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domingo, 6 de octubre de 2024

2 X 1: "LA BAILARINA DE LA ÓPERA" y "EL CARNET AMARILLO" (Raoul Walsh)

La bailarina de la ópera (The Red Dance, 1928) 

Nadie duda de que la mejor época en la carrera de Raoul Walsh fue aquella en la que estuvo ligado a la Warner Brothers. Antes de eso fue saltando de productora en productora sin mucho éxito. Sólo tuvo en la Fox cierta estabilidad y pudo dirigir algunas películas que ya daban muestra de su calidad, tanto en el cine mudo como en el sonoro. De ese período son las dos películas de las que vamos a hablar hoy. 

La primera de ellas, La bailarina de la ópera, es una cinta silente, un drama focalizado en la revolución rusa: Tasia (Dolores del Río) es una campesina que tiene a su padre en prisión simplemente por enseñar música; mientras que a su madre la asesinan los temibles cosacos del zar por enseñar en la escuela. Cuando Tasia conoce de casualidad al Gran Duque Eugen (Charles Farrell), se enamora de él. Un noviazgo difícil por pertenecer a dos clases diferentes, que en aquellos tiempos significaba dos bandos distintos. La pareja sólo tiene en común que a ambos los obligan a casarse con quien no quieren. La situación de los protagonistas —y la de toda Rusia— cambia cuando estalla la revuelta… 

Filme muy bien rodado por Walsh, que se luce en las secuencias de la revolución, pero también en las intimistas que encuadran a la pareja protagonista. Dolores del Río, la gran diva mexicana —con permiso de María Félix—, gesticula con vehemencia en su interpretación, algo típico del cine mudo de aquellos años, pero su presencia llena la pantalla cuando la convierten en una heroína de la revolución: La bailarina “roja” (título original del largometraje).

 

La película adapta la novela homónima de Henry L. Gates, una historia ingeniosa, que se desarrolla entre la aventura y el romance, con conspiraciones de todo tipo y protagonismo de personajes históricos (el propio Zar y su familia intervienen, igual que Rasputín, aunque no se diga su nombre), que se mezclan en una trama bien enlazada con ciertos toques de humor, pero también de tragedia. 

La cinta demuestra lo bien que se rodaba en los últimos años del período mudo, con travellings, transiciones, encuadres y buen ritmo en las escenas de acción. Aunque la película denuncia los asesinatos de las masas obreras en los primeros días de la revuelta, también pone el énfasis en la pobreza extrema de la sociedad y, en contraste, la opulencia de las clases privilegiadas. 

 

El carnet amarillo (The Yellow Ticket, 1931) 

Tres años después de La bailarina de la ópera, Raoul Walsh rueda El carnet amarillo,  de nuevo para la Fox y otra vez con un argumento que tiene que ver con la revolución rusa: 

Estamos en Rusia en 1914, en los meses previos a la Primera Guerra Mundial, la protagonista, Marya (Elissa Landy), vive en un gueto judío del que no puede salir por orden del zar. Cuando se entera de que su padre se está muriendo en prisión (fue encarcelado por no pagar unos impuestos injustos), Marya quiere viajar a San Petersburgo para visitarlo. La única solución para moverse por el país es hacerse con un carnet amarillo que distingue a las prostitutas, pero que les permite viajar con libertad. Confundida con una prostituta, Marya se las tiene que ver con el Barón Igor Andrey (Lionel Barrymore), un corrupto jefe de policía. Mientras tanto, Marya conoce al corresponsal inglés (Laurence Olivier) al que le cuenta las injusticias y los atropellos que vive la sociedad rusa en tiempos del zar. Cuando el periodista publica el artículo, tanto ella como él se sitúan en el blanco del Barón. Ni que decir tiene que cuando estalla la guerra, los acontecimientos se precipitan… 

Filme sonoro basado en la obra de teatro de Michael Morton, con una trama con muchos puntos en común con La bailarina de la ópera: además de transcurrir en la rusia previa a la revolución, la protagonista también tiene un padre injustamente encerrado que muere en la cárcel, hay un romance en el que se interpone un alto cargo del gobierno, y el final es casi igual, e, incluso, hay escenas que se repiten en una y otra cinta, como las de la prisión, seguramente para ahorrarse metros de película.

 

El carnet amarillo es un largometraje sonoro pre-code filmado con la maestría de Raoul Walsh, que experimenta con los contrapicados y la profundidad de campo. Destaca la larga secuencia entre el Barón y la protagonista que termina con un disparo al más puro estilo de Hitchcock; también vuelven a sobresalir las escenas con muchos extras, como aquellas del movimiento de tropas al declararse la guerra. 

