Quod si vivere in delectatione est Peccātum gloria est infernum.

El Tacto del Pecado

He aquí el Pecado, enarbolado en el Ser y en el Sentir, encumbrado en su gloria y en ella, sacralizado.


lunes, 29 de enero de 2018

María Magdalena...

ante su Señor


Era curiosa aquella nota sobre la cama. Él y sus formas. Un sobre con la solapa escondida. Mi nombre en Él y la nota manuscrita. Esa letra:

“Hoy  rezarás a tu Señor. Te espero en la biblioteca. “

Cuando se ponía en ese tono me anidaba cierto halo místico. Me vestía de María Magdalena llena de pleitesía, con los dogmas aprendidos y la iniciativa precisa. Sabía cómo debía presentarme ante Él, ya no en los modos si no, también, en los hechos. A veces, convertirme en un ser predestinado a Sus Manos me hacia requiebros en el interior. Quiero decir, dentro de mi complacencia reinaba un sentimiento de sedición que podía manejar pero contra el que siempre luchar. Sé que me ponía en mis límites… Y disfrutaba con ello.
Se lo leía en la mirada, en la cadencia de cada una de sus intenciones. Se lo adivinaba en el tiempo compartido, en el orden de sus palabras y en sus silencios. Sobre todo en sus silencios.

Llegué ante la puerta de la biblioteca. Estaba solo vuelta. Sabía que ya estaba dentro. Su perfume traspasaba todo mis sentidos. Era un olor que lo tenía tatuado en mi mente como un estigma a fuego.

Señor, le dije pidiendo permiso para entrar. Un ”Pasa… “


Las palabras me hicieron tremolar. Respiré hondo, controlando las ansias de asaltarle. Olvidarme de ese momento. Después de casi una semana sin verlo, controlar mis instintos de hembra era una ardua tarea pero soy, estoy enseñada, he aprendido, sé canalizar mi ímpetu y el lugar que me corresponde en cada momento, en cada circunstancia.
Ahora, ahí, era su María Magdalena. Él, mi Señor.

Avancé. Manos a la espalda. Cabeza baja. Mirada entornada. Paso  cruzado… y lento.
Respiración controlada y todo me abocaba hacia él, hacia el fondo de aquella oscuridad donde él se situaba. Tras Él, la luz del flexo dándole ese aura celestial en la impronta de ese instante.

Aquellos pasos que nos separaban me parecían infinitos. Al tiempo que un campo de espinas, también uno de pétalos de rosa. Unos pocos más allá, en la distancia justa, hice el gesto esperado. Mi túnica semitransparente se resbaló desde mis hombros quedando en el suelo sobre el que eché  una rodilla. Luego la otra y adopté esa posición predeterminada entre ambos. Postrada ante Su figura, solo quedaba besarle la Mano.


No es fácil acallar al viento por lo que las palabras reverberaban en mi boca queriendo salir. El corazón me latía tan fuerte que eran símiles de golpes de mano sobre las nalgas.
Tomé Su Mano entre las mías. Cerré los ojos y mis labios sellaron un beso sobre Su anverso. Mi Señor, pronuncie.

“ Ahora, cielo, desnúdame, y unge tu boca con mi carne… Te esperaba…”

Y obré porque sabía que al final no solo obtendría Su Placer si no, también, el mío. Y más allá de ello, a Él en mí. El hacer de sus manos recorriendo mi cuerpo, el de sus dedos hurgando y descubriéndome como hembra nueva, moldeada y gemida. Sus palabras taladrando mi mente y enervando mi carne. Sus esencias invadiéndome toda, llenándome, bendiciendo esta necesidad de Él (mutua, por otra parte).


Somos un tablero donde la Dama juega su papel y el Rey, el suyo.




martes, 23 de enero de 2018

Zarzal de Fuego, Carne y Esencia...



Apartó el silencio de mi cara 
como quien aparta una broza de entre las flores, 
con decisión, con la mano como guadaña, 
con el ímpetu ensalzado desde los cielos 
para sucumbir en los infiernos... 
pero triunfante. 

El fuego se volvió mil gotas de lluvia dulce, 
mil esencias conjugadas en una sola locura. 

De mis labios, 
la sed de su boca. 

De mi piel, 
la sangre que hierve fértil sin hastíos, 
como capullos de rosa bermellones a punto de reventar.

Del silencio de mi alma, 
la gratitud y recompensa de la Entrega. 

Entre los gemidos, 
hielo y lumbre, 
claroscuros de su mente. 

Perversa y vivaz. 

Y de mis plegarias, 
el beso en el zenit postrado ante sus ojos.

Imagen ©Ciprian Strugariu

martes, 16 de enero de 2018

Agua Nieve...


Siento tu mirada clavada en mí.
Un suspiro retumba en la penumbra.
Un solo gesto me eriza la piel...
 y alimenta el deseo.
Este deseo encendido
que despoja las lujurias de mi alma;
las que rozas con perversión,
la que acunas en tu aliento.

Extasías mi mente.
Lubricas mis Esencias.

En tus dedos, puntas de yemas,
se azoran mis aristas.
Arremetes mis destinos
enclavándote como escarpia en el muro.
Te envileces en mi pecho
cual ladrón de mis latidos,
robándome el aliento 
cuando mi boca de tus falanges plena se siente.

Te embebes de mis gemidos.

Y.
crecido en mi carne.
te haces nieve en el cristal de mis aguas.



miércoles, 10 de enero de 2018

Mi Silencio...


Mi silencio
es un racimo de quebrantos,
un almirez donde hender suspiros,
suspiros y astillas.
Un velar de Ti.
Un infinito de tus odas
sobre el cierto de mi carne.
Una entrega de mi creer en Ti,
en la eternidad de Tus Manos sobre las que que alzo...
en las que como un orífice
has cuidado Tu Don más preciado.

Serenas el centro de mi existencia,
mi alma... mi híto hecho piel y huesos,
estigma de Tu Obra, 
con la sola impronta de Tu Presencia.

Y vivo,
así,
entregada a Ti,
apoyada en Ti.

No abandones el fruto de Tu Hacer...
Mi Señor.
Hago  en Ti...
en el Cáliz de Tu Verbo, 
al refugio de Tu Ser,
al palpito de Tu firmeza...

mi silencio.



miércoles, 3 de enero de 2018

Sínodo...

de la Carne, de la Tuya con la mía




Morir en el deseo de haber vivido. 
Percibir la piel exudando pasión, 
rendición 
y, al tiempo, 
sentir que se vuela. 

Dos alas encordadas, 
reptadas al abismo de una seda. 
Ebrios los sentidos,
emborrachados hasta el ánima,  
palpitando como mil caballos abestiados, 
en el ritmo idóneo... 
al sonido de fusta en los cuartos traseros. 
Yegua de largo ronzal, invisible al tacto, 
pendiente de ser Su Voluntad. 

Tragados los quejidos 
que ensalzan la belleza de darse, 
la razón de conceder... 
El traspasar la oscuridad 
para renacer en un nuevo amanecer. 

Ser luz que brilla con el verbo de Tu Nombre entre los labios... 
Hacerme rosario en mi propia carne.

Y serNos sínodo de dos almas, 
en la misma conjunción de dos pieles, 
con la misma intensidad, 
con el mismo vínculo...




Mag 20-12-2017


La táctica del Pecado es enredarse hasta hacerte sucumbir.

La táctica del Pecado es enredarse hasta hacerte sucumbir.
Llegar al final tiene su interés. Puedes sorprenderte con sus pasos.