Mostrando entradas con la etiqueta JRJ. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta JRJ. Mostrar todas las entradas

viernes, 23 de marzo de 2018

Sobre el perejil, otra vez

Ya hace tiempo me fijé en las referencias que Juan Ramón hacía al perejil como premio a los espartanos (luego, pasados los años, ese era el único premio que querría).

Ahora recupero otro detalle, mínimo, pero bonito, de Ramón Gaya, en las Cartas a sus amigos:
[Con ocasión de un centenario de Mozart] me fui a comprar una postal de uno de esos retratos dudosos o falsos (qué importa, mientras que yo sepa que es él), y le puse laurel y, claro, perejil –que según J. R. es lo que ponían a los héroes en Grecia- (444).
Y otra vez pongo esta portada, que, se me ocurre ahora, podría ser la mejor de la historia de la edición en España, con dibujo de perejil a cargo del propio Gaya:


De dónde sacaría Juan Ramón la referencia, sigo sin saberlo. Me imagino que sería de algún libro divulgativo.
Hace unos meses me encontré, buscando otra cosa, este texto, nada menos que en los escolios (=anotaciones escritas al margen de un manuscrito) que hizo un tal Elías a los Discursos de san Gregorio Nacianceno (PG 36, 862, F 50r), esto:
La corona de acebuche (el olivo silvestre), se daba en Olimpia y las manzanas se daban en los Juegos Píticos que organizaban los de Delfos a Apolo. La piña era el premio en los Ístmicos, esos Juegos Ístmicos que hacían a Posidón los corintios en el Istmo; más tarde se daba perejil en esos mismos del Istmo de Corinto; el perejil como premio se daba en los nemeos (los Juegos Nemeos los hacían los nemeatas a Heracles en Nemea de Argólide) - Son así el acebuche, las manzanas, la piña y el perejil.





Sigo igual que entonces, pero bueno, me gusta dar vueltas en torno al perejil.

martes, 21 de julio de 2015

«¡Al loco, al loco!»

De un sermón de san Juan de Ávila (OC 3.212.13):
Vendé toda vuestra hacienda, que son vuestras afecciones; trocá toda vuestra hacienda por hallar esta piedra preciosa. No miréis al mundo que os diga «loco». Que os corran por las calles: «¡Al loco, al loco!» (…) «¡Al loco! ¡Que se ha tomado loco!». Decildes vos: «Tú eres loco y yo soy cuerdo; y plega a Dios que conozcas tu locura para que tomes seso, como yo le voy tomando».
Y me acordé de esto de JRJ (Platero y yo, cap. 7)
Vestido de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero. Cuando, yendo a las viñas, cruzo las últimas calles, blancas de cal con sol, los chiquiilos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los harapos verdes, rojos y amarillos, las tensas barrigas tostadas, corren detrás de nosotros, chillando largamente:
–¡El loco! ¡El loco! ¡El loco!
...Delante está el campo, ya verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un incendiado añil, mis ojos – ¡tan lejos de mis oídos! – se abren noblemente, recibiendo en su calma esa placidez sin nombre, esa serenidad armoniosa y divina que vive en el sinfín del horizonte...
Y quedan, allá lejos, por las altas eras, unos agudos gritos, velados finamente, entrecortados, jadeantes, aburridos:
–¡El lo... co! ¡El lo... co!

Y Don Quijote, en medio de los dos.

jueves, 10 de enero de 2013

Valle céltico (y JRJ, para colmo)

Ves algo de noticias de política nacional y dices: ay, a ver si salimos de esta, pero al menos que no nos den la brasa (ahora sobre todo los políticos catalanes: el insufrible Mas, el hipócrita Durán).

En cambio en Galicia está siendo muy entretenida la internacionalización del conflicto del fascinante mundo caciquil a ambos lados del espectro político de Orense (y aprovecho para saludar a los amigos de allí). Y no solo el padre cacique tradicional, ahí tenéis al hijo -de mi edad- falando da ourensanía (ese concepto filosófico candente).

