisonomía del mensaje de este tipo de bandas. Un sonido clásico ya a estas alturas, al cual Novembers Doom siempre le dio su propio toque desde los EEUU.

Como Opeth en sus épocas, siguen usando hasta ahora la yuxtaposición de las partes pesadas y guturales, con los pasajes limpios y de madera (los dos lados de la moneda), aunque ya hace mucho las estructuras de las canciones son más complejas que eso obviamente.

Empieza la melancolía, para pasar después a momentos de ira y por último hundirse en la tristeza, ahí donde alguna vez todos se encuentran por cuestiones diversas. Casos en los que no queda más que observar por un momento. Discos que también pueden servir justamente de soporte, la miseria agudizada que se necesita para despegar de nuevo. Los dos lados de la moneda.
Ahora, este álbum es la prueba presente de que con el tiempo estos oriundos de la infame (si se la ve desde cierto punto de vista) ciudad de Chicago, purificaron sus fondos y sus formas, profundizando aún más un estilo propio y la marca indeleble en el sub-género. Simplemente parecen descartar cualquier tipo de moda.

Tal vez no es el mejor disco que hayan hecho. Tal vez es para cierto tipo de idóneos, para los que acogen todavía este sonido clásico de death metal y doom. Es un disco complejo, una travesía por los problemas de una persona recurrentemente torturada por la depresión (como se explica en el libro The Wayfaring Chronicles escrito por el mismo Paul Kuhr hace un par de años).

Para los que no están acostumbrados, la disonancia relativamente recurrente puede llegar a ser un problema al principio, sobre todo en la voz limpia. El estilo es moroso y hay unas cuantas canciones de relleno para mi gusto. Sin embargo, la pericia con la que hacen que la disonancia se entrelace con la melodía, las subidas y bajadas, la morosidad; todo forma más bien una experiencia completa, el sonido de Novembers Doom.

Bled White requiere cierta paciencia. Si llegaste a la canción número 5 pues felicitaciones, porque a partir de la 6 es cuando el disco te termina de atrapar y te muestra su verdadera dimensión. Es cuando deciden soltarse tanto a nivel agresivo como a nivel melódico. El lado B es el mejor.

Es extraordinario que una agrupación que ya tiene casi 20 años de recorrido, se mantenga relevante sin la necesidad de cambiar radicalmente de estilo. Se hace difícil no apreciar a esta banda indiscutiblemente auténtica y consecuente. Y aunque este no sea su disco más consistente, los sostiene todavía con la cabeza muy en alto.



viernes, 14 de marzo de 2014

Artificial Brain - Labyrinth Constellation (2014)


Pienso que no hay mucha vuelta que darle; si te gusta el death metal (y seamos francos si estás en esta página lo más probable es que lo aprecias en alguna extensión), y si valoras la investigación en el metal (francamente si estás aquí es porque no te quedaste en Metallica), entonces no veo porque no se despertaría en ti por lo menos un poco de curiosidad por este disco. Me explico.

Con intrigante portada, obra del ya infame Paolo Girardi, estos neoyorquinos nos presentan y se destacan con su debut cortesía de Profound Lore Records, gracias a la impresionante y puntual producción de Colin Marston, integrante de Krallice y Gorguts.

Si alguna vez disfrutaste de grandes bandas del death metal extremo como ser Morbid Angel, los ya mencionados Gorguts o inclusive Cannibal Corpse, por dar algunos ejemplos, no veo porque no apreciarías este experimento. Pero no nos quedemos ahí, si alguna vez te sorprendió la dulce disonancia de por ejemplo Deathspell Omega o de Blut Aus Nord, no veo porque no encontrarías interesante este LP. No hay muchas escusas, esto es algo nuevo.

Vocalmente, recibes un constante masaje al cerebro con el tono muy bajo de la voz gutural que es prácticamene la norma durante el disco, condimentado por contados gritos "pectorales" y algunos pasajes guturales más bien agudos. Un buen balance. Por otro lado, los arpegios disonantes se despliegan creando puentes dentro de las canciones para que respiren antes de embarcarse de nuevo en el movimiento sideral. Una historia acompasada por el bajo y la batería inhumanos.

Como casi siempre con algo nuevo y a la vez denso, me tomó un par de escuchadas hacer click con el disco y dejarme atrapar por el magnetismo que conlleva semejante atmósfera. Pero ahí está la clave. La mezcla, la composición, pero sobre todo un objetivo muy claro como álbum! El de llegar justamente a establecer un clima muy compacto a través de la aplicación de un estupendo trabajo técnico, un estado de ánimo. Un ambiente empoderado en su cohesión sólo por la trama desatadamente cósmica y nebulosamente tecnológica.

Junto con Sweven de Morbus Chron -que más bien mira hacia atrás inyectando prog/heavy/thrash- Artificial Brain, en su debut, se constituye en un proyecto a la vanguardia del death metal actual.