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martes, 12 de marzo de 2024

Περίψημα

Leyendo un artículo de Christopher A. Faraone, uno de los grandes estudiosos actuales del griego, sobre un fragmento de Hiponacte, me he enterado de que la palabra para ese ritual por el que se expulsaba a alguien de la comunidad a base de golpes, ese ritual que está en el centro de las teorías de René Girard, podía ser en griego la palabra περίψημα, peripsema. La más conocida es la palabra φαρμακός, el fármaco, aplicada a esa persona que sirve de remedio a los males de la comunidad convirtiéndose en el que carga con todas las culpas. 

Con ello veo de otra manera el pasaje de de san Pablo:

δοκῶ γάρ, ὁ Θεὸς ἡμᾶς τοὺς ἀποστόλους ἐσχάτους ἀπέδειξεν ὡς ἐπιθανατίους, ὅτι θέατρον ἐγενήθημεν τῷ κόσμῳ καὶ ἀγγέλοις καὶ ἀνθρώποις. 10 ἡμεῖς μωροὶ διὰ Χριστόν, ὑμεῖς δὲ φρόνιμοι ἐν Χριστῷ· ἡμεῖς ἀσθενεῖς, ὑμεῖς δὲ ἰσχυροί· ὑμεῖς ἔνδοξοι, ἡμεῖς δὲ ἄτιμοι. 11 ἄχρι τῆς ἄρτι ὥρας καὶ πεινῶμεν καὶ διψῶμεν καὶ γυμνιτεύομεν καὶ κολαφιζόμεθα καὶ ἀστατοῦμεν 12 καὶ κοπιῶμεν ἐργαζόμενοι ταῖς ἰδίαις χερσίν· λοιδορούμενοι εὐλογοῦμεν, διωκόμενοι ἀνεχόμεθα, 13 δυσφημούμενοι παρακαλοῦμεν· ὡς περικαθάρματα τοῦ κόσμου ἐγενήθημεν, πάντων περίψημα ἕως ἄρτι (I Cor. 4.9-13)
Esta es la traducción de la Conferencia Episcopal:
Por lo que veo, a nosotros, los apóstoles, Dios nos coloca los últimos; como condenados a muerte, dados en espectáculo público para ángeles y hombres. Nosotros unos locos por Cristo, vosotros, sensatos en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros célebres, nosotros despreciados; hasta ahora pasamos hambre y sed y falta de ropa; recibimos bofetadas, no tenemos domicilio, nos agotamos trabajando con nuestras propias manos; nos insultan y les deseamos bendiciones; nos persiguen y aguantamos; nos calumnian y respondemos con buenos modos; nos tratan como a la basura del mundo, el desecho de la humanidad; y así hasta el día de hoy.
El deshecho de la humanidad pueden ser esos seres sobre los que los demás cargan las culpas y quieren castigar para librarse ellos de su propio sentimiento de culpa. Cristo fue la víctima inocente y los apóstoles siguieron sus pasos en el martirio. Da un poco de mieditis aplicárselo a uno, pero por ahí hay que ir. San Josemaría lo intuyó en su propia vida y dejó un texto que tiene tintes muy autobiográficos.

viernes, 25 de mayo de 2012

Clase 2 sobre el sacrificio

Vaya: iba a seguir esta serie pero la dejé colgada cuatro meses, nada menos.
Eran unas clases sobre el sacrificio en Grecia: esta es la segunda, en la que les hablaba de las teorías sobre el sacrificio; me detuve especialmente en René Girard (Avignon 1923-). Catedrático de Literatura y su teoría mimética:

El deseo no se dirige a directamente a un objeto, sino que es triangular: se desea el objeto en la medida en que se percibe que otro lo desea. Nuestros deseos se configuran a partir de los deseos de los demás: es el deseo mimético.

Hay que distinguir entre mímesis de apropiación (rivalidad o conflicto por la escasez del objeto) y mímesis de antagonismo (se acaba olvidando el objeto y se cae en la obsesión recíproca entre los rivales). El deseo desbordado (al querer lo que otros quieren, no es posible que todos lo obtengan) conduce a la violencia generalizada. Cuando son muchos, los antagonistas tienden a acabar por escoger como antagonista al que perciben como más débil, que se convierte en víctima.