La película tiene un magnífico reparto con el gran Lionel Barrymore haciendo uno de sus malvados personajes, y un Laurence Olivier jovencísimo, que ya brilla con una actuación sobresaliente, igual que la de la actriz y escritora Elissa Landy. Si estamos atentos, descubriremos a Boris Karloff en un pequeño papel.




lunes, 27 de noviembre de 2023

LA TEORÍA UNIVERSAL (Die theorie von allem de Timm Kröger, 2023)

Tercer día en el XX Festival de Cine Europeo de Sevilla y ya estamos en el ecuador del certamen. Ayer asistimos a dos películas alemanas: la primera de ellas, dentro de la Sección EFA, El cielo rojo, se encuentra dirigida por Christian Petzold, tiene un título muy a Eric Rohmer, y un estilo también parecido al del cineasta francés ya fallecido. Una historia simple a cuatro bandas (cuatro jóvenes en una casa en el bosque) aunque centrada en uno de ellos que quiere escribir una novela. Pequeñas sorpresas, una metáfora (el bosque se quema y refleja los sentimientos de unos y otros, pero también el fuego purifica y sale a relucir el amor) y pocas cosas más son las que se pueden extraer de esta cinta que, no obstante, viene con el beneplácito de la Berlinale donde ganó los premios más importantes.

Después de El cielo rojo asistimos dentro de la Sección Oficial a la proyección de una película también alemana: La teoría universal. Realizado por Timm Kröger, el filme narra el viaje que el joven Johannes Leinert (Jan Bülow) hace a Suiza para asistir a un congreso de mecánica cuántica junto al profesor que le está dirigiendo la tesis.

El alumno defiende una teoría basada en el multiverso, pero el profesor no la admite. Cuando aparece Karin (Olivia Ross), una pianista de jazz, todo se vuelve del revés y comienzan a suceder cosas extrañas: Karin sabe cosas de la vida de Johaness que es imposible que sepa; uno de los asistentes al congreso muere, pero Johaness lo vuelve a ver vivo; se descubre un túnel con extrañas propiedades…

La película, rodada en blanco y negro, tiene un sabor a cine clásico que permite disfrutar a los cinéfilos sólo por las imágenes y el ambiente que rodea a la trama. Un entorno de suspense a la vieja usanza, con el mejor estilo expresionista alemán, envuelto en una música invasiva que recuerda mucho a Bernard Herrmann y, por tanto, nos remite a Alfred Hitchcock.

Pero es un espejismo. Si la forma es muy disfrutable, el fondo no acompaña del todo. La película se queda lejos de ser una cinta redonda cuando el suspense da paso al misterio, y cuando el misterio se queda en eso: en misterio que alimenta una cinta fantástica más de ciencia ficción. Una pena porque el realizador (con estudios y experiencia de director de fotografía) pone todo el empeño en darle al largometraje un envoltorio muy atractivo, pero el guion (también escrito por Kröger) no acompaña y el resultado no es todo lo óptimo que debería.  





lunes, 12 de abril de 2021

NÁUFRAGOS (Lifeboat de Alfred Hitchcock, 1944)

Durante la Segunda Guerra Mundial, Hitchcock trabajó para los estudios del productor independiente David O. Selznick. Bajo la atenta supervisión de Selznick, Hitchcock dirigió Rebeca (1940), su primera película en Estados Unidos, y más tarde haría otras tres (Recuerda, Encadenados y el Proceso Paradine). La turbulenta relación entre Hitchcock y Selznick incluyó la cesión del director a otros estudios, una práctica que era muy normal en aquella época. Precisamente, uno de aquellos “prestamos” dio origen a Náufragos:


En el océano Atlántico, un mercante aliado se hunde después de haber sido atacado por un submarino alemán. El sumergible a su vez es alcanzado por las cargas de profundidad de los escoltas y también se va a pique. Poco a poco los supervivientes se van subiendo a uno de los botes salvavidas. También recogen al capitán del submarino nazi, que, paradójicamente, es el único que puede conducirlos a tierra dada su experiencia como marino...

Lifeboat es ante todo una película de propaganda en tiempos de guerra. Una alegoría sobre los acontecimientos que habían sacudido al mundo entero desde la llegada de Hitler al poder. Hitchcock, ligado a la Fox para hacer dos películas —al final se retrasó tanto que sólo pudo realizar una, según algunos porque de todas formas no le iban a pagar más— hizo suya la historia ideada por John Steinbeck, y planificó al detalle en un storyboard cada uno de los encuadres antes de llevarlos al plató.

Hitchcock reconoció que se tomó el filme como un desafío técnico al tener que rodar toda la película en un bote salvavidas. Es cierto que en Náufragos predominan los planos medios, los primeros planos, los planos contraplanos y las conversaciones a dos. Pero la puesta en escena sigue estando tan planificada y bien ejecutada como en el resto de cintas de Hitchcock. Un ejemplo lo tenemos en la intención del director de colocar juntos al nazi y al personaje de color para acentuar más la crítica del conflicto racista. O de dibujar un espléndido contraluz en el funeral del bebé, fotografiando a los personajes de espaldas. Una posición que repite al final, con intención totalmente diferente (esta vez de repulsión y no de belleza) cuando los supervivientes golpean al alemán. En ambas ocasiones, Hitchcock se aleja de los personajes y se permite una toma general en beneficio de la expresividad como una excepción a la regla del plano corto.

