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martes, 31 de octubre de 2023

UNA GUAGUA AL INFINITO (Y MÁS ALLÁ)*



Haciéndole honor al dictamen del general Máximo Gómez sobre los cubanos («Los cubanos o no llegan o se pasan»), los muchachos de Lei Nai Shou tienden a pasarse. Empezar con un humilde podcast que transmiten desde un sótano de Belleville, Nueva Jersey, no los entretuvo demasiado tiempo en acumular visitas, oyentes y likes. Casi enseguida, Tomás Castellanos, Mika Cuellar y Ricky Castillo se empeñaron en crear una serie de conciertos que traerían al norte del estado de Nueva Jersey y a Nueva York a algunos de los representantes más destacados de la canción de autor de las últimas décadas.


Desde finales de 2022 desfilaron por diferentes escenarios algunos de los nombres más destacados de la música isleña: Vanito Brown, Kamankola, Boris Larramendi, Carlos Varela, Sweet Lizzy Project, David Torrens, el Funky, Kelvis Ochoa y El B (de Los Aldeanos). Cantautores, rockeros y raperos, principalmente, si es que vale hacer la distinción. Mientras otros productores respaldados por patrocinios poderosos se inclinan por agrupaciones bailables o reguetoneros con los que es habitual que se identifique la música de la mayor de las Antillas, los de Lei Nai Shou se empecinaron en hacer conciertos más o menos íntimos con músicos menos taquilleros que durante tres décadas se han esforzado por mostrar una faceta poco habitual de la música cubana, pero no menos rica e importante —la música que aprecia y se nutre de la inmensa riqueza de su tradición, pero que no pretende reducirse a esta—.

El público de la zona, compuesto en lo principal por cubanos de la diáspora, agradeció el esfuerzo asistiendo religiosamente a cada una de las presentaciones de Lei Nai Shou en Nueva York y Nueva Jersey. (Una excepción fue el formidable concierto de El B, que atrajo una entusiasta falange de seguidores de otras partes de Latinoamérica). Luego de tantos años de sequía musical, la presencia de artistas tan bien escogidos era agradecida como si se tratara de uno de los milagros bíblicos con los que Dios se hacía querer por los israelitas.

Después estaba el componente social de los eventos, la música servía de pretexto para el encuentro de una comunidad más bien dispersa con pocas oportunidades para reunirse. La música, como ha ocurrido siempre entre cubanos, sigue siendo nuestra lingua franca, presta a asociar cuando otros asuntos tienden a separarnos. De una manera inteligente, gozosa, pero sin aspavientos, Lei Nai Shou anda entregado al negocio de hacer patria.

Otros se habrían conformado con el éxito que tuvieron los conciertos en terreno local, pero «conformarse» es verbo incomprensible para Lei Nai Shou. Venían probando desde la primavera pasada extender su propuesta hacia el sur, en el proceloso Miami. Lo probaron con David Torrens y vieron que era bueno. El próximo paso fue proponerse un festival cultural que durara un fin de semana —desde la tarde del viernes hasta la noche del domingo— y que incluyera todas las disciplinas artísticas (empezando por la música), pero que se ampliara hasta la literatura, el teatro, el cine, las artes visuales, el tatuaje y la artesanía y cuanta variante de creatividad apareciera en el camino.

Cuando Lei Nai Shou anunció Guagua Cuban Festival del 20 al 22 de octubre de 2023 en Allapattah, Miami, más que una cartelera real tenía la pinta de un buen vuele psicodélico (18 bandas en tres días). A eso, añadirle espectáculos teatrales, presentaciones de libros, de actores, artistas visuales, realizadores cinematográficos, psicólogos, you name it. Tampoco Allapattah —el sitio donde se celebraría el festival— parecía favorecer los sueños de Lei Nai Shou. Allapattah tiene fama de barrio deprimido, peligroso, de esos en que tristes gasolineras parecen puestos de avanzada en territorio enemigo, oasis de civilización. Un lugar donde buena parte de los miameses no se atrevería a entrar ni mucho menos a dejar su carro desatendido durante horas. La pregunta inicial no era si el festival sería un éxito, sino si un aparato que desde el principio parecía tener demasiado peso podría levantar una pulgada del suelo.

Encima, los de Lei Nai Shou, acostumbrados a la puntualidad norteña, no habían tenido en cuenta un factor local, el llamado horario de Miami. El acuerdo tácito entre los compatriotas de que si cualquier actividad, desde un concierto hasta una boda, se anuncia para una hora determinada, esta no comenzará sino hasta una hora después. De modo que cuando todo estaba listo para arrancar en la Esquina de Abuela —el rincón de Allapattah que Lei Nai Shou se había pasado dos semanas acondicionando— todavía no había público suficiente para arrancar la Guagua. Hasta que al fin empezaron a llegar los primeros audaces, quienes se atrevieron a dejar su carro en las calles del barrio o en manos de cualquier borrachito con chaleco reflectante y gestos serviciales que lo cuidaría por un módico precio. Fue entonces que la Guagua echó a volar. La banda de Ricky Castillo fue la que entonó las primeras notas de un festival condenado desde ese momento a alcanzar el estatus de legendario.

En La Esquina de Abuela, la Guagua tomó vuelo el viernes y no aterrizó hasta finales de la noche del domingo. El diligente equipo de Lei Nai Shou se movía de un sitio a otro eléctricamente para asegurarse que todo fluyera: los eventos simultáneos de las distintas disciplinas, los puestos de venta de artesanía, los de comida y de bebida. (La comida fue el gran bache de la Guagua, tan mala como cara. De la bebida no puedo decir lo mismo, me concentré en la recién descubierta Tropical Amber al punto de que, con las ganancias derivadas de mis gastos, la cervecera podría abrir una sucursal en Nueva Jersey —espero que capten la indirecta—).

