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lunes, 5 de marzo de 2012

Miel sobre hojuelas



Teclas de piano martillean notas decadentes
que perforan mis tímpanos con ritmo átono.
Yo, que fui cromático, lírico, sensible y soñador,
y ahora caigo víctima de mi propio empaque.
Me volví sofisticado, enrevesado, ácido e irónico.
Snob de mis fracasos que me convierten en fruta agria,
doliente que espera que la vida le llegue en su momento exacto.
He conseguido que la fruta madura pase el azúcar a la tierra madre,
porque me pudrí en la rama esperando y caí a tierra.
Ningún recolector me resultó el adecuado
y yo me escondía
detrás de esas ramas fuertes,
de esas grandes hojas verdes…
Ahora las ramas han sido podadas,
las hojas secas esparcidas por el viento,
y yo me muero de soledad y tristeza,
porque ni fui fruto ni fui útil.
Cualquier mañana estoy sentado al sol
y me doy cuenta de que miro con ojos nuevos
y es la vida que pasa por delante
es la vida, que ahora veo
¡la veo!
y es la razón que pierde su sentido
porque gana su derecho el corazón.
Y decido vivir,
y elijo la alegría.
Puedo creer en mí, creo en quien veo
quien está aquí
y quien esté me inspira.
Y busco nuestro bien
pues ya fueron muchos
los de rápido rédito.
El momento es propicio
la manera correcta
la vida dispone
y yo asumo el momento
vivo pendiente de estar
estoy consciente de dar
y disfruto con ello.
Miel sobre hojuelas.
Ya pasaron tantos días de vergúenza,
tanto tiempo perdido en melindres
tanto miedo y tanto rechazo
todo eso pierde fuerza
¡infame desperdicio!
Prefiero ver el camino
pues carezco de otra cosa.
Dejé de hacer planes hace tiempo,
perdí mis ilusiones sobre la marcha,
fui sembrando el campo con mis recuerdos
pues mi engole quedó en eso
pobre y mantenido
miserable necesitado
ayudado por todos y deudor
de mal pago, el mal tipo.
Lo tuve que perder todo
para encontrar el “yo” mismo
sim ambages ladinos
sin trampas ni espejismos
ni recodos traicioneros
que me esconden del destino.
El trabajo de salir fuera de mí
de verme de otra manera
de estar centrado en hacer
en querer
y siempre haciendo
al menos una cosa por día
una cosa más cada vez.
Pasear, escribir, limpiar,
y se convierte poco a poco en amar.
Un día empiezo a ver resultados,
un día comienzo a tener perspectiva.
Un día aparece un horizonte
tras las brumas
y aunque sigo paseando
entre la niebla
y me azota el viento
y continúa el invierno
percibo la colina
y sé que el sol está al otro lado.
Quizá no calienta suficiente
todavía
pero me hace recordar que está ahí.
Y está también para mí.
Lo siento
y no me importa si me engaño,
pues por lo menos me muevo.
Y estoy aquí, sentado al sol de la mañana,
de cualquier mañana,
mirando y viendo
la vida pasar, viviendo
haciendo
y disfruto
me gusta lo que veo
(me veo) y me veo a mí
y me sigue gustando lo que veo
y aún más:
las flores florecen
y en los prados antes sembrados de recuerdos
ahora germinan proyectos
proyectos vivos
antes de ser palabras.
Veo y reconozco la luz del sol
y su calor
templando mi interior,
llenando de calidez mi cuerpo.
Y agradezco.
Todo es perfecto.
Miel sobre hojuelas.

domingo, 4 de marzo de 2012

Te espero


Bien que siempre entendiste que nuestra relación tardía podía funcionar,
bien que entendiste que aunque apuntaba maneras (y surgía del respeto),
nuestra relación era libre y alegre de ilusión rejuvenecida;
bien.
Sabías.

Bien es sabido que de huraños solitarios hacerse daño es posible
(como puercoespines apareándose);
que de desconfianza se disfraza el miedo, miedo y rabia por el pasado,
que no cura, que cristaliza, que mata y entierra el aliento de la vida,
que rechaza el cambio: que se aferra a lo conocido, al dolor, al fracaso, a la soledad,
al pasado.
Lo sabíamos.

Pero poco a poco construímos una relación amable, una relación ensoñadora, que pudo y supo imaginarse un futuro, una vida juntos,
y aprendimos a aparearnos con cuidado,
aprendimos a colocar nuestras púas espinosas
con ternura y con cariño
y a curarnos y a desinfectarnos
con caridad, con amor, con cuidado.

Y aquí que nos vemos ahora,
mayores, solteros, juntos y separados,
independientes y soñadores,
sin hijos, sí, tardíos...

Aquí estamos para dar fé de que existimos el uno sin el otro,
y a pesar de ello, gracias a ello
existimos el uno con el otro
dentro del otro
fuera del otro,
acompañados
solos
juntos
y revueltos.

Y me importa un bledo,
la madre que la parió que me hizo daño
que ya no sé quién era
(ni quién era ella ni quién era yo),
que ya no me acuerdo de mis fracasos
de quien hizo qué a quién
y sólo es lo que veo
lo que se refleja en tus ojos
(que es lo que se refleja en los míos).
Todo lo demás ya es superado.
Libre del pasado.

Respiro y aspiro tu aliento,
y siento tu abrazo
en la distancia
y en el tiempo.

Soy capaz de encontrar esta nuestra historia de amor
en el cosmos profundo,
soy capaz de imaginarla
desde la inmensidad de mi alma inmortal
y sé que te espero
sé que ya ha sido en el corazón del Ser,
más no todavía en esta vida
por eso te espero.

Espero que llegues ese día
algún día
ese, el día Uno en que empezará nuestra historia,
en que nos conoceremos
y en que nos descubriremos el uno al otro
(quizás no del todo, si no poco a poco).
Y te espero.

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