Mostrando entradas con la etiqueta comedia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta comedia. Mostrar todas las entradas
¡Viva las Vegas!
Parece ser que, en los tiempos que corren, lo mínimo que se le puede exigir a una cinta de éxito es una trilogía. Lógicamente si la cosa sigue funcionando luego le seguirá una nueva trilogía, algún reboot, varias precuelas y, cuando el suflé empiece a bajar, por qué no una serie de televisión. Qué demonios, ¡que sean dos! ¡Y una de ellas con dibujos animados! Resulta evidente que Resacón en las Vegas (2009) es una película que encaja a la perfección en el contexto “cinta de éxito”, así pues su secuela no se hizo esperar y todos teníamos, más o menos claro, que la tercera parte iba a caer tarde o temprano. Pues bien, ya la tenemos aquí. Pero si en la segunda parte llamada Resacón 2 ¡Ahora en Tailandia!, los responsables del film se limitaron a sablear la cinta original, con más o menos fortuna, limitándose a añadir una nueva localización, más salvaje que la anterior si cabe; en esta tercera película de la saga la intención ha sido la de cambiar la dinámica de los dos films anteriores (esa de que los protas se levantan con una resaca de tres pares de narices e intentan reconstruir lo sucedido durante la noche anterior). Efectivamente con este tercer film han invertido la dinámica, y lo han hecho con la finalidad de poder seguir haciendo exactamente lo mismo aunque, lamentablemente, con peores resultados.
¿Cómo va eso?
Si
practicáramos una encuesta a pie de calle y preguntáramos a la
gente si les suena de algo el nombre de Matt LeBlanc, lo más
seguro es que la mayoría de la gente respondiera que lo lamenta pero
que no tiene ni la más mínima idea sobre de quien se trata; un
grupo mucho más reducido podría ser que les sonara aunque no
lograría ubicarlo; y por último una minoría residual lograría
responder correctamente y nos diría que se trata del actor que
interpretaba a Joey en la popular serie de televisión
Friends. Y es que el de Matt LeBlanc es el típico caso de
actor que después de intervenir en una conocida serie televisiva ya
no se ha podido sacar su personaje de encima y lo ha seguido
acompañando durante el resto de su carrera (en su caso agravado por
el hecho de haber protagonizado, incluso, un spin-off). Pues bien,
amigos, el Joey de Friends tiene nueva serie y ¿saben a quien
interpreta? Pues a Matt LeBlanc.
No
lo llames amor, llámalo bipolaridad.
Cuando
uno se encuentra con una película del género “comedia romántica”,
con dos guapas estrellas de Hollywood como protagonistas y con un
título del estilo de El lado bueno de las cosas, más que de
entrar en la sala a ver la cinta, de lo que le entran ganas a uno es
de meterle fuego a todos los cines que la proyectan con la intención
de limpiar nuestras almas gracias a un gran fuego purificador. Pero
luego uno empieza a ver las críticas y todos los premios que ha
recibido la peli y, todavía con un bote de gasolina en una mano y un
mechero en la otra, empieza a dudar. Siempre me he quejado
airosamente de que los grandes premios de cine tienden a ningunear
las comedias en favor de los grandes dramas. Y de pronto, nos llega
una pequeña comedia romántica que ha conseguido ocho nominaciones a
los Oscar (y encima en las categorías grandes) y otros muchos
premios internacionales. ¿Me habré precipitado a la hora de juzgar
la película? Pues no.
Los
rescatadores en Iránlandia.
Argo
no deja de ser un nombre extraño para lo que en verdad es un
thriller clásico de los de toda la vida. Exactamente la película
pertenece a ese particular subgénero del thriller que es conocido
con el nombre de: “huy, casi, por poco”. De seguro sabrán
ustedes de lo que estoy hablando. Se trata de esos films en los que
de forma continuada parece que van a suceder cosas pero “huy, casi,
por poco”. Ejemplos: Que el malo está a punto de disparar al héroe
pero en el último momento éste se agacha, el villano termina
fallando y el espectador suelta un “huy, casi, por poco”; que
faltan pocos segundos para que estalle la bomba y el prota logra
detener el reloj cortando el cable adecuado cuando apenas restaba un
segundo para hacer detonación y su cara denota un “huy, casi, por
poco”; que la voluptuosa actriz protagonista está desnuda en la
cama con el espía de turno y hace un ademán de incorporarse pero
justo antes de hacerlo se cubre con las sábanas... “huy, casi, por
poco”. Además, la cinta ha logrado una gran acogida entre crítica
y público, convirtiéndose en una de las pelis más destacadas del
año pasado, lo que lleva a preguntarnos: ¿Es Argo una gran
película? Huy, casi, por poco.
