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sábado, 26 de marzo de 2011

SHLOCK! THE SECRET HISTORY OF AMERICAN MOVIES

Ya sabéis lo que se suele decir del cine "exploitation". Que es más interesante ver sus posters, y sus trailers, que sus películas. Yo añadiría una cosa más: los documentales que giran en torno a su historia. Como este "Schlock! The Secret History of American Movies", producido en el 2001 y dirigido por Ray Greene. Que sume ya diez años de existencia tiene una ventaja, entonces aún vivían muchos de los "exploiters" que hoy ya no están entre nosotros.
El documental se centra básicamente en la trayectoria de la famosa "A.I.P", a la que dedica un cacho bien gordo entrevistando a algunos de sus nobles representantes, Samuel Z. Arkoff y Roger Corman (¡y Dick Miller!). Luego, se fija en David Friedman y Doris Wishman como máximos culpables de los nudie-cuties (instigados por Russ Meyer, al que se menta muy por encima). Friedman repite con "Blood Feast" y el nacimiento del gore. Sin embargo, y eso es raro, Herschell Gordon Lewis no aparece (Friedman y Wishman sí. A todo esto, resulta de lo más hilarante el momento en que Forrest J. Ackerman echa pestes del "godfather of gore"). De los nombres ilustres que se mencionan surgidos de la academia Corman, el único que se presta es Peter Bogdanovich. El docu se cierra cuando la mentalidad "exploitation" se afinca en Hollywood (con especial fijación en el entonces reciente "Godzilla" de Emmerich) y nace el porno.
El viaje es interesante y bastante entretenido, pero no redondo. Se echan de menos algunos nombres (sobre todo del pre-exploit como Dwain Esper, aunque a Kroger Babb sí se le menciona) y, no se, da la sensación de que la cosa se ha quedado a medias. Demasiada "A.I.P.", ¿y Andy Milligan o Al Adamson?. Pero claro, hablamos del 2001, y entonces este era un tema aún no TAN -irónicamente- explotado en el terreno del documental, así que no podemos quejarnos.
Lo más fascinante de todo es descubrir cómo, a causa de diferentes circunstancias (lo reprimidos que estaban los de Hollywood), fueron naciendo aquellos temas "escabrosos" que hoy han dejado de ser parte del "exploitation" para integrarse en cualquier película standard.... ya saben, violencia, sexo, drogas, etc. También mola mucho el hecho histórico de que los "exploiters" primigenios iban proyectando sus películas de pueblo en pueblo montando barracas. ¡¡Que tiempos aquellos!!.
Con todo, y sin ser una joya, se deja ver lo suyo, informa y ayuda a desconectar del mundanal ruido.

viernes, 1 de noviembre de 2019

COME WITH ME MY LOVE

Se puede decir que, a día de hoy, no podemos considerar el porno un género cinematográfico. Hoy se va a lo práctico; se busca una escena a nuestro gusto en internet, te haces el pajote y aquí paz y después gloria. Y en cierto modo lo prefiero así. Una cosa es el cine y otra es el porno con fines onanistas.
Sin embargo, el porno, que en ámbitos pseudo intelectuales todavía puede funcionar como es el caso de la activista feminista Ovidie, en los años setenta, no solo funcionaba a la perfección como género cinematográfico sino que, incluso, se podían llenar las salas de cine, e incluso, acaparar la atención de los medios de comunicación como fue el caso de “Garganta profunda” de Gerard Damiano. Los hermanos Mitchell experimentaban y dejaban el sello de autor con su porno sofisticado, se rodaban absurdas comedietas con argumentos propios de la mejor Screwball comedy y se flirteaba con el cine de terror, como en el caso de la película que nos ocupa, sin por ello descuidar las múltiples combinaciones de las que un pornete tiene que hacer gala.
“Come with me my love” tiene sello de autor de todas, todas. Aunque sea un autor de mierda. Y es que, aunque en los créditos del film la dirección la firme un tal Luigi Manicottale, no hace falta más que echarle un vistazo a la peli para darse cuenta de que se trata de una película de DorisWishman. Es como si a “Una noche para descuartizar”, le metiéramos unos insertos pornográficos. Misma textura, mismo ambiente sórdido, mismo tipo de película casi velada y misma inutilidad tras las cámaras, pero semejantes buenas intenciones.
Y es que al folleteo de esta “Come with me my love” hay que añadirle la trama de cine de terror que, junto a una atmosférica banda sonora, acompaña a esta película entre polvo y polvo. No es que deje de ser una puta mierda, pero tiene su gracia.
Resulta que un individuo descubre a su mujer follando con otro tipo y decide pegarles un tiro a cada uno para después pasar a suicidarse también. Cincuenta años después, una muchacha se muda a la casa donde sucedió esto y se encuentra con que el espíritu de este individuo mora por allí a sus anchas, hasta el punto de que este se la folla cuando le apetece y la chavalita cree estar delirando. Para más inri, esta se trae a casa todo lo que pilla para follárselo, y el espíritu de la casa, celoso, irá asesinando a todos los hombres que osan meter su polla en la vagina de nuestra protagonista. Y todo ello servido con una pericia tan propia de una deficiente mental, que por momentos creemos estar viendo una muestra de cine porno experimental. Pero no, lo único que pasa es que Doris Wishman es tan inútil que saca planos desenfocados, o borrosos, o mal iluminados como consecuencia a su poca destreza.
Lógicamente, el porno de estos años, rodado en costroso ¿16mm? con tanto pelo y tan poca higiene, está lejos de parecernos sexy. La trama fantástica por si sola tampoco se sustenta, sin embargo, la combinación de ambos conceptos hacen que esta película, porno duro, zetosa, llena de fluidos color marrón y penes fláccidos que brillan en la oscuridad —y ente tanto fluido y tanta viscosidad, sin embargo, nada de sangre— resulte cuanto menos curiosa. Y además, según nuestros gustos, podemos hacer dos cosas: Pasar para adelante en las escenas pertenecientes al hilo argumental y pasar directamente al porno, o pasar el porno para ver la trama terrorífica.
Luego, más adelante, la Wishman renegó de toda esta pornografía que rodó tan mal.
Y sí, cuando el porno era así, podíamos considerarlo género cinematográfico, y “Come with me my love” una buena muestra de lo más chungo, cutre y cerdo del porno con argumento.
Curiosa.