Son detalles de cineasta genial como el de darle importancia al atrezo a la hora de “rellenar el tapiz”, como solía decir él. Así, los objetos que flotan en el arranque cuentan la historia sin necesidad de palabras: un botiquín inglés, el cadáver de un hombre con las siglas del submarino en el chaleco salvavidas, una baraja de cartas, etc. La cámara de fotos, la máquina de escribir y el brazalete de la periodista son elementos materiales que el personaje va perdiendo a medida que evoluciona desde su carácter egocéntrico hasta convertirse en la verdadera conciencia del grupo. El periódico que lee Gus, uno de los supervivientes, sirve para el acostumbrado cameo/firma del realizador; y la bota del mismo personaje, la que corresponde a su pierna amputada, anuncia el final de la operación, y se utiliza en el linchamiento como señal de venganza.




Tanto Gus como la señora Higgins, la mujer que pierde a su hijo, representan a las víctimas de los nazis en la suerte de microcosmos que es el bote, que navega a la deriva al estilo de “el barco de los necios” de Sebastian Brant. Mientras tanto el resto de personajes escenifican al rico y al pobre, al hombre de color y al blanco, al de izquierdas y al de derechas, al aliado y al enemigo, etc., de tal forma que gran parte de la sociedad se vea reflejada en ellos y el espectador actúe en consecuencia, no sólo a favor de las potencias occidentales contra el nazismo, sino en aspectos morales a los que también alude el filme.

Y todo ello concentrado en un espacio muy reducido, en una acción tan concreta como la de sobrevivir, y en una unidad de tiempo lineal. No era la primera vez que Hitchcock se adhería al concepto aristotélico del drama; ni la última. En Alarma en el expreso ya rodó íntegramente en un tren; en Crimen perfecto lo haría desde un piso, igual que en La soga y en La ventana indiscreta. En esta última cinta Hitchcock filmaba como el voyeur que era, de la misma forma que hizo en el arranque de Náufragos cuando la periodista fotografía, cual paparazzi, sin ningún reparo, la llegada de otro superviviente al bote salvavidas, o el biberón de un bebé flotando entre dos aguas. 

El rodaje no fue nada sencillo debido a la cantidad de horas que debían pasar en el agua. Las enfermedades fueron inevitables y algún que otro accidente retrasó la filmación, pero Hitchcock siguió adelante con su película. Es conocido el poco aprecio que tenía el director por los actores, a los que alguna vez calificó de “ganado”. Una anécdota del rodaje de Náufragos cuenta cómo Mary Anderson posaba para una prueba de cámara cuando le preguntó a Hitchcock si ese era su lado bueno. “Estás sentado en él, querida”, fue la respuesta del director. Otro célebre chascarrillo del filme afirma que Tallulah Bankhead, muy aficionada a desnudarse en las fiestas a las que acudía, iba sin ropa interior al plató, cosa que se podía comprobar cada vez que subía o bajaba al tanque de agua acompañada de los silbidos de todo el equipo. Los técnicos avisaron a Hitchcock de tal circunstancia, a lo que él respondió: “No sé si este asunto compete a vestuario, a maquillaje o a peluquería.”

Nominada a tres Óscar (director, historia original y fotografía), la cinta fue un fracaso de crítica y público, en especial en las pequeñas ciudades al interpretar la audiencia que Hitchcock presentaba a los alemanes como una raza superior. Cosa que se desmonta cuando los náufragos descubren que el capitán alemán ha ocultado comida y bebida y, sobre todo, al final cuando recogen a un muchacho asustado que parece todo menos un superhombre. En esa secuencia, la periodista convence al resto de que hay que ayudar al joven alemán (las potencias no deben ensañarse con la nueva Alemania cuando la derroten), pero hay que vigilarle y no olvidar a las víctimas. Toda una declaración de intenciones del gran Alfred Htchcock.


El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a Náufragos en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas



lunes, 23 de noviembre de 2020

EL CISNE NEGRO (The Black Swan de Henry King, 1942)

En plena guerra mundial los estudios de Hollywood se unieron a la causa de entretener al público de retaguardia. Así, surgieron melodramas dirigidos para las mujeres que aguardaban solas en casa el regreso de sus maridos; películas bélicas de propaganda que llenaban las salas; y, sobre todo, musicales y aventuras que permitían al público soñar y apartarse de la realidad de la guerra. Un estudio destacó de entre todos por teñir de color tales largometrajes: la Twentieth Century Fox, con su productor Darryl F. Zanuk a la cabeza, y con películas como El cisne negro:


Estamos en 1674 y Sir Henry Morgan (Laird Cregar) acaba de ser indultado por el rey Carlos de Inglaterra y nombrado gobernador de Jamaica. El antiguo pirata llega a la isla justo cuando sus lugartenientes Jamie Waring (Tyrone Power), el capitán Leech (George Sanders) y Wogan (Anthoy Quinn) han asaltado Port Royal, apresado al gobernador saliente y secuestrado a su hija Margaret (Maureen O’Hara). Morgan convence a Jamie para que deje la piratería y combata en Tortuga a sus antiguos compañeros. Jamie accede más que nada porque se ha enamorado de Margaret...