Siempre nos quedará París
La filmografía de Billy Wilder contiene una gran cantidad de obras maestras, y películas como Perdición (1944), El crepúsculo de los dioses (1950), o El apartamento (1960), así lo atestiguan. Pero con Ariane (1957) me he llevado una decepción, dirigida además el mismo año que Testigo de cargo, otra de sus obras maestras. Y aunque sea su primera colaboración con el guionista I.A.L. Diamond (trabajarían juntos hasta el último film de 1981, Aquí, un amigo), y aparezca una bella Audrey Hepburn (una de las actrices favoritas de Wilder), acompañada por un galán Gary Cooper (Cary Grant rechazó el papel), la historia se alarga demasiado. Eso sí, una menor película de Wilder no quiere decir un mal resultado en general, ya que contiene detalles y bromas para comentar, sobre todo el comienzo del film en el que la voz en off de uno de los protagonistas destaca París como la ciudad donde mejor se hace el amor y vamos viendo diferentes tipos de parejas besándose por las calles (ver tráiler).
Días de vino y vuelos.
La
filmografía de Robert Zemeckis me ha acompañado a lo largo
de mi vida. De pequeño adoraba sus películas y su sentido del
espectáculo y la aventura con títulos como Tras el corazón
verde, la trilogía Regreso al futuro, ¿Quién engañó
a Roger Rabbit?, o La muerte os sienta tan bien. Puede que
no fueran perfectas, pero en una de ellas encontrábamos a una pareja
en busca de un tesoro en una espesa y peligrosa selva, en otra un
joven en apuros intentaba que su madre del pasado no se enamorara de
él, otra abordaba un mundo en el que convivían los dibujos y los
personajes de carne y hueso, y en la última la vida eterna
conllevaba unas catastróficas consecuencias. Grandes temáticas para
el poco sentido común de un pre-adolescente. Con Forrest Gump
su carrera tocó techo y nos regaló una película que, a pesar de
que en su momento me resultó de lo más antipática por robarle el
Oscar a Pulp Fiction, con el tiempo hemos hecho las paces y he
acabado reconociendo sus muchos méritos. Pero a partir de ese punto
su carrera se fue a tomar pol saco. Le siguieron Contact, Lo que la
verdad esconde y Náufrago, trabajos con temáticas atrayentes...
pero ya no era lo mismo. Para colmo, más tarde se emperró en hacer
triunfar la animación con la técnica de captura de movimiento y nos
llegaron Polar Express, Beowulf y Cuento de navidad.
Cenizas era lo único que quedaba de mi admiración por el director.
Y justo cuando ya parecía que no quedaba esperanza, nos llega su
último trabajo y logra dos nominaciones a los premios Oscar: El
vuelo. ¿Y de qué trata la película? Pues sobre los problemas
con la bebida de un piloto de aviones. No se paren. Sigan cavando la
tumba.
La
divertida noche de los zombis.
Estamos
en pleno siglo XXI pero nada parece haber cambiado con respecto a la
época anterior. No existen coches voladores (de hecho apenas existen
coches eléctricos); no han abierto un McDonalds en la luna; los
ordenadores cada vez son más potentes, pero únicamente con el
objetivo de poder almacenar más cantidad de pornografía; y los
viajes en el tiempo siguen reservados a casposas ferias medievales de
pueblo. ¿Y en cuanto al séptimo arte? Pues lo mismo: Para poder ver
una película en tres dimensiones sigues estando obligado a colocarte
unas incómodas gafas que en muchos casos deberás devolver a la
salida y que pueden haber sido utilizadas el tipo más cerdo del
mundo antes que tu, mientras rezas para que la cosa no sea muy oscura
o muy movidita o de lo contrario no te vas a enterar de la misa la
mitad (y ya no hablemos de la gente, como un servidor, que ya usa
gafas en su día a día y que se ve obligado a un cierto grado de
funambulismo para lograr intuir algo de profundidad); algunos de los
directores más reputados siguen apostando por el western (Quentin
Tarantino y Gore Verbinski) y se siguen estrenando películas de
animación artesanales con la técnica del stop-motion. Por
suerte para todos, algunas de ellas son tan chulas como El
alucianante mundo de Norman.