sábado, 15 de septiembre de 2012

HEART OF A BOY

Resulta curioso cómo, siendo jóvenes e inexpertos, tendemos a idealizar a los astros del cine "trash" cuando leemos sobre ellos en las páginas de la prensa especializada. Luego, logramos agenciarnos una de sus películas, y el hostión que le sigue es de órdago. Efectivamente, si son estetas del "trash" más puro y genuino, por algo será. Aún recuerdo cuando tuve acceso a "The Astro Zombies", la película más famosa del infame Ted V. Mikels. Me costó un pastón llevármela a casa en DVD. Durante años había intentado imaginarme cómo sería, pero al verla, el mundo entero se hundió bajo mis pies. Menuuuuuda mieeeerda. Sin embargo, y a pesar de las innumerables decepciones (metan en este pack, variando el grado de desprecio, a Andy Milligan, Al Adamson, Ray Dennis Steckler, Doris Wishman, Santo el enmascarado de plata, Ed Wood Jr.... incluso al pizpireto Herschell Gordon Lewis), uno continúa sintiendo simpatía por esta panda de entrañables perdedores y sus monstruosidades plasmadas en imágenes. Probablemente porque somos unos románticos incurables y no queremos afrontar la cruda realidad. Únicamente eso explicaría que ayer noche me tragara casi entera (tras 53 minutos, tuve que echar mano del imprescindible "fast forward") esta bizarra película de Ted V. Mikels, fechada en el 2005, "Heart of a boy". Pero antes, hagamos un inciso.
Mikels, junto a Steckler, la Wishman, Bruno Mattei o el mismo Jess Franco, pertenece a esa ralea de sub-cineastas que, incapacitados monetariamente para seguir rodando (por aquello de que el celuloide era muy caro), no tardaron nada en subirse al carro del vídeo cuando este pegó fuerte en los 90. Dicho de otro modo, cuando en lugar de vídeo podían llamarlo digital, lo que no deja de ser una gilipollez. "Sí, actualmente trabajo en digital" sueltan todos.... ¡¡NO!!, ¡¡trabajas en vídeo!!, ¿a quién pretendes engañar?. De hecho, Ted V. Mikels, que hasta 1993 había hecho todas sus pelis en 35mm, no solo se subió al carro del vídeo, sino que lo hizo aceptando de una vez por todas la imagen que sus fans tenían de él. Cuando en las revistas se hablaba de "The Astro Zombies" o "The Corpse Grinders", todos nos imaginábamos festivales camp llenos de color, gore, humor, excesos y diversión... para luego ver las pelis y, como decía más arriba, encontrarnos insípidos rollazos cuya única contribución era hacernos bostezar. Ted V. Mikels se creería que era un cineasta respetable y que él hacía películas serias. Sin embargo, ya mayor, decidió que las secuelas tardías de esos dos títulos mentados serían todo aquello que el público esperaba de ellos en su momento y no obtuvieron, festivales gore-camp-autoparódicos y voluntariamente ridículos. Cosas como "Mark of the Astro Zombies", "The Corpse Grinders 2", "Demon Haunt", "2010 Astro Zombies: M3 - Cloned", "The Corpse Grinders 3" (en co-producción con España, nada menos) y muy especialmente "Astro Zombies: M4 - Invaders from Cyberspace" (¡hey!, búsquenme en los créditos finales, salgo por ahí y todo!!) entraban dentro de esta dinámica. Pero en realidad, con todos ellos, Mikels únicamente estaba haciendo business. Es bien sabido que a este extravagante y pintoresco caballero nunca le ha gustado demasiado todo eso del gore y la burrez-porque-sí, tal vez ese fue el motivo por el que, en pleno vendaval de cutre-pelis-chusqueras (tampoco le mola que le etiqueten de "trash"), decidió parir una peli inversalmente opuesta al producto reinante. Sin monstruos, sin truculencia, sin escotes, sin violencia, ni marcianos.... un drama con niño pa todos los públicos. Ideal para que las marujas de media América la vieran con el cleenex en la mano.
"Heart of a boy" (no hay más que ver la carátula) cuenta la historia de un mocoso la mar de cuco y encantador con problemas de corazón. Su abnegada mamá y su entrañable abuelete que tanto le quiere (el mismo Mikels) harán todo lo que esté en su mano con el fin de conseguir la notable cantidad de dineros que le piden los médicos para operarlo y evitar su muerte. Y básicamente en eso se centran los restantes 65 minutos de la peli, en ver cómo sus protas hacen y deshacen para agenciarse la guita. Tras cada logro, hay un fracaso, incluso en un momento dado, al abuelo Mikels le toca la loto, pero unos malandrines le mangan la pasta y... en fin, un cristo. Y hablando de cristo, sorprende la notable carga cristiana que arrastra "Heart of a boy", con constantes intervenciones de un cura y sus monjitas (de tétrico y mal rollero aspecto) y escenas de rezos (¡en castellano!). Casi parece una de esas pútridas pelis pro-cristianas grabadas en vídeo en la américa profunda. No hace falta decir que todo termina bien, los ladrones pagan (a base del CGI más rastrero que puedas imaginar) y el niño es operado, con resultados óptimos. Y especifico lo de "el niño", porque la peli de resultados óptimos, por aquí que te vi.
Ahora imaginaos todo esto pues, ello, en formato vídeo, con sonido de cámara (porque si había micro, que despidan al de la percha), montaje algo patoso... en fin, una auténtica peli amateur en el sentido más extremo de la palabra, parida por un señor que, hace bastantes años atrás, incluso hacía películas de verdad... o que tenían aspecto de serlo. La mayor parte del metraje, como decía arriba, no va de nada, y lo ilustran unas cuantas escenas de Ted Mikels pasándolo en grande con su querido nietecito (que cada dos por tres mira a la cámara), llevándole al parque a pasear, mostrándole trucos de magia (no olvidemos que de joven Mikels fue mago), imaginando cómo ambos visitan el interior de un castillo, etc, etc, etc... con la cámara siempre recreándose en las monadas y cuchifleces del puñetero crío. Está claro que, viejo chocho que ya era en 2005, a Mikels se le caería la fafa (sin doble sentido, hablo de auténtica "ternura otoñal").
Bien mirado, en todo este despipote hay una cosa buena: Las pelis de Mikels modernas son tan jodidamente aburridas como las antiguas, así que podemos decir aquello de "No ha perdido incapacidad alguna y está en plena forma".