El público se conmovió con los libros Cuando salí de Cuba y Las víctimas olvidadas del Che Guevara presentados por dos Marías, Pérez y Werlau respectivamente; y con el estreno como autor infantil de Tomás Castellanos con En los sueños de Cecilia; se divirtió con Memeo todo, la serie de libros de memes creados por el realizador Juan Carlos Cremata y con el desternillante monólogo de Iván Camejo. Se emocionó con los provocadores cortos de Eliecer Jiménez y con el entrañable homenaje de Ian Padrón a su padre, el creador de Elpidio Valdés y Vampiros en La Habana; y con las presentaciones en torno a artistas como Laura Alemán, Nelson Jalil y Luis Manuel Otero Alcántara.


Concierto del viernes: Ricky Castillo band, Andy García band, El Igor, Qva Libre y Gabriela de la Portilla (el concierto en realidad empieza en el minuto 30 del video).


Pero el plato fuerte de la Guagua fue la música. El desfile incesante de bandas y solistas, rockeros, jazzistas y raperos fue como abrir un catálogo minucioso, aunque no exhaustivo, de la escena alternativa cubana en Miami. A los sospechosos habituales (Boris Larramendi o Kamankola) se les unieron bandas de arribo reciente a la ciudad (la magnífica Qva Libre y agrupaciones instantáneas con músicos intercambiables, pero siempre magníficos).

Impresionaba casi todo: el frenesí con que la banda del pianista Andy García (fácil no confundirlo con su tocayo actor, sobre todo en lo tocante al talento musical) atacó clásicos como «Los tres golpes» de Ignacio Cervantes; la energía de Qva Libre, banda a la que pareció no alcanzarles la hora y tanto en la que estremecieron el escenario; la furia inteligente de Kamankola; Ezzakossa y 12 Ruinas; la entrega del indomable Funky, dándolo todo y más ante un sol de justicia; el impetuoso swing de Igor, de Manny Swagg, de Machaka Band, de Bita y su banda. La justicia poética fue cerrar el concierto del sábado con Boris Larramendi, fundador de 13 y 8, de Habana Oculta y de Habana Abierta y precursor de los nuevos caminos que se ha venido labrando la música cubana en las últimas tres décadas.

Cuando salía la tarde del sábado de la Esquina de Abuela, una yumo-asiática detuvo su carro para preguntarme en inglés qué estaba pasando allá adentro. Le hablé de un festival de cultura cubana, pero no pareció entender. Quizá por la dificultad de asociar «Cuba» con «cultura». Pero en cuanto dije «Cuban music» su rostro se distendió. «Wow, cool», exclamó y siguió camino. No sé si luego se animó a subirse a la Guagua. En cualquier caso, sospecho que de haberlo hecho lo que escuchó allá dentro contradijo su idea de música cubana. Prejuicios sobre prejuicios sobre prejuicios. Aunque espero que si la Guagua no se correspondía con la idea yumo-asiática de Cuban music, al menos fuera evidente su condición cool.

Musicalmente hablando, hubo un solo acto en la Guagua en que algo no pareció encajar. Tocaba un grupo que no hubiera desentonado en cualquier otro festival, pero que en ese fin de semana en la Esquina de Abuela estaba fuera de lugar. Los músicos eran solventes y ejecutaban sin esfuerzo lo que el género exigía, pero les faltaba el swing, la mezcla perfecta de energía, originalidad y gracia que había reinado de manera ininterrumpida durante tres días en la Guagua.

Fue entonces que pude entender el tremendo privilegio de haber montado en la Guagua aquel fin de semana. De asistir al despliegue de talento que en una ciudad complejísima como lo es Miami, ignorante tantas veces de su propia riqueza, solo pudo ser reunido por la empresa audaz, sensible e inteligente que dirigen los muchachos de Lei Nai Shou —sin patrocinadores ni apoyo oficial—. Empresa cuyo negocio no es la explotación de la nostalgia, sino la de abrir los ojos y oídos al futuro anunciado por el talento que circula incesante por las venas de la ciudad.

Algo de eso debió entender el público —no tan masivo como debió serlo— y los artistas que no se perdían las presentaciones de sus colegas, conciertos que fueron recogidos cuidadosamente en videos que ahora pueden ser consultados en las redes. Queda fuera de esos videos, no obstante, la energía epidémica que electrizó la Esquina de Abuela y que quedará asociada para siempre con la leyenda de Guagua Cuban Festival. La fiesta que anudó de manera inédita y definitiva lo cubano, su cultura y lo cool.

*Tomado de El Toque

martes, 24 de agosto de 2021

20 minutos

20 minutos. Esa es la distancia que separa cualquier punto de otro en Miami. De Hialeah a la Pequeña Habana. De South Beach al aeropuerto, de la Sagüesera a Kendall. Da igual el tráfico, las calles cerradas por reparaciones o la distancia. “Eso está ahí mismo, a veinte minutos” te dicen y tienen razón: veinte minutos justos es lo que demora el chofer en potencia en tomarse una última coladita, cambiarse la camisa porque se la manchó de café, despedirse de su familia, salir al draigüey, volver a entrar a buscar las llaves del carro (porque decidió que mejor manejaba el de la mujer que es más chiquito y gasta menos gasolina) hasta sentarse frente al timón. En llegar a su destino gasta cuarenta minutos más. Y eso en caso de que no haya mucho tráfico ni calles cerradas, lo que en Miami es el equivalente a que la fuerza de gravedad haya decidido tomarse un descanso.

Pues en ese curioso cálculo de las distancias creo que estriba la extraña percepción del tiempo que existe en Miami. Más o menos la misma que hay en el interior de un agujero negro donde se dice que la relación espacio-tiempo se curva. Más o menos igual que la calle Ocho al entrar al downtown. De ahí que el tiempo transcurra más lentamente en Miami (como los carros en el Palmetto a las 8 de la mañana) en comparación con el resto del planeta. Eso es lo que explica el misterio —tantas veces abordado por los científicos— de que las invitaciones de bodas en Miami citen para una hora antes del evento real, que los estudiantes, a diferencia del resto del hemisferio norte, empiecen sus clases en agosto y que en la ciudad se hable de un dictador de mediados del siglo pasado como si acabara de llegar al poder.