El oso amoroso.
Pues todo parece apuntar a que, definitivamente, Seth MacFarlane se ha acabado convirtiendo en la gran esperanza blanca del humor americano. Su origen catódico tampoco debería ser algo que nos extrañara en exceso, ya que de todos es sabido que la gran mayoría de los grandes cómicos americanos de las últimas décadas provienen de la pequeña pantalla (del Saturday Night Live para ser más exactos). Pero pocos contaban con MacFarlane después de que en 2001 se cancelara su buque insignia: la serie de animación Padre de familia. Por suerte, algunos años más tarde, y debido a la presión popular, la serie volvió a las pantallas e incluso se le sumaron un par más de nuevos proyectos: Padre made in USA y El show de Cleveland. Actualmente vive un momento dulce de su carrera, con gran éxito de audiencia en sus programas televisivos, con un previsto salto cinematográfico de su serie más conocida: Padre de familia, habiendo ya sido confirmado como conductor de la próxima ceremonia de los premios Oscar, y habiendo estrenado su primera película como director: Ted.
Pues todo parece apuntar a que, definitivamente, Seth MacFarlane se ha acabado convirtiendo en la gran esperanza blanca del humor americano. Su origen catódico tampoco debería ser algo que nos extrañara en exceso, ya que de todos es sabido que la gran mayoría de los grandes cómicos americanos de las últimas décadas provienen de la pequeña pantalla (del Saturday Night Live para ser más exactos). Pero pocos contaban con MacFarlane después de que en 2001 se cancelara su buque insignia: la serie de animación Padre de familia. Por suerte, algunos años más tarde, y debido a la presión popular, la serie volvió a las pantallas e incluso se le sumaron un par más de nuevos proyectos: Padre made in USA y El show de Cleveland. Actualmente vive un momento dulce de su carrera, con gran éxito de audiencia en sus programas televisivos, con un previsto salto cinematográfico de su serie más conocida: Padre de familia, habiendo ya sido confirmado como conductor de la próxima ceremonia de los premios Oscar, y habiendo estrenado su primera película como director: Ted.
My
generation.
Después
del estreno de una serie televisiva pueden suceder cuatro cosas: a)
que la audiencia responda favorablemente, consiga grandes cuotas de
audiencia, el producto se convierta en todo un fenómeno de éxito y
regalen cromos con el rostro de sus protagonistas en los paquetes de
phoskitos; b) que consiga una audiencia suficientemente aceptable lo
que, junto con un posible éxito de crítica y una pequeña legión
de fervientes seguidores, provoque que siga en antena con la
esperanza de que el resto de la población se interese por ella y de
el salto a la categoría anterior; c) que los datos de audiencia no
sean suficientes y que, a pesar de las buenas críticas y de un
residual grupo de incondicionales, la serie sea finalmente cancelada
(previo algún probable intento de cambio de horario e incluso de
canal); y d) que el producto estrenado no interese ni a crítica ni a
público, con lo cual sea fulminantemente finiquitado y toda la
población salga a las calles danzando el baile de la victoria y
entonando el “yes, we can”.
Pero
detengámonos un instante en la categoría “c”, que es la que nos
interesa. Los programas pertenecientes a este grupo jamás lograrán
convertirse en series de éxito ni lograrán grandes cuotas de
pantalla. A pesar de ello todavía les queda una última salida a la
que difícilmente podrán aspirar los productos del resto de
categorías: pueden llegar a convertirse en series de culto
(lo cual funciona más como título honorífico que otra).
Para ello lo ideal sería que la serie no cuente con demasiados
capítulos, que no sea muy comprendida por una gran mayoría de la
población, que la crítica especializada le haya dado su beneplácito
y que, a poder ser, fuera injustamente cancelada dejando la obra
parcialmente incompleta. Si además estamos hablando de un producto
americano nunca estrenado en nuestro país y que solamente se puede
encontrar en versión original subtitulada en ciertos programas de
descarga a través de la red (dudo mucho que por bajarme una serie
cancelada hace ya más de diez años me esté cargando la industria
de nadie), no hace más que añadirle épica al enorme placer que
produce poder ver, por fin, la fantástica FREAKS AND GEEKS.
