Antiguas fotos me llegan a las manos, pongo orden a mi alrededor, aunque sea una persona desordenada. Abro una carpeta de fotografías en el pendrive recuperado de entre el desorden, una carpeta con mi nombre completo "Carolina" de alguien que borré de mi vida. Esa simple indicación en la carpeta me hace pensar irónicamente en cuántas carpetas habrían con otros nombres, siempre las hay. Miro las fotos, miro las fotos comunes y las que estoy en solitario y no siento nada. Sé las palabras que pronuncié, sé qué significaban para mí, se las estaba dedicando a quien yo creía que era él. Es parte de mi vida, es pasado. Sé que dentro de mi pecho hubo un lugar para él porque necesitaba un lugar para mí. Yo buscaba una parte de mí y la encontré. Ojalá hubiera encontrado también un amigo en él. No olvido la experiencia porque he aprendido de la misma, porque la viví para aprender... para perder y así aprender lo que debía. Pero no le tengo presente en mi día a día: porque no hubo nunca un día a día. Vivir para aprender del fracaso y de los aciertos. Cuando pienso en situaciones de mi presente próximo o mi futuro, otras personas son el paisaje del cuadro. He aprendido.
Y revisando antiguos documentos, me encuentro otras fotos, de amigos, de amigas, de momentos que he vivido; cartas y postales que personas que me quisieron y que quizá me siguen queriendo me escribieron, hasta una felicitación para mi 26 cumpleaños de mi vecino de Bxl, Ousmane. Me sonrío porque sé lo que hay detrás de esa tarjeta...
Sonrío al descubrir otras fotos, sonrío al descubrir cartas... de hombres que estuvieron en mi vida, de hombres que fueron amigos, de quienes no lo fueron y me rozaron, de amores antiguos. Conservo regalos "tontos" que algunos amantes me hicieron, de poesías que me escribieron. Una hoja de pino y una piña, de una tarde en las montañas mediterráneas, bajo el sol y las risas. Recuerdos de momentos, de explosiones de afecto y de deseo, quizá alguna de amor... No echo en falta las fotos que en 2005 tirara, las fotos de alguien cuyo recuerdo fotográfico, no por su participación sino por mis ojos tristes a su lado, me hubiera hecho recordar. No echo de menos lo que no tuve, lo que anhelé. En imágenes de paisajes, sin personas, me acuerdo de qué ocurrió antes y después de la toma de la misma. Y no dejo de sonreír, la voz de Ben cantándome en el equipo de música.
Si volviera a vivir esos momentos, hubiera tomado la decisión de quererme como hoy me quiero mucho antes, hubiera tomado la decisión de cuidarme como hoy me cuido mucho antes, hubiera amado como hoy amo mucho antes. Y hubiera sido más segura, me hubiera respetado más. Pero todo ese camino, todas esas imágenes, todas esas personas que vinieron y se fueron, las que se quedaron... y las que llegarán... todo eso me ha hecho la mujer que hoy soy. VIVO EL PRESENTE porque es lo mejor que he tenido. Del pasado he aprendido, no lo olvido, sólo yo lo conozco en toda su extensión. Sólo yo sé lo que significa que una amiga me escribiera tras años de no vernos "te llevo siempre en mi pensamiento, aunque no nos veamos mucho. Caro, yo te quiero mucho y espero estar siempre a tu lado cuando me necesites". He colgado lo mejor de lo encontrado en el tablón de anuncios de mi cuarto, lo mejor de ellos y ellas para tenerlo bien presente. Soy una persona que cuando se me conoce, se me quiere o no se me quiere en absoluto, sin medias tintas. Hay quien en un mes me coge un cariño excepcional y quienes en 4 años no son capaces de hacerlo. Soy un amor extremo. Un vino joven pero añejo, con sabores extraños y únicos. En mi bodega no tengo grandes colecciones de caldos... mas el único que he cultivado es especial.
Mirando la retahíla de experiencias vividas, de cosas que se quedaron junto a mí, de seres humanos que me quisieron, que estuvieron conmigo, mirando esa retahíla de cosas, me aplaudo en una explosión de felicidad. Me he cultivado bien, he llegado a crear mi propia bodega, patentado mi denominación de origen propia "D.O. Maravilla". Mis caldos no se cotizan en dinero, sino en sonrisas, en abrazos, en besos, en cariño, valentía y tesón. Podría (nótese el uso forzado del condicional) mirar las barricas con las que no cuento, las uvas que no recolecté, las vides que se secaron. Sin embargo, yo miro el sol que iluminó mis campos, el aroma de las flores que planté en mis viñas, las lluvias que nutrieron la tierra, los hacendosos recolectores que con cariño recogieron mis frutos. Yo miro todo lo que he tenido y tengo, todo lo que he sido y soy porque en mi vida, pese a muchos contratiempos, he sentido el AMOR en mayúsculas, lo he vivido en mi pecho solariego, en mi cuerpo hay cicatrices de pequeñas heridas del deseo irrefrenable experimentado. Miro todo lo que soy y siento porque en mi presente hay amor.
Sé que hay una bodega con aire masculino, repleta de sabores y aromas, dispuesta a dejarse querer y amar con todas las fuerzas del cuerpo de sus vinos. Y si antes no me propuse la fusión de capitales es porque hasta hace relativamente poco...regentaba una cervecería. Me abandono al fruto de la vid, me siento completa y llena de vida. Hace unos días me descubrí mirando a mi alrededor con una sonrisa y una amiga me preguntó "¿corazón, qué miras con tanta alegría?".
Niña, miro mi felicidad, hago una película, una oda a mi felicidad, qué divino tesoro.
Escribo estoy hoy aquí para que no se me olvide nunca el camino... el camino a mí, que tanto venero... Confieso que he amado tanto, confieso que he acariciado tan llena de amor, confieso que mis manos, mis ojos, mi ser entero están llenos de vida, de luz y de vitalidad. Confieso que voy a entregarme por completo porque aunque no tengo nada me tengo a mí misma. ME TENGO A MÍ MISMA, dichosa, completa, risueña, llena de energía y vitalidad, cariñosa, sensible y estupenda. Tengo mi bodega. Ya tengo mi bodega.
A Abel, no el hermano de Caín, sino el que inspiró algunos de mis años de crecimiento personal. Sin cuya falta de compromiso yo no hubiera aprendido a respetarme. Gracias por la cara de sorpresa al volverme a ver. Cuando quieras puedes cerrar la boca abierta...