Para explicar esta anomalía se podría apelar a la llamada “Paradoja de los gemelos” formulada por Einstein, según la cual si un gemelo hace un largo viaje a una estrella en una nave espacial a velocidades cercanas a la velocidad de la luz y el otro gemelo se queda en la Tierra, a su vuelta el gemelo viajero resultará más joven que el que no hizo el viaje. Ese, por supuesto, es un experimento mental, como mi proyecto de pasar un fin de semana con Angelina Jolie. Lo que parece confirmar la teoría de que en Miami el tiempo transcurre más lentamente es que si se envía a uno de los gemelos a La Habana —ya sea por amor a la ciencia o por pura crueldad— y al otro se le deja en Miami, cuando el de La Habana regrese a Miami va a parecer el abuelo del que se quedó. Habrá quien achaque la diferencia de edad a la comida y el aire acondicionado de Miami, pero yo insisto en que se trata de la curvatura espacio-tiempo que sólo puede ser explicada a través de la teoría especial de la relatividad: algo lo suficientemente sofisticado y difícil de entender como para que nos aclare el misterio de que, a pesar de que cualquier mayamés se demore en salir de su casa bastante más de lo que dura un matrimonio en Hollywood, en realidad la vida allí transcurre a la velocidad de la luz.

El asunto está en cómo sincronizar a Miami con el resto del planeta, cómo lograr que las bodas comiencen a la misma hora que dicen las invitaciones y los estudiantes empiecen sus clases en septiembre. Lo más fácil sería adelantar los relojes. (O atrasarlos, porque con esto de las teorías ando más confundido que Nicolás Maduro frente a un libro de gramática). Doy por sentado que no bastará adelantar una hora en verano, como en el resto del mundo, porque los mayameses se la gastarán en un par de coladas de café o en llegar a la primera boda que haya en la familia. Hablo de adelantar (o atrasar) años completos cuando no décadas: o poner el reloj en 1958, cuando el presidente era Eisenhower y se recogía dinero en Miami para mantener a Fidel Castro en la Sierra Maestra; o en el 2100, cuando el presidente sea la última versión de iPhone y se recoja dinero en Miami para hacerle un monumento a Fidel Castro como máximo responsable de crecimiento demográfico de la ciudad. Queda en manos de sus habitantes decidir en qué dirección mover las manecillas del reloj.

4 de septiembre de 2013

lunes, 29 de enero de 2018

Un cementerio del exilio

El ahora conocido como el Caballero Rivero Woodlawn North Park Cemetery and Mausoleum es uno de los cementerios más antiguos de Miami. Fue fundado en 1913 por tres de las figuras más importantes en el desarrollo inicial de Miami ―Thomas O. Wilson, William N. Urmey and Clifton D. Benson― establecida como ciudad menos de veinte años antes, el 28 de julio de 1896. En 1926 un reconocido arquitecto funerario McDonald Lovell fue contratado para diseñar el mausoleo principal del cementerio. La Funeraria Caballero, fundada en la Habana en 1857, que fue reabierta en la calle 8 en los años sesenta luego de que sus dueños se exiliaran desde Cuba, en 1990 se fusionó con Woodlawn Park Cemeteries and Funeral Home. Tres años más tarde, en 1993 la nueva entidad adquirió Rivero Funeral Homes fundada en la Habana en 1946 y que para entonces se había convertido en el mayor negocio funerario de la Florida con lo que asumió su actual nombre: Caballero Rivero Woodlawn North Park Cemetery and Mausoleum. Desde antes de estos cambios ya el cementerio situado en la calle 8 de SW entre las avenidas 32 y 33, corta distancia del concurrido restaurante Versailles acogía restos de cubanos, famosos o no fallecidos, en la ciudad.

Allí reposan los restos de los expresidentes Gerardo Machado y Carlos Prío Socarrás, el de los líderes del exilio Manuel Artime y Jorge Mas Canosa, el del afamado caricaturista Antonio Prohías y del bailarín y estrella del American Ballet Theater Fernando Bujones. El Caballero Rivero Woodlawn North Park Cemetery de la 8 calle con la 32 avenida del suroeste es, en mayor medida que otros, el cementerio del exilio cubano.

Recorrido:
Al entrar al cementerio y tomar la senda de la derecha a unos cincuenta metros de la entrada encontramos el mausoleo de Carlos Prío Socarrás (1903-1977) quien fuera el último presidente de la república elegido en elecciones democráticas (1948-1952) depuesto por el golpe de estado de Fulgencio Batista. 


Unos metros más adelante se encuentra la tumba de Jorge Más Canosa una de las figuras más importantes del exilio en las décadas del 80 y 90 del siglo pasado y fundador de la Fundación Nacional Cubano Americana.



Algo más adelante se encuentra el mausoleo principal del cementerio.



En este se encuentra el nicho que contiene los restos del caricaturista Antonio Prohías (1921-1998)

El de Gerardo Machado Morales (1871-1939)


 Y el del tristemente célebre Esteban Ventura Novo (1913-2001):


Cerca de la salida a mano derecha se encuentra la tumba del bailarín Fernando Bujones (1955-2005):


Muy cerca se encuentra la tumba del coronel Emilio Bacardí Lay (1877-1971), quien acompañara a Maceo en la invasión a Occidente y posteriormente fuera vicepresidente de la compañía de ron Bacardí. No confundir con su padre, el patriota, político y escritor Emilio Bacardí Moreau  (1844–1922) quien se halla enterrado en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba.


miércoles, 15 de octubre de 2014

Palo!