La vida de los otros
Hace poco se estrenó en las salas de cine En la casa, que obtuvo el premio a la mejor película y al mejor guión en el Festival de Cine de San Sebastián, y que hasta ahora es la más aclamada de la carrera cinematográfica del director y guionista francés François Ozon. En esta ocasión ha vuelto a adaptar una historia y ha optado por la obra teatral El chico de la última fila (2011), la primera que es llevada al cine del dramaturgo español más internacional, Juan Mayorga. Ambos hablaron y comentaron sobre la adaptación de la obra pero Mayorga tenía claro que debía dejar vía libre a Ozon para que escogiera lo que más le interesara de su obra. Y parece que debió dar buen resultado, ya que al autor le gustó la película y además acompañó a Ozon en la recogida de los galardones en San Sebastián.
¡Shama Shama!
Viendo este cartel (que recuerda mucho al de Sonrisas y lágrimas) a uno ya le da la sensación de que Descalzos por el parque puede resultar una comedia simpática y agradable, con la intención de que el espectador pase un rato entretenido. Y eso es lo que exactamente ocurre al ver la película, ópera prima de Gene Sacks, que había sido actor de teatro y de televisión en los años 50, y dirigió obras en Broadway en la década de los 60, cuya película más conocida fue la que realizaría el año siguiente: La extraña pareja. Pero para esta película en concreto contó con un guión de Neil Simon, que no tuvo más que adaptar su obra original que ya se había representado en Broadway en 1963 con un éxito muy notable, protagonizada entonces por Robert Redford y Elizabeth Ashley, repitiendo el primero en esta adaptación para el cine, acompañado en esta ocasión por la guapísima Jane Fonda.
Interiores
En muchas ocasiones, aunque una película se haya rodado en pocos días y con poco dinero (algo que pasa comúnmente en el cine independiente), cuando el autor tiene talento, sabe a lo que se atiene y encima tiene a su merced a unos actores con buenas dotes interpretativas, el resultado puede ser bastante satisfactorio. Esto es lo que uno siente al ver El amigo de mi hermana (2011), escrita y dirigida por Lynn Shelton, cuyo título en español es simple y típico pero cuyo original tampoco tiene una traducción fácil ya que Your Sister's Sister es más bien un juego de palabras que hace referencia a un diálogo que tienen dos de sus protagonistas en una escena en concreto. Pero antes de entrar en materia, habría que decir que en el guión de esta comedia dramática la directora solo tenía esbozados algunos diálogos ya que su intención era que los actores tuvieran la capacidad de improvisar mucho y que las situaciones fueran surgiendo a lo largo del rodaje, algo que se consigue con creces con el gran trabajo del buen trío protagonista: Emily Blunt, Rosemarie DeWitt y Mark Duplass.
Cuentos a la boloñesa.
Pues todo parece apuntar que, a sus setenta y siete años de edad, a Woody Allen la idea de la jubilación no es algo que vaya mucho con él. Así pues, en lugar de tomarse su profesión de una forma más relajada, el director sigue con su infatigable ritmo y nos sigue ofreciendo una película por año. Además, sigue con su tour por Europa (en plan gira musical de viejos rockeros) y después de filmar en Londres, Barcelona y París, en esta ocasión la acción se centrará en la ciudad de Roma, que se convertirá en el escenario ideal para las cuatro historias que contiene el film. Lo curioso del caso es que, teniendo en cuenta el título de la cinta, A roma con amor, lo cierto es que a pesar de que las cuatro historias del film, aisladas entre sí, tratan sobre temas de amoríos varios, solo una de ellas se puede entender propiamente como una historia sobre el amor, dejando las otras tres a temas más banales y cercanas al humor absurdo ya visto en los relatos del propio director. Supondremos, pues, que el “amor” a que se refiere el título debe ser entendido como aquel hacia la propia capital italiana, y así todos contentos. ¿O no?
