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miércoles, 8 de junio de 2011

El olor del jazmín

Una preciosa flor de jazmín.
Una preciosa flor de jazmín,
las flores perfumadas colman la rama
blancas y fragantes para deleite de todos.
Déjame que vaya y recoja una flor
para dársela a alguien,
flor de jazmín,
ah, flor de jazmín.

Mo Li Hua (canción tradicional china de la dinastía Qing, siglo XVIII)

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Las autoridades locales se reunieron para celebrar la detención de la bandida conocida como Flor de jazmín. Llevaba años atemorizando a la población, dijo el alcalde satisfecho de la operación. Sin embargo, en el pueblo se respiraba un aire que no era precisamente festivo. “Flor de jazmín” encarnaba la resistencia, nunca robó a la población porque sabía que en esa región lo material nunca sobraba. Las calles seguían empapeladas con su rostro y una recompensa por cualquier dato que pudiera ayudar a dar con su paradero. “Flor de jazmín” en el calabozo, sin embargo, callaba. Adoptó un rictus de piedra, inmóvil, esperando a que llegaran las torturas. Era verano y casi todo el pueblo tenía abiertas las ventanas para soportar mínimamente el calor. También en el edificio del ayuntamiento, donde brindaban por el enorme éxito policial. De repente se levantó una brisa que entró por las ventanas y las puertas, un aire aromático que olía levemente a jazmín. Nadie le echó cuenta, pero con el paso de las horas el aroma a jazmín se hizo más y más penetrante. Pesado, dulzón, el olor inundaba los despachos del ayuntamiento. Ante esto, los jefes mandaron a sus subordinados cerrar cualquier hueco que diera a la calle, pero la misma calle estaba inundada de aquel olor. Se improvisó una comisión que decidió arrancar todos los jazmines del pueblo. A los días, ya no quedaba ninguno, pero el olor persistía sin conocerse su origen. La nueva solución fue cerrar puertas y ventanas por la propia seguridad del pueblo, a pesar del calor estival. Es una estrategia de los secuaces de “Flor de jazmín” para desestabilizar, sentenció el alcalde. Y buscaron en cada casa, en cada armario, en los templos y en los mercados, pero el jazmín despedía un olor cada vez más insoportable y no se encontró responsable alguno. Las autoridades locales contactaron con las regionales y éstas con las nacionales, que decidieron trasladar a la bandida a la capital. Sin embargo, el aire del pueblo ya era apenas respirable. Y se decidió cortar por lo sano. Se obligó a los ciudadanos a dejar sus casas y el pueblo se abandonó, y se decidió que nadie volviera a él bajo pena de muerte. Se suprimió de los mapas para evitar que nadie diera con él. Desplazados, errantes, las personas del pueblo del jazmín, como ya era conocido en los corrillos, no eran bienvenidas en ningún lugar. Las autoridades ante su propio fracaso decretó el silencio: la palabra jazmín estaba proscrita.

Una pequeña historia para ilustrar la paranoia de una dictadura para evitar lo inevitable. China lleva unos meses prohibiendo y censurando la palabra jazmín en los medios de comunicación e internet para evitar que la denominada “Revolución de los Jazmines” de Túnez cale en el ánimo del pueblo chino. Me parecen medidas extremas que sólo los gobiernos autoritarios se atreven a tomar, pensando que, como el Gran Hermano de Orwell, pueden controlar los pensamientos de su población. Es lamentable que alguien llegue a pensar esto y para ello bloquee incluso producciones de una flor sencilla y cotidiana, base del té tradicional chino. Siguiendo este ejemplo hasta el infinito, podemos suponer que se irán censurando más palabras, ya no sólo políticas como democracia o libertad, sino de uso común bien porque se parezcan a otras palabras proscritas, bien porque sean usadas en alguna de las muchas manifestaciones a lo largo del mundo. Finalmente incluso si el gobierno chino quieren ser consecuente con su estrategia terminarían prohibiendo la palabra central de su ideología: REVOLUCIÓN, porque puede que sea muy china, pero no vaya a ser que al pueblo le dé por pensar.

viernes, 27 de mayo de 2011

Sol de Justicia

Defenderemos nuestra isla, cueste lo que cueste. Lucharemos en las playas, lucharemos en los lugares de desembarco, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en los montes. No nos rendiremos jamás. […] y les romperemos las cabezas con botellas de soda porque no tenemos armas.