La trama se desarrolla bajo el punto de vista de Jamie Waring, un personaje de ficción al que da vida Tyrone Power. A pesar de su rostro aniñado es un pirata más duro que los interpretados por Errol Flynn. Al comienzo de la película se le ve como pendenciero y alcohólico, capaz de cambiar mujeres por barriles de ron, digamos que es un filibustero más creíble que los espadachines caballerosos de Flynn. Al menos en la primera mitad del filme, ya que poco a poco va refinando su carácter a medida que el amor que siente por lady Margaret se va afianzando.


Un amor no correspondido por el personaje al que da vida Maureen O’Hara. La actriz se apoya en su registro habitual de mujer dura y fría para estar tan brillante como siempre. Descubierta por Charles Laughton en otra de piratas, La posada Jamaica (Jamaica Inn, Alfred Hitchcock, 1939), fue justo después del estreno de El cisne negro cuando Maureen O’Hara recibió el sobrenombre de “Reina del Technicolor”, un apodo que ya no la abandonaría en toda su carrera. Algo que no es de extrañar cuando la fotografía de la película ganó el Óscar con toda justicia. Su responsable, Leon Shamroy, utilizó una gama cromática donde los azules y anaranjados de las puestas de sol recortaban en contraluz las siluetas de buques y marineros sobre el  mar o la costa.

Henry King filmó dichas escenas en un enorme set marítimo situado detrás de los estudios de la Fox. El lugar se llegó a llamar “Tyrone Power Lake” en recuerdo al actor y a su papel en El cisne negro. El filme es un buen ejemplo de la profesionalidad de King que llegó a realizar casi cien películas, las mejores de ellas para la Fox. El virtuosismo del director se puede apreciar en la secuencia del duelo a espada entre Jamie y Leech (entre Tyrone Power y un irreconocible George Sanders). Una escena perfecta que arranca en la toldilla, sigue en el alcázar y finaliza en el camarote donde Margaret se encuentra cautiva. 

Si secuencias como esas demuestran que Henry King era un artesano en el buen sentido de la palabra, el resultado global de la película nos dice que también era un cineasta con sensibilidad que sabía darle el tono correcto a un largometraje. Así, en El cisne negro todo apunta a una película crepuscular, y no sólo por la forma —ya hemos hablado de la excelente fotografía—, sino también por el fondo cuando algunos diálogos de Henry Morgan van en el sentido de añorar una vida anterior, de echar de menos los viejos tiempos en los que el pirata podía navegar con libertad y que, debido a sus nuevas obligaciones como gobernador, ya no volverán jamás.



El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a El cisne negro
 en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas



lunes, 21 de octubre de 2019

2 X 1: "ARIEL" y "LA CHICA DE LA FÁBRICA DE CERILLAS" (Aki Kaurismäki)

Ariel (1988)

En la segunda mitad de los ochenta, el director finlandés, Aki Kaurismäki, dirige una trilogía de dramas personales muy similares, pero progresivamente más audaces en su trama y a la vez más surrealistas.

La primera de las cintas, Sombras en el paraíso (Varjoja paratiisissa, 1986) es, dentro del singular modo de filmar del realizador escandinavo, la más convencional de todas. La estructura de la trama es la conocida de chico conoce a chica, se pelean y se reencuentran; base de partida para el resto de la trilogía, aunque con matices.

En Ariel, segunda de la serie, Kaurismäki rueda una tragicomedia con el atractivo y característico humor negro de su cine, donde también propone una historia de amor como eje de la trama. Si bien, la película arranca con el personaje masculino en crisis (cierran la mina donde trabaja, su padre se suicida, le roban el finiquito, etc.). Nada parece salirle como es debido cuando, en el colmo de los males, se le estropea el coche descapotable que ha heredado: la capota no funciona, no se cierra, y el automóvil se encuentra a merced de las inclemencias de un tiempo helador, precisa metáfora de la situación en la que se encuentra el protagonista.



Cuando intenta vengarse del robo que acaba de sufrir, termina en la cárcel donde conoce a otro fracasado como él (el mismo actor principal de Sombras en el paraíso). En el interín de tanta calamidad, nuestro personaje establece una relación amorosa con una chica peculiar. Una mujer que intentará ayudarles a salir de la cárcel para terminar de estropearlo todo.

Rozando el género negro, pero con el desdramatizado estilo del director, transcurre la película entre altibajos de dicha relación central. Kaurismäki deja que los personajes respiren para insinuarnos algo en lo que parece creer si nos atenemos al resto de su filmografía: el amor puede arreglarlo todo; o casi.




La chica de la fábrica de cerillas (Tulitikkutehtaan tyttö, 1990)

La mejor de las tres cintas, al menos la más premiada, es La chica de la fábrica de cerillas. Otra tragicomedia con cierta relación con el célebre cuento de Christian Andersen, La cerillera (también con La cenicienta).