Después de pasarme años teniendo que contentarme con el primer disco del grupo Palo! me empato de un golpe con concierto en vivo y nuevo disco el pasado domingo en Gonzalez y Gonzalez. Timba con funk, letras sencillas pero con la gracia de antaño: la fórmula es sencilla pero tremendamente refrescante y todo arropado por la voz de Leslie Cartaya. La cantante de Palo! en sus registros más agudos recuerda nada menos que a La Lupe pero siempre ofrece una dicción clara, elegante y sabrosísima. Un producto elaborado con la maña de Steve Roitstein quien le saca toda la música que puede a los cuatro instrumentistas de la banda: Ed Calle en el saxo tenor, Raymer Olalde en los timbales, Philbert Armenteros en las congas y el propio Roitstein en los teclados. Una buena noticia para la música y los bailadores en general y para los miamenses en particular: pronto la banda comenzará a ocupar plaza fija todos los sábados en el restaurant Yuca de Lincoln Road.








miércoles, 11 de septiembre de 2013

Miami y yo

Hace unos meses una conocida publicación de Miami me pidió que les escribiera una columna costumbrista sobre la ciudad. Ya se sabe, algo ligero y divertido. Ni penetrante ni minucioso pues a esa ciudad sólo voy de vacaciones y mis impresiones sobre ella no son mucho más profundas que una postal. Más que sobre Miami sería una serie sobre la idea que representa, una de la caricatura de la caricatura que ya es en la mente de los que se sienten un poco más civilizados por mostrar un mohín de desprecio al escuchar su nombre. El caso es que a los editores de la publicación les gustó pero nunca se decidieron a publicar ninguno de los tres artículos* que constituían el inicio de la serie. Pasados los meses pensé que ya llevaban suficiente tiempo acumulando polvo virtual en la memoria de mi computadora y los envié a Diario de Cuba donde han sido publicados en semanas sucesivas. Fue entonces que entendí la reticencia de la publicación miamense a imprimirlos. Su dependencia de los anunciantes le sugiere una cautela de la que puede prescindir Diario de Cuba y por lo visto  conocen a sus lectores mucho mejor que yo. La reacción ante mis artículos, a juzgar por el promedio y la intensidad de los comentarios es un tanto desmesurada pero sobre todo errónea. El mismo error que puede hacer a alguien incapaz de distinguir un retrato de una caricatura.

En lugar de los textos ligeros y retorcidamente cariñosos que pretendía ofrecer la serie ha sido vista por la mayoría de los comentaristas –y espero que no de los lectores- como un ataque en toda regla a la ciudad. Y así reaccionan en dependencia de su propia relación sentimental con la ciudad ya sea regañándome o insultándome si viven en ella -supongo que a gusto- o jaleándome y declarándome campeón de supuestas verdades que el mundo necesita oír si viven en otro sitio. En lo que coinciden todos es que, merecido o no, yo había querido hacer de Miami el objeto de mi desprecio**. No trataré de contradecir una convicción tan firme diciendo que he viajado a esa ciudad más que a ninguna otra porque bien pudieran pensar que con ello intento satisfacer mi masoquismo. Al fin y al cabo siempre digo que para mí Miami es la Patria aunque como buen patriota al fin uno debe tener el cuidado de vivir lejos de ella.

Y no es broma. Miami –reconozcámoslo- es, al menos en su aspecto material, bastante más cubana que La Habana, una ciudad construida en su mayor y mejor parte por arquitectos españoles y norteamericanos o de nativos dominados por el gusto de aquellas civilizaciones tan distintas entre sí. Los habitantes de La Habana deambulan entre las ruinas de aquella ciudad con el mismo orgullo pero al mismo tiempo con la misma extrañeza que los romanos por la suya y supongo que por las mismas razones: en todo sentido están más lejos de los que la erigieron que los que la invadieron después en oleadas sucesivas. Ha sido en aquella esquina de la Florida donde los cubanos hemos armado una ciudad al gusto de cada uno de nosotros multiplicado –casi- al infinito. Ya si luego queremos pensar que Nueva York, Viena o París están más cerca de nuestra sensibilidad colectiva se trataría de una aberración puede que simpática pero no por eso aceptable. Es demasiado complicado –por poner un ejemplo- erigir una ciudad de peatones allí donde casi todos identifican como signo elemental de la prosperidad la posesión de un carro.

Digo con esto que quiero a Miami como se debe querer a cualquier patria: con la misma dosis de ternura que de resignación que debemos dedicar a todo lo que nos pertenece por alguna suerte de fatalidad. Y que, querámoslo reconocer o no, las carencias que creemos descubrir en Miami son una parte más bien pequeña de las muchas que padecemos como nación. Que, nos guste o no, Miami –y me refiero, por supuesto al pedazo de ciudad habitado en su mayoría por cubanos- es lo que los cubanos hemos conseguido construir en cuanto nos dejan solos.Y lo que salió fue Miami: lo raro es que hubiésemos reinventado Nueva York, París, Viena o incluso La Habana.

Dicho lo anterior sólo me falta añadir que si algo explica mi “atrevimiento” con esta serie era mi pretensión de tratar a la ciudad y a lo que encarna como parte del tejido nacional con el desenfado que se merecen las relaciones adultas. Al margen de mi evidente falta de talento si no lo he conseguido con todos mis lectores es porque, sospecho, no hay mayor ofensa para alguien que se resiste a crecer, a asumir responsabilidades, que se le trate como a un adulto. O lo que es lo mismo: nada más insultante para alguien que trata de convencernos de su importancia con gesto grave que lo tratemos como lo que somos todos los humanos, como seres perfectamente risibles. Esa es la razón por la que no hay mayor síntoma de madurez y confianza que estar dispuestos a reírnos de nosotros mismos. Ya lo dijo Hobbes, el filósofo: "La risa no es más que la gloria que nace de nuestra superioridad". Y lo completa el Pible, un magnífico humorista afincado en Miami: “La gente que no se ríe no es gente seria”.       