Y ver al presidente de la RAG colocar al llegar al cargo a hija y 'yerno'. Y con chofer oficial y Audi A 8 (dejado por la Xunta, eh). Y dice: soltad la pasta, que tenemos mucha gente que pagar: y la Xunta paga, y más que el año pasado.

Lo que me recuerda que en el Museo de su pueblo apócrifo vi hace unos meses una carta de un muy joven Valle-Inclán a Manuel Murguía donde espolvoreaba tres palabras: lar, lunar (=luar, esa palabra fetiche), céltico (y por redondear, ahí me enteré de que su padre descubrió en 1860 el dolmen de Axeitos).

En una carta de JRJ al propio Valle (Epistolario II: 150-151) le decía -citando a Alfonso Reyes como fuente- que le veía muchas semejanzas con Yeats, Synge y Lady Gregory, «lo que es lójico, al fin y al cabo, siendo usted gallego, celta, y siendo usted usted». JRJ, tres puntos menos en mi ranking.

jueves, 6 de diciembre de 2012

JRJ Epistolario II

Más:

-Contesta a James Fitzmaurice-Kelly, que había puesto por su cuenta y riesgo títulos a algunos poemas de JRJ para el Oxford Book of Spanish Verse (134):
Y en cuanto a "Es[spinas] p[erfumadas]" y "H[astío] de s[ufrir]" son títulos suficientes para poner en ridículo a un joven español y aun a uno hispanoamericano.
Una carta a Guillermo de Torre (181-182):
Me alegra de veras la dignidad esterna -tan necesaria como la pureza de dentro- que promete, para la futura revista, esta hoja anunciadora [es el Manifiesto Vertical ultraísta]; y me atrevo a indicarle que no olvide nunca esa armonía -orden en lo esterior, inquietud en el espíritu-.
-En una discusión sobre rumbos de la poesía contemporánea (193):
yo siempre espero que la aurora de cada día sea la más bella. 

-Carta a Nikos Kazantzakis, en la que le pedía una fotografía para publicarla junto con la conversación (421-422):
Con mucho gusto le mandaré a usted un retrato mío, pero la verdad, pienso que qué le importa en Grecia de mí al público de su diario.
Y no sé cómo sonarán mi prosa y mi verso en griego. Varias veces me he propuesto estudiarlo, y por falta de maestros -porque no era cosa de estudiar griego con Cejador o Mazorriaga- lo dejé. Lo que sé no es bastante. Ni es cosa de ir a preguntárselo para saber cómo suena a los que saben un poco más griego que yo, como don José Ortega y Gasset, por ejemplo. Acaso mejor que yo en español, acaso no suene a nada. 

-Sobre la ramita de perejil, rechazando la propuesta de ser Académico (444 y 511):
Yo me encuentro mejor más recatado; y que me busque quien me encuentre. Es una cuestión de vergüenza. Quizá sabe usted que yo soy muy vergonzoso y que siempre me he satisfecho con la leve y fugaz ramilla de perejil.
 Si algo de lo que yo he hecho vale algo sigo contentándome para su galardón con la espartana ramita de perejil.
-Sobre la retórica y la poesía:
Yo no digo que la retórica revoca lo poético; lo disfraza sólo. No podré decir nunca que Quevedo no era también un poeta.
-Le escribe Fernando de los Ríos, que quería pintar en las escuelas "mitos, leyendas, tradiciones, cuentos que mayor poder sugestivo puedan tener":
No soy partidario de la decoración mural de las escuelas, ni he creído nunca en las influencias profundas mitolójicas ni leyendescas. Mi camino jeneral ha sido siempre el de la belleza directa, viva, presente.

*Juan Ramón Jiménez. Epistolario II (1916-1936), edición de Alfonso Alegre Heitzmann, Publicaciones de la Residencia de Estudantes, Madrid, 2012

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Sencillez del espíritu cultivado

He leído el segundo volumen de cartas de JRJ*, muy interesante también, como el primero. Y para mí muy aleccionador ver cómo se le va agriando el carácter (y qué bien insulta, eh).

