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jueves, 21 de marzo de 2013

Día del Árbol, Día de la Poesía


Hoy se celebra el Día Mundial del Árbol y quiero rendir homenaje con algunas imágenes a esas maravillas de la naturaleza, esos silenciosos soportes de la vida, sin los cuales no sólo nuestro aire sería irrespirable, sino que también nuestra vida sería mucho más triste. ¿Quién no se ha cobijado del sol o de la lluvia bajo un árbol? ¿quién no se ha alegrado en medio del invierno al ver el primer almendro florecido? ¿quién no se ha emocionado con la llamarada amarilla de un chopo en otoño? ¿quién no ha sentido cómo la mera contemplación de un árbol le serenaba el espíritu y le hacía sentirse más agusto?



Foto: La Uge
Da la sensación de que, al verse tan débiles, estos dos arbolitos se abrazan y sostienen mutuamente, sin que ninguno de los dos impida crecer al otro. ¡Qué ejemplo!


(Véase el tamaño de la persona subida en la rama. El tronco tiene un perímetro de mas de 14 metros)

En cambio este majestuoso Castaño del Cantín en Villasumil (Ancares) no necesita ningún apoyo. Después de varios siglos de vida sigue floreciendo, soportando nieves y calores



Buganvilla en el Trastévere, Roma
La buganvilla no crece bien sin un soporte al que agarrarse, pero a cambio del soporte presta su elegancia a los viejos muros de esta villa romana.


Pinos de Roma, sobre la Colina del Palatino

Los afamados Pinos de Roma, que inspiraron a Respighi su obra homónima, sombrean con su elegancia las ruinas del Palacio Imperial



Ceibos en Plaza San Martín, Buenos Aires
Al otro lado del Atlántico los ceibos retuercen sus ramas como si verdaderamente se estuvieran desangrando por sus flores rojas: "Sangre del ceibal que se vuelve flor"


Flores de Ceibo, Buenos Aires



Cycas revoluta, Palma de Sagú

Esto que parece una palmera en realidad es un fósil viviente. Vegeta sobre la tierra desde antes de la aparición de los dinosaurios, hace mas de 300 millones de años. Su nombre es Cycas revoluta, y hay que tener cuidado con ella, ya que cualquier parte de la planta tiene una toxicidad muy alta. ¡Cuidado con las mascotas que la encuentran apetitosa!


Cementerio de La Recoleta, Buenos Aires

La encontramos decorando un macetero en el Cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires. Aquí no es fácil que haga mucho daño. Por lo menos a los residentes definitivos


Ficus elástica, Gomero, Plaza San Martín, Buenos Aires
 
 No lejos de allí otros gigantes parecen forcejear para sacar las raices de la tierra y emprender el camino. 
El Ficus que en nuestras casas es una ramita sin importancia en un rincón del salón, en el clima de Buenos Aires adquiere estas proporciones


 

Claro, que algunos tienen que pedir ayuda para sostener sus ramas.


Jacarandás con las ramas arrancadas por el huracán de abril de 2012 en la Avenida 9 de Julio, Buenos Aires
Y cuando el temporal azota, los más débiles sucumben


 

Siempre hay quien se apresura a "hacer leña del árbol caído"



Patio interior en la Casa Rosada, Buenos Aires
Estas sí son auténticas palmeras. Pero están confinadas en un patio, domesticadas en torno a una fuente

 
Paseo marítimo de Gandía, Valencia
  En cambio ésta disfruta de horizontes enormes...