viernes, 30 de octubre de 2015

AFTER SCHOOL MASSACRE

Los USA son muy grandes, el fandom muy extenso y sellos independientes que editan títulos pequeñitos sobreviven con sueldos para sus integrantes, vendiendo películas de mierda. No como aquí con el sello que nos toca de cerca, ya saben.
Entonces, existe uno de ya longeva vida, que edita el peor tipo de cine que se puede ver, es decir, aquél que ni es de mentira, ni es de verdad, que ha contado con medios, muchos para ser amateur, pero no los suficientes para ser una película mainstream. O mejor dicho, para ser una película de verdad, que lo mainstream muchas veces no tiene por qué ir unido a lo estético y/o caro. Este sello es “Brain Damage Films”, que si antaño se dedicaba a editar pequeños films de horror semiamateur, el sello les ha hecho medio grande, y ha pasado lo peor que le puede pasar a estos sellos diminutos que es contagiarse del espíritu mainstream “camuflado” de “The Asylum” y convertirse en un sello exploit, de un sello con mentalidad ya de por sí exploit… A lo que voy; que “Brain Damage Films” se ha convertido en una mala imitación –como lo pueda ser también “Tomcat” films- de “The Asylum” con títulos como “Metal Man” el plagio más infecto que existe de “Iron Man”, en un sello que si tenía cierta personalidad, ahora copia descaradamente diseños, estilos, maneras y títulos de los del Asilo. Vamos, puta mierda.
Todo esto se resuelve en películas exactamente igual de coñazo que las que nos ofrecían antes tipo “Swamp Zombies”, pero con ese alo de asilada, que resulta desasosegante, vamos, son fabricantes y distribuidores de mierda pura.
Pues de esas puras mierdas, esta  “After School Massacre” es una de las más frescas.
La historia a priori no está mal. Un profesor es acusado de acosar a sus alumnas menores a través de facebook. Vamos, que visita sus perfiles. La dirección le despide y este comenzará una masacre que incluirá a las jovencitas que le han acusado de mirón internautico, durante una fiesta  en casa de una de estas.
Esto bien rodado, tomado en serio y  demás, pues no sería mala cosa, pero en realidad estamos ante una película que pretende parecer un “Slasher” y no llega a serlo, que vende sangre y hay muy poca, y que ofrece tetas y no sale ninguna. Al final la cosa resulta ser un desfile de lencería adolescente, porque chavalitas de buen ver con top y braguitas las hay a mansalva, pero absolutamente nada más.
Y aunque el asesino se pone un pasamontañas para así justificar la “presunta” adscripción al “Slasher” que ofrece la película, esto resulta del todo gilipollesco si desde el principio vemos que el asesino es el profesor, que asesina a cara descubierta siempre, excepto cuando va a esa casa que le da por ponerse un pasamontañas. Absurdo.
A todo eso añádanle una brutal dosis de inutilidad, dejadez y no tener conocimiento alguno de cómo hacer una película, y lo que es peor, ningún entusiasmo. Pues el resultado es esta pantomima estúpida que, no obstante, goza de cierto nombre en el sector más outsider y cutrongo del fandom del horror USA.  Están locos estos yankies.
Para más crispar los nervios del espectador avanzado, al final la película, tonta e incompetente como ella sola,  tiene su baza en que queriendo parecer un producto  de “The Asylum”, su director es tan manazas que aleja la película de esos cauces hasta limites insospechados. Eso que tiene a su favor, no así el resto del nuevo catálogo de “Brain Damage Films”.
Remata la faena el hecho de que la pelí cuenta en sus créditos con un “In memorian” en honor de Ed Wood y Doris Wishman.
Y todo este desbarajuste cobra algo de sentido y fuerza cuando consultamos la ficha imdb del director: Se trata de un pimpollo de 20 años que lleva haciendo cine desde los 14, fan del cine de horror que responde al nombre de Jared Michaels, y que bajo su aspecto de modernito, carne de Hollywood, con su poca edad ha dirigido películas completas como las tituladas “Hollywood a Go Go” o “Deadly Punkettes”, y eso unido a que se hace llamar a sí mismo “cineasta independiente” y a que tiene cara un tanto de retarder, hace que, más o menos, el tipo me caiga bien y le de más oportunidades… pero  “After School Massacre” es terrible…. Eso sí el póster es bien atractivo y chulo.

