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viernes, 19 de diciembre de 2014

Resumen de la Temporada VIII

Acá está el resumen de todo lo hecho a lo largo del año en el Cineclub La Rosa. Gracias por acompañarnos en esta octava temporada.

Invitados especiales
Carlos Müller presentó La angustia corroe el alma, de Rainer Werner Fassbinder

Proyecciones en 16mm
La angustia corroe el alma, de Rainer Werner Fassbinder
El viaje a la felicidad de mamá Küster, de Rainer Werner Fassbinder
Lili Marleen, de Rainer Werner Fassbinder
Bob el jugador, de Jean-Pierre Melville
El círculo rojo, de Jean-Pierre Melville (25/6)
Ese oscuro objeto del deseo, de Luis Buñuel
Viridiana, de Luis Buñuel
The little lamb: A christmas story, cortometraje de United World Films.
Boudu salvado de las aguas, de Jean Renoir
El extraño señor Víctor, de Jean Grémillon
El paraíso perdido, de Abel Gance
Videogramas de una revolución, de Harun Farocki y Andrej Ujica
Imágenes del mundo y epitafios de la guerra, de Harun Farocki
Fuego inextinguible, de Harun Farocki
Naturaleza muerta, de Harun Farocki
Añicos (Scherben), de Lupu Pick
Fausto, de F.W. Murnau

Otras actividades
Nota en el diario La Nación sobre el cineclubismo.

Colaboraciones de otras organizaciones
Embajada de Francia / Institut Français: colaboraron en los ciclos del Cineclub La Rosa
Goethe-Institut: colaboró en los ciclos del Cineclub La Rosa. 
CONABIP: Participamos de los festejos por el Día Federal de las Bibliotecas Populares con una función especial del Cineclub La Rosa.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Función íntima con una gran película

Anoche vimos una extraordinaria película en el Cineclub La Rosa: Añicos, de Lupu Pick, proyectada en 16mm gracias al Goethe Institut Buenos Aires. 


Nos gustaría decir que fue "a sala llena" como tantas otras veces, pero lamentablemente, esta vez no nos acompañaron los muchos amigos que suelen hacerlo. 


Quizás por desconocimiento, o por lo que fuera, lo cierto es que se trata de una película que vale la pena descubrir, y ojalá podamos volver a proyectarla para darles una segunda oportunidad.


miércoles, 5 de noviembre de 2014

Kammerspielfilm / Expresionismo | Scherben y Fausto

En noviembre proponemos un extraordinario ciclo que reúne con proyecciones en 16mm a los exponentes de dos corrientes antagónicas que convivieron en la década del '20 en Alemania: Scherben de Lupu Pick, ejemplo del "Kammerspielfilm", movimiento anti-expresionista por excelencia, y Fausto de F. W. Murnau, epítome del expresionismo en el cine. Todo, con entrada libre y colaboración voluntaria en Austria 2154. Con la colaboración del Goethe-Institut Buenos Aires.


Miércoles 12 de noviembre - 20:30 horas
AÑICOS 
(Scherben, Alemania, 1921, blanco y negro, 60 minutos)
Dirección: Lupu Pick.
Elenco: Werner Krauss, Edith Posca, Hermine Straßmann-Witt y Paul Otto.

"Un guardabarreras, que junto a su mujer e hija vive sumido en el pequeño mundo que supone su casa en medio del bosque nevado, recibe la noticia de la próxima visita de un inspector. En ese momento, la rama de un árbol golpea una ventana y rompe un vidrio: mal presagio, algo terrible va a ocurrir". (Texto de Luis Enrique Ruiz, tomado de Obras Maestras del Cine Mudo)


Miércoles 26 de noviembre - 20:30 horas
FAUSTO
(Faust - Eine deutsche Volkssage, Alemania, 1926, blanco y negro, 85 minutos)
Dirección: Friedrich Wilhelm Murnau
Elenco: Emil Jannings, Gösta Ekman, Camilla Horn, William Dieterle, Yvette Guilbert, Frida Richard, Eric Barclay, Hanna Ralph, Werner Fuetterer y Hans Brausewetter.

En dos actos claramente diferenciados, Murnau cuenta el clásico relato de Goethe sobre el célebre pensador que después de buscar sin descanso la esencia del conocimiento y la verdad oculta de las cosas, es tentado por el diablo y vende su alma.


Lupu Pick quería volver a la "realidad"; a un cine que diera cuenta de los verdaderos dramas del hombre contemporáneo. Liberarse de las pesadas alegorías expresionistas, volver a los personajes dueños de una psicología compleja y profunda y al análisis íntimo de las situaciones dramáticas que les toca vivir. Scherben es, según pretende, "una bofetada naturalista aplicada a los snobs expresionistas"

Nuestra intención aquí, una vez planteada la tensión Expresionismo - Kammerspielfilm es interrogarnos acerca del sentido de este "naturalismo" dentro del cine alemán de la época y verificar, una vez más, el peso del símbolo y del icono dentro de ambos sistemas representacionales como factores des - organizantes en relación al Todo que supone el montaje y el concepto.