La clave de la crisis sacrificial: la realidad del escándalo como elemento fundante.
Solución de la violencia: el sacrificio del chivo expiatorio [φαρμακός, pharmacos], que -paradójicamente- funda la sociedad civilizada, en la medida en que acaba convertido en memoria estilizada y permite el control de la violencia.
El mito es al final la historia del asesinato fundador.
El mito antiguo preserva el recuerdo del chivo expiatorio, pero de modo sesgado: aparece como un modo de solución de la violencia, que a la vez se oculta: la caza, la domesticación de animales, el culto a los muertos.
La víctima es sacralizada y a la vez disfrazada en esa divinización.

El mito se revive en el rito.

La muerte de Jesús en la cruz supone la revelación de la inocencia de la víctima y con ella también rompe la "eficacia" del mecanismo sacrificial. Y destruye el valor de los mitos antiguos.

Todo esto, con la ayuda (via) de un excelente Documento de trabajo de Alejandro Llano [aquí el PDF].

martes, 31 de enero de 2012

Girardeo a David

La lectura de la Misa del sábado se me iluminó con perspectivas 'girardianas':
En aquellos días, el Señor envió a Natán a David.
Entró Natán ante el rey y le dijo: «Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una corderilla que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija. Llegó una visita a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su huésped, cogió la cordera del pobre y convidó a su huésped».
David se puso furioso contra aquel hombre y dijo a Natán: «Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte. No quiso respetar lo del otro; pues pagará cuatro veces el valor de la cordera».
Natán dijo a David: «¡Eres tú! Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías, el hitita, y matándolo a él con la espada amoníta. Así dice el Señor: “Yo haré que de tu propia casa nazca tu desgracia; te arrebataré tus mujeres y ante tus ojos se las daré a otro, que se acostará con ellas a la luz del sol que nos alumbra. Tú lo hiciste a escondidas, yo lo haré ante todo Israel, en pleno día.”»
David respondió a Natán: «¡He pecado contra el Señor!»
Natán le dijo: «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás. Pero, por haber despreciado al Señor con lo que has hecho, el hijo que te ha nacido morirá.»
Natán marchó a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó gravemente enfermo. David pidió a Dios por el niño, prolongó su ayuno y de noche se acostaba en el suelo. Los ancianos de su casa intentaron levantarlo, pero él se negó, ni quiso comer nada con ellos.
Lo que se me ocurrió es que el rico quiere la cordera del pobre porque el pobre la aprecia (el 'deseo mimético': no la quiere por sí misma; él ya tiene muchas). Con ello fuerzo un poco la interpretación, porque el texto señala hacia la avaricia ('no queriendo perder una oveja o una buey'), pero fijaos que esto es una comparación: el que se tiene que sentir aludido es David, que debe comprender que lo que se está contando en realidad es que él se llevó a Betsabé, que era una mujer hermosa, pero también la mujer de otro (2 Sam 11.1-2: y podría intentar apoyar esto en el manido tema del placer de la fruta prohibida, el deseo de lo que es bueno para otro percibido como bueno para uno mismo, en cuanto manifestación del deseo mimético).
David, que todo lo está viendo en términos de posesión, maldice al supuesto robacorderas. En realidad la maldición es una constatación: el mal ya está actuando en él, en la medida en que ha iniciado una cadena de violencia y está metido en una dinámica de arrebatar (y que tampoco se calma con la posesión) y que ese mal se perpetuará en sus hijos: Absalón es el ejemplo tremendo de otro David lleno de deseo de poder y que llega a apoderarse de las mujeres de su padre [2 Sam 16.22]. No hace falta que Dios mande un castigo: el castigo ya está actuando en la medida en que continúa ese mecanismo de deseo mimético y violencia.
Y ahí -solo ahí- está la grandeza de David: al descubrir y reconocer que su pecado es contra el Señor, la cadena de violencia se rompe. No es cuestión (solamente) de avaricia o lujuria: es la actitud de posesión la que tiene que cambiar.
Y que Dios perdone su pecado es lo grandioso. Las consecuencias de este continúan, pero David es grande a pesar de todo, entregado a Dios y pidiendo por ese hijo que va a morir.
Quizá la clave de su conversión estuvo en identificarse con el pobre cuando Natán le dijo: "¡Eres tú!". El modo de cuidar de la cordera ("era como una hija") lo comprueba luego David, que perderá a su hijo.
Y sobre todo yo veo en el trasfondo a Dios Padre que pierde a su Hijo, cordero inocente, a manos de los que desean poseerlo por puro mimetismo de deseo convertido en la búsqueda de la víctima propiciatoria (y acaban destrozándolo; pero -por suerte- no pueden: pensando que lo destrozan Él se nos entrega).