Los sueños se hacen realidad
Este viernes pasado se estrenó en nuestras salas de cine Ruby Sparks (2012), de Jonathan Dayton y Valerie Faris, un matrimonio que después de dirigir numerosos vídeos musicales (entre ellos el premiado Tonight, Tonight, de Smashing Pumpkins) decidieron dar el paso a la gran pantalla con Pequeña Miss Sunshine (2006), con la que cosecharon varios premios y un éxito abrumador tanto de crítica como de público. Ahora han dado vida un guión escrito por Zoe Kazan, la nieta del que fue director y escritor norteamericano Elia Kazan, que en una entrevista comentó que la historia le vino a la cabeza cuando volvía de un rodaje, al ver un maniquí tirado en un contenedor, recordando entonces una leyenda griega que aparece en Las metamorfosis de Ovidio: Pigmalión, un rey de Chipre, cansado de no encontrar a la mujer perfecta, empezó a crear esculturas de mujeres preciosas, enamorándose de la más bella de ellas, Galatea. Al soñar que cobraba vida, Afrodita hizo realidad su deseo y cuando despertó vio que la mujer de sus sueños era real.
El jovencito Frankenstein.
Ya lo decía la canción: “las vueltas que da la vida, el destino se burla de ti...”. Y es que durante los primeros años de la década de los '80, un joven (aunque ya despeinado) Tim Burton trabajaba para la Disney, aunque su arte no se puede decir que fuera del todo entendido ni, mucho menos, visto con buenos ojos dentro de la compañía. Así pues, tras dirigir un corto con la técnica de stop-motion, Vincent, y después de realizar un segundo corto basado en el mito de Frankenstein, de nombre Frankenweenie, la multinacional lo echó a la calle alegando que su trabajo había supuesto un desperdicio de recursos monetarios en una película demasiado terrorífica para los menores. Pero el joven Burton no arrojó la toalla y creció y creció hasta convertirse en un hermoso cisne blanco reputado director de culto capaz de contar con el reconocimiento tanto de crítica como de público. Y así fue como a mediados de la década del 2000, la Disney volvió a llamar a la puerta del realizador para volver a contratar sus servicios. Para cerrar el círculo, en 2007 ambas partes firmaron un contrato para la realización de una película basada en el mismo corto por el que lo echaron la primera vez, filmado en blanco y negro, con la técnica del stop-motion y de nombre Frankenweenie. Lo cierto es que si este párrafo lo leen con música de Danny Elfman de fondo la cosa mejora un montón.
Alguien voló sobre el nido del Dodo.
Existen dos elementos de esta nueva producción de la compañía Aardman que no deja de sorprenderme lo muy de moda que siguen estando en pleno siglo XXI. El primero es que se trata de una película de “piratas”, género muy denostado hace unos años (y sino que se lo pregunten a Geena Davis o a Roman Polaski) pero que después del éxito de la saga “Piratas del Caribe” parece seguir disfrutando de un momento dulce (este año incluso sacaron la cabeza en la cuarta entrega de Ice Age, en la que los protagonistas debían enfrentarse a unos temibles piratas prehistóricos). El segundo de los elementos es la técnica del “stop-motion” (auténtico signo de identidad de Aardman, junto con la plastilina). Resulta curioso como, en plena era digital, esta técnica de la vieja escuela siga teniendo tantos adeptos. Sin ir más lejos, este mismo 2012, junto con la película que hoy nos ocupa, también se estrenan dos apuestas fuertes más en “stop-motion”: Frankenweenie y El aluciante mundo de Norman. Y viendo los resultados obtenidos, que sea por muchos años.
No se lo van a creer cuando se lo diga, pero resulta que la película ¡Piratas!, trata sobre... piratas. Exactamente sobre el llamado Capitán Pirata (estoy visualizando una mesa repleta de reputados guionistas rebanándose los sesos para dar con el nombre adecuado para el protagonista de esta aventura). Le acompañan su variopinta tripulación que, a pesar de tratarse de buena gente, no se puede decir que sean excesivamente aguerridos, valientes ni audaces. Más bien todo lo contrario. A pesar de eso, nuestro protagonista está empeñado con alzarse con el premio anual al mejor pirata del año, reputado galardón que recibe el pirata que consiga reunir un mayor botín en sus saqueos.
Entonces, si los piratas son los buenos de la película, ¿sobre quién recae el rol de malo oficial de la función? Pues ni más ni menos que sobre la reina Victoria de Inglaterra, una monarca con una especial debilidad por eliminar a todos los piratas de la faz de la tierra. Pero la reina no será el único personaje histórico que se cruzará en el camino de la tripulación y es que, en uno de sus habituales abordajes, los piratas se cruzarán con Charles Darwin quien le propondrá al Capitán un arriesgado plan para lograr ganar un montón de oro, con el que poder alzarse con su premio soñado. Lo cierto es que explicado así la trama no tiene mucha gracia y todo el conjunto desprende un tufo a topicazo plano que tira para atrás, pero lo cierto es que la cosa es de mucha risa.