Winston Churchill (1940, exhortación ante la batalla de Inglaterra en la II Guerra Mundial)

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Barra de bar, dos cervezas, dos hombres de mediana edad hablan:

- ¿Has visto la que hay montada en la Puerta del Sol?

- Menuda panda esos de Sol. Mucha democracia y mucho cuento es lo que tienen. Los querría ver yo en nuestra época. Las cosas están mal, eso se sabe, y lo que hay que hacer es trabajar para mejorarlas. Unos vagos, te lo digo yo.

- Bueno, es verdad, hay mucha crisis y eso a quien más afecta es a los jóvenes. Lo sé por mis hijos.

- Pero no compares a tus hijos con los desarrapados de Sol. Tus hijos tienen estudios, son gente educada, no van a tener problemas para encontrar trabajo. Además, enseguida que cambien el gobierno, la situación pasará. Lo que no sé es como se permite que acampen ahí, en pleno centro, donde todas las familias pasean. Ahora ni se podrá pasar por ahí. ¿Quién se creen para darse ese permiso?

- ¿Crees que la policía debería desalojarlos? Son muchos…

- Claro, la policía está para cumplir la ley. No van a ser ellos menos que nadie. Indignados, indignados, más indignado estoy yo con ellos. Y además, ¿qué piden? ¿que vayamos todos a la comuna? ¿qué piden?

Se dirige al camarero que estaba escuchando la conversación y le hace la misma pregunta. Él piensa para sí: No piden nada, exigen justicia. Pero se hace el mudo y se va a ordenar algo en la cocina sin contestar.

Hay en un momento en la vida que tienes que saltar indignado por las cosas que realmente importan. Igual no te tocan directamente a ti, pero escuchas cada día historias dramáticas e incluso trágicas de personas que te rodean y piensas que, en algún momento futuro, podrías ser tú quien estuviera contándoselo a otra persona. A veces nos escudamos en la palabra mágica “crisis” que lo explica todo, pero otras veces necesitamos explicaciones. Creo que eso ha pasado en la Puerta del Sol de Madrid. Mucha indignación acumulada que se ha derramado en forma de acampada. Ahora llega el momento de las propuestas. Da gusto ver a personas proponiendo soluciones e ideas en plena calle. Gente de todo tipo y condición, como las que nos cruzaríamos por la calle sin darnos cuenta de que están y que se esmeran en hablar al resto. Otra cosa diferente es que los que gobiernan, representantes del pueblo para más señas, reciban, debatan y aprueben o denieguen estas propuestas. Pero al menos, da la satisfacción de comprobar que no todo está perdido, que hay gente que bajo su apariencia cotidiana, tiene iniciativa y arrojo para cambiar algo. Eso me reconforta, al menos eso. Sé que es poco y que las revoluciones no surgen de esta manera. Quizá sea sólo una pequeña gota de agua en un océano, pero es nuestra gota y tenemos derecho a exponerla con indignación y respeto.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Elizabeth Taylor

Cuando la gente dice “ella tiene todo”, tengo una respuesta: todavía no tengo mañana.

Elizabeth Taylor

Los ojos violetas se han cerrado hoy para siempre, ojos que llenaban una pantalla, cristalinos y penetrantes. Cleopatra echó la última mirada burlona y tomó el áspid, antes de recrearse en los recuerdos de toda una vida marcada a partes iguales por el lujo y la lucha. Fue gata en el tejado de zinc, mujercita malcriada, violenta alcohólica que no temía a Virginia Woolf, mujer marcada. Fue Liz, aunque no le gustaba. Tuvo un lugar en el sol, en Alejandría, en el papel couché y en todas las joyerías exclusivas de Beverly Hills a Nueva York. De niña, jugó a ser actriz como un prodigio, y cuando lo consiguió jugó a ser mujer enamorada. Su James Dean, su Monty Clift, su Rock Hudson, y cuando se cansó de eso, llegó su Marco Antonio, Richard Burton. Pero no descansó ahí, la pasión hay que regarla con diamantes y alcohol para ser digna de tal ilustre matrimonio. Peregrina Liz, protagonista de sueños, de luchas, de apoyo y buenas causas. Lengua mordaz, facciones de diosa, mujer indomable, robó el esplendor del Hollywood dorado para atesorarlo por siempre. Leyenda. Mito de un mundo que no existe ya, ni existió nunca.