sábado, 19 de agosto de 2023

THE COMIC

No han sido pocas las veces que en este blog, y otros medios, hemos lamentado la incursión de herramientas digitales en el "séptimo arte". Somos conscientes que, actuando de tal modo, parecemos un par de viejas amargadas y llenas de manías. Pero es que, por mucho que lo intentemos, y por muy abierta que tengamos la mente, los ejemplos que nos van llegando de lo que podría denominarse "cine digital" no hacen más que demostrar lo justificado de dicha tirria. Dejando a un lado todos aquellos jovenzuelos pringadillos con más ansias de autodenominarse "filmmaker" que de facturar algo mínimamente decente o interesante con su jodido móvil, lo más crispante afecta a los veteranos. Directores de cine que activaron sus respectivas carreras en tiempos de celuloide, de un coste mínimo + un empeño máximo, de cuando facturar largometrajes era un pelo, y digo un pelo, más difícil, y no se hacía con la chorra. De cuando la etiqueta "trash" o "mala pero divertida" tenía sentido porque el esfuerzo, tanto humano como creativo, obligaba a dar lo mejor de uno mismo... si lo había. Si no lo había, era ya una cuestión de ADN. Pero desde luego, nada impostado. Dicho de otro modo, los años más "gloriosos" de Ted V Mikels, Doris Wishman, Ray Dennis Steckler, Herschell Gordon Lewis, Jesús Franco o Ulli Lommel. Cineastas que, llegado cierto momento, se quedaron sin montante. Nadie quería prestarles un chavo para llevar adelante sus delirios. Y se vieron obligados al retiro (o al frenazo, caso de Franco). Hasta la nefasta aparición de las herramientas digitales, descubriendo así que, no solo podían volver a hacer películas invirtiendo cantidades irrisorias -incluso facturarlas desde su puta casa, montando con el ordenata-, además eran totalmente libres. Sin dar cuentas a nadie, a ningún productor o distribuidor. Iban a hacer literalmente lo que les diera la santísima gana, demostrando al mundo -por fin- su genialidad. ¡Ouch! fatídico día aquel. Porque muchos de ellos -¿todos?- eran en realidad unos patatas. Siempre lo fueron. Y solo la intervención de un productor que les frenaba los desmanes de ego descontrolado o, por contra, un montador profesional dispuesto a repararles sus muchas cagadas, daban como resultado películas malísimas... pero con encanto, y "algo" que las hacía medianamente digeribles. Bien, la tecnología digital lo mató. Lo destruyó. Defecó en ello.
Lo sé, lo sé, no es esta una teoría muy popular. Pero, oiga, dejémonos de monsergas. Es así. Vale ya de romanticismo barato. Vale ya de dárselas de "cool" por adorar a incapaces con una cámara. Las obras de todos estos señores eran basurilla, lo que hizo la herrumbre digital fue aumentar el pestufo.
Por supuesto estoy hablando de "películas" de naturaleza "exploitation", cuyo fin es hacernos picar a través de un póster y una trama totalmente engañosos/as. Cine comercial en el sentido más puro del término. Destinado a complacer los bajos instintos de una audiencia. Si esos caballeros querían dárselas de artistas y hacerse video-pajas, pues que tuvieran la decencia de no tomar el pelo a nadie, asumiendo su condición "experimentosa" y, por tanto, minoritaria o directamente marginal. Un poco de honestidad, porfaplis.
Y ese es, exactamente, el caso de Richard Driscoll. Británico que debutó como director en el sagrado año 1985 con una cosa rarísima titulada "The Comic". Tras un par de films más, abandonó el cine. No hizo prácticamente nada durante los 90. Retomándolo en los 2000 gracias al despuntar de las nuevas tecnologías. Entonces, se puso a producir frenéticamente auténticas vasuras, con v de vídeo, innombrables e insoportables en su negación. Absolutamente deprimentes. Como esa secuela ilegal de "Grindhouse" titulada "Grindhouse 2wo" en la que una Linnea Quigley dolorosamente patética, situada frente a un croma, horriblemente maquillada de enfermera loca y leyendo muy descaradamente sus frases de una cartulina fuera de foco, introduce historias que no hay quien salve. Cuando los productores del "Grindhouse" original se enteraron, advirtieron a Driscoll que cambiara el título o le caía una demanda, de ahí que luego existiera otra versión (o a-versión) titulada "Grindhouse Nightmares". También tenemos "Eldorado 3D", batiburrillo protagonizado por un alcohólico y muy acabado Michael Madsen (porque resulta que Driscoll es mmmmuuuuyyyy fan de Tarantino, llegando a imitarle y parodiarle obsesivamente) que llevó a su director a la cárcel por evasión de impuestos. Salió un poco antes acompañado de un tío que se vendía como productor. Malas compañías. O compañías de inexplicable origen. Nadie comprende como Driscoll ha logrado, a lo largo de su carrera digital, contar con Peter O´Toole (ya muy maltrecho, y grabado en plan plano fijo + croma), Daryl Hannah, David Carradine, Jeff Fahey, Patrick Bergin, Brigitte Nielsen, Steve Guttenberg, Bill Moseley, Caroline Munro o el genial cómico Rik Mayall. Es decir, sí se comprende porque en la mayoría de los casos son gente que estaba ya muy pocha (de hecho, Moseley vivió una experiencia semejante -o peor!!- con "Mugworth"), y sus papeles se reducen casi a cameos (o a la voz, caso de Christopher Walken, y a saber si no estaba mangada de otro sitio). Pero es que el nivel de Richard Driscoll es TAN BAJO, que incluso estos nombres desentonan. Parece mentira que disponga de películas reales en su filmografía, con cara y ojos, rodadas en celuloide, haciendo gala de cierto esforzado estilismo. Lo que lleva pariendo los últimos años es más propio de un debutante sin muchas luces, ni muchas ideas, que se limita a seguir tendencias como una oveja inculta + descarriada, desesperada por sumar el mayor número posible de "clicks" en las plataformas de rigor, y deben toda su existencia a la economía de lo digital (vamos, un Dustin Ferguson cualquiera).
"The Comic" 
ya daba pistas de lo que estaba por venir. Driscoll hace gala de una auténtica negación a la hora de contarnos una historia. De entretenernos, darle algo de ritmo y lustre a su epopeya. Viéndola no te enteras de mucho. Y de lo que te enteras, tampoco merece demasiado la pena.
Digamos que estamos en un futuro Orwelliano. Hay un cómico de "stand up" que lo peta en los locales de moda. Y luego otro que se muere de envidia. Tanta como para provocar un asesinato. El cómico aspirante se carga al cómico de éxito y le quita el puesto. Afortunadamente algo de talento tiene, por lo que el público le adora y todo comienza a coger mejor color. Aparece una chavala que termina liada con él. Se aman, tanto como para tener una hija. Sin embargo, nos hacen saber que en realidad todo es el plan de una mano oculta para que la pava manipule al protagonista una vez lo tenga bien agarrado. Solo que no procede. Y aquel es detenido por una policía de tintes fascistoides -suponemos que por el asesinato del cómico famoso-, llevado a prisión y torturado. Entonces, la mujer se da a las drogas y la mala vida. Y... er.... ¿¿qué demonios me estás contando??...
De las muchísimas batallitas hilarantes protagonizadas por Richard Driscoll, ahí va mi favorita: Fue invitado a proyectar "The Comic" en una maratón de películas de terror. Llegado su momento, el público presente comenzó a aullar tan mosqueado y con tal fuerza, que el director se vio obligado a detener la proyección y salir por patas con las latas bajo el brazo. En su lugar pusieron "Terroríficamente muertos". No me sorprende lo más mínimo, "The Comic" queda lejos de ser terror. En realidad, es una especie de thriller con ribetes "artys", o de autor, tirando a indigentes. Muy "ochens" -como dicen los modernos- en lo estético (niebla a porrillo, luces de colores...) y en "tics" tan propios de la época como ese especie de video-clip que nos cuelan en medio de la película.
Lo cierto es que muchos de estos "filmmakers" provocan antipatía. Si fuesen seres humanos humildes y sin ínfulas, podríamos incluso disfrutar de sus cagadas audiovisuales por bien intencionadas, simpáticas, apasionadas, etc (por ejemplo, H.G.Lewis. Es cierto que le podía más el vil metal que nada, pero al menos sabía lo que hacía y no se tomaba en serio a sí mismo). Desafortunadamente, la mayoría gastaban un ego que espanta. Les perdía la soberbia. Se creían grandes artistas, genios incomprendidos. Y el caso de Richard Driscoll roza lo tolerable. "The Comic" es hasta pretenciosa. Y eso, cuando el talento está al nivel del cero absoluto, no se perdona. Para muestra, un botón: al concluir el aborto, el tipo da las gracias a aquellos que le ayudaron a finiquitarlo. El tamaño de las letras de su nombre -además subrayado- en comparación a las del mensaje, lo delatan.