Kaurismäki ahora se centra en el personaje femenino, interpretado por Kati Outinen, la misma actriz protagonista de Sombras en el paraíso. Kati es una mujer que trabaja en la empresa del título, para mantener a su madre y al caradura de su padrastro. El empleo alienante no facilita las cosas, tampoco el resultado de la relación de una noche con un hombre de clase acomodada. Embarazada y rechazada por el sujeto, que solo accede a pagar el aborto, Kati decide emplear medidas drásticas contra todos aquellos que la maltratan.

La chica de la fábrica… es de nuevo un drama cómico o una comedia dramática, como se quiera, donde destaca el humor negro y la elegante forma de rodar del, para mí, genial director nórdico.



Con un cine de altura, proponiendo casi siempre dramas con trasfondo social, la mirada de Kaurismäki suele fijarse en el entorno hostil de la clase trabajadora, donde predominan los oficios en los que las personas pierden su identidad; o, sencillamente, donde reina el paro. La clase baja, las viviendas desportilladas, el triunfo del amor ––aunque en este filme, ni eso––, y, sobre todo, el singular humor, hacen llevaderas historias como la que comentamos hasta transformarla, prácticamente, en una parodia.

Un estilo de planos fijos, sin apenas diálogos, con prioridad casi obsesiva por la imagen (cine puro) es lo que nos regala, en cada una de sus películas, el hijo de Mika Kaurismäki, otro grande. Cine directo, imágenes limpias (me recuerda a Hitchcock), actores fijos, planos detalles, son los elementos, la firma, de uno de los mejores directores europeos del momento; y de siempre.







lunes, 14 de marzo de 2016

EL AUTOREMAKE EN EL CINE: CAPÍTULO 4.2 (IX)

Un ejemplo del humor que se respira en El Dorado es la secuencia del reencuentro entre Thornton y Harrah después del prólogo: han transcurrido siete meses y Wayne impide que Mitchum, tumbado en un camastro, coja una botella del suelo. El primero desplaza de una patada el whisky y el segundo, después de la sorpresa, ataca a su amigo a causa de la crisis etílica. Una acción muy similar a la del arranque de Río Bravo, pero con ciertas diferencias que aclaran la intención del director. En primer lugar, la escena transcurre en el interior de la cárcel y no delante de testigos; por otro lado, el sheriff no se encuentra en una situación tan vergonzosa (no tiene que recoger la moneda de la escupidera) y Hawks, aunque mantiene el montaje de plano-contraplano entre los dos actores, opta por un picado y un contrapicado menos expresivos (compárese 4.39 y 4.40 con 4.23 y 4.24) para que todo resulte bastante más suave que en la cinta original. 

Lo que definitivamente establece el tono de comedia es la pelea entre los dos: la expresión en el rostro de Mitchum cuando recibe el golpe antes de desmayarse (4.41) es propia de una secuencia slapstick de cine mudo. Hawks reconoció que en El Dorado quería tomarse más a la ligera, casi de broma, el tema del alcoholismo del sheriff: “¿Qué otra cosa podía hacer? Ya lo hicimos de una forma, ahora teníamos que hacerlo de otra. Decidimos divertirnos un poco” (Bogdanovich 2007, p.295).


4.39

4.40


4.41

4.42


Con el avance del metraje se generaliza el tono irónico. Para establecer los lazos de amistad entre los dos protagonistas, Hawks sigue evitando las muestras explícitas de cariño: en Río Bravo, Dude tiene problemas al liar el tabaco con sus manos temblorosas, que se solucionan con el ofrecimiento de cigarrillos por parte de Chance; en El Dorado, el sheriff Harrah no consigue recargar el revólver por el mismo motivo (4.42), de nuevo Wayne acude en su ayuda para introducir él las balas en el cargador. Situaciones similares, muy efectivas ambas, pero presentadas de forma diferente. Más simpáticas en el remake que en la película original gracias, en parte, al excelente trabajo de Robert Mitchum. 

El director quedó gratamente sorprendido con la estrella, a la que le precedía una fama de actor perezoso. Cuando Hawks le acusó de ser un farsante, de dar una imagen de vago cuando en realidad era uno de los hombres más trabajadores que había conocido, el actor le contestó: “No se lo digas a nadie” (ibidem). Además de una interpretación notable, Mitchum fue responsable de ideas tan buenas como la secuencia del baño en la cárcel o líneas de diálogo como las del cambio de muletas al final de la película cuando Harrah y Thornton, heridos, tienen que usar sendos apoyos para caminar (4.43).[1] Hawks era bastante receptivo y no le importaba nada cambiar el guión sobre la marcha, de hecho, a diferencia de otros directores como Hitchcock, esa era otra de las características de su cine: no ser esclavo de un papel escrito y seguir su intuición durante el rodaje para incorporar nuevas ideas, suyas o del resto del equipo.