 ...aunque quizá esté pensando, al ver su sombra en la arena, que su auténtico lugar no es la orilla del mar, sino el oasis en medio del desierto:


Oasis de Tadmor, junto a Palmira, Siria
Como este magnífico palmeral que separa las ruinas de Palmira en Siria
de la actual ciudad de Tadmor

de
Ciprés junto al Monasterio de Qalat Simán, Siria

Antes de irnos de Siria (pobre país, destrozado por un tirano) disfrutemos de la paz que se respira en un lugar fascinante: Las ruinas de Qalat Siman, el monasterio donde Simeón el Estilita consagró su vida a la meditación



Sin necesidad de irnos tan lejos encontramos este magnífico ejemplar de ciprés centenario en el pueblo de Colunga, en Asturias. Es un sólo pie que se abre en varias ramas verticales, como un candelabro


Sequoia, Eaux Bonnes, Francia

También tiene buen porte esta sequoia que encontramos en Eaux Bonnes, deliciosa ciudad con aire de balneario decimonónico en la vertiente norte de los Pirineos, camino del Col d'Aubisque, famosa cota ciclista.

Jardín del Príncipe, Aranjuez
 No es necesario alejarse mucho de casa para contemplar esta hermosura, las avenidas de Plátanos de sombra que refrescan con las suyas los paseos del Jardín del Príncipe, en Aranjuez. Cuántos años habrán hecho falta para que los troncos tomasen ese diámetro, cuántas intrigas cortesanas habrán escuchado.

Salix babylonica, Jardín del Príncipe, Aranjuez
También a esos jardines pertenece este espléndido ejemplar de Sauce Llorón



Chopera de la ermita de la Poveda, Villa del Prado, Madrid
Una chopera en otoño recuerda a una catedral gótica


Chopera inundada, Lagunas de Ruidera, Ciudad Real
Si está inundada, como ésta, nos trae a la memoria la obra de Debussy, "La Catedral Sumergida"



Tamarises en la Isla del Pan, Tablas de Daimiel, Ciudad Real
Y estando tan cerca, cómo no nos vamos a acercar a las Tablas de Daimiel, a disfrutar de un paisaje extraño, único, donde los tamarises se doblegan por la falta de suelo suficiente para sostener sus raices.


Tamarises florecidos en la desembocadura del Urumea, San Sebastián
  Nada que ver con la vida regalada de los tamarises que disfrutan de las mejores vistas del Cantábrico: El Paseo Nuevo de San Sebastián. Así florecen con esta alegría.



Una dehesa en primavera, Ciudad Real

 Volvamos tierra adentro a disfrutar de uno de los paisajes más genuinos de la geografía española, la dehesa, ese exponente de la sabiduría ancestral que ha sabido aunar explotación y conservación, logrando unos parajes de belleza especialísima. Les remito a un blog indispensable para que conozcan las opiniones de un gran pensador del paisaje con nombre de gangster, Lansky: "Periquitos muertos"


Parque Nacional de Cabañeros, Ciudad Real

Me despido con este maravilloso sol poniente sobre uno de los lugares verdaderamente especiales de España: El Parque Natural de Cabañeros, que todos deberíamos visitar al menos una vez en la vida

Y ya que es el día de la poesía,  sugiero este verso de Antonio Machado dedicado a las encinas, en honor de la de nuestra última foto:

¡Encinares castellanos
en laderas y altozanos,
serrijones y colinas
llenos de oscura maleza,
encinas, pardas encinas;
humildad y fortaleza!
Mientras que llenándoos va
el hacha de calvijares,
¿nadie cantaros sabrá,
encinares?

Verso completo en http://www.xuliocs.com/Esquisa/machadoencin.htm

martes, 4 de octubre de 2011

El regalo más poético

Me han hecho un montón de regalos, cosas útiles, cosas superfluas pero bonitas, cosas inesperadas, cosas que esperaba recibir, pero tengo que dejar constancia aquí de un regalo que me ha hecho muchísima ilusión: mi amigo Gelasio, gran poeta, me ha dedicado nada menos que ¡un soneto! Así que lo transcribo aquí, con muchísima emoción:


Hoy cumples años, mi querida Giuse,
alegre cascabel, cigarra amiga.
Permíteme que en verso te lo diga,
aunque de tu paciencia así yo abuse.