sábado, 11 de diciembre de 2021

DR. HUMPINSTEIN´S EROTIK CASTLE

Andrew Shearer y el clan "Gonzoriffic" son una pandi de colegas que desde las lejanas tierras de Athens, Georgia, se dedican a parir toda suerte de metralla peliculera rutilantemente independiente y en formato vídeo. A ellos les encanta llamarse underground. Yo me quedo con la palabra amateur, por la que ya saben siento mucho afecto y para nada considero peyorativa (siempre y cuando no la intenten disfrazar de mainstream).
"Gonzoriffic" dio sus primeros pasos como fanzine de papel, luego página web y finalmente productora audiovisual especializada en todo aquello de naturaleza, digamos, tirando a extravagante. No se limitan al horror de línea dura, que es lo habitual en su gremio, gustan de tocar otros palos bien distintos. Digamos que tienden un poco a la comedia y al feminismo como tema recurrente. Sí, el feminismo, con todo lo detestable que, desde el punto de vista de este blog, ello comporta. Pero no se lo tendremos en cuenta, especialmente porque, aunque en los archivos de "Gonzoriffic" abunda la mediocridad y el aburrimiento desaforado (y que, dejándose llevar por sus obtusas ideas, ocasionalmente Andrew Shearer se comporta como un auténtico y asesinable cretino), también es cierto que pueden llegar a parir cosillas majas. Muchas de duración media o corta. Y, además, chorrean pasión, devoción por lo que hacen y cómo lo hacen, aspectos estos que compensan cualquier otro desliz.
Hoy me centraré en uno de sus logros más destacables, el mediometraje "Dr.Humpinstein´s Erotik Castle", diseñado como homenaje a la legendaria exploiter Doris Wishman (no en balde el personaje central lleva su nombre) y, de paso, al restante cine de su misma condición, destacando aquel dedicado a la delincuencia juvenil.
Una maruja de recta moral descubre en el dormitorio de su hija una revista repleta de chicas ligeras de ropa. Ofendida, acude hasta la editorial dispuesta a reprochar todo lo reprochable. Esta resulta ser un lúgubre castillo de paredes de papel tambaleante (notable influencia de "Geek Maggot Bingo" y su estética cruda, una de las pelis favoritas de Andrew Shearer), donde habitan un científico loco y una suerte de Igor gorda y tetuda. Ambos someten a la maruja al visionado de una serie de numeritos en plan "burlesque" en los que cada una de las chicas "Gonzoriffic" demuestran sus cualidades (aunque no las ubres) a base de agitar unos generosos michelines. Esta parte, aunque un pelo coñazo, mola porque recuerda mucho a los genuinos "nudies" de la época dorada del exploitation donde, básicamente, se limitaban justamente a eso, bailecitos interminables de mozas ligeras de ropa (me viene a la cabeza "Orgy of the dead"). Al final, la maruja se revotará y, de paso, mutará a mujer poderosa e independiente consciente de su sexualidad.
Todo ello parido en blanco y negro, trufado de diálogos y un modo de grabar que, aunque primeramente chirría por su naturaleza elemental, luego comprendes que se trata de la recreación del estilo que gastaban los films de aquella época y tendencia, por lo que el "defecto" acaba convertido en virtud.
El resultado es una cosita que, con las limitaciones que acarrea, se deja ver y despierta mi afecto, sobre todo por su condición de perro verde (el fandom de allí flipa ante la ausencia de tetamen gráfico y gore gratuito). Y si hay algo que apreciamos en este blog es a los creadores con personalidad, ajenos a corrientes dominantes, que abrazan con fervor y orgullo la diferencia.