*Las tres partes de la serie son: Injusticia: ¡tiembla!, 20 minutos y Silicone City

**Algún guasón ha atribuido mi supuesto odio a Miami al hecho de que los miamenses no compran mis libros. Más bien lo que sucede es lo contrario: Miami es una de las pocas ciudades donde mis libros se venden a un nivel decente. Si fuera por falta de compradores mi odio debería enfocarse en el resto del mundo.    

domingo, 8 de septiembre de 2013

Silicone City

Hoy en Diario de Cuba la tercera parte de la serie "En defensa de Miami":

Una de las primeras imágenes que sacuden al visitante que llega al aeropuerto de Miami es el de esos promontorios gemelos que circulan por los pasillos con un carrito con maletas por delante y una mujer —grande o pequeña según el caso— detrás.
De cualquier manera este accidente geográfico no debería sorprenderlo tomando en cuenta que Miami es reconocida como el mayor yacimiento de silicona a cielo abierto del planeta. Y que posiblemente el desembarco del visitante en la ciudad está motivado por su deseo de conseguirse unos promontorios parecidos.
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miércoles, 4 de septiembre de 2013

20 minutos

Hoy el Diario de Cuba trae artículo de un tal Enrisco. la segunda parte de la serie "En defensa de Miami". Se llama "20 minutos" y empieza así mismo:


20 minutos. Esa es la distancia que separa cualquier punto de otro en Miami. De Hialeah a la Pequeña Habana. De South Beach al aeropuerto, de la Saguesera a Kendall. Da igual el tráfico, las calles cerradas por reparaciones, o la distancia.
"Eso está ahí mismo, a veinte minutos", te dicen y tienen razón: veinte minutos justos es lo que demora el chofer en potencia en tomarse una última coladita, cambiarse la camisa porque la puesta se la manchó de café, despedirse de su familia, salir al draigüey y volver a entrar a buscar las llaves del carro (porque decidió que mejor manejaba el de la mujer que es más chiquito y gasta menos gasolina) hasta sentarse frente al timón.
En llegar a su destino gasta cuarenta minutos más. Y eso en caso de que no haya mucho tráfico ni calles cerradas, lo que en Miami es el equivalente a que la fuerza de gravedad haya decidido tomarse un descanso.
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lunes, 2 de septiembre de 2013

Manolín, el martiano de la salsa

No hay Mercedes Benz, ni apartamento lujoso frente al mar en Miami Beach, ni internet a alta velocidad, ni confort alguno, que pueda con la fuerza de la tierra en que nacistedice Manolín, el modesto Manolín, Manolín, el Espiritual de la Salsa.

Esa es su versión actualizada de “el arroyo de la sierra/ me complace más que el mar”. De “nuestro vino es agrio pero es nuestro vino”.

Martiano y pacotillero.

Como decir: “El amor de Centro Habana me complace más que el apartamento en Miami y la cuenta del banco y el televisor de 320 pulgadas y el Mercedes Benz que tengo parqueado frente al apartamento que como les dije tiene tres baños y hasta que la rubia que está sentada dentro del Mercedes Benz que no sé si les dije es del 2020 (el Mercedes porque la rubia, que se llama Cindy y no Mercedes ya tiene 18 años)”.

Dice que en La Habana se le olvidó el Mercedes pero lo menciona seis veces en su texto dedicado a exaltar su amor patrio. (El apartamento sólo lo menciona cinco).

Manolín y su “El Dom Perignon con que relleno mi piscina es bueno y caro pero no es nuestro vino” llevan a una nueva dimensión el nacionalismo: mencionar una por una las posesiones terrenales a las que renunciaría por vivir de nuevo en su país a ver si le hacen una oferta mejor. Como que lo dejen llevarse para La Habana el Mercedes, el apartamento y la conexión a internet, por ejemplo. Y que le devuelvan la fama que tenía antes y que le regalen una nueva. Pasar a ser Manolín, el Médico del Reguetón en vez de Manolín el Médico de un Género en Extinción.

A ver Manolín, repite conmigo: te fuiste, y si te fuiste perdiste…

domingo, 25 de agosto de 2013

En defensa de Miami

Hoy Diario de Cuba publica el primer artículo de una serie sobre la ciudad de Miami que he escrito. Comienza así:

Una mala noticia para la alcaldía de Miami. Por si tuvieran pocos problemas con el presupuesto —la mitad gastado en un hangar donde losMarlins puedan perder un partido tras otro sin las piadosas suspensiones por lluvia—, ahora tendrán que dedicarle una parte a la defensa de la ciudad. Porque algo tendrán que hacer por una ciudad que sufre cada día ataques indiscriminados. No la atacan frontalmente porque ¿quién va a atreverse con una de las urbes mejor armadas del planeta?; pero lo cierto es que no pasa un día sin que la ciudad mártir de Miami sea atacada con insultos de todo tipo.
"Miami no es una ciudad" es uno de los ataques más comunes y arteros contra la Perla de los Everglades, la Reina del Palmetto. Así, con una frase, a los difamadores de la ciudad les basta para reducirla a la nada, barrerla del mapa. Como los alemanes con Coventry, los Aliados con Dresde o Raúl Castro con provincia Habana.

Sigue aquí

Nota: El dibujo que acompaña al texto -un monumento a la famosa "colada" de café de Miami- es obra del sin par Omar Santana.

Post data: Los comentarios a mi artículo se pueden dividir en términos generales entre los que me acusan 1) de atacar a Miami 2) de defenderla. Lean si no estos dos comentarios consecutivos en los 61 que han aparecido hasta ahora:
Anónimo - 27 Ago 2013 - 4:06 am.Enrisco, si es tan encantadora MIami, deja NY y ven a gozar aqui con unos seguros altisimos, unas rentas por los elementos, una "cultura" espectucular con esos monumentos al periodismo que son EL Nuevo Herald, el Diario Las Americas y sobretodo el Libre de Demetrio Perez Jr, donde se pretendio hasta hace muy poco cerrar 22 bibliotecas. Por favor, Enrisco para ser anticastrista no hay que ser apologeta de Miami.

