Mostrando entradas con la etiqueta Dolores del Río. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Dolores del Río. Mostrar todas las entradas

lunes, 24 de febrero de 2025

2 X 1: "LA SOMBRA ENAMORADA" y "BUGAMBILIA" (Emilio Fernández)

La sombra enamorada (1945) 

La mejor época de unos de los destacados directores hispanoamericanos, Emilio, el “Indio”, Fernández es la década de los años cuarenta. Coincide con el auge del cine mexicano debido, entre otras cosas, a la Segunda Guerra Mundial. Justo en el ecuador de esos años, Fernández dirige dos películas memorables: 

En la primera de ellas, La sombra enamorada (también conocida como Las abandonadas), Margarita (Dolores del Río) se marcha a la capital cuando es abandonada por su marido, el bígamo Julio, que la deja embarazada. Sola y desesperada ingresa en un prostíbulo donde el general Juan (Pedro Armendáriz) se enamora de ella nada más verla. El militar la colma de regalos y se van a vivir a una mansión fastuosa. Sólo cuando Juan se entera de que Margarita tiene un hijo, la relación parece romperse. 

Emilio Fernández dirige este melodrama con declamaciones grandilocuentes al estilo de su coetáneo italiano Raffaello Matarazzo. Es la historia de una madre que vive como en una montaña rusa: de ser una esposa querida a vivir en la pobreza para luego volver a pasar por una época soñada y vuelta al arroyo. 

Todo este dramón se aguanta si estamos ante la gran diva mexicana Dolores del Río, acompañada por su inseparable e inevitable Pedro Armendáriz, en su registro más habitual, el de general del ejército revolucionario. Porque aquí vale más la forma que el fondo: destaca la estilizada puesta en escena marca de la casa, sobre todo cuando Fernández rueda en exteriores. 

Una manera de filmar derivada del cine de Sergei M. Eisenstein y su ¡Qué viva México! Gracias al buen hacer del excelente director de fotografía Gabriel Figueroa. También forma parte del equipo el guionista Mauricio Magdaleno que escribe siempre en compañía del “Indio” Fernández. 

 

Bugambilia (1945) 

El mismo año que La sombra enamorada, Emilio Fernández rueda el melodrama Bugambilia con idéntico equipo: productor, guionista, director de fotografía, etc. Siempre bajo argumento del propio director. Y con Dolores del Río a la cabeza de un reparto donde se empareja de nuevo con Pedro Armendáriz: 

Amalia (Dolores del Río) es la hija del millonario Don Fernando, dueño de las minas de plata de Guanajuato. Un accidente en las minas provoca el primer encuentro entre Amalia y el gallero (criador de gallos de pelea) Ricardo (Pedro Armendáriz). Ambos se enamoran, pero las diferentes y encontradas clases sociales impiden que puedan casarse. Sobre todo, por el impedimento que pone Don Fernando, que amenaza de muerte a Ricardo si no deja en paz a su hija. El gallero se va de la ciudad, pero promete volver cuando gane la fortuna que merece Amalia… 

La historia podría ser una tragedia shakespeariana si no fuera porque se filma en México, con las características del cine del país hispanoamericano: pasiones desenfrenadas, encuentros fugaces y amores imposibles.

 

De nuevo destaca la labor del impagable director de fotografía Gabriel Figueroa, que se luce en las secuencias nocturnas, como aquellas de la procesión o las del duelo a muerte en las calles de Guanajuato. 

Música clásica, bailes de época, escaleras interminables, mansión lujosa y vestidos fastuosos es lo que propone el “Indio” Fernández, que se aparta de la revolución, los campos y las praderas mexicanas para rodar en una ciudad decimonónica, aunque la temática sea la misma que en anteriores —y posteriores— producciones: el amor entre una pareja y las dificultades que tienen los amantes para vivir en paz.






domingo, 6 de octubre de 2024

2 X 1: "LA BAILARINA DE LA ÓPERA" y "EL CARNET AMARILLO" (Raoul Walsh)

La bailarina de la ópera (The Red Dance, 1928) 

Nadie duda de que la mejor época en la carrera de Raoul Walsh fue aquella en la que estuvo ligado a la Warner Brothers. Antes de eso fue saltando de productora en productora sin mucho éxito. Sólo tuvo en la Fox cierta estabilidad y pudo dirigir algunas películas que ya daban muestra de su calidad, tanto en el cine mudo como en el sonoro. De ese período son las dos películas de las que vamos a hablar hoy. 