martes, 14 de abril de 2020

BLOOD AND FLESH: THE REEL LIFE AND GHASTLY DEATH OF AL ADAMSON

Al Adamson forma parte de esa ralea de "auteurs" surgidos del "exploitation" y el "trash" más visceral donde también encontramos a peña como Ted V. Mikels, Andy Milligan, Herschell Gordon Lewis, Jerry Warren, Ray Dennis Steckler, Edward D. Wood Jr., Doris Wishman, etc, etc. Algunos mejores / más carismáticos que otros pero, en esencia, todos cacota. En mi juventud andaba loco por ellos, leía y leía sin descanso sobre sus hazañas en las páginas del "Fangoria" yanki (con ayuda del respectivo diccionario) y me fascinaban. Luego, pasaba lo que pasaba. Localizabas una de sus películas, la deglutías con fervor y... ¡hostión al canto! El consiguiente dolor variaba en función de la incapacidad del cineasta. Con Adamson puedo decir que la contusión fue mayor que con ninguno. Cercana a la muerte total. Eso ocurrió el día que, entusiasmado y tembloroso, alquilé "Sangre en el castillo de Drácula". Un pestiñazo sin redención. Al cabo de unos años, alguien tuvo la idea de editar en dvd varias de sus pelis, o fue obligado por los extraños designios de la distribución. Entre ellas, la más mítica del pack, "Drácula contra Frankenstein". Aunque dolido y desconfiado, decidí darle una segunda oportunidad. En balde, seguían siendo mierda, sin la más mínima gracia o soterrado encanto. Y así ha sido siempre para mí con respecto al patillero Adamson. Pero ya saben que, en lo que respecta al 99% de los cineastas zetosos, y sus toscas producciones, suele ser más interesante el concepto. O lo que hay detrás. Esa es la razón de que todos los documentales -y biopics- que se les dedican sean tan disfrutables. Incluido "Blood & Flesh: The Reel Life & Ghastly Death of Al Adamson", aunque con leves reservas.
Lo que hace destacar a Al Adamson sobre todos sus coetáneos es que sufrió una muerte horrible. Fue asesinado y enterrado bajo cemento. Tal es el peso de semejante material que el documental se ve obligado -lógicamente- a dedicarle una generosa porción. Podríamos decir que se divide en dos documentales muy distintos. El primero se centra en los orígenes de la carrera de Adamson y su posterior desarrollo a base de mogollón de imágenes, fotos y carteles -muy en la línea de cómo se hacen hoy día, dinámicos y alegres-. Se disfruta mucho e incluso te ríes con algunas anécdotas (especialmente aquellas que hacen referencia a J.Carrol Naish). Pero luego toca la segunda parte, totalmente volcada en el asesinato, narrado con todo lujo de detalles, como si fuese un programa de esos dedicados a temas escabrosos que echan a las tantas. Y aunque está interesante, corta mucho el rollo y se hace algo pesado. Tal vez habría molado más equilibrar ambas partes. Por separado funcionarían cojonudamente, pero pegadas se anulan un poco mutuamente. Lástima.
Con todo, "Blood & Flesh: The Reel Life & Ghastly Death of Al Adamson" termina siendo bastante gozable. Y ayudan a ello presencias tan curiosas y entrañables como las de Sam Sherman, Fred Olen Ray, John "Bud" Cardos, Russ Tamblyn, Greydon Clark, Gary Graver, Worth Keeter y aficionados / fanzineros ilustres como Tim Ferrante, Chris "Temple of Schlock" Poggiali y Michael J. "Psychotronic Video" Weldon.
A David Gregory, director, debemos alguna ficción puntual (formó parte del clan que firma "The Theatre Bizarre") y, sobre todo, muuuucho material documental de entre el que sobresale "Lost Soul: El viaje maldito de Richard Stanley a la isla del Dr. Moreau", que sin ser nada del otro jueves se deja ver.

viernes, 29 de enero de 2016

JUGANDO A MATAR

Descaradísimo exploitation de “Muñeco Diabólico” que no contento con expoliar elementos claramente reconocibles de Chucky, también arrasa con contenidos de “El Exorcista” saliendo impune y justificándose con el hecho de que lo que tenemos aquí es una muñeca y no un muñeco.
A eso hay que añadirle un presupuesto infinitamente menor al empleado en cualquiera de las dos producciones de las que “Dolly Dearest (Juagando a matar)” se nutre, así que somos conscientes en todo momento de a lo que nos enfrentamos.
Para la ocasión, durante unas excavaciones, un demonio Mexicano se escapa de las ruinas donde se encontraba alojado yendo a parar a una fábrica de juguetes. En una de estas, que una familia invierte en la fábrica de juguetes, quedando la hija del clan prendada de una muñeca muy fea la cual, mira tú por donde, está poseída por el demonio Mexicano que se escapó. Con lo cual, al llevársela a casa, la muñeca comienza a cargarse a la gente, como es lógico, mientras que un profesor de arqueología trata de ayudarles con esta putadita.
Dos cosas a tener en cuenta; Uno, que la película, debido a su propia naturaleza ya desde el principio cae simpática –ya saben, la película de la “Chucka”- y dos; es una pedazo de mierda como un castillo de grande.
Una vez sabido esto y superados obstáculos y prejuicios, la película se disfruta como lo que es, una mierdecilla inofensiva y tontorrona.
Porque mucho demonio y mucho plagio, pero mientras que la original “Muñeco Diabólico” era una cosa entretenida de pelotas, además de cañera en cuanto a acuchillamientos y niveles sangrientos, “Dolly Dearest (Jugando a matar)”es como una versión light de todo eso, y aunque hay algo de sangre –lo mejor una escena en la que a un individuo se le revienta la mano con su máquina de coser- esta no llega a brotar nunca del todo. Vamos, que no hay “Splatter” por decirlo de algún modo. Por otro lado, la Dolly esta, tiene menos carisma que Florentino Fernández, y cuando aparece en escena nos quedamos igual que estábamos. Pero en definitiva, la chuminadita esta se deja ver, más o menos, sin que el sopor acabe volviéndonos locos.
El hecho de que sea tan light y poco sangrienta quizás se deba a que detrás de las cámaras haya una mujer –no vale nombrar ni a Jackie Kong, ni a Mary Harron, ni a Doris Wishman, ni a Roberta Findlay- que no comulgue con el gore que la película pide a gritos. Pero el hecho de que la peli sea mala, no se debe a que la directora sea mujer, sino que esa mujer es una incompetente de pelotas, y a eso se debe que María Lease, que es como se llama la gachí, no haya dirigido película alguna desde esta en 1991.
La película, no obstante, debió hacerle gracia a alguien, ya que, destinada al mercado del vídeo como estaba, la Trimark consiguió que previamente se exhibiera de forma limitada en salas de cine. Total, como si eso sirviera de algo.
En el reparto tenemos completos desconocidos, con la excepción del pobrecillo Rip Torn, que por aquí aparece yendo para arriba y para abajo, harto de aparecer en mierdas de semejante calibre y con carilla de “para lo que hemos quedado”:
En definitiva. Una mierdecilla simpática, sin más.