Y de repente, el último verano. Descanse en paz. El cielo se llena de estrellas mientras la Tierra sigue fea y gris sin mujeres como Elizabeth Taylor.

miércoles, 2 de febrero de 2011

El príncipe

Aquellos príncipes nuestros que durante muchos años permanecieron en su principado, que no acusen, por haberlo después perdido, a la fortuna, sino a su cobardía: porque, no habiendo pensado nunca en tiempos de paz que podían cambiar las cosas […], cuando después vinieron los tiempos adversos, pensaron en huir y no en defenderse; y esperaron que los pueblos, fatigados con la insolencia del vencedor, les reclamaran.

El príncipe (Nicolás Maquiavelo, 1513)

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El viejo dictador se pasó por la biblioteca antes de ir a dormir. Cogió, con algo de desgana, un pequeño libro encuadernado en piel y se lo llevó al dormitorio. Lo dejó en la mesilla de noche y abrió la cama. Miró su cara arrugada en el espejo y se sintió cansado. Había sido un día muy duro. No se atrevió a encender el televisor. Los gritos de la gente enfadada aún retumbaban en su cabeza como para conciliar pronto el sueño. Por eso tomó el libro, que había leído muchas veces, para intentar buscar soluciones que le aclararan las ideas. No sabía qué había cambiado. Había seguido fielmente sus directrices: es preferible ser temido a ser amado, ser cruel a ser clemente. Había tomado las adulaciones con desconfianza y las negociaciones con astucia. Seguía creyendo que el pueblo se deja llevar bobaliconamente por las apariencias y no había tenido escrúpulos para infringir sigilosamente determinadas reglas siempre bajo los intereses del Estado. Un libro que había sido inspirado por Lorenzo el Magnífico o Fernando de Aragón no podía equivocarse. Por eso no entendía los gritos, ni las pancartas de la multitud. Claramente, este país no era la Italia del siglo XVI. Probablemente estaba demasiado viejo, como decía la oposición.

Cuando los dictadores se dan cuenta de que no entienden nada a su alrededor es que llevan demasiado tiempo apoltronados en el poder. Y en vano, utilizan al ejército, a la policía y a los medios de comunicación a su disposición para no darse cuenta de lo que el pueblo quiere. Cuando la gente sale a la calle y desafía a un régimen, no sólo vence al dictador (ocurra lo que ocurra después), sino que vence a su propio miedo, que es la principal fortaleza de una dictadura. Maquiavelo y otros autores políticos, ensimismados en analizar la esencia de la autoridad, olvidan el poder del descontento popular. Una variable, que por ser difícil de cuantificar, especialmente en dictaduras, se llega a olvidar y que es el motor de los cambios. Nadie, ni en el mundo árabe, ni en Occidente, tomaba muy en serio el descontento del pueblo de Túnez, de Egipto, de Yemen o de Jordania. Quizá por eso seguimos tan perplejos como el viejo dictador las manifestaciones…

Foto: Manifestaciones en la Plaza Tahrir de El Cairo (2011).

miércoles, 20 de mayo de 2009

Después de Benedetti

La verdad es que
grietas
no faltan [...]

hay una sola grieta
decididamente profunda
y es la que media entre la maravilla del hombre
y los desmaravilladores

aún es posible saltar de uno a otro borde
pero cuidado
aquí estamos todos
ustedes y nosotros
para ahondarla

señoras y señores
a elegir
a elegir de qué lado
ponen el pie.