4.43





[1] Ambos actores, Wayne y Mitchum, se atribuyeron esa idea por el mismo motivo, para contrarrestar el fallo de continuidad que comete Mitchum en la película al cambiar la muleta constantemente de brazo de una secuencia a otra.


lunes, 19 de enero de 2015

BIRDMAN (Alejandro González Iñárritu, 2014)

¿No les ha ocurrido alguna vez que justo después de que les hayan presentado a alguien, en una primera impresión, la persona les ha parecido más falsa que una moneda de 3 euros? Pues eso es exactamente lo que nos ha sucedido con la última película del director mexicano, González Iñárritu.



En nuestra opinión, Birdman es una cinta disfrazada de cine independiente con ocultos intereses comerciales —legítimos, no digo que no, pero que no nos engañen— que parece un remedo de la propia trama: un actor venido a menos (Michael Keaton) quiere demostrar su valía en el teatro, mientras mantiene una lucha interna con su otro yo, el que antaño le diera la fama como estrella blockbuster.

Una historia que quiere ser original, pero que llega algo tarde después de la más conseguida JCVD (Mabrouk El Mechri, 2008), o del arranque de El Congreso (The Congress de  Ari Folman, 2013), cintas con guiones especulares donde Van Damme y Robin Wright, respectivamente, hacen de ellos mismos —igual que Michael Keaton—; todos con unas carreras en decadencia cuyos éxitos anteriores pesan en exceso (a nadie se le escapa que Birdman es Batman). Tampoco tiene nada de innovador el hecho de que la trama se desdoble cuando los conflictos entre los personajes influyen en la obra que representan en la ficción (aquí los ejemplos son mucho más numerosos: La noche americana, Vania en la calle 42, La mujer del teniente francés, etc.).



Sin una trama que aporte nada nuevo, el filme se sustenta en las hipotéticas virtudes de realizador y actores. El primero se atreve a rodar, cámara en mano, en sólo un plano secuencia todo el largometraje (con las mismas trampas que Hitchcock en La Soga, todo hay que decirlo). Un alarde técnico que se nos antoja tiene que ver más con el lucimiento personal del director que con la película en sí. Ni siquiera los saltos en el tiempo sin cortar la filmación (elemento narrativo que tampoco es nuevo y que, por ejemplo, hacía muy bien Angelopoulos en El viaje de los comediantes) son suficientes para que desparezca esa sensación de rodaje autocomplaciente.

Algo parecido sucede con los actores. Todos ellos empeñados en una verborrea sobreactuada con la excusa de estar dando vida a personajes que quieren demostrar su buen hacer como profesionales de la actuación. Una redundancia que cae en la soberbia interpretativa, muy en sintonía, eso sí, con el trabajo del realizador.

Con Birdman, Iñárritu logra todo lo contrario a lo que se propone: una película poco sincera rematada con un final tan falso como la cinta en sí. Una conclusión seguramente forzada por aspectos comerciales, o incluida a última hora para no caer en otro defecto, el de la trama previsible. Fuera o no esa la intención, la verdad es que ya no importa demasiado: a esas alturas, el largometraje ya no tenía mucha solución.   


Ver Ficha de Birdman.


domingo, 16 de noviembre de 2014

PALMARÉS DEL XI FESTIVAL DE CINE EUROPEO DE SEVILLA

Finaliza un año más el festival de cine europeo de Sevilla, en nuestra opinión con el nivel más alto de las últimas ediciones en cuanto a la calidad de las películas proyectadas. Lo que viene a confirmar la buena salud del cine en el viejo continente pese a las evidentes dificultades económicas por las que atraviesa la industria en la mayoría de los países. Antes de pasar a detallar el palmarés final, sólo unos pequeños apuntes de lo que pudimos ver en la jornada final:

Como despedida del festival asistimos a dos películas, que a la postre resultaron premiadas (la cinta italiana con el premio del jurado y el galardón a la mejor actriz; y la húngara con el concedido por EURIMAGES), muy distintas ambas, en polos opuestos podríamos decir:

La primera, Le Meraviglie (Alice Rohrwacher, 2014) opta por resaltar la bondad que reside en una adolescente que, prácticamente, se encarga ella sola de sacar adelante una explotación agrícola especializada en la producción de miel. La relación entre la joven Gelsomina (nombre cien por cien cinéfilo) y Martin, un chico conflictivo que entra a trabajar con ellos; y la que existe entre ella y su padre, un ecologista que en realidad es un explotador, son la cara y la cruz de este drama que sorprende con algunas secuencias tan emocionantes como la del concurso televisivo.
 
El segundo filme, White God (Kornél Mundruczó, 2014), se decide por todo lo contrario: por resaltar lo peor de la condición humana reflejada con toda su crudeza en este thriller. Una especie de precuela de la inquietante cinta de Samuel Fuller (el juego de palabras usado en el título evidencia el origen del filme: White Dog, 1982) aderezada con la terrorífica película de Hitchcock, Los pájaros (The Birds, 1963). Las referencias son tan claras a esta última (hay planos calcados) como a la de Fuller, si bien, el director consigue que los espectadores se sitúen de parte de los perros —y también que bastante gente del público se salga del cine incapaz de aguantar el realismo brutal de las escenas—. Y es que no deja de ser curioso el efecto que supone el maltrato animal al espectador, que aguanta menos este tipo de secuencias que las protagonizadas por seres humanos. Quizás sea debido a la crueldad del llamado homo sapiens, a la indefensión de los canes y a la sensación de veracidad de los planos; a la certeza que planea por toda la película cuando el director parece insinuar que estas atroces actividades suceden en la realidad.  