Pues de arisca no hay nadie que te acuse:
eres todo clavel, ninguna ortiga.
Tu consistencia tiene mucha miga:
nunca pusiste un pero ni un rehúse.

¡Canta cigarra, celebra tu día!
Muchos te quedan aun en esta vida
a los que sustanciar con tu alegría.

Te doy un beso, aunque con medida,
no vaya a estar tu Fede de vigía
y de mala manera me despida.


Albertio Urrutia



¡Un millón de gracias, maestro!


viernes, 22 de mayo de 2009

Más de Benedetti

Dejemos que el propio Benedetti responda a sus detractores:

Poeta menor

La meta es el olvido.
Yo he llegado antes.
J.L. Borges "Un poeta menor"

Alguna vez le han dicho
en clave de odio manso
que es / que siempre ha sido
un poeta menor

y de pronto ha notado
que se sentía a gusto
en ese escalafón

en los años de vuelta
es muy gratificante
ser un poeta menor
cuando lee y relee
a sus poetas mayores
y dialoga con ellos
ya no de igual a igual
sino entre desiguales

asume sin recelos
la distancia cordial
y también sideral
que lo separa de ellos

lo bueno lo mejor
es que en esa distancia
no circula la envidia

los poetas mayores
son mayores de veras
entre otras razones
porque se los compara
con los poetas menores

su genio es la ventaja
sobre los desvelados
que hacen mala letra
por vocación y a veces
por equivocación

después de todo ¿qué
sería de los poetas
mayores sin los poetas
menores
sin su aliento?

los poetas menores
escriben a menudo
por amor / por temblor
y llaman al pan pan
o viceversa al vino vino

hacen versos a solas
en las terrazas
en los aeropuertos /
construyen sus silencios
en medio del fragor
y llenan de palabras
la cautela

ciertos lectores dicen
que son casi como ellos
(son lectores menores
por supuesto)

unos y otros admiran
a los poetas mayores
y se nutren con citas
de sus obras completas

en los años de vuelta
es muy gratificante
ser un poeta menor.


(Yo me hallo muy feliz en mi categoría de "lector menor" oyéndole decir estas cosas.)


Pasatiempo

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía

luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era océano
la muerte solamente
una palabra

ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros

ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.

(Poeta, para mi, es el que cuando habla de si mismo, me está hablando de mi.
Y cuando describe su calle, al mirar por mi ventana, la veo.

Y para terminar, éste dedicado a todos mis compañeros cantores de mis coros,
y a todos aquellos con los que he cantado alguna vez, y cantaré, aunque no sean de mis coros)


Por qué cantamos

Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil

usted preguntará por qué cantamos

si nuestros bravos quedan sin abrazo
la patria se nos muere de tristeza
y el corazón del hombre se hace añicos
antes aún que explote la vergüenza

ustes preguntará por qué cantamos

si estamos lejos como un horizonte
si allá quedaron árboles y cielo
si cada noche es siempre alguna ausencia
y cada despertar un desencuentro

usted preguntará por qué cantamos

cantamos porque el río está sonando
y cuando suena el río/ suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino

cantamos porque el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos

cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota

cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta

cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.



martes, 17 de marzo de 2009

La primavera viene llena de música




En el marco del XVIII Festival de Música Antigua y Sacra que se celebra esta primavera en la ciudad de Getafe, va a tener lugar el concierto de Homenaje a Lope de Vega organizado conjuntamente por el Centro de Poesía Jose Hierro y la Agrupación Cultural Accento.