domingo, 13 de marzo de 2011

EL OTRO HOLLYWOOD

Puede que algunos de ustedes no lo sepan, pero curré ocho años en el mundo del porno. No, no como actor (siento decepcionarles!!!), digamos que como "creativo". Estaba en una web de contenido adulto donde hacía de todo: escribir, dibujar, filmar, montar, clasificar, retocar... de todo menos follar, vamos. También era crítico de cine, por cierto. Muy mal pagado, se entiende. Pasados todos esos años la empresa cambió, se volvió todo automático y me echaron. Hey, me hicieron un favor. Gracias a tan ingrata experiencia aprendí que la pornografía es una industria patética, cutre y miserable repleta de "quieros y no puedos". Vamos, que la odiaba y la odio.
Entonces, se preguntarán, ¿cual es el motivo de que te hicieras pues con "El otro Hollywood", tochazo enorme de más de 600 páginas que narra de pe a pa la historia del cine porno americano?. Buena pregunta. Pues son varios: Su autor principal es Legs McNeil, co-fundador de la revista "Punk Magazine" y firmante del estupendo libro "Por favor, mátame", que disfruté mucho en su momento. El porno es asqueroso venga de donde venga, pero si no es Español, me resulta un poco menos asqueroso (aunque, todo hay que decirlo, mi "favorito" era el italiano. Hoy día solo "consumo" porno amateur, porque al menos los que lo hacen, disfrutan en el proceso). El porno, aunque no sea muy creativo, está dentro del cine, y todo lo que es cine, es mi droga. Ya os digo que a veces me gusta más leer sobre séptimo arte, que consumirlo. Sin embargo, hablar de "El otro Hollywood" supone hacerlo de una enorme decepción.
Un amigo me contaba que el libro había sido un fracaso de ventas en España. Hombre, pues no me sorprende. En esta tierra solo hay paletos, y no mucho interés con respecto a nada. Encima, la pornografía como tema de estudio dejó de ser "cool" cuando la moda al respecto se esfumó superados los temibles años 90. Y ya no digamos que a quién se le ocurre editar un libro así con tanto lujo, tapa dura, el tamaño... en fin, no creo que sus responsables tuvieran mucha vista en ese sentido. De todos modos, la culpa no es toda suya. Gran parte de esta la tienen sus mismos autores, McNeil seguido de Jennifer Osborne y Peter Pavia, ya que el libro resulta, simple y llanamente, aburrido.
Tiene sus partes buenas, no digo que no, cuando repasa los inicios del pre-porno con el "nudie" (David Friedman y Doris Wishman incluidos). El bombazo de "Garganta Profunda" y todo lo que vino. "Tras la puerta verde". Vamos, que arranca muy bien y muy interesante. Siempre siguiendo el mismo método "oral" de "Por favor, mátame". Y cuando digo oral no me refiero al sexo, sino a que el libro está compuesto de declaraciones de todos los implicados en esta larga epopeya, estructuradas para que nos cuenten historias.
El problema viene cuando los autores se alejan del porno más estricto, y comienzan a hablarnos de todo lo relacionado con la mafia y la policía infiltrada. Este "coitus interruptus" de entrada se deja pasar, pero se alarga... y se alarga... y tanto lo hace, que comencé a saltarme los capítulos que veía giraban en torno a ello. Pasada la marea, retomamos el tema porno y volvemos a encontrarnos con chicha interesante. Traci Lords, Savannah... lo malo es que ahora la obra ha dejado de ser fluida, ha olvidado que está narrando hechos consecutivos en el tiempo y todo comienza a reducirse a episodios temáticos sin aparente conexión entre ellos. Ahora hablo de John Wayne Bobbit, ahora de ese actor que se suicidó, ahora de sida, ahora de esa tia que se mató cuando iba drogada (porque de drogas, tantas o más que sexo. Igual que en "Por favor, mátame" había más drogas que rock and roll. ¿Qué mierdas le pasa a la peña?). Todo queda como huérfano de una línea continua y para entonces ya has perdido el hilo y el interés. Como leer los chistes de un periódico.
Vamos, que si este libro hubiese ocupado la mitad, sería cojonudo. Pero, y valga la coña, le sobra mucha mucha paja. Así pues, lo que se prometía una lectura apasionante, termina convertido en un tochito duro de roer. Lástima.