Y vayamos ahora a detallar cómo se han repartido los premios:

GIRALDILLO DE ORO
Película: TURIST (Suecia, Dinamarca, Noruega, 2014)
Dirigida por: Ruben Östlund

GIRALDILLO DE PLATA
Película: THE KINDERGARTEN TEACHER (Israel, Francia, 2014)
Dirigida por: Nadav Lapid

Premio ESPECIAL DEL JURADO
Película: THE WONDERS / LE MERAVIGLIE (Italia, Suiza, Alemania, 2014)
Director: Alice Rohrwacher

Premio a la Mejor DIRECCIÓN
Película: MR. TURNER (Reino Unido, 2014)
Director: Mike Leigh

Premio al Mejor GUIÓN
Película: TURIST (Suecia, Dinamarca, Noruega, 2014)
Escrita por: Ruben Östlund

Premio a la Mejor ACTRIZ
Película: HEAVEN KNOWS WHAT (Estados Unidos, Francia, 2014)
Actriz: Arielle Holmes
Y
Película: THE WONDERS / LE MERAVIGLIE (Italia, Suiza, Alemania, 2014)
Actriz: Maria Alexandra Lungu

Premio al Mejor ACTOR
Película: MR. TURNER (Reino Unido, 2014)
Actor: Timothy Spall

Premio a la Mejor DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA
Película: LEVIATHAN (Rusia, 2014)
Directora de Fotografía: Mikhail Krichman

PREMIO A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN LAS NUEVAS OLAS
Película: LAS ALTAS PRESIONES (España, 2014)
Dirigida por: Ángel Santos

SEGUNDO PREMIO DE LA SECCIÓN LAS NUEVAS OLAS
Película: L’ABRI (Suiza, 2014)
Dirigida por: Fernand Melgar

MENCIÓN ESPECIAL
Película: LOS HONGOS (Colombia, Francia, Argentina, Alemania, 2014)
Director: Óscar Ruiz Navia

PREMIO A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN LAS NUEVAS OLAS. NO FICCIÓN
Película: REMINE, EL ÚLTIMO MOVIMIENTO OBRERO (España, 2014)
Dirigida por: Marcos Martínez Merino

PREMIO A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN RESISTENCIAS
Película: EQUÍ Y N’OTRU TIEMPU (España, 2014)
Dirigida por: Ramón Lluís Bande

PREMIO GIRALDILLO JUNIOR

Película:  LAS AVENTURAS DEL SÉPTIMO ENANITO (Alemania, 2014)
Dirigida por: Harald Siepermann

GRAN PREMIO DEL PÚBLICO
Película: EL CAPITAL HUMANO (Italia, 2014)
Dirigida por: Paolo Virzí

PREMIO EURIMAGES A LA MEJOR COPRODUCCIÓN EUROPEA
Película: WHITE GOD (Hungría, Alemania, Suecia, 2014)
Dirigida por: Kornél Mundruczó

El premio de la distribuidora MARVIN & WAYNE al cortometraje de la sección Panorama Andaluz es para:
Película: OASIS (España, 2014)
Dirigida por: Carmen Jiménez

VII PREMIO EUROPEO DE CINE UNIVERSIDAD DE SEVILLA
Proyecto: EL NUDISTA
Dirigido por: ALEJANDRO PHILIP WAUDBY

PREMIO AL MEJOR CORTOMETRAJE DE LA SECCIÓN PANORAMA ANDALUZ
Película: OASIS (España, 2014)
Dirigida por: Carmen Jiménez

MENCIÓN ESPECIAL
Película: TRES TRISTES TIGRES (España, 2014)
Dirigida por: Bea Hohenleiter y Bruno Ojeda

PREMIOS NO OFICIALES
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PREMIO ASECAN A LA MEJOR PELÍCULA DE LA SECCIÓN OFICIAL
Película: LA SAPIENZA (Italia, Francia, 2014)
Dirigida por: Eugène Green

MENCIÓN ESPECIAL
Película: MR. TURNER (Reino Unido, 2014)
Director: Mike Leigh

1er PREMIO OCAÑA A LA LIBERTAD
Película: SOMETHING MUST BREAK (Suecia, 2014)
Dirigida por: Ester Martin Bergsmark

Para terminar, decir que no podemos estar más de acuerdo con la forma en la que se han repartido los premios: la justa vencedora, Turist, ha sido elegida por el jurado, en palabras de sus miembros, por “un trabajo que pivota sobre la idea del abandono en el cual la percepción de una crisis desencadena una respuesta inesperada y de consecuencias extremas para todos los implicados”. Una película para reflexionar que también se ha alzado con el Giraldillo al mejor guión, obra del propio director, Ruben Östlund.