Estáis todos invitados al Concierto-Recital que tendrá lugar el próximo sábado 21 de marzo, a las 20,00 horas, en el teatro Federico García Lorca de Getafe. (Entrada gratis)

Para encontrar bien el camino pinchad en:


A continuación varios enlaces que anuncian el evento

viernes, 27 de febrero de 2009

Un blog nuevo: Barrajón



Ayer tuve que asistir a un funeral en la Basílica de la Merced, esa iglesia grandísima que está en la Calle General Moscardó (seguimos en Madrid, por ahora). La ocasión no era precisamente festiva, pero la homilía del sacerdote que ofició la misa me gustó tanto que luego trabé conversación con él, sobre todo para que me facilitara una copia de unos versos que había leído. Y hablando, hablando, intercambiamos las direcciones de nuestros blogs respectivos.



El verso que me gustó, resultó ser un himno de los que se leen (o rezan) en la Liturgia de las horas, lo que siempre se llamó el Breviario, y era este:


"Quien diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.
Ya no es un sitio desierto
ni en la montaña se esconde;
decid si preguntan dónde
que Dios está sin mortaja
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde"


El blog de Alejandro Fernandez Barrajón es este http://barrajon-barrajon.blogspot.com/
y de él tomo la imagen que adorna este post. ¡Gracias Alejandro!


viernes, 13 de febrero de 2009

Más poesía de Málaga

Para redondear el paseo malagueño ponemos un broche de oro con otra poesía de este mismo autor, tan sonoro y luminoso, José López Ruiz

EL NOMBRE DE MALAGA

¿Quién ha inventado tu nombre
- Málaga, Málaga, Málaga -,
ingrávido como un vuelo
y lento como una barca?

Málaga, te balanceas
como una góndola, avanzas
con la vela de la ele
en el aire desplegada,
por las aguas de las aes,
sobre consonantes náufragas.

El dulce mar del idioma
te ve pasar desmayada
cítara, cántico, música.
pétalo de la palabra,
con un acento ortográfico
clavado sobre tus ancas
o erguido sobre tu sílaba
primera, como una lámpara.

Málaga, soplo, caricia,
susurro, piropo, dádiva.
Palabra con castañuelas
- Málaga, Málaga, Málaga –
que taconea al oído,
que guitarrea, que canta.

¿Qué enigmáticas razones
dan temblor de tibia ráfaga,
Málaga, a tus aes esdrújulas,
que como un batir de alas
desmelenan en el aire
su monótona asonancia
como un romance metido
en una sola palabra,
un romance de tres sílabas,
Málaga, Málaga, Málaga.?

martes, 10 de febrero de 2009

Paseo por Málaga



PASEO POR MÁLAGA

¿Vale una proposición?

¿Qué tal si yo os invitara

a que os vinierais conmigo

a dar un paseo por Málaga?






Por Málaga: ya está dicho,

un paseo con toda calma;

viéndolo todo, enterándonos

ce por be de lo que pasa,

subiendo a ese paraíso

colgante de La Alcazaba,




(La Alcazaba con los Jardines de Puerta Oscura al pie)





(Un rincón de La Alcazaba)


desde donde puede verse,

más de la mitad del Atlas;

Los Percheles, Capuchinos,

Mundo Nuevo, Monte Sancha,

la Malagueta, el Ejido,

la Farola, la Coracha

balcones en los jardines,

jardines en las terrazas,

una lucha vegetal

del árbol contra la casa

y allá lejos, sobre el mar,

como un barco sobre el agua,

cuando los vientos descorren

sus cortinas azuladas,

el valiente Gurugú,

y otros contornos del África,

que es lo mismo que decir

que se domina "to" el mapa.




(La plaza de toros bajando de Gibralfaro)



(La Coracha desde el Castillo de Gibralfaro)

Y si el líquido elemento

por casualidá os agrada

-de gustos no hay nada escrito-,

alquilamos una barca

y nos llegamos al Morro,

que mas allá no hace falta

para saber que la mar

tiene muchísima agua.



(Oleaje en El Palo)

Pues espabilando, amigos;

espabilando y en marcha.

Ya hemos llegado. ¿Qué es esto?