miércoles, 25 de enero de 2012

Clase 1 sobre el sacrificio

Primero les puse este vídeo:


Transfiguració from Nandu Jubany on Vimeo.

Luego leímos unas páginas sobre la práctica de los rituales en la polis griega.
Después nos fijamos en los términos (ἱερός hierós, ἅγιος hagios), siguiendo a Rudhardt: la delimitación de lo propio de los dioses y de lo que le queda al hombre.
Y leímos los tremendamente sugerentes pasajes en que Hesíodo habla sobre el enfrentamiento solapado entre Prometeo y Zeus con el hombre en juego: y la institucionalización del sacrificio y el robo del fuego y la aparición de la mujer como castigo/revancha de Zeus -καλὸν κακόν ἀντ' ἀγαθοῖο: hermoso mal a cambio de un bien - y la curiosidad como el peligro que Pandora trajo consigo y que precipitó la liberación de todos los males.
Y recordamos a Polifemo, el monstruo que come carne cruda y leche y no conoce el vino; y cómo acaba emborrachado: un monstruo que no conoce la cocina y el cocer (y el fermentar, ay).
Y que el término para hacer sacrificios en griego es 'humear'. Y que el fuego es la vía para hacer pasar algo al ámbito divino.
Y más cosas: dos horas daban para mucho.

viernes, 22 de abril de 2011

Rey de burlas

Las mejores páginas del Jesús de Nazaret II de B16 son las que dedica a la función vicaria en la historia de las religiones: “el mal debe ser expiado, restableciendo así la justicia. Pero se descarga sobre otros el castigo, la desgracia ineluctable, y se trata de ese modo de liberarse a sí mismo" (p. 203-4). 
Continúa explicando que no colma esa ansiedad de expiación ni la sustitución con sacrificios animales ni humanos. Se refiere a Moisés como figura que carga con el pecado del pueblo (Ex. 32, 32). Señala la importancia de Isaías 53. Y el valor de la profecía involuntaria de Caifás de que conviene que uno muera por el pueblo.

Y estos son los párrafos más impresionantes que le he leído a B16 hasta la fecha:
Los soldados juegan cruelmente con Jesús. Saben que dice ser rey. Pero ahora está en sus manos, y disfrutan humillándolo, demostrando su fuerza en Él, tal vez descargando de manera sustitutiva su propia rabia contra los grandes. Lo revisten –a un hombre golpeado y herido por todo el cuerpo- con signos caricaturescos de la majestad imperial: el manto de color púrpura, la corona tejida de espinas y el cetro de caña. Le rinden honores: “Salve, rey de los judíos”; su homenaje consiste en bofetadas con las que manifiestan una vez más todo su desprecio por él.
La historia de las religiones conoce la figura del rey-pantomima, similar al fenómeno del “chivo expiatorio”. Sobre él se carga todo lo que aflige a los hombres: se pretende así alejar del mundo todo eso. Sin saberlo, los soldados hacen lo que no conseguían aquellos ritos y costumbres: “Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados” (Is 53, 5). Jesús es llevado con este aspecto caricaturesco a Pilato, y Pilato lo presenta al gentío, a la humanidad: Ecce homo, “¡Áquí tenéis al hombre!” (Jn 19, 5). (…)
“Ecce homo”: esta palabra adquiere espontáneamente una profundidad que va más allá de aquel momento. En Jesús aparece lo que es propiamente el hombre. En Él se manifiesta la miseria de todos los golpeados y abatidos. En su miseria se refleja la inhumanidad del poder humano, que aplasta de esta manera al impotente. En Él se refleja lo que llamamos “pecado”: en lo que se convierte el hombre cuando da la espalda a Dios y toma en sus manos por cuenta propia el gobierno del mundo.
Pero también es cierto el otro aspecto: a Jesús no se le puede quitar su íntima dignidad. En Él sigue presente en Dios oculto. También el hombre matratado y humillado continúa siendo imagen de Dios. (p. 202-3)