Entonces, si los piratas son los buenos de la película, ¿sobre quién recae el rol de malo oficial de la función? Pues ni más ni menos que sobre la reina Victoria de Inglaterra, una monarca con una especial debilidad por eliminar a todos los piratas de la faz de la tierra. Pero la reina no será el único personaje histórico que se cruzará en el camino de la tripulación y es que, en uno de sus habituales abordajes, los piratas se cruzarán con Charles Darwin quien le propondrá al Capitán un arriesgado plan para lograr ganar un montón de oro, con el que poder alzarse con su premio soñado. Lo cierto es que explicado así la trama no tiene mucha gracia y todo el conjunto desprende un tufo a topicazo plano que tira para atrás, pero lo cierto es que la cosa es de mucha risa.
Si existen unos personajes ligados a Aarman estos son, sin lugar a dudas, Wallace and Gromit, vistos en cortometrajes y en su salto al largo, la excelente Wallace and Gromit, la maldición de las verduras. Pero la compañía también ha realizado otros títulos como Chicken Run: Evasión en la granja, Ratónpolis y Arthur Christmas, operación regalo (estas dos últimas de animación por ordenador); o las televisivas Creature Comforts y Shaun the sheep. ¡Piratas! está dirigida por Peter Lord (co-director de Chicken Run: Evasión en la granja y miembro fundador de la compañía, hace cuarenta años) y Jeff Newitt. Entre los famosos que prestan su voz a los personajes de la película encontrarán a Hugh Grant, Martin Freeman, Salma Hayek y Jeremy Piven, entre otros.
Se trata de un film cien por cien Aardman (algo que no se puede decir de sus dos anteriores films de animación por ordenador, bastante más flojos en su global), con sus personajes delirantes, su humor muy inglés, sus situaciones rocambolescas, su excelente animación por stop-motion, y sus carreras/persecuciones rocambolescas. Su humor es fresco, los gags se suceden a ritmo vertiginoso en algunos momentos del film, la reina Victoria está desencadenada e incluso sale un mono que hará las delicias del espectador. El sello Aardman también se percibe en una trama que se va complicando más y más a medida que avanza la historia (ya he dicho que el punto de partida es más bien sosainas). Lamentablemente la sensación general es de que el universo “pirata” está demasiado quemado ahora mismo, pero la película logra salir airosa a pesar de ello, aunque debo reconocer que todavía hubiera disfrutado más la cinta con un protagonista con algo más de carisma, ya que no logra estar a la altura del resto de personajes.
Resumiendo: ¡Piratas! es, ante todo, un producto familiar capaz de entretener a los más pequeños y hacer disfrutar a los mayores.
Buenos tiempos llegarán
Cuando uno acaba de ver una película de Aki Kaurismäki se da cuenta de que ha presenciado algo fuera de lo común, y si encima resulta que es un drama pero contado con un humor muy peculiar pues la experiencia no tiene desperdicio alguno, como queda muy patente al ver Nubes pasajeras (1996). En esta historia el director finlandés muestra algo tan actual como el desempleo pero lo hace de una forma brillante al mezclar imágenes de puro melodrama con diálogos absurdos y escenas y personajes memorables que son los que provocan la risa en el espectador. De ahí que el humor sea una característica del cine que este director atípico ha sabido crear durante su original carrera cinematográfica.
La pareja protagonista es un matrimonio formado por Ilona (Kati Outinen) y Lauri (Kari Väänänen). Ella es jefa de sala de un restaurante y él es conductor de tranvía. Económicamente no van muy bien pero aún así él compra una tele en color que pagarán a plazos. Poco después empezará su mala suerte ya que Lauri será despedido por una reestructuración de la empresa a causa de que la mayoría de la gente coge el metro o el coche, y ella se enterará de lo sucedido un mes más tarde, cuando se produzca también su despido ya que la gerente vende el local por la falta de clientes después de estar 38 años abierto.
