Me desnudo de primavera para todo tu otoño.
Marañas salvajes de ramas y viñedos,
de flores ocres y troncos arremetidos.
Hojarasca sentida y vibrada.
Hiedra mi cuerpo, encaramada a tus muros.
Salvaje.
Obscena.
Trémula... y errante.
Tus manos, tus dedos, tu boca...
Esquejes de helecho húmedo
sobre bosque sombrío, prendido.
Copas de fuego y azufre.
Escaramujos que ondean sobre las espinas,
bajo el muérdago hiriente de rocío.
Mis pechos armados a tu pecho.
Mil hojas desparramadas sobre cada poro de la piel,
perplejas alianzas de tu deseo osado
y de mi olvidada timidez.
Manto que cubre nuestra desnudez.
Arrebolada.
Cerúlea.
Erizada.
Flores malvas.
Granada desgranada y gemida.
ungida con agujas de pino escarchado,