Copié algunas cosas. Hoy, la mejor del libro, esta (126):
Sencillo, entiendo que es lo conseguido con los menos elementos; espontáneo, lo creado sin "esfuerzo". Pero es que lo bello conseguido con los menos elementos sólo puede ser fruto de plenitud, y lo espontáneo de un espíritu cultivado no puede ser más que lo perfecto. (A menos que se exija, para "conseguir" eso que suele llamarse sencillo y espontáneo, la incultura y la pereza). De otro modo, volviendo a la idea: la perfección, en arte, es la espontaneidad, la sencillez del espíritu cultivado.

*Juan Ramón Jiménez. Epistolario II (1916-1936), edición de Alfonso Alegre Heitzmann, Publicaciones de la Residencia de Estudantes, Madrid, 2012

jueves, 13 de septiembre de 2012

Por leer a Trapiello

Pasé ayer por la mesa de la Facultad donde dejan libros viejos, repetidos o que simplemente sobran, para que se los lleve quien quiera.
Me llamaron la atención dos.
Y caí en la cuenta: yo esas portadas las había visto en Imprenta moderna, de Andrés Trapiello; y en su Album de Juan Ramón Jiménez.

Son unos libritos de hacia 1918, editados por Alberto Jiménez Fraud con ayuda de JRJ (no solo en la edición, también en la selección de los poemas, que es exquisita).

Venga, os los dejo ver:
-Este, Jardinillos. Canciones:







Y este otro: Jardinillos. Sonetos



sábado, 13 de marzo de 2010

El trabajo gustoso

Algo había oído, pero con la recomendación de Enrique Baltanás me decidí: y estoy disfrutando mucho de Guerra en España, el libro misceláneo que hizo Ángel Crespo con materiales seleccionados por JRJ; lo ha reeditado muy bien Soledad González Ródenas, restaurando la edición completa.
Y Juan Ramón es inagotable: siempre interesante y modelo de persona cabal, con todos sus defectos, pero una persona cabal.
Hasta ahora, de lo que he leído, lo que más me ha gustado es su conferencia El trabajo gustoso (podéis leer partes aquí): ahí explica el porqué del ramo de perejil que apareció en la portada de Canción, uno de los diseños más hermosos del arte español, obra de un jovencísimo Ramón Gaya:




Ese perejil era el premio al que aspiraba JRJ y que decía él que recibían los espartanos, ya en Platero y yo:
Entonces, acordándome de mí mismo, pensé que Platero tendría el mejor premio en su esfuerzo, como yo en mis versos. Y cogiendo un poco de perejil del cajón de la puerta de la casera, hice una corona, y se la puse en la cabeza, honor fugaz y máximo, como a un lacedemonio.
Y también en 422: "mi premio (...) la ramilla de perejil de los espartanos". 
Y en 592: "prefiero mi ramilla de perejil espartana".

La corona de perejil era el premio en los Juegos Ístmicos y Nemeos, pero no sé de dónde saca la referencia a que era un premio de los lacedemonios (=espartanos). De hecho no habla de coronas, sólo de una ramita de perejil.

Y en el camino de Google me he encontrado otro perejil de Ramón Gaya:

miércoles, 3 de marzo de 2010

JRJ Epistolario I

Excelente el volumen I del Epistolario de Juan Ramón Jiménez, que abarca los años 1898-1916: la edición de Alfonso Alegre Heitzmann es sencillamente admirable, por el inmenso trabajo de fondo, por su rigor, por su sensibilidad y hasta por la labor exquisita en lo editorial; ya estoy esperando con ilusión los otros volúmenes.
Y es admirable lo bien que escribe JRJ en esas cartas; aparte de la información que aportan, son un retrato suyo. Y qué buenas las que escribe a la madre de Zenobia: son como una novela (epistolar) con él intentando convencerla y a la vez haciendo gestiones bajo cuerda con amigas de Zenobia para quedar con ella a escondidas de su madre.
Os lo recomiendo. Y tres detalles:

1. A veces uno se sonríe al ver que la aprensión de JRJ de que iba a morirse de golpe no le impedía escribir a la madre de Zenobia (p. 439-40) e incluso a la suya propia algo como esto: "Siempre está usted con esas tonterías de morirse..." (p. 445).