La primera de ellas, La bailarina de la ópera, es una cinta silente, un drama focalizado en la revolución rusa: Tasia (Dolores del Río) es una campesina que tiene a su padre en prisión simplemente por enseñar música; mientras que a su madre la asesinan los temibles cosacos del zar por enseñar en la escuela. Cuando Tasia conoce de casualidad al Gran Duque Eugen (Charles Farrell), se enamora de él. Un noviazgo difícil por pertenecer a dos clases diferentes, que en aquellos tiempos significaba dos bandos distintos. La pareja sólo tiene en común que a ambos los obligan a casarse con quien no quieren. La situación de los protagonistas —y la de toda Rusia— cambia cuando estalla la revuelta… 

Filme muy bien rodado por Walsh, que se luce en las secuencias de la revolución, pero también en las intimistas que encuadran a la pareja protagonista. Dolores del Río, la gran diva mexicana —con permiso de María Félix—, gesticula con vehemencia en su interpretación, algo típico del cine mudo de aquellos años, pero su presencia llena la pantalla cuando la convierten en una heroína de la revolución: La bailarina “roja” (título original del largometraje).

 

La película adapta la novela homónima de Henry L. Gates, una historia ingeniosa, que se desarrolla entre la aventura y el romance, con conspiraciones de todo tipo y protagonismo de personajes históricos (el propio Zar y su familia intervienen, igual que Rasputín, aunque no se diga su nombre), que se mezclan en una trama bien enlazada con ciertos toques de humor, pero también de tragedia. 

La cinta demuestra lo bien que se rodaba en los últimos años del período mudo, con travellings, transiciones, encuadres y buen ritmo en las escenas de acción. Aunque la película denuncia los asesinatos de las masas obreras en los primeros días de la revuelta, también pone el énfasis en la pobreza extrema de la sociedad y, en contraste, la opulencia de las clases privilegiadas. 

 

El carnet amarillo (The Yellow Ticket, 1931) 

Tres años después de La bailarina de la ópera, Raoul Walsh rueda El carnet amarillo,  de nuevo para la Fox y otra vez con un argumento que tiene que ver con la revolución rusa: 

Estamos en Rusia en 1914, en los meses previos a la Primera Guerra Mundial, la protagonista, Marya (Elissa Landy), vive en un gueto judío del que no puede salir por orden del zar. Cuando se entera de que su padre se está muriendo en prisión (fue encarcelado por no pagar unos impuestos injustos), Marya quiere viajar a San Petersburgo para visitarlo. La única solución para moverse por el país es hacerse con un carnet amarillo que distingue a las prostitutas, pero que les permite viajar con libertad. Confundida con una prostituta, Marya se las tiene que ver con el Barón Igor Andrey (Lionel Barrymore), un corrupto jefe de policía. Mientras tanto, Marya conoce al corresponsal inglés (Laurence Olivier) al que le cuenta las injusticias y los atropellos que vive la sociedad rusa en tiempos del zar. Cuando el periodista publica el artículo, tanto ella como él se sitúan en el blanco del Barón. Ni que decir tiene que cuando estalla la guerra, los acontecimientos se precipitan… 

Filme sonoro basado en la obra de teatro de Michael Morton, con una trama con muchos puntos en común con La bailarina de la ópera: además de transcurrir en la rusia previa a la revolución, la protagonista también tiene un padre injustamente encerrado que muere en la cárcel, hay un romance en el que se interpone un alto cargo del gobierno, y el final es casi igual, e, incluso, hay escenas que se repiten en una y otra cinta, como las de la prisión, seguramente para ahorrarse metros de película.

 

El carnet amarillo es un largometraje sonoro pre-code filmado con la maestría de Raoul Walsh, que experimenta con los contrapicados y la profundidad de campo. Destaca la larga secuencia entre el Barón y la protagonista que termina con un disparo al más puro estilo de Hitchcock; también vuelven a sobresalir las escenas con muchos extras, como aquellas del movimiento de tropas al declararse la guerra. 

La película tiene un magnífico reparto con el gran Lionel Barrymore haciendo uno de sus malvados personajes, y un Laurence Olivier jovencísimo, que ya brilla con una actuación sobresaliente, igual que la de la actriz y escritora Elissa Landy. Si estamos atentos, descubriremos a Boris Karloff en un pequeño papel.




jueves, 7 de mayo de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 8 al 14 de mayo de 2009)

Volvemos con renovadas fuerzas, después de los “fatigosos” días festivos, para presentar una tabla repleta de buenas películas (algunas obras maestras como Cautivos del mal o 2001: Una odisea del espacio), y especialmente motivados para comentar dos cintas de John Ford.

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)


Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

Pan, Amor y Fantasía (Pane, Amore e Fantasia de Luigi Comencini, 1954). Vittorio de Sica, Gina Lollobrigida (Castilla-La Mancha TV 2, domingo 10 a las 00:15)

Título fundamental de la llamada comedia “a la italiana”. La película gozó, en su día, de un éxito sin precedentes en el género y, a pesar de su carácter costumbrista, aún puede verse con agrado. Y es que son muchos los atractivos que tiene esta cinta de Luigi Comencini. De entrada, supuso el inicio de lo que se dio en llamar el "Neorrealismo Rosado"… leer más.