domingo, 14 de julio de 2013

VIOLADA

Cuando te sientas en el sofá dispuesto a ver esta película del año 1984 ("Violated" en versión original), la verdad es que lo que esperas encontrarte es uno de esos "rape & revenge", tipo "La violencia del sexo" o "Venganza desnuda", sobre mujeres violentadas que se toman una cruda revancha (algo a lo que contribuye su muy engañosa caratula y su no menos trolante eslogan ). Y no, no van por ahí los tiros (ni las violaciones), de hecho aquí no hay tiros hasta el minuto 78, pocos y ejecutados por un macho. En realidad se trata de un especie de drama con un sutil trasfondo de thriller criminal que te deja bastante dolor de culo al terminar (si es que logras hacerlo, yo me quedé frito y tuve que retomarlo al día siguiente). Dicho de otro modo, ¡¡anda que no se pueden hacer chistes con esta peli!!, que si el violado eres tu, que si el violado es tu cerebelo, que al terminar de verla te sientes sucia y quieres vengarte de sus perpetradores, bla, bla. Demasiado fácil. 
Un grupo de gangsters, encabezado por el todopoderoso Jack Diamond (sí, tiene un nombre muy de gangster), al que teme incluso el apuntador, se dedican a organizar partys con jovencitas a las que terminan liando, primero, y violando, después. Una de estas denuncia al agresor, lo que complicará mucho la papeleta. Un poli, en principio algo descreído, decidirá ayudarla, y tirársela, con el fin de detener de una vez por todas al maldito hampón y sus compinches.
"Violada" es una peli altamente hipócrita (como lo era, por ejemplo, "Holocausto Caníbal"), porque en realidad se trata de puro "exploitation" camuflado, digamos que denuncian aquello que ellos mismos explotan gustosamente... y encima, mal. Se nota que sus artífices intentan parir un drama serio, como los que hacía Meryl Streep de joven, pero no llegan. Evitaré cometer el error de mucha gente (incluido el fallecido crítico y hermafrodita Roger Ebert) y basar mis impresiones en cuestiones morales, éticas y espirituales. En eso sentido, también resulta fácil despellejar esta película. Sencillamente me limitaré a decir que es bastante aburrida y anodina, casi podría pasar por un telefilm de tarde del Domingo si no fuera por las escenas de destete y su look grasiento. Todo en ella hace tufo a culebrón de tirada cutre, aunque en el proceso se ponen algunas medallas dignas de rememorar. Por ejemplo: en las violaciones, mientras la chica posa totalmente desnuda, el agresor siempre lleva los pantalones, y bien abrochados (casi como en las de Pajares y Esteso). A los pocos días de ser crudamente violentada, la protagonista no tiene reparos en enamorarse de y liarse con el poli. Si eso ya es un tanto bizarro, empeora cuando tenemos en cuenta la diferencia de edad (ella 18, él más de 40) y, sobre todo, el aspecto y las maneras del hombre de la ley, genuinamente desagradables (ese flequillo siempre sudoroso!!). Nada más verlo aparecer, crees que será uno de los malos, un corrupto, con eso se lo digo tó. Tampoco tiene desperdicio la secuencia en la que la primera agredida va a la comisaría a denunciar la movida, y se encuentra que la policía, además de tratarla rudamente, le dice que no se moleste, que no va a servir para nada y que se vaya a casa a descansar, cosa que ella hace sin tomárselo demasiado malamente. 
Aunque para momentos bizarros, el que sigue: La prota se prepara para asistir a la fiesta donde será violentada. Está de pie ante el espejo, en top-less. Se abre la puerta y entra su hermano menor, que le aconseja qué ponerse esa noche, no sin antes marcarse una escueta charla sobre los pechos de la interfecta, cómo estos le ponen nervioso y lo atractiva que resulta toda ella. El hermanito se le abalanza y la agarra por la cintura exclamando: "¡Si no fueras mi hermana!". La chica ríe y le dice "¿Qué sabrás tú del sexo?, ¿has comenzado ya a masturbarte?". ¿Inquietante, no?.
Sin embargo, y a pesar de atributos tan curiosos y llamativos para el aficionado medio al cine chungo, el resto es bla, bla y mucho aburrimiento. Tal vez con ingerir algún estimulante pre-visionado puedan encontrarle algo divertido pero, no se engañen, esto es un coñazo.
En el reparto destacan Elizabeth Kaitan, atractiva ex-scream queen de la serie B/Z de los 80, que has podido ver en películas como la séptima "Viernes 13", "Noche de paz, noche de muerte 2", "Esclavas del espacio", "Necromancer", "Roller Blade Warriors: Taken by Force" (del temible Donald G. Jackson), "Dr.Alien" (del no menos temible David DeCoteau), "Monstruos en la noche" o la interminable saga "Vice Academy" (al ser "Violada" una de sus primeras pelis, aparece como dios la trajo al mundo... ¡y bien que lo hizo el cabrón!), Samantha Fox... pero no, no se trata de la cantante inglesa de pantagruélicos pechotes que tantas noches de auto-amor propició en su época a los de mi quinta, esta Fox es la actriz porno de los 70 y 80 que, puntualmente, se liaba en productos no-exclusivamente-gorrinos, destacando entre todos ellos su protagonismo en el super-clásico del "trash" "Una noche para descuartizar" de Doris Wishman, sobre el que pueden leer -y alucinar- en nuestro "pest-seller". Y finalmente John Heard en un papel minúsculo de misógino desatado, lo has visto en títulos de renombre como "Big", "Solo en casa" o "En la línea de fuego". Últimamente las cosas no le deben ir muy bien, porque su más reciente lanzamiento es un delirio de "Asylum" titulado "Sharknado" (de tiburón + tornado me temo).
El director y guionista de "Violated" se llama Richard Cannistraro (sí, su nombre está mal escrito en la caratula), y esta es la única peli que hizo a lo largo de su mísera vida. ¿Sorprendidos?.