2. Me apunto para leer los Poemas agrestes, ¡de 1911! (p. 259: "que es como un espejo inmatorial de paisajes, esos paisajes de los que él [Francisco Giner de los Ríos] ha escrito ideas tan deliciosas y justas [Poemas agrestes (1910-1911) está en Libros inéditos de poesía, editado por Francisco Garfias, 1964])

3. Unos versos de 1901 (p. 614) sobre la aurora:
los ramos de oro que la aurora
va poniendo en los árboles.

sábado, 2 de enero de 2010

JRJ Nobel

Lo vi en mi biblioteca* y le di una oportunidad y resultó ser un gran libro: es la crónica de las gestiones que acabaron en el Premio Nobel a JRJ y además una biografía muy emocionante de esos meses, los últimos de vida de Zenobia. Luego están los telegramas y cartas, de un interés menor.
Yo saco la conclusión clara de que le dieron el premio por casualidad (¡menos mal que esa vez acertaron!); entre otras cosas influyó la recomendación de C. M. Bowra, catedrático de griego que se ve que casi conocía a JRJ de oídas, pero bueno, no vamos a quejarnos de que acertara de casualidad. Y los académicos suecos le dieron el premio -parece- más como maestro de Antonio Machado (¡sic!) y Lorca que por sus propios méritos.
Y el relato de cómo le consiguieron contar antes a Zenobia la concesión del premio es una de las cosas más emocionantes que he leído en los últimos tiempos. ¡Admirable mujer! Esto es del relato del sobrino, Francisco Hernández-Pinzón (p. 182-3):
Nos apresuramos a entrar en la habitación de la enferma, que mantenía los ojos cerrados y aparentemente estaba dormida. "¡Zenobia, Zenobia, tenemos una noticia maravillosa para usted!" Una vez más la moribunda respondió a la llamada (...). Aún veo sus ojos azules y transparentes. (...) "¡Qué bien!"; y como para cerciorarse: "¿De veras?" Entonces le propuse que fuera ella quien enterara a Juan Ramón, que pronto llegaría al hospital. No tardó el poeta en llegar. (...) De nuevo llamé a Zenobia, instándola a que dijera lo que sabía. Hubo necesidad de ayudarla. "Diga lo que le comunicamos hace unos momentos", y con sorprendente prontitud: "¡Ya!" Y con una voz apenas audible pudo dar la noticia a Juan Ramón, quien sólo con amargura y desilusión comenta: "¡Ahora!"

*Alfonso Alegre Heitzmann, Juan Ramón Jiménez, 1956. Crónica de un Premio Nobel (memoria, cartas y documentos), transcripción y notas de los telegramas y cartas de la segunda parte del libro José Antonio Expósito, Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2008

miércoles, 19 de agosto de 2009

Álbum de JRJ

Vi que estaba en mi biblioteca y me lo he leído y mirado y remirado, el Álbum de JRJ: es un volumen pequeño, muy bien editado, nada menos que por Andrés Trapiello y Alfonso Meléndez, con un prólogo del propio Trapiello: muy bien escrito, como es habitual en él.
Luego viene un estudio más biográfico que literario de Javier Blasco: está bien, aunque es un poco soso y poca poesía sale (y cuando sale, apelmazada): supongo que será difícil explicar qué es la poesía de JRJ y cómo evoluciona. Sí que consigue, creo, contribuir a resituar la figura de Juan Ramón por encima de esa visión tópica de "maniático hiperestésico", en un proceso en el que lleva tiempo trabajando Trapiello: salvar a JRJ de la maraña de infamias que muchos del 27 (y otros) le echaron encima, porque no le llegaban a la suela de los zapatos y se lo debían todo.
Hay una selección enorme y prodigiosa de fotografías, portadas de libros y similares; según explica el responsable de la selección (aunque más de una ayudita ha debido de echarle el propio Trapiello), Juan Antonio Expósito en abc: «se ha intentado aportar fotos distintas a las que estábamos acostumbrados, y que siempre parecían retratar a un hombre demasiado serio, hostil, huraño, encerrado en su torre de marfil. Aquí podemos verle sonriendo, rodeado de objetos cotidianos, paseando al perro o sosteniendo en sus brazos a un gato persa de un amigo».