Esto es el aire; se masca,

se bebe, aturde, marea;

es madreseva y albahaca

y olor a menta y pimienta

y sándalo y jacaranda.

Fijarse bien cómo huele.

Es cosa con importancia,

porque como el aire tiene

átomos que son como arcas,

donde se mete el oxígeno

igual que en las damajuanas

se mete el vino, aspiráis

así, ¡ah!, a bocanadas,

y pilláis tal borrachera

que no os la quita ni el Papa.


(naranjos y buganvillas)


Y ahora comienzo el paseo.

No os cansaréis, mi palabra.

Aquí la prisa no existe,

ni hace maldita la falta.




(Jardines de Pedro Luis Alonso desde La Coracha)


¿Qué calle es ésta? ¿Esto es calle

o una de esas naves altas

que tienen las catedrales

con cristaleras moradas

verdes y azules, con santos

pintados con grandes capas?

¡Ole del ole del ole!

Por aquí qué bien se anda,

qué luz de arroyo florido,

qué temblor entre las ramas

y qué Alameda más dulce.


(Un ficus en La Alameda)

Álamos como montañas

las hojas verdes tejiendo

quitasoles y paraguas

y una música remota

de sirenas desgarradas

de cadenas y de grúas,

de motores y de anclas,




(El puerto)

que hace mecerse los árboles

en una vaga nostalgia

de rumbos desconocidos

en marineras fragatas.




- ¿Cómo se llama esta calle?
- Usté lo ha dicho, mi alma:
La Alameda; una alameda
como no hay dos en España.
Pero fíjese usté, amigo:
Usté lo cuenta y no es nada.
Una alameda, una sombra,
cuatro aceras, treinta casas.
Total, que todo se dice
en seis o siete palabras.
En cambio, venga usté, amigo;
mírela usted a sus anchas
y dígame usté al oído
si no siente que en el alma
le estan tocando los ángeles
castañuelas y guitarras






La luz

se filtra, la calle

parece que está entoldada

con flores de enredadera

y con pámpanos de parra.

Es una luz amorosa

de bodegas y de cántaras,

con un temblor ambarino

de conchas y de naranjas.







Aquí hay un puesto de flores

como una colcha bordada

y allá al fondo, como un cuadro

la mar,

una mar tan cálida,

tan sibarita y gachona,

tan perezosa y tan pancha,

que parece estar tendida

sobre una verde butaca.







Mire usté para ese lado.

Compruebe cómo no pasa

el tiempo por esta tierra,

la cosa tiene camándulas.

Son berlinas y Simones

como en los tiempos de Cánovas.


¡Cánovas! Qué malagueño

con garbo para una estatua,

con una capa española

y una sonrisa gitana,

en cuyos ojos de lince

se disuelven y naufragan

caciques y electoreros

con retacos y navajas.





encima de su peana

de piedra y bronce, el Marqués.

Apriétese usté la faja.


El señor marqués de Larios,

el fundador de una casa

de vinos y de aristócratas,

de palacios y de fábricas,

de olivares y salones,

de planos y cuchipandas.


Ahí lo tiene, tan campante,

quieto, como si dudara

si alquilar una berlina

y llegarse hasta su casa

o quedarse entre los pájaros

sin mover una pestaña.


Está muy bien donde está.

El que conquista una estatua

tiene derecho a vivir

sin ocuparse de nada,

y él tiene una ocupación:

mirar la gente que pasa.







(La Alcazaba desde el Ayuntamiento)

Vamos a tomar nosotros

un coche como Dios manda.

Este del caballo blanco

no tiene muy mala planta.

¡Cochero, pero cochero!

El cochero como un lama

de la India, en el pescante

imperturbable se alza.

Está dormido, soñando

con juergas y madrugadas,

con carreteras de oro,

y con carrozas de plata.

-¡Venga, despierta, cochero!

Un ojo que está de guardia

da el aviso al otro ojo

y ambos ojos a la cara.