Entendemos perfectamente al público cuando El capital humano ha sido la más aclamada por los espectadores, y le damos la razón al jurado, una vez más, por reconocer con sendos premios la sensibilidad de La Meraviglie y la fuerza de White God, ambas comentadas más arriba. El galardón a la mejor fotografía para Leviatán nos parece merecido, aunque no suficiente para una de las mejores películas que han desfilado por el certamen.

Sí nos complace especialmente observar que Mr.Turner ha sido la cinta más premiada del festival (mejor director, mejor actor y premio ASECAN); un filme al que le auguramos muchos más éxitos, sobre todo al protagonista, Timothy Spall. No podemos decir que haya nacido una estrella, dada su larga trayectoria como actor, pero sí estamos convencidos de que se ha agrandado su figura y ya se codea con los mejores profesionales gracias a una efectiva y sentida interpretación del pintor británico William Turner.

Ya sólo nos resta citarnos con los lectores para el año que viene, donde esperamos volver a encontrarnos con lo mejor del cine que se hace en Europa y donde nos comprometemos a dar testimonio de lo que aquí ocurra.   


domingo, 24 de marzo de 2013

ESPECIAL EXPRESIONISMO (VI)


4. EVOLUCION, DECADENCIA E INFLUENCIA POSTERIOR.

4.1. Derivaciones expresionistas. El Kammerspielfilm- A parte del "Caligarismo", del Expresionismo arquitectónico, y de otras corrientes expresionistas cinematográficas que surgieron en los años veinte en Alemania, cabe destacar por su importancia el Kammerspielfilm (film de cámara) o también llamado Expresionismo Realista. Se inicia con la película de Lupu Pick El raíl (Scherben, 1921) y se basa en obras de pocos actores que se mueven en ambientes cotidianos, con ausencias de rótulos, donde lo que importa es visualizar los caracteres y la psicología de los personajes. 
 
Emil Jannings en "El Último" de Murnau

De nuevo es Murnau el director que encabeza el "cine de cámara". Para rodar estos filmes forma un grupo de profesionales entre los que se encuentran el célebre actor Emil Jannings, el guionista Carl Mayer (omnipresente en todo el Expresionismo) y el director de fotografía Karl Freund. La película representativa del Kammerspielfilm es El último (Der letzte mann, 1924) donde un portero de hotel, al llegar la hora de su retiro, se ve relegado a encargado del baño de caballeros. El drama del hombre privado de su uniforme, por el que sentían respeto sus vecinos, como si fuera un general, se presenta al espectador cargado de sentimientos. Con este filme se libera a la cámara, atada literalmente al cuerpo de Freund, se la "desencadena" como llaman los alemanes al objetivo en movimiento. Pese a estos novedosos elementos, los recursos expresionistas se suceden una y otra vez en contraposición al drama realista: Los juegos de luces, la deformación de la imagen (la puerta giratoria del hotel), el movimiento fantasmal del ascensor y la ausencia de protagonismo de los personajes secundarios, que sólo cobran vida en relación con el personaje central.

Las luces y las sombras protagonistas en "M" de Fritz Lang

La desintegración definitiva del movimiento en Alemania sobreviene con el advenimiento del nazismo. Una última película de este período es M. el vampiro de Dusseldorf (1931) de Fritz Lang. Aquí el criminal ya no es un monstruo como "Nosferatu" o "El Golem", es un pequeño burgués de apariencia normal que asesina niñas y que es juzgado por los propios delincuentes. La llegada del nazismo era tan evidente en este filme que Lang tuvo que emigrar forzosamente a Estados Unidos.

4.2. El Neoexpresionismo.- Fue en Hollywood precisamente donde el nuevo Expresionismo se instaló con más fuerza, en parte debido al exilio de ilustres directores centroeuropeos como Murnau, Lang y Von Sternberg, entre otros. Pero anteriormente, en la década de los años veinte, su influencia ya se dejó sentir en el mundo anglosajón. Autores tan importantes como John Ford o Alfred Hitchcok incorporaron elementos expresionistas a sus películas. En El enemigo de las rubias (The Lodger, 1926) Hitchcock renuncia casi totalmente a los subtítulos fiel a la influencia alemana. En The Ring, otro largometraje de su etapa muda, vuelve a notarse la influencia expresionista patente en algunas metáforas y en la visualización sonora. 

John Ford y el Expresionismo: "El Delator"

Mientras tanto, Ford, en Cuatro hijos (Four sons, 1928), utiliza los decorados de Amanecer de Murnau y arranca la cinta de la misma forma que el director alemán hace en El Último (hasta el cartero del pequeño pueblo es un doble de Jannings con uniforme y todo). Aunque donde más se nota la influencia expresionista en Ford es en tres de su películas sonoras: El delator (The Informer, 1935), Hombres intrépidos (The Long Voyage Home, 1940) y El Fugitivo (The Fugitive, 1947). En ellas la atmósfera agobiante e irreal y la utilización de los claroscuros es bastante significativa.





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