Se debió sentir como una momia vacía cuando lo lloró todo en una sola noche. Luego lo buscó hasta en el infierno, cuando llegaba el día y creyó ser la estatua olvidada que nadie precisa. Un poema perfecto para el final.
Hay historias sin razón ni lógica. Al asomarse levemente al abismo, solitario, anónimo, perdido…, pensó que quizá los finales no existen, que las historias hermosas continuarán aunque no queden palabras, aunque no tengan razones ni lógicas, ¿por qué no…?
Ahora, regresa a aquella estación e imagina un poema, o un cuento, o un beso…; o una hipnótica puesta de sol en la que su amor aguarda dormido a que el huracán de sus delirios no haya destrozado tanto sus campos de ensueño.