Ahora lo único que me falta es leer la poesía de JRJ.

Y ya que sale Trapiello, un amigo me manda un enlace a una entrevista que le hicieron en 1988 [empieza en el minuto 8]:

lunes, 5 de mayo de 2008

JRJ suspenso en literatura

En el libro que recomendaron aquí sobre JRJ*, uno de los más bonitos que he tenido en mis manos, hay artículos interesantes, uno excelente de Andrés Trapiello sobre JRJ como tipógrafo y unas fotos extraordinarias de él y de sus libros (podéis comprarlo, o mirarlo en bibliotecas universitarias: Rebiun, buscando 'Nobel 1956 Transatlántica' o en Bibliotecas públicas).
En un artículo de Jorge Urrutia (que podríamos titular sin mucha maldad "Yo y JRJ", cf. p. 190 n.1) veo el dato de que cuando empezó en la Universidad en Sevilla le suspendieron literatura (p. 194).
No es por compararme, pero me acordé del 6 que me pusieron en COU en Literatura española contemporánea, que todavía me duele (y ya ha llovido). Era un profesor pésimo, que sólo nos hacía leer en voz alta los libros enteros, sin importarle cómo los leyéramos (La busca, Luces de bohemia, ¡Tiempo de silencio!, La colmena. Y los que seleccionan los libros del último curso preuniversitario deberían ir a la cárcel, por lo que obligan a leer a la gente, pero esa es otra cuestión). Yo falté a alguna 'clase' y eso le debió de sentar mal, con lo que me cascó ese doloroso seis.
Por ver si desde entonces he aprendido algo, busqué en la Biblioteca de la Universidad ediciones originales de JRJ, o que él hubiera editado: lamentable resultado: salvo algunas traducciones de Tagore en Lugo, no tenemos ni un solo ejemplar de sus libros, así que los alumnos de Filología no van a poder comprobar aquello de que en ediciones diferentes dicen los libros cosas distintas.
Sólo encontré un libro que llegó hace poco a la biblioteca, del legado del profesor Moreno Báez, las Obras completas de Domenchina, con un prólogo lírico (que me pareció pésimo, todo hay que decirlo) de JRJ. Y las poesías de Domenchina también parecían bastante malas.


*Juan Ramón Jiménez. Premio Nobel 1956 [exposición] octubre-diciembre 2006, Pabellón Transatlántico, Residencia de Estudiantes, Madrid (Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales-Residencia de Estudiantes, 2006, vale 50 euros, pero están bien pagados)

sábado, 18 de noviembre de 2006

Francisco Giner de los Ríos

Es un personaje que quisiera conocer mejor. Por un lado recibió grandes elogios de importantes personalidades: Clarín, Galdós, JRJ, Antonio Machado, Unamuno. Por otra parte se me hace algo antipático, porque lo veo como el padre de una corriente intelectual y vital de España con la que no acabo de estar de acuerdo. Empezando por ese higienismo (excursiones a los montes -a los cercanos a Madrid, claro- para regodearse en una especie de panteísmo vagoroso) y siguiendo por sus reclamaciones de tolerancia, que al final eran una forma sutil de intolerancia. Y ese desprecio por los pobres españolitos pobres, sin salir de Madrid. Ese considerar toda la historia de España como un desastre, porque la veía presa de la Iglesia católica, su principal enemigo, aunque alardearan de tolerancia. Ese complejo de inferioridad ante Europa. Sus métodos pedagógicos prefiguran algunos aspectos interesantes de la renovación pedagógica, pero por otra son los antecedentes de lo peor de la educación actual. El último en esa línea sería ZP, aunque quizá sea muy injusto ponerle en el mismo grupo que Giner ¡ojalá!: pero él se reclama de esa línea.
Por recomendación de Dal leí el libro de Dolores Gómez Molleda, Los reformadores de la España contemporánea: ha sido muy instructivo para mí: era continua la comparación con lo que está pasando ahora; también la biografía de Giner de José María Marco, que se lanza a degüello.
Para caracterizar al personaje, este pasaje de Juan Ramón de viva voz, I, p. 326-7
Giner (...) que tenía, como toda la gente de la Institución [Libre de Enseñanza], la manía de encontrar los defectos a las cosas, comenzó a dar vueltas al libro [Unidad, de JRJ] hasta que vio el nombre de Francis Jammes, que no conocía, y tomándolo por un inglés creyó estaba mal escrito; Juan Ramón le hizo ver que estaba bien y que desconocía a tal poeta, y entonces Giner quedó apagado de ver que aquel jovencillo le había rectificado con razón; pero a los pocos días fue a buscarle a casa de Simarro habiendo ya leído las obras de Jammes y elogiándolas.
Zenobia le dice que esto de ver los defectos de las cosas también lo tiene él; pero Juan Ramón contesta que él los ve, pero no los busca, en tanto que ellos los buscan de propósito. Ella reconoce que es así y dice que quien ha heredado esto de un modo terrible es la nieta espiritual de don Francisco, Natalia Cossío.
Una vez, en una exposición sobre Clarín, una hispanista norteamericana ya mayor me recitó llena de arrobo el poema a Giner de Antonio Machado, ante su retrato. Parecía como que rezara.