El Juez Priest (Judge Priest de John Ford, 1934). Will Rogers, Tom Brown, Anita Louise. (Canal 300; domingo 10, a las 05:40; lunes 11, a las 02:55)

Ford muestra su maestría cuando consigue reflejar –de forma muy personal- los aspectos costumbristas de los estados del Sur de principios de siglo. Lo hace apoyándose en el guión de su colaborador habitual, Dudley Nichols, para narrar como el juez de una ciudad sureña, saltándose tantas normas judiciales como puede, es el único que defiende a un hombre acusado de intentar asesinar a otro.

Esa trama central es la excusa que necesita Ford para exponer el peculiar modo de vida de un personaje y, con ello, representar los valores tradicionales americanos. Claro que Ford hace “trampa”: coloca a Will Rogers como protagonista, sabiendo que el actor era muy querido por el gran público en la época del estreno de la cinta. Es, realmente, la segunda colaboración de Will Rogers con John Ford, y probablemente la mejor de las tres películas que rodaron juntos (las otras dos fueron Doctor Bull, 1933 y Steamboat Round The Bend, 1935, también muy interesantes). La experiencia fue tan buena para ambos que se nota en el resultado final del filme. Gran parte del mérito le corresponde al actor, que consigue dotar a su personaje de una naturalidad extrema gracias a su excelente trabajo de improvisación.

Hay escenas que demuestran el buen humor de Ford, como todas las referentes al juicio surrealista del último tercio de la película: las del miembro del jurado borrachín que trata de interrumpir al fiscal escupiendo continuamente; o el jurado en pleno, veteranos sudistas de la guerra de secesión, que se abstraen totalmente del contenido del sumario y deciden sólo por lo que les dicta el corazón.

Por último señalar el cariño que John Ford le tenía a la historia, la prueba está en que no se resistió a realizar un remake (The Sun Shines Bright, 1953), tan notable como el original y, según las propias palabras de Ford, su película preferida.



El Fugitivo (The Fugitive de John Ford, 1947). Henry Fonda, Dolores del Río, Ward Bond. (Castilla-La Mancha TV 2, lunes 11 a las 00:30)

Basada en la novela "El poder y la gloria" de Graham Greene, y con guión, una vez más, del prestigioso Dudley Nichols, El fugitivo narra el viaje del único (y último) sacerdote de un país sudamericano en plena revolución. El religioso, interpretado por un sobrio Henry Fonda, escapa de la policía que quiere ajusticiarlo y se refugia en un pequeño poblado donde una mujer, madre soltera (Dolores del Río), se decide a ocultarlo. En su camino se cruza con todo tipo de personajes, desde un embaucador cazarrecompensas hasta un asesino (Ward Bond), al que ayudará posteriormente.

Rodada dentro del estilo expresionista, tal como hiciera con El Delator (The Informer, 1935) y con Hombres intrepidos (The Long Voyage Home, 1940), John Ford se apoya en un especialista para el manejo de la luz (Gabriel Figueroa) y se deja influenciar por otro maestro, Eisenstein, no sólo por rodar en México sino por utilizar alguno de los elementos del montaje que hicieron famosos al director ruso. Hay que decir que Gabriel Figueroa se sitúa a la altura del genial director al realizar todo un tour de force fotográfico. Hay escenas como la del bautizo o la que cierra la película que, aunque son demasiado estilizadas, resultan impresionantes vistas hoy en día.

La cinta se aleja algo del texto de Greene por lo espinoso que resultaba, en aquellos días, presentar la convivencia de un sacerdote con una mujer. Además contaba con un serio agravante que tenía nombre y apellidos: Dolores del Río. Una escena, la del baile encima de la barra de un bar, con los pies desnudos, ya era suficiente para provocar la excitación de todos los que asistían al espectáculo; entre ellos Pedro Armendáriz, estrella mejicana de la época. Ambos intérpretes eran los actores fetiches de otro genio del cine: Indio Fernández, al que utiliza Ford como asesor durante el rodaje y, prácticamente, codirige la película con él.



La ley del Deseo (Pedro Almodóvar, 1987). Eusebio Poncela, Carmen Maura, Antonio Banderas. (Castilla-La Mancha TV, miércoles 13 a las 00:00)

Primer largometraje de Almodóvar para su productora y la de su hermano Agustín, El Deseo S.A. Se trata de una de sus mejores cintas, pero adolece de falta de estructura narrativa y le sobra toda la investigación y actuación policial del último tercio de la película. Tiene escenas tan brillantes como la secuencia de la ducha nocturna en la calle, un buen ejemplo de la plástica que a veces muestra el cine de Almodóvar; o el montaje teatral de la obra de Jean Cocteau, "La voz humana". El final vuelve a confirmar lo dicho, que Almodóvar es un gran realizador de escenas aisladas: La espera en la calle a que se solucione el conflicto entre los personajes principales, la resuelve el director manchego con una excelente panorámica, donde las luces azules de los coches patrulla iluminan parcialmente a todos los que participan en el drama.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...