Las palabras a veces se elevan, y otras veces se sublevan. Se sublevan para tirar abajo de un plumazo esa sacralización hecha de siglos de cultura acumulada, etimologías, filologías, sentidos consagrados, letras góticas y manuscritos.
En un reciente viaje a Grecia, largamente planificado, soñado, postergado y finalmente realizado, con un montón de lecturas encima (más recientes, más remotas), y con la inevitable sensación de estar a punto de pisar tierra santa… Oh, sorpresa! Viajando por una ruta entre Atenas y Eleusis leo en el acoplado de un enorme camión verde la palabra “METÁFORA”. Extasiada, pensé para mis adentros que ese país era maravilloso: las figuras retóricas ocupaban poéticamente un lugar…hasta en los camiones! Más tarde, alguien me aclaró que, para los griegos, “metáfora” no es otra cosa que el término que designa a la empresa de mudanzas… En ese mismo instante se desplomó ante mis ojos un cúmulo inconmensurable de significaciones.
La misma sensación tuve cuando, para salir de la autopista, el cartel con flechita que nos guiaba decía “ÉXODOS” (palabra de resonancia bíblica, si las hay…) En fin, no nos esperaba ningún destino particular del pueblo hebreo: era la salida, nomás…
Primero se siente una suerte de desilusión, pero después básicamente esto se transforma en un episodio divertido. Algo se aliviana, entonces uno no para de leer todos los carteles que se le cruzan y reírse de sí mismo y de la solemnidad con que se toman algunas cosas.
©Miriam Bercovich.
"a cada uno la palabra, a cada uno la palabra que lo cantó, cuando la jauría le saltaba por la espalda - a cada uno la palabra que lo cantó y quedó empedernida." Paul Celan
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miércoles, 5 de noviembre de 2008
LAS PALABRAS Y ALGUNAS COSAS
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