jueves, 16 de noviembre de 2006

Advertencias a filólogos

En Juan Ramón de viva voz, de Juan Guerrero Ruiz (vol. I, p. 226, 24 de abril de 1931, viernes):
Juan Ramón dice que toda esta gente del Centro [de Estudios Históricos] cree que la Filología es superior a la poesía, y un Américo Castro, por ejemplo, piensa que Cervantes ha escrito el Quijote para que él haga un comentario y que esto es lo verdaderamente importante.
En el Diario de Zenobia Camprubí (vol. 1. Cuba (1937-1939), p. 6, 7 de marzo de 1937):
Asistí hoy a la tercera conferencia de D. Ramón [Menéndez Pidal]. Gracias a Dios que leyó algunos romances viejos. Fue un alivio escapar de la vivisección de la filología. Y ese bello final del poema "del Conde Arnaldos" fue como una isla de alegría en toda la conferencia. (...) D. Ramón es tan mal lector que es un terrible esfuerzo asistir a sus conferencias.

miércoles, 25 de octubre de 2006

Juan Guerrero Ruiz

Estoy leyendo Juan Ramón de viva voz, de Juan Guerrero Ruiz (Pre-textos / Museo Ramón Gaya, 1999, 2 volúmenes) y lo estoy disfrutando mucho. Es como las conversaciones de Goethe con Eckermann, pero a la hispánica. Muy recomendable, y obligatorio para quien quiera ser poeta.
Tremendo personaje JRJ, con su dedicación absoluta a su Obra (siempre con mayúsculas), buscando editores, corrigiendo sus poemas continuamente. Su conciencia del valor de su Obra (otra vez con mayúscula) es absoluta, pero yo no me atrevería a llamarle soberbio. Quizá él como Goethe sean simplemente genios.
El libro son las transcripciones diarias que hace Juan Guerrero de lo que le dice JRJ. Todo es bastante repetitivo, pero aun así yo disfruto mucho con ello (¿deformación de filólogo?). Juan Guerrero es también plenamente consciente de su función de ayudante de Juan Ramón. Cuando se queda sin trabajo (¡trabajaba DE FUNCIONARIO en CAMPSA!) porque los nuevos dirigentes de la República colocan a amigos suyos dice:
Le digo [a JRJ] que lo esencial es conservar mi destino en Madrid, pues para mí sería muy doloroso marchar a provincias, después de haber llegado a esta compenetración con él que es para mí un antiguo ideal realizado ahora. (I, p. 235)
Pero yo quería citar sólo esta frase:
Se despide Zenobia y Juan Ramón se asoma a la ventana para verla marchar, como suele hacer siempre. Frente a nosotros, sobre el arbolado del Sanatorio del Rosario, la tarde de tormenta está preciosa: hay grandes nubes claras, que a veces se iluminan de relámpagos. (I, p. 278)


Paralelamente quiero leerme los Diarios de Zenobia, que se acaban de publicar completos. Después leeré las Poesías de Juan Ramón, lo que demuestra hasta qué punto puede llegar la deformación de un filólogo.