- ¿Qué se ofrece?

-Poca cosa.

Dar una vuelta con calma.

Ya sabes, la calle Larios,

despacio, casa por casa,

viéndola bien, que no hay prisa

y es una calle muy larga.

Luego, si hay tiempo, un rodeo

alrededor de la plaza.








Ya verá usted, es pequeña,

pero graciosa y cuadrada

como un gran patio. El pasaje

de Chinitas da a la plaza.


El pasaje de Chinitas,

toda una historia muy larga

de cantaores flamencos

y de hembras de rompe y rasga.



El pasaje de Chinitas

aquel del que se cantaba:

En el café de Chinitas

dijo Paquiro a su hermano:

no hay torero como tú

más valiente y más gitano.


Plaza arriba, pasaremos

por la calle de Granada,

que sube muy derechita,

pero de pronto se para

sin decidirse a tomar

una dirección exacta,

hasta que, empinando el codo

y tras secarse en la manga,

sale corriendo hacia el monte

como si fuera una cabra;





(Monumento a Torrijos en Plaza de la Merced)


pero no llega, se queda

muy cerca, en la misma falda,

en plaza de la Merced,

que esa si que es una plaza,

donde, como en Nueva York,

la libertad tiene estatua.






(Jardines de Puerta Oscura)




En fin cochero, arreando;

quiero que vea la Aduana,

el Parque, el Ayuntamiento,

la Victoria, en dos palabras,

quiero que mi amigo sepa

por qué es esdrújula Málaga,

o séase por qué se mete

en los repliegues del alma.








Nos llevas por la Caleta

paso a paso, casa a casa,

sombra a sombra, flor a flor,

entre el monte y entre el agua,

entre el sueño y la vigilia,

entre el árbol y la barca.










- ¡Riá, Jabonero! ¡Caballo!

¡Venga, mal rayo te parta!



- Esta es la calle de Larios.

Ya sabrá usté que se llama

de Larios porque la hizo

en el patio de su casa

para pasarse el día viéndola

asomado a la ventana

el señor marqués de Larios,

un marqués con mucha guasa.


¿Usté la ve tan cortita?

Total, tiene doce casas.

Pues nadie las ha contado

ni hay manera de contarlas.







Aquel señor que hay allí

gordo, con chaqueta blanca,

que mueve tanto los brazos

y está charla que te charla,

lleva lo menos treinta años

intentando "de" contarlas

y ha llegado nada más

que a la segunda manzana,

al Círculo Mercantil,

un Círculo con prosapia.


¿Sabe usté? Le llaman Círculo

porque tiene las butacas

en círculo para ver

las "cosas buenas" que pasan,

azúcar, canela y clavo,

y echarles una mirada

circular, como un piropo

de pensamiento y pestaña.


(¡Vaya, vaya! ¡Ole, ole,

ole, ole, vaya, vaya!)


Y Mercantil. ¿Mercantil?

La vista es la que trabaja,

para que cuando los barcos

mercantes echen el ancla

comprueben los pasajeros

que a estirar las piernas bajan,

que hay un círculo cuadrado

en donde no se hace nada,

dotado de buenas vistas

en medio del mismo Málaga,

y se queden pa in eternum

sentados en sus butacas.

La cuadratura del círculo

esa operación se llama.


Era un marqués con salero.

Hizo las cosas con gracia.







Aquel señor que hay sentado

con una pierna cruzada

sobre la otra es inglés.

¡Era inglés, que ahora se llama

don Paco! Y aquel que tiene

un pie sobre la butaca

de enfrente, como si hiciera

penitencia, ése es de Holanda,

y el de al lado, ése es francés,

¡pero háblele usté de Francia!




Pues ahí los tiene, vinieron

a dar un paseo por Málaga.

Quisieron pasar la calle

de Larios y están pasándola.