viernes, 16 de octubre de 2009

Sesboüé

Me leí el libro de Alejandro Llano sobre Girard y no hubo sorpresas, me gustó: iba sobre seguro con dos autores que admiro y la lectura fue muy provechosa.
Y más que un resumen del pensamiento de Girard era una 'confrontación creativa' -perdón por la cursilería-, que va ganando a medida que se lee; de hecho, los últimos capítulos de Llano son los que más me interesaron.
Pero -paradojas- puestos a citar, cito aquí un texto que cita Llano, de Sesboüé, un jesuita teólogo, del segundo volumen de una obra suya, Cristo el mediador.
La verdad última del relato es que Dios no quiere la muerte del hombre sino su vida; que Dios no se parece a las divinidades cananeas que exigían sacrificios humanos y que el pueblo hebreo, en un primer tiempo, intentó practicar a imitación de sus vecinos. Se trata de provocar la conversión de Abrahán que al principio parece admitir que Dios puede exigirle ese sacrificio. Abrahán necesita hacer la experiencia concreta de que su Dios no quería la muerte de su hijo. Esta enseñanza es decisiva y prohíbe de manera absoluta cualquier interpretación de la Cruz según la cual el Padre habría querido directamente la muerte de su propio hijo, Jesús. El que rechazó la inmolación del hijo de Abrahán ¿podría querer acaso la de su propio hijo? Gregorio de Nacianzo lo había dicho hace mucho tiempo [...]. Entonces la voluntad de muerte viene de otro lado: viene de la conciencia espontánea de Abrahán, que sea cual fuere su sufrimiento de padre, no ve ninguna dificultad religiosa en que Dios le dé una orden tan cruel. Está a cien leguas de él oponer una 'objeción de conciencia'. Como sus contemporáneos concibe a Dios a imagen de los hombres y le atribuye una violencia que considera normal. El relato es el testimonio de esta poryección primitiva (y todavía demasiado actual) sobre Dios del impulso de muerte que anida en el hombre. Traduce la experiencia dolorosa de Abrahán, que pasó de esta imagen pagana de Dios a la concepción convertida de un Dios único, totalmente distinto del hombre, lleno de cariño y amor.

Si tuviera más ánimos ahora, relacionaría esto con Su único hijo de Clarín y traería a colación Heb. 11.17 y le intentaría dar más vueltas a la cuestión, que por otro lado me supera ampliamente: el tema es uno de los claves de la cultura de la humanidad, el del sacrificio de Abrahán y no lo vamos a arreglar con una entrada de blog.

*[más detalles y más textos sobre Llano y Girard en Scriptor ya hace tiempo aquí y también aquí]

martes, 25 de agosto de 2009

Guardini girardiano

Guardini, El Señor V.13, p. 162:
En el tiempo de Jesús existía todavía en muchas partes del ejército romano un juego cruel de soldados en el cual un rey fantasma de este juego era cubierto de ignominia y ajusticiado luego. Es esto lo que recuerdan tal vez los soldados: aplican esa imagen caricaturesca que ya no comprenden, ese término terrible al par que grotesco del antiguo salvador pagano de la naturaleza, a Aquel que ha venido para salvar de la servidumbre de la naturaleza caída y de los mismos ídolos salvadores.