Mañana me voy a Cádiz: noticias a la vuelta, el domingo.

sábado, 7 de octubre de 2006

Lecturas de fin de semana

El artículo de hoy de Arcadi Espada en El Mundo. Impresionante su crítica a ese tópico de 'mi lengua= mi mundo'. Un párrafo (pero leed el artículo entero):
Descontada la estupidez, la lengua es lo más fungible e irrelevante del discurso literario. Los niños están dando siempre la murga con la imposibilidad de la traducción fiel, con esa grieta de sentido que el traductor lleva de por vida como una herida luminosa. Pero, obviamente, la supuesta grieta está asociada siempre (excepto en cimas líricas tipo setze jutges d'un jutjat mengen fetge d'un penjat) con fenómenos que no son intrínsecamente lingüísticos. Las dificultades de traducir el verde lorquiano nada tienen que ver con las insuficiencias del green, sino más bien con la dificultad de traducir la Guardia Civil. Pero los niños (y luego más, cuando se hacen consejeros) disfrutan con la superstición de que el uso de una determinada lengua imprime determinado sentido y carácter al relato. Algunos escritores, por no decir la mayoría, se muestran de acuerdo con la herida luminosa: confían que la lengua les confiera el sentido que falta a sus narraciones y conocen también las ventajas comerciales (no hablo sólo de las subvenciones) de la twilight zone. En realidad, son unos paradójicos vividores de lo inefable, y por eso se parecen tanto a los políticos nacionalistas.
Hablando de nacionalismos, muy interesante crítica de Desorde a la normalización del gallego.
---
Otro párrafo (pero también hay que leerse el artículo entero):
Habría podido vivir sola de sus pequeñas rentas, jamás renunció a su "habitación propia" y si lo hubiese buscado, hubiera eludido el calvario que en estos libros nos describe, y todos le habrían dado la razón. Sólo que se enamoró hasta el tuétano de ese hombre, descubrió su valía como poeta y su superioridad no sólo respecto de ella sino de la inmensa mayoría de sus contemporáneos y comprendió que su propia cristalización como mujer y como persona pasaba por hacer posible en la medida de sus fuerzas una obra que implicaba un modo de vida radicalmente diferente al de todo el mundo, antes de revertir a todo el mundo. Y es opinión compartida por muchos que sin la inteligencia y el arte de Zenobia la obra de su marido no hubiera podido llevarse a cabo, al menos tal como la conocemos. Claro que el hombre del que estuvo enamorada tan extremosamente hasta su muerte, también y no en menor medida lo estuvo de ella hasta la suya propia, pero eso no significaba nada, porque ¿dónde está escrito que el amor, incluso el correspondido, garantice la felicidad?
En él, aquella frase de Juan Ramón, que ha citado otras veces A. T. y que me ronda desde entonces:
Pero ¿en qué consistía la enfermedad "del pobre J. R."? Z. nos lo dice: "En crear conflictos sin otro objeto ulterior"; y describe los síntomas: "Egoísmo indignante", "infantil", "monstruoso", "gritos espeluznantes", "la negativa perpetua", "letanías lamentables", "demasiado ocupado siempre o dormido, y cuando no, en un monólogo interminable que no admite preguntas", y, claro, las manías que "han espantado a todo el mundo" y que tienen martirizada a su mujer, que no logra que el hombre que siempre se presentaba en público esmeradamente vestido, ni siquiera se interese por su aseo. Quizá sea de entonces aquel aforismo que nos parecía gracioso y que sólo ahora, tras leer a Z., alcanzamos a comprender con angustia: "A todo se llega. He aprendido a ser sucio, y me parece bien".
No os perdáis tampoco el articulito de debajo. En él, esta dedicatoria que Juan Ramón puso en sus Obras Completas al recuerdo de su mujer:
A Zenobia de mi alma, que la adoró como la mujer más completa del mundo, y no pudo hacerla feliz.