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lunes, 24 de noviembre de 2008

Setas y colores del otoño

Lo prometido es deuda y no puedo dejar que el otoño desemboque en los fríos invernales sin haber celebrado lo mejor que nos trae esta estación: las excursiones y los paseos en busca de las setas, el aire puro y los colores que nos ofrece el campo.

Tuvimos la suerte de poder disfrutar de un tiempo delicioso en uno de los ultimos fines de semana de octubre, en que teníamos programada una salida por las inmediaciones del pueblo de Los Navalucillos, al norte del Parque de Cabañeros.






El sol arrancaba estos oros en los árboles de la orilla del rio


y en los helechos que tapizan el suelo




un último destello en las copas de los chopos



Si el musgo es un indicador de medio ambiente saludable, no cabe duda de que este paraje goza de una salud inmejorable. Por cierto, recuerdo que está prohibido coger musgo para el nacimiento en lugares como éste.





Este efecto de nieve lo produce un liquen llamado "barba de viejo" que crece en las ramas de las jaras hasta dejarlas con este aspecto



En un lugar soleado y arenoso asoma el cólchico, de la familia del azafrán; pero no hay que confundirse, porque éste no es comestible.



La vida es muy desigual (despareja, que diría un argentino) uno tan frondoso, y a su lado el otro pobre seco, sin una hoja





Por aquí empiezan a aparecer las protagonistas de nuestro paseo: las setas



Me vais a perdonar, porque como no se distinguir mas que los níscalos de las amanitas venenosas, no me aventuraré a poner nombre a ninguna de estas que os traigo aquí.



Como íbamos acompañados de expertos no corríamos peligo, con consultarles ante cada duda, todo solucionado



El objeto principal de nuestras pesquisas eran las macrolepiotas, que parecían ser las setas comestibles propias de la zona



Estas, hasta yo se reconocerlas. Son las genuinas Amanitas muscarias.


Pero por mas que me esforcé en mirar bien, no encontré a los enanitos por ningún lado.


Debían estar pasando el fin de semana en Benidorm, con el Inserso


Para que os hagais idea del tamaño, puse encima las llaves del coche

Aquí, parte de la cosecha, que fue suficiente para que nos las cenáramos y eso que éramos un grupo bastante numeroso.



Los expertos, que además de entender de setas, saben cómo cocinarlas, se metieron en la cocina y sacaron el mejor partido de las que habíamos recolectado



Y como broche de oro, una velada tranquila en torno a la chimenea.
¿se puede imaginar algo mejor?
Como dijo el sabio:
"Viejos vinos para beber,
viejos troncos para quemar,
viejos libros para leer,
viejos amigos con los que conversar"

lunes, 19 de noviembre de 2007

Otra visión otoñal

Foto: LaUge

Esta es la foto que me manda LaUge de su visión del otoño. Otra buena ilustración para los versos del post anterior

martes, 13 de noviembre de 2007

Las hojas del otoño

Foto : Carmina Gutierrez

El otro día un amigo me recordó los versos de "Cyrano de Bergerac", la obra de Edmond Rostand. Era una de las obras favoritas de mi madre, y como estaba tan mal de la vista que no podía leer, yo se la leía en voz alta, en francés, pues aunque no lo hablaba con soltura, lo leía y entendía perfectamente. Tanto es así que llegue a aprender de memoria algunos fragmentos, como la preciosa carta que Cyrano recita al final: "Adieu, Roxanne, je vais mourir..."
En fin, que me he puesto a releerla y he encontrado estos versos que vienen tan a cuento en esta época del año:

...Les feuilles! Comme elles tombent bien !
Dans ce trajet si court de la branche à la terre,
Comme elles savent mettre une beauté dernière,
Et malgré leur terreur de pourrir sur le sol,
Veulent que cette chute ait la grâce d'un vol !


(...¡Las hojas! ¡Qué bien caen! / En el corto trayecto de la rama a la tierra/ cómo saben poner una gracia postrera / y a pesar del terror de pudrirse en el suelo / quieren que su caída sea grácil como un vuelo!)

martes, 30 de octubre de 2007

El Alto Tajo en Otoño

En los primeros días del mes de octubre hicimos una excursión al Alto Tajo, por los alrededores de Peralejos de las Truchas.