Anónimo - 27 Ago 2013 - 3:22 am.
Miami sera lo que sea, pero Enrisco deberia de hablar de New Jersey, donde cada cual pinta sus casas del color que les parece y con casas con olores desagradables por los an~os que tienen y lo mal cuidada que estan. Yo no vivo en Miami, pero si me dieran a escoger, me quedo con las que tiene las playas tibias de La Florida. 

Una de dos: o yo soy muy sutil o los lectores son muy brutos.

viernes, 16 de agosto de 2013

Industriales en Miami

Una cosa es que Industriales vayan a celebrar su 50 aniversario en Miami -a lo cual no me opongo, uno puede ir a celebrar su medio siglo de matrimonio a Paris aunque se haya casado en el reparto Juanelo- y otra es la respuesta que da Juan Padilla (jugador que agredió a un exiliado que saltó al terreno a manifestarse en un juego en Canada) sobre si estaría dispuesto a disculparse:
“Y por qué. A lo mejor él me la pide a mí. Repito, no vine aquí a hablar de eso’’.
Si se habla de reconciliación y que los cubanos son una gran familia y todo eso lo que corresponde son unas claras y sentidas disculpas. Pero no, aunque hay videos que prueban lo contrario Padilla afirma que no atacó a nadie que no hizo más que defenderse.


"El vino hacia arriba de mí con un cartel y yo me defendí" dice Padilla. Casualmente en tiempos de Batista en el estadio del Cerro hubo incidentes parecidos y no se ve que ningún pelotero haya salido a "defenderse":


Más bien el famoso árbitro Amado Maestri salió a defender a los manifestantes de la policía:


Para lo que sirve este incidente con los jugadores de Industriales es para dar un ejemplo claro de cuánto hemos perdido en civilidad, en elementales normas de convivencia entre cubanos, aunque esas normas no se dejen de invocar a cada paso por quienes las rompen una y otra vez.

P.D.: El árbitro César Valdés "luciéndose" en el Candem Park con un exiliado en 1999:


martes, 30 de abril de 2013

Bayly entrevista a Rodiles


Jaime Bayly entrevista al disidente cubano Antonio Rodiles. Y en El Nuevo Herald aparece un reportaje sobre su presentación en FIU.

 


lunes, 26 de noviembre de 2012

Patria o próstata


He leído o escuchado muchos análisis que tratan de explicar el cambio -menos espectacular que significativo- en la votación de los cubanos del sur de la Florida en dirección demócrata. El argumento más repetido es el de un cambio generacional: los votantes más jóvenes tenderían -de acuerdo a esa explicación- a votar demócrata. Ello no explica, sin embargo por qué el por ciento de inscripción de los votantes cubanos sigue siendo abrumadoramente republicano. Más que un cambio generacional lo que parece haber ocurrido es un cambio del voto de votantes viejos, identificados tradicionalmente con el partido republicano por la dureza –supuesta o real- con que este trata a la dictadura cubana, atraídos por la plataforma demócrata en temas tales como el seguro médico. “¿Y por qué se siguen identificando como republicanos? ¿Por miedo?” me pregunta un amigo. No lo creo. Más bien parecería que se resisten a reconocer que a la hora de las elecciones presidenciales les preocupa menos la patria que la próstata. Y los entiendo: llega un momento en la vida que la próstata ocupa mucho más espacio en los pensamientos que esa instancia nebulosa que llamamos patria. En que el miedo pesa más que la esperanza.

viernes, 16 de noviembre de 2012

La noche de anoche

Ayer fue la presentación de mi libro "Siempre nos quedará Madrid" en Delio Photo Studio, arropado por amigos viejos y nuevos incluida mi profesora de sexto grado, una suerte de atracón de buena vibra. Gracias especiales a mis editores de Sudaquia, a Dellio Regueral y a Manuel Sosa y Emilio García Montiel, mis presentadores de anoche. Como dije allí, para que te vaya bien en la vida debes tratar de rodearte de buenas personas o, si no las encuentras, al menos de buenos poetas.

[Foto tomada por Ernesto González. De izquierda a derecha: Manuel Sosa, Enrique Del Risco y Emilio García Montiel]



viernes, 2 de noviembre de 2012

El 15 en Miami

Pueblo de Miami, el 15 de noviembre voy a presentar allá mi último aldabonazo. Nos vemos allá:

El escritor cubano Enrique Del Risco presenta sus memorias en Siempre nos quedará Madrid
Lugar: Delio Photo Studio, 2399 Coral Way, Miami, Florida 33145 Hora: 
7:30 pm

Nueva York, octubre.- El escritor Enrique Del Risco presenta este jueves 15 de noviembre de 2012 a las 7:30 p.m. en Delio Photo Studio, Siempre nos quedará Madrid: sus memorias como inmigrante en la Madrid del 95. Con humor pero al mismo tiempo tocando cada parte de la fibra humana, Del Risco nos relata las venturas y desventuras de esta particular época. Desde los preparativos de la salidad en su Cuba natal, hasta el momento en que deja la capital española para embarcarse camino a los Estados Unidos, Del Risco nos lleva, a través de un texto honesto y divertido a los pormenores de ser un inmigrante.









lunes, 24 de septiembre de 2012

Cosas de Manteca


Lázaro Plá, veterano bongosero cubano conocido como "Manteca" realizó a inicios de los años setenta en Miami unas grabaciones que no salieron al mercado hasta 1978 bajo el no muy original título de “Ritmo y sabor”. Lo acompañaban en estas grabaciones los percusionistas Nelson Padrón (timbales) y Carlos “Patato” Valdés (congas) y un bajista que algunos suponen que sea Cachao algo difícil de aceptar aunque sólo sea porque Cachao sería la única grabación en que tocaría el bajo eléctrico. Entre lo más sorprendente de este disco está precisamente el sabor “funky” que le impregna a varias piezas ese bajo rodeado de la brillantez y la potencia de los percusionistas. Una discreta pero sólida maravilla.  