Se bebieron una copa,

se tomaron unas tapas,

oyeron un taconeo,

sintieron como una ráfaga

por los túneles internos

del sentimiento y del alma,

y ahí los tiene, en calle Larios.

No han podido atravesarla.

El taconeo les hizo

girar un poco la cara,

aprendieron a decir

ole, ole, vaya, vaya.

Y vaya, vaya, ole, ole,

cuando el taconeo pasa

la giran cuarenta veces

sin saber si están girándola

porque nacieron así

o qué demonios les pasa.




Mire al hombre de la esquina.

Fíjese cómo trabaja.

Repare usté cómo mueve

las manos. ¡Es una máquina!

Así se pasa la vida,

habla y habla que te habla.

Un vendedor ambulante,

tiene de todo: corbatas,

jabones, pipas, mecheros

y plumas estilográficas,

conjuntos de lana inglesa

(fabricados en Tarrasa),

tabaco de Gibraltar,

relojes y mermeladas.

Todo dentro de la ley.

Un pimpi como Dios manda.

Trabajó de pala y pico

antes, cuando le faltaba

conocimiento del mundo,

pero abandonó la pala

y ahora trabaja de pico

porque pico no le falta.

Era muy grande el marqués

de Larios. Su calle habla.



Claro está que era otro tiempo.

Se hacían las cosas con gracia;

no ahora, que hacen las calles

largas, y largas, y largas,

se sube usted en un auto

y en un minuto se acaban.



Por eso aquí son cortitas

y estrechas para mirarlas

de cerca como se mira

a la mujer que se ama.



Otro día que vayamos

a pie, sin ganas de armarla,

como dos buenos compadres

que van del brazo por Málaga,

nos pasearemos despacio

por esas calles con alma,

muy estrechas de cintura,

con flores en las ventanas,

con perfume de mujer

y de profesiones varias:

Ollería, Especerías,

Carretería, Atarazanas,

Calderería, Comedia,

Mariscal, la calle Camas.



(¡Vaya, vaya, ole, ole…!

¡Ole, ole, vaya, vaya!)

Y para que haya contraste,

y por si algo faltaba,

la del Cister, que son monjes,

y la calle de Beatas.

Ya verá usté lo que es bueno.

Va a emborracharse de Málaga.


Yendo a pie, podemos ir

haciendo nuestras paradas,

bebernos aquí unos chatos,

tomarnos allí unas tapas,

boquerones o chanquetes

o búsanos o cigalas,

variándolas cada vez,

que lo bueno es variarlas

y sobre todo charlar.


¿Hay algo como la charla

calle arriba, calle abajo,

mirando… lo que haga falta?

(¡Vaya, vaya, ole, ole…!

¡Ole, ole, vaya, vaya!)


Y si la calor aprieta

o si nos da la real gana,

entramos en calle Fresca

que ya sabe que se llama

Fresca porque para verla

el sol se tapa la cara

y cae, vestido de luna

verde como en una jarra,

y acabamos el paseo

sentados en una plaza

hasta que venga en su carro

la luz de la madrugada.

Quizá un día, entre dos luces,

oliendo el aire a biznaga,

pueda explicarme a mí mismo

el búsilis que hay en Málaga.



¿Duende, intríngulis, imán,

hechizo, milagro, magia?

Yo no sé lo que será,

pero es algo que embriaga

como el nardo y el clavel,

como la hembra y la danza:

olor a montes llovidos

con flores de Jacaranda,

ámbares y caracolas,

de viejísimas guitarras,

un cielo que no se nubla,

un mayo que no se acaba

y un veneno que se mete

-Málaga, Málaga, Málaga-,

un veneno que se mete

(¡ole, ole, vaya, vaya!),

que se mete muy adentro

por los repliegues del alma.


José López Ruiz
(1906 – 1968)


Las fotos en blanco y negro son de la espléndida página sobre Málaga http://www.malagaenblancoynegro.com/