Entramos en la zona por Maranchón, hacia Riba de Saelices, donde todavía (y desgraciadamente, por muchos años) se ven las huellas del espantoso incendio que costó la vida a 11 personas en julio de 2005. Junto a los troncos ennegrecidos que aún siguen en pie, brotan los retoños de roble rebollo, demostrando que la naturaleza no pierde tiempo en recuperarse de los desmanes de los hombres, si la dejan.



Para colaborar con la capacidad de recuperación natural han hecho un esforzadísimo trabajo de contención del suelo, con hileras de ramas sostenidas por estaquillas, siguiendo las curvas de nivel, para que la erosión de la lluvia no arrastre la tierra fértil, y pueda crecer nueva vegetación.





Afortunadamente, un poco mas al sur, después de pasar por Buenafuente del Sistal y Villar de Cobeta, nos asomamos a las barrancas que excava el Tajo en su camino, y asistimos a este esplendor vegetal. El Río se adivina encajado en la "V" que forman las rocas calizas.





Al bajar por la pista que conduce al Puente de San Pedro ya se ven las aguas del Tajo, entre el dorado de los chopos.




Más que doradas, auténticas llamaradas de luz amarilla que recogen toda la luz del sol poniente son las choperas que acompañan al río a lo largo de la pista que lleva desde el Puente de San Pedro hasta cerca de Peñalén y Poveda de la Sierra.




De vez en cuando, algún arce pone una explosión de color rojo entre el follaje



No sólo la vegetación es vistosa. Desde lejos nos llama la atención esta herida blanca en la ladera del monte. Creemos que es fruto de la erosión natural, pero al acercarnos vemos que es el resultado de la explotación de una mina de caolín a cielo abierto, algo que sin duda es una agresión al medio ambiente. (pinchar en la foto para mas información)






Al acercarnos vemos los sorprendentes relieves que la erosión ha excavado en este material, arenoso y blando.




Los efectos estéticos son extraordinarios. Para hacerse una idea de las proporciones fijaos en el tamaño de la cabeza de la persona que aparece en primer término, abajo. El suelo del barranco es de arena finísima y blanca, y muestra los surcos dejados por el agua de las ultimas lluvias.




Siguiendo por la pista que lleva al río de la Hoz Seca se nos cruzan varios ciervos en el camino. Es la época de la berrea y andan soliviantados. Conseguimos fotografiar a esta madre con su hijo, que se nos encampanan como diciendo: ¿qué pintáis vosotros aquí?




En este lugar se reunen el Río Tajo, que viene por la derecha desde el sur, y el río de la Hoz Seca, que no hace honor a su nombre, al menos por aquí, porque lleva mucha más agua que el Tajo.




Hemos llegado hasta la junta de los ríos siguendo este camino delicioso que va paralelo al Río de la Hoz Seca desde la central electrica.


El río, de aguas claras donde se ven las truchas, está rodeado de una vegetación esplendorosa.


Nos quedamos con la duda de si este ejemplar añoso y retorcido que crece inclinado sobre un chanchal, es un haya o un chopo. Siempre se me olvida llevarme la guía de árboles.


Estos si sabemos que son arces y lo de detrás, pinos. También vemos bojs, de una altura considerable, que no es frecuente; acostumbrados como estamos a verlos podados en los jardines, con 30 o 40 cm. como mucho, llaman la atención ejemplares de mas de 2 metros.



Por este rio de aguas clarísimas desagua la laguna de Taravilla.


Y desde Taravilla bajamos al Salto de Poveda. Es el desnivel que salta el agua en la presa a medio hacer de una central eléctrica de los años 40, que no llegó a terminarse.
(pinchar en la foto para mas información)


Cerca de Peralejos, hacia el este, se encuentra Chequilla, pueblo de casitas blancas, agazapadas junto a un roquedo fantástico, que no tiene nada que envidiar a la Ciudad Encantada de Cuenca.
Es un laberinto entre rocas rojizas de formas caprichosas, que hasta dan lugar a una plaza de toros natural.

Hay chimeneas, repisas, dragones con boina...


... y setas de piedra, que parecen casas de enanitos de cuento.


Y ya de vuelta, otra vez por la pista que nos lleva al Puente de San Pedro, sorprendemos a esta familia de patos rompiendo con su estela el reflejo de los árboles en el río.



Las formas de las rocas no dejan de asombrarnos, auténticas agujas.

Y como despedida, una panorámica desde el Mirador de Zaorejas, desde donde se abarca toda la curva de los cañones que excava el río en las rocas calizas, mientras arriba vigilan los buitres.