Afro funky:

Cosas de Manteca:

Abacuá:

sábado, 22 de septiembre de 2012

Funk de Miami (y canta en spotify)


El disco ¡Cuban Funk Experience! Con el subtítulo “Funky Sounds from Cuba & Miami 1973- 1988" puede llevar a la falsa idea de un fenómeno único: el abrazo franco entre la música cubana y la música afroamericana a ambos lados del estrecho de la Florida en los años setenta. El esfuerzo de reunir esta antología no consigue discernir la realidad de dos procesos paralelos pero distintos. De una parte grupos profesionales de música popular en Cuba que intentaban, en medio de la fuerte presión ideológica, mantener furtivamente sus tradicionales lazos con música que se había convertido en enemiga dándole en ocasiones a sus experimentos confusas etiquetas como “son” o “son onda” como ocurrió en el caso de la Orquesta Monumental.

En Miami en cambio se trataba sobre todo de músicos aficionados –algunos de los cuales se profesionalizarían más tarde- que tocaban en cover bands: divididos entre la ejecución de versiones de éxitos del momento a la que incluían percusión cubana y la de canciones del repertorio tradicional cubano. Entre complacer a la primera generación de jóvenes cubano americanos o a la de sus padres. Como la banda Coke que incluía en su repertorio desde piezas declaradamente funk o rock cantadas en inglés a clásicos como el bolero “Sabor a mí” o dejaban entrar gratis a las chaperonas que asistían a los bailes con las muchachas. Excepciones de esta generalización fueron Manteca (percusionista al que le dedicaré un post aparte) y Ray & his Court conformado por Ray Fernández, sus hijos, esposa y otros músicos con proyecciones y resultados más profesionales y varios LPs.

La mayoría de estos grupos como Wild Wind, Clockwork, Pearly Queen y Coke apenas llegó a producir sencillos de 45 rpm y alguno que otro LP (casi siempre para la Sound Triangle Records) pero de este fermento salieron nombres como el de Willy Chirino o fundadores de la Miami Sound Machine. Es tentador llamarle precursores pero la frescura y la fuerza de algunas de estas piezas se dejan disfrutar sin tener que pensar en su lugar en la Historia. Hay varias antologías sobre esta época pero para mí la más convincente es la menos obvia. Funk Revival: Sounds From the Subtropics. Otras como Hialeah Social Club o Sound Triangle Records: A Miami Cuban Funk Anthology tiene demasiado relleno de difícil consumo a estas alturas de la vida.

Les dejo varios botones de muestra.

Ray & his Court: “Soul Freedom”


Esta versión de “Sunny”, anterior a la que a finales de los setenta se haría popular en Cuba a través de Boney M y que Ray Fernández debe haber tomado de versiones anteriores como la de Marvin Gaye o la original de Bobby Hebb.


Coke: “Na na”


Pearly Queen: “Jungle Walk”




Wild Wind: “Make your move”

 Nota: Le agradezco a Belascoaín y Neptuno haberme llevado a la música de Ray Fernández que me sirvió para encontrarle sentido a esta madeja.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Más pronto se coge a un cardenal…


¿Recuerdan la semana pasada cuando el cardenal decía en Harvard que durante su primera visita a Miami luego de haber sido ordenado cardenal Monseñor Román, obispo de Miami, le había pedido que no mencionara la palabra “reconciliación” en Miami? Pues Tersites se puso a rastrear en los documentos de aquella visita y se encontró la homilíapronunciada en Miami en esas fechas donde habla en dos ocasiones de la idea de reconciliación entre cubanos:

La nuestra en Cuba es una Iglesia de reconciliados, de conversos, de catecúmenos que hacen el aprendizaje del amor cristiano.

 [...] Por esto me propuse visitarlos desde el momento mismo de mi investidura cardenalicia, pues estoy convencido en el Señor, que esa misma acción convocadora, congregante, generadora de unidad y ciertamente reconciliadora, debe alcanzar a todos los cubanos creyentes en Cristo en cualquier sitio que se encuentren.

Como Tersites señala no sólo el flamante cardenal mencionó el concepto que supuestamente le había sido prohibido ante la supuesta hostilidad ambiental sino que la acogida que tuvo después de la homilía lejos de ser hostil fue muy cálida. Mala idea la de mentir en tiempos de google. Los invito a leer el post deTersites, muy documentado e incisivo sobre el tema.

lunes, 15 de agosto de 2011

PM en Miami

Pensaba escribir sobre la visita de Pablo Milanés a Miami pero me encuentro que sobre un tema que tampoco da mucho de sí, por repetido, está más o menos todo dicho. Y de la mejor manera posible. Por un lado Juan Abreu en su blog Emanaciones defiende la alternativa mambisa (da igual Agramonte, Quintín Banderas que Vigilia, la diferencia no es mucha):

Si quedaran cubanos con vergüenza, Milanés no cantaría en Miami. Ni se le ocurriría cantar en Miami. De la misma manera que a un nazi no se le ocurriría jamás cantar en Miami Beach. Pero los judíos no se dejan, mientras que los cubanos, qué pueblo de arrastrapanzas.

Saldrán, claro que saldrán, los idiotas pacifistas con la cantaleta de la libertad de expresión. Pero en las guerras no hay libertad de expresión. Se aniquila al enemigo. ¿Que dónde está la guerra? Ya sabía que saldrían con eso.

Pero déjenme explicarles algo, zopencos, mientras quede un cubano que se considere en guerra con los Castro, hay guerra.

En todo caso, haga lo que haga el día de su concierto, es conveniente que cante en Miami entre los exiliados y las víctimas de la tiranía que deseen escucharlo. Quienes queremos el fin de la dictadura cubana y el establecimiento de un régimen plural y democrático en el que se respeten los derechos humanos, cometeríamos un error estratégico si hoy no le tendemos la mano a Milanés dentro del mejor espíritu de cordialidad cívica. Queremos una Cuba en la que quepan todos y se respete a todos, independientemente de los detalles que nos separen.