En el relevamiento que hace Murnau de la leyenda faústica, ya que el guión no sólo abreva en Goethe y Marlowe sino también en el mito popular, aparecen claramente algunos de los temas habituales tanto del expresionismo como del romanticismo.

El prólogo mismo del filme es ya una maravilla en ese sentido: el arcángel Gabriel y Mefistófeles se encuentran en un no - lugar, es decir, en un espacio mítico (¿el cielo, el infierno?). Un lugar que no posee límites, representación concreta ni escenografía.

Estamos ante un espacio metafórico ya que en él se condensan múltiples cualidades y potencias: el bien y el mal, lo blanco y lo negro, la virtud y el pecado, las fuerzas del destino, etc. Las fuerzas están enfrentadas pero no separadas. El uno es extensión del otro. La oscuridad como la otra cara de la luz, como la ausencia siniestra de luz.

La luz como 1, como la totalidad que una vez alcanzado su cenit sólo puede declinar, caer hacia la ausencia de intensidad: el 0. La oscuridad no es una entidad aparte. En el monismo idealista alemán es la ausencia, el cero luz. Desde el punto de vista filosófico, supone las antípodas del dualismo empirista anglosajón que inspira al montaje paralelo de la escuela orgánico activa del cine norteamericano.

Para la escuela alemana, en un extremo u otro, en el de la intensidad máxima o en el de su mínima expresión, en la nada intensiva, el resultado siempre es el mismo: la ceguera. Si, según Eisner, "el expresionismo ya no ve, tiene "visiones", es la intensidad lumínica, dentro del montaje en cuadro, la que marca la posibilidad de visión.

Lupu Pick (1886-1931)

El comienzo de Scherben (1921) es mucho más realista, pero no por ello menos siniestro.

Un guardabarreras, que junto a su mujer e hija vive sumido en el pequeño mundo que supone su casa en medio del bosque nevado, recibe la noticia de la próxima visita de un inspector. En ese momento, la rama de un árbol golpea una ventana y rompe un vidrio: mal presagio, algo terrible va a ocurrir. Lo siniestro empieza a desplegarse.

Para conquistar el alma de Fausto, Mefistófeles siembra la peste en la aldea bajo la forma de una nube negra. Son las siniestras fuerzas de la oscuridad que se abaten sobre la aldea, sobre la comunidad de los creyentes. Es el orden del Pueblo el que primero es alterado, su organicidad, para luego llegar al alma individual de Fausto. Es el problema de la organicidad: una vez instaurada o restituida enseguida aparecen enemigos que intentan atacarla o desarticularla. Sobre esto mucho sabía Goebbels... y Bush también.

Una vez llegado el inspector, los cuatro únicos personajes de Scherben se verán confrontados con sus pasiones - pulsiones. El drama es privado de antemano; el mundo externo, el mundo de lo social y lo cultural, nunca se enterará del drama que se desata en la caseta del guardabarreras.

Autómata carente de consciencia, él (Werner Kraus) deambula como un zombie por las vías ignorando la seducción de la que esta siendo objeto su hija.

La escena de la captación por parte del inspector de la hija del guardabarreras es simplemente perfecta. Ella está limpiando unas escaleras cuando se topa con sus botas. Su mirada se clava en ellas, en su fulgor, en su brillo, con temor y admiración al mismo tiempo. Luego, lentamente, va subiendo la vista hasta encontrarse con el ceño fruncido y la mirada severa del inspector que, por todas partes, destila autoridad. El acto de seducción, sin que se pronuncie una sola palabra, se ha consumado.

F.W. Murnau (1888-1931)

La fascinación de la humilde muchacha por las botas del soberbio inspector no puede dejar de remitirnos a la frase de Eisner con respecto a El Último Hombre, (Der letzte Mann, 1924) un notable "Kammerspielfilm" de Murnau, donde un portero de hotel, dada su edad, es degradado, quitándole su adorado uniforme y asignándole la atención del baño del establecimiento: "Esa es una tragedia alemana por excelencia, incomprensible fuera de ese país donde el uniforme es rey, es Dios. Un espíritu latino difícilmente podrá concebir su contenido trágico".

Es fácil percibir que en todo el Kammerspielfilm hay un directo intento de crítica al sostenimiento cultural de toda la serie de símbolos que remiten al verticalismo y la autoridad militar como los elementos basales de la sociedad y la cultura.

Pero el símbolo en si mismo no deja nunca de estar presente, en el vidrio roto, en el espantapájaros que, fuera de la casa, sugiere el momento en que la seducción es consumada. Aún intentando alejarse del expresionismo, Pick no abandona al símbolo y la metáfora como aquellos elementos que dan sentido, organizan, a la narración.