Con esto ya vemos que para Ilona y Lauri estos cambios serán un duro golpe en su día a día, pero ahí no se quedará la cosa. Kaurismäki parece mover los hilos de su vida a la manera que él quiere que ocurra, exagerando la mala suerte de ambos en su lucha por encontrar un puesto de trabajo, y esto, junto con el detalle incluido de sugerir un suceso triste del pasado, hace que en cierto punto el espectador llegue a tomarse a risa tantas penurias que el director finlandés quiere hacer pasar al matrimonio. También, algo muy común en sus películas, es destacable la manera en que Ilona y Lauri se quieren, se expresan y se dicen las cosas, a veces hasta sin mirarse, o sin cambiar casi su expresión en el rostro tanto ante las adversidades que se les presentan como ante algún posible cambio positivo.
Aunque hay que decir que el cine de Kaurismäki tiene mucha más miga. Con la sencillez de su puesta en escena, sus elipsis tan bien utilizadas, y la creación de personajes extravagantes ha logrado una filmografía única. Y para ello le han servido de mucha ayuda dos aspectos a tener en cuenta: el primero, su gran colaboración con Timo Salminen, que con su fotografía tan carismática, con planos en los que resalta una luz poderosa y unos colores vivos, ha hecho que todo el conjunto aunara mucha calidad y belleza; y el segundo, su acertada utilización de diferentes tipos de música, como en esta película con el gran inicio de las letras de crédito en el que vemos en el restaurante al pianista Shelley Fisher que nos deleita con su preciosa canción Lonesome Traveller.
Y por último, habría que comentar que, como habrán comprobado en el título del film, en el mundo de Kaurismäki puede ocurrir cualquier cosa, tanto lo peor o más absurdo como lo positivo y esperanzador. Eso es lo bueno de este director, que aunque conozcas sus bazas siempre te sale con algún personaje increíble o con alguna escena inolvidable. Y les aseguro que en Nubes pasajeras encontrarán mucho de esto. Es verdad que habrán varios espectadores a los que no les gustará nada el tipo de cine que realiza este señor, pero les he de decir que a un servidor le cautiva su manera tan minimalista de conseguir historias tan auténticas y particulares.
"Una bella película muy característica de Aki Kaurismäki, que contiene tanto su humor peculiar como momentos de melodrama"
Full
house.
Shameless
narra la historia de una disfuncional familia que malvive en un
suburbio de la ciudad de Chicago. El padre, y cabeza de familia, es
alcohólico y no duda en gastarse los pocos ahorros familiares en
licor. Además sus propios hijos deben ir a recogerlo muchas mañanas
porque el hombre no es capaz de regresar a casa por su propio pie. La
hija mayor dejó de estudiar, antes de acabar el instituto, para
hacerse cargo de sus cinco hermanos, después de que su madre los
abandonara. Ella intenta sacar adelante la familia buscando dinero de
donde buenamente puede para lograr poder comer y pagar las facturas
más básicas a fin de mes. En eso ayudan también el resto de sus
hermanos pequeños, apoyándose los unos en los otros para lograr
salir adelante en una realidad que les es hostil y una vida que les
ha dado la espalda. ¡Ah! Y por si todavía lo dudaban, Shameless,
es una comedia.
La
familia protagonista, los Gallagher (absténganse de bromas y
chascarrillos varios sobre otras familias problemáticas de apellido
similar), está formada por el padre, Frank, alcohólico
empedernido, brabucón charlatán y consumidor habitual de todo tipo
de sustancias ilegales, que resulta el típico personaje
autodestructivo, con el agravante de tener a su cuidado a seis hijos
menores de edad (imposible no odiarlo y amarlo, a la vez); y sus
hijos: Fiona, la hija mayor, sobre la que recae el rol de
madre, que debe encargarse de hacer funcionar la familia y evitar que
sus hermanos terminen en una casa de acogida; Lip, un
superdotado para los estudios a quien le resulta imposible no meterse
en líos; Ian, un gay empeñado en entrar en el cuerpo de
marines del ejército; Debbie, una especie de niña/anciana
metomentodo; Carl, quien demuestra una preocupante tendencia
para quemar todo tipo de cosas; y el pequeño Liam, que es
negro.
Resulta
fascinante las vueltas (de campana) que puede llegar a realizar la
carrera profesional de un actor americano. Por ejemplo, los dos
protagonistas de esta fantástica serie de televisión fueron, a la
vez, los dos protagonistas de uno de los mayores descalabros
cinematográficos de todos los tiempos y una de las peores películas
realizadas en las últimas décadas: Emmy Rossum y Justin
Chatwin, quienes interpretaron, respectivamente, los roles de
Bulma y Son Goku en ese agujero negro de creatividad que llevó por
nombre Dragon Ball Evolution. Los acompañan los veteranos y
extraordinarios: William H. Macy (Fargo, Mistery Men),
en el rol del padre, y Joan Cusack (In & Out, Escuela
de Rock), quien interpreta a una vecina de la familia que sufre
agorafobia y de la que no tardará en aprovecharse la familia
Gallagher.