Lo que la dictadura de los Castro secretamente desea es que se prohíba el concierto, o que las manifestaciones de oposición sean tan estridentes como las que ellos orquestan, para transmitirles a sus huestes el mensaje de que no son posibles la reforma política, ni la ampliación de los márgenes de participación de la sociedad cubana, ni la tolerancia o aceptación de quienes se oponen al régimen comunista, simplemente porque se trata de opciones excluyentes con las que no es posible ninguna clase de entendimiento.

Nunca debe olvidarse esta paradójica premisa política: lo que desmoraliza y desconcierta a los totalitarios no es el empujón, sino el abrazo.
Porque da igual lo que uno piense de Milanés, la verdad es que dicho todo lo que se puede decir su concierto en Miami es una magnífica oportunidad para dedicarnos a cualquier otra cosa.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Miedo y guapería

De la visita de Gorki Águila el año pasado a Miami a la de Los Aldeanos noto una diferencia esencial: mientras el líder de Porno para Ricardo reconocía a cada paso que tenía miedo los raperos de Nuevo Vedado insisten en su virginal ausencia de temor. Y es extraño porque cuando uno se enfrenta a un sistema sostenido por cientos de miles de defensores a sueldo fijo y otros tantos que lo hacen por puro placer no hay nada más zoológicamente natural que sentir miedo. Ya sabemos que Al2 hace hierros pero no es suficiente. No sentir temor en un enfrentamiento tan desigual solo puede producirse en caso de una total desconexión con la realidad y ese no parece ser el caso de los habitantes más conocidos de la aldea. Aunque menos dispuestos a reconocerlo que Gorki es bastante obvio que Los Aldeanos tienen miedo. Lo han manifestado con esa particular variante del miedo que es la guapería –contra los medios mayameses en este caso. Ni siquiera la habitual zafiedad y falta de tacto de los medios de la capital del turismo a Cuba alcanzan para justificar un comportamiento tan agresivo.

Los Aldeanos parecen ignorar un principio básico de la justicia (y de la física): mantener el equilibrio entre partes desiguales no te hace justo sino todo lo contrario. Pero como en ciertos controles antidoping el miedo en Los Aldeanos se detecta menos por la sustancia en sí que por otras asociadas con esta. El miedo se descubre en su discurso en la presencia insistente del vocablo “revolución”, ese en el que han creído encontrar el antídoto perfecto. Y es que “revolución” es el más conocido sobrenombre del monstruo al que se enfrentan. Pelear contra él y declararse al mismo tiempo como sus verdaderos seguidores es la fórmula mágica que han encontrado para mantenerse en pie donde otros han corrido. Mágica pero demasiado engañosa: lo que al principio parecía una batalla termina siendo un juego, deporte más o menos rentable, baile sin mucho sentido. Mucho más sencilla es esta otra variante: empezar por reconocer que se tiene miedo. Pero justo ahí empieza la parte más difícil.

P.D. Penúltimos Días averigua sobre el caso. Cree descubrir que todo se reduce a un asunto de dinero pero sospecho que sea más complicado.

He estado indagando. Al final, la historia se reduce a un asunto de dinero. Lo cual no tiene nada de malo, pero sirve de hilo conductor. Los Aldeanos venía a Miami traídos, primero, por FUNDarte, que a última hora cancela la gira “por desacuerdos con sus representantes en esta ciudad”. Alejandro Moya y Gisela Hidalgo se promueven como representantes de los raperos, con el crédito de un documental. Quieren algo de dinero, un patrocinador implicado, pero el 22, que los lleva a un programa de Maria Elvira como promoción, no acaba de verlo claro. Así que Moya e Hidalgo se van al 41, que sí se enrola en el proyecto. Les ofrece alojamiento, patrocinio, dietas, dinero por la exclusiva y todo lo demás. Como es lógico, espera cierta exclusividad, pero ese cabo no queda bien atado: parece que cuando el 41 le pregunta a Moya por qué Los Aldeanos se han convertido de pronto en la gran baza de la competencia, éste se queda sin respuesta. Al final, su papel quedó reducido a la condición de socio intermediario, y lo hicieron quedar mal. Romay se enfurece con la competencia, la acusa de “ladrona” y trata de arreglar la situación. Pero sin éxito porque ya el empresario Hugo Cancio (buen amigo del vice del 22, Miguel Ferro) ha intervenido para sacar su propia tajada —más ideológica que monetaria. El verdadero representante es él, Los Aldeanos y Silvito el Libre venían con un programa suyo y Moya no pintaba nada. Y para demostrarlo, pone plata sobre la mesa. Es un resumen rápido, pero ajustado a la verdad.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Presentación de Ramón Fernández Larrea hoy en Miami

Cantar de Ramón, este viernes
Delio Photo Studio, C.I. Group y Editorial Silueta invitan a la tertulia “Cantar de Ramón”, un encuentro con el poeta y humorista cubano Ramón Fernández Larrea.
Será este viernes 10 de septiembre, a las 7.30 p.m., en Delio Photo Studio ((2399 Coral Way, Miami).Introducirá a Fernández Larrea –algunos de cuyos títulos podrá adquirir el público— el escritor y editor Rodolfo Martínez Sotomayor. La entrada es gratuita y los organizadores ofrecerán un refrigerio.
Considerado uno de los poetas vivos más importantes de Cuba, Ramón Fernández Larrea nació en 1958, en Bayamo. Es, además de escritor, guionista de cine y humorista. Entre sus libros figuran El pasado del cielo (Premio Nacional de Poesía en 1985), Terneros que nunca mueren de rodillas (1998), Cantar del tigre ciego (2001) y Nunca canté en Broadway (2005).
A finales de la década de los ochenta, su espacio radial El Programa de Ramón rompió récords de audiencia en Cuba.

“El talante rebelde y descarnado de la poesía de Ramón Fernández Larrea contribuyó a cambiar el panorama de la poesía cubana a partir de la década de los ochenta”. Joaquín Gálvez

“Su poesía ha devenido paradigma no sólo de lo que se reiteraría como transición generacional, sino de la transición en la expresión de un nuevo espíritu cívico”. Emilio García Montiel