Obvio es decir que Fausto esta sobrecargada de símbolos y metáforas. Es el costado barroco que conserva el expresionismo. Tal sobreornamentación se repite en el espacio escenográfico haciendo de la aldea bávara, donde transcurre la acción, un espacio que, si bien es mucho más concreto que el del prólogo, no deja de ser también irreal. Este espacio escenográfico prácticamente carece de curvas o bordes redondeados. Los tejados de las casas de la aldea recuerdan inmediatamente al forma ojival que habíamos consignado como típica y definitoria del neogótico. Pero, sobre este espacio escenográfico, se agrega otro que lo complementa y preanuncia al espacio metafórico: el espacio lumínico que difumina los bordes de los objetos, la escenografía y los personajes y, lo que es más importante, diluye también los límites del cuadro.

¿Dónde termina o donde comienza el cuadro en innumerables tomas de Fausto?. No lo sabemos. El trabajo de la luz, su ausencia, nos impide percibir su contorno. El cuadro ha perdido organicidad.

La luz es mucho más intensa en Scherben pero también juega un papel abstractizante que prolonga las líneas quebradas de la escenografía.

La esposa del guardabarreras, que sigue, sigue y sigue caminando solo por las vías, descubre la deshonra de su hija. Huye y muere en la nieve.

La venganza del guardabarreras no se hace esperar. Mata al inspector y se entrega a las autoridades parando un tren. Los pasajeros burgueses del tren, ignorantes o desinteresados por todo lo ocurrido, ven con fastidio este contratiempo. Allí, Werner Kraus pronuncia la única frase de toda la película "Soy un asesino". Arrepentida, sobre una colina, la hija engañada ve como se aleja el tren donde se llevan detenido a su padre.

Es la caída, la gran caída moral y espiritual del romanticismo que el cine de la época no cesa de evocar.

Fuente: Cineforum Clásico.

Ciclo realizado con la colaboración del Goethe-Institut Buenos Aires.

martes, 4 de noviembre de 2014

Añicos, de Lupu Pick

Primera función del ciclo en el que cruzamos al Kammerspielfilm y el Expresionismo alemaán en el Cineclub La Rosa, comenzando con una joya pocas veces vista del "cine de cámara" propuesto por Lupu Pick: Añicos, en el hermoso formato 16mm. Será el miércoles 12 de noviembre a las 20:30 horas, en Austria 2154. Como siempre, con entrada libre y colaboración voluntaria.


Miércoles 12 de noviembre - 20:30 horas
AÑICOS 
(Scherben, Alemania, 1921, blanco y negro, 60 minutos)
Dirección: Lupu Pick.
Guión: Lupu Pick, Carl Mayer
Dirección de Fotografía: Friedrich Weinmann
Elenco: Werner Krauss, Edith Posca, Hermine Straßmann-Witt y Paul Otto.


Añicos (Scherben, 1921) es el filme con el que el húngaro Lupu Pick fundaba el “Kammerspielfilm”. Un pequeño cine de cámara, con pocos intérpretes y escenografía escasa. En este caso se trata de la historia de un guardavía que recibe la inesperada visita de un inspector de la compañía ferroviaria en su casa, donde vive junto a su mujer y su joven hija. La forma en que el guardabarrera agacha la cabeza (una magistral interpretación de Werner Krauss), y se transforma en un autómata incapaz de enfrentar la autoridad del inspector, el modo en que la hija cae seducida simplemente por las botas de éste y la manera en que todo desemboca en tragedia y muerte, presagiaban, en mucho, lo que habría de venir en la década siguiente.


El director rumano Lupu-Pick y el guionista Carl Mayer se inspiraron en el Kammerspiel - Teatro de cámara- de Max Reinhardt para, alejándose del movimiento expresionista del momento y del realismo soviético, crear dos "tragedias cotidianas", Scherben (1921) y Sylvester (1923), caracterizándose por su enfoque naturalista y psicológico de personajes y ambientes lo más cercano a la realidad cotidiana.


El Kammerspielfilm mantiene las unidades de tiempo, lugar y acción (al fin y al cabo, tiene una procedencia teatral), por una sencillez argumental (por tanto, no necesidad de rótulos explicativos), y por una moderación interpretativa -contrariamente al expresionismo-. La tragedia clásica imponía tanto su atmósfera como el destino de los personajes.

Con el expresionismo le une tanto la creación de mundos opresivos y cerrados como la utilización de los objetos como símbolos. Tomar de forma naturalista el mundo cotidiano y real lo emparenta con el realismo soviético.


Ciclo realizado con la colaboración del Goethe-Institut Buenos Aires.

Temporada VIII / Función 172
Cineclub La Rosa
Austria 2154