Estamos
frente a lo que podríamos catalogar como una serie de tetas. Es un
secreto a gritos que existen dos tipos de series usa actuales: en las
que salen tetas y en las que no. Shameless pertenece al primer
grupo, junto con otras series como: Juego de Tronos, Boardwalk
Empire, True Blood, Californication, Weeds, Spartacus o Girls.
La conclusión, así a bote pronto, sería que las series de calidad
apuestan por las tetas (ojos en blanco, hilillo de baba). Parece que
algo está cambiando en la televisión americana. Y nos alegramos
enormemente, más si cabe, si la serie en cuestión se encarga de
dejar en porretas a Emmy Rossum, quien parece haber abandonado sus
sosos papeles anteriores, en films como El fantasma de la Ópera,
El día de mañana, Poseidón o la propia Dragon Ball
Evolution.
Paul
Abbot, su creador, ha adaptado su propia serie, emitida en el
Channel 4 británico (donde ya se está emitiendo la novena
temporada), para la cadena americana Showtime. Y créanme si
les digo que el resultado no podría haber sido más satisfactorio.
Shameless es un fantástico espectáculo televisivo,
irreverente, descarado, mordaz y políticamente incorrecto, dotado de
unos personajes que funcionan tanto a nivel individual como
colectivo, a cada cual más atrayente, y que en conjunto forman el
grupo humano más esperpéntico e hilarante de parásitos sociales
jamás unido bajo un mismo techo. La serie logra enganchar desde su
episodio piloto, donde se sentarán las bases de la trama, mostrando
especial interés por la figura del padre ausente (o simplemente
tirado por el suelo) y la de la hermana mayor, obligada a sacar
adelante su numerosa familia y de como se le pueden complicar todavía
más las cosas cuando crea encontrar el amor. Para colmo, al
principio de cada episodio, cuando se le recuerda a los espectadores
lo ocurrido con anterioridad, aparece algún miembro de la familia
para echarte la bronca en caso de que te perdieras el capítulo
anterior (además también suelen haber escenas ocultas en los
títulos de crédito finales).
Shameless
juega claramente a buscar los límites humanos de bajeza moral para,
posteriormente, superarlos y reírse de ellos. Reírse a carcajadas
participando de la gran fiesta que termina siendo la serie,
convertida en un constante show del más difícil todavía. Y para la
posteridad siempre nos quedará Frank Gallagher, uno de los
personajes más carismáticos, torpes y ridículos de los últimos
años, un ser tan despreciable como fascinante, alguien de quien te
encanta ver sus desventuras, pero que odiarías conocer en la vida
real.
Resumiendo:
Imprescindible comedia sobre las miserias humanas de nuestra
sociedad, elevadas a la enésima potencia.
Ladrones y amantes
Es muy agradable encontrar una película que cautive por su simpática historia y por estar llena de momentos ingeniosos que engrandecen aún más su brillante resultado, y eso es exáctamente lo que ocurre al ver Un ladrón en la alcoba (1932), una comedia romántica de la Paramount que podría ser la predecesora de las "screwball comedies" tan populares en los años 30 y 40 (se suele considerar como la primera de ellas a Sucedió una noche, de 1934).
Los
fantasmas atacan al profe.
Se
comenta que el gran maestro Billy Wilder tenía en su oficina de
trabajo una frase enmarcada que decía: “¿Cómo lo haría
Lubitsch?” de manera que, cada vez que se encontraba en un callejón
sin salida a la hora de escribir uno de sus magníficos guiones,
pensaba en cómo abordaría, el director Ernst Lubitch, la situación
que intentaba narrar. A eso se le llamó “el toque Lubitsch”.
Pues bien, después de ver la comedia española Promoción
fantasma creo que los responsables de la cinta también debían
tener algún tipo de frase enmarcada en su lugar de trabajo aunque,
en su caso, en lugar de hacer referencia al director alemán, debía
decir algo como: “¿Cómo lo haría John Hughes?”. Me gusta
pensar en ello como “el toque Hughes”. Duermo mejor por
las noches.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)