Estoy acostumbrada a explicar, aquí en Alemania, y cuando me preguntan de donde vengo, que del Norte de España, poniéndo acento especial en la palabra Norte. No lo hago por pretender diferenciarme de otras latitudes peninsulares sino por motivos puramente prácticos. Al principio sólo decía que de España, teniendo que explicar después que no era ni Málaga ni Mallorca (léase Malorca). Luego, al decir del Norte de España también tenía que explicar que tampoco es Barcelona (que geográficamente puede que esté al norte de las anteriores pero que creo que ninguno de nosotros considedaría Norte de España), así que ahora a la retahíla de información añado, si estoy de humor, la explicación "
del Norte de España, en el Atlántico, una ciudad pequeña llamada Santander, que encontramos pasando el País Vasco y antes de llegar a Asturias", llegada esta explicación el interlocutor suele acabar aburrido y perder todo interés. Sin embargo, no quiero ser injusta, si a mí me hubieran preguntado hace tiempo donde está
Lübeck o
Friedrichshafen tampoco lo hubiera sabido, como tampoco sabría hoy localizar con exactitud a la mayoría de los países participantes en el Festival de Eurovisión de este año, lo confieso. Como siempre, todo es relativo y esta situación se da también en otras partes del mundo como nos contó en cierta ocasión esta
Seniorita desde Laufen. Por cierto, ¿alguien sabe por dónde queda Laufen?
Luego está esta otra situación, que se repite una y otra vez por esta época del año cuando vuelve a llegar una
ola de calor como la que tenemos ahora. ¡Sí, sí, ola de calor! Y cuando digo ola de calor hablo de temperaturas diarias de 30-35 ºC y noches pegajosas sin poder dormir. Bueno, pues llegada esta época aparece otro de los prejuicios más extendidos por estas latitudes. El diálogo suele repetirse uno y otro año:
Servidora - ¡Uf, qué calor hace!
Interlocutor - Pero... si eres española, ¡¿deberías estar acostumbrada?!
Servidora - Ya, pero es que soy del Norte de España
Interlocutor - ¡Ah! del Norte de España... ¿Barcelona?
... [y volvemos a empezar]
El caso es que yo tampoco me hubiera imaginado antes que en Alemania iba a sufrir las temperaturas más calurosas de mi vida (y mira que en la época de exámenes en Salamanca pasábamos calor). Así que cuando llegué aquí me di de morros con uno de los
prejuicios que traía en la maleta.
Sea como fuere, con este calor, la pequeña maceta de fresas, que para mi sorpresa ha soportado el frío invierno berlinés (sorpresa causada, ¡otra vez!, por la falta de conocimientos, esta vez horticultores) me ha regalado este racimo de fresas que ha dado para hacer una foto y un refrescante postre con yogur para lucir en el blog. Por cierto, la temporada de fresas empieza ahora aquí y hay puestos exclusivamente de fresas por toda la ciudad.
Además de las fresas, la receta de hoy tenía que ser algo adecuado para las temperaturas, así que aquí va el
Pastel de pescado del fin de semana.
Ingredientes400 g de pescado variado
(he utilizado congelados de salmón y merluza)
50 g gambas peladas
5 huevos
100 ml leche desnatada
2 ó 3 pimientos de piquillo asados
1 cebolla mediana
1 diente de ajo
sal y eneldo
PreparaciónDesmenuzar el pescado con las manos. Calentar un poco de aceite de oliva y dorar los ajos. Añadir las cebollas y rehogarlas hasta que estén blandas pero sin que se doren. Añadir el pescado desmenuzado y las gambas y freír brevemente a fuego fuerte. Sazonar y añadir el eneldo. Retirar del fuego y añadir los pimientos picados. Remover bien e ir añadiendo los huevos y la leche. Se puede pasar la mezcla por la trituradora hasta que quede un pure si se prefiere hacer un pastel de textura más suave. Yo pasé sólo la mitad de la mezcla, de esta forma quedaron enteros algunos trozos de pescado y gambas. Verter en una fuente de horno engrasada e introducir en el horno previamente calentado a 200 ºC durante aprox. 45 minutos. Sacar, dejar enfriar completamente y servir. Lo mejor es hacerlo la víspera o con unas horas de antelación para tener tiempo de que enfríe bien en la nevera.