Grietas (Mario Benedetti, Quemar las naves, 1969)

Exilio en tu mirada burlona, cordialidad de paso. Extraño en países de acogida, incluso extraño en el Montevideo de tus recuerdos, paseabas Don Mario aprendiendo de cada átomo de vida que encontrabas por delante. Vida que afloraba aunque el mundo se rodeara de cadáveres y lápidas, porque la vida salía directamente de ti. Aprendiste desde joven que las palabras no deben guardar secretos, que son trazos simples, que tienen que llegar a todo el que quiera comprenderlas. Pero también conocías que en momentos esas palabras se mostraban insuficientes y así recurrías a la imaginación para crearlas. Escritor y poeta de la razón, no por vía de sesudas reflexiones sino por sencillos argumentos, de los que uno asiente sin tener nada más que decir. Hay miles de grietas en la Tierra, lo sé, Don Mario, tantas como almas si me apura. Pero de la única que importa, esa de la maravilla del ser humano, de la vida, de esa siempre estaré de su lado, aunque de reojo miremos lo profundo del abismo.

Estamos tan acostumbrados a calificar de genio al primero al que le suena la flauta, que cuando un auténtico genio se va, siempre tengo la sensación de que a nadie le importa. No lo digo porque no se hayan hecho eco de la muerte de Mario Benedetti, al contrario, he leído mucho y muy bueno sobre él estos días, sólo me pasa que cuando uno verdaderamente grande se va, se abre una grieta difícil de tapar. El consuelo son sus libros, sus palabras ordenadas una detrás de otra, que reflejan sabiduría, decisión, compromiso. Queda su voz pausada, las canciones con sus letras. Quedan sus poemas, su tregua, su primavera con una esquina rota, sus inventarios, sus andamios... puede parecer mucho, pero el hueco profundo que deja su pérdida hace que esa grieta sea inabarcable. Ésta se une al resto de grietas, surcos o hendiduras que decoran el mundo. El día 17 de mayo de 2009 el mundo se separó en dos mitades: antes y después de Benedetti.

jueves, 26 de marzo de 2009

Hace 3.500 años

Serán recitadas para ti las letanías del libro de lo sagrado; se te ofrecerá un sacrificio fúnebre y se depositarán ante ti las ofrendas prescritas. Tu corazón estarán en ti como lo estuvo cuando vivías en la tierra. Tú penetrarás en tu cuerpo como en el día de tu nacimiento. Avanzarás por la tierra y por la montaña del Oeste, y las danzarinas fúnebres vendrán hacia ti jubilosas.



Djehuty tenía el día muy ocupado, cargamentos de Punt y Nubia llegaban todos los días a Tebas y no podía descuidar su trabajo. El reinado de su señora, Maatkara Hatshepsut, soberana del Alto y Bajo Egipto, hija de Osiris, era próspero. Tebas era un hervidero. Llegaban incienso, oro, lana, marfiles y maderas nobles desde todos los lugares del mundo. Las obras públicas se alzaban poderosas como símbolo de la magnificencia de la primera de las nobles damas. Esta bonanza que rodeaba a la corte hizo que un hombre listo como Djehuty tuviera altas responsabilidades, sabiamente recompensadas por su señora. Con los ahorros obtenidos, el escriba decidió construirse una tumba que supervisaba personalmente. Él mismo dispuso la ubicación y la distribución de las salas. Pensaba que alguien como él, debía gozar en el más allá del mismo rango que se había labrado en vida, una vez que superara el juicio ante el padre de los dioses. Por eso, no escatimó en esclavos y artesanos para su última morada. Hoy debía inspeccionar personalmente la decoración de la cámara principal. Estaba orgulloso de su profesión y pensó que sería buena idea cubrirla con fragmentos del libro sagrado. Así los dioses enseguida lo reconocerían. Cuando llegó, el trabajo estaba casi acabado. Los jeroglíficos se ordenaban en armonía, tal y como había pensado. Un pintor retocaba los alargados brazos de la protectora diosa Nut. Sería la primera a la que vería tras su muerte terrenal.

Hace 3.500 años, Djehuty, alto funcionario de la reina-faraón Hatshepsut, fue enterrado en este sepulcro, en la necrópolis de Dra Abu el-Naga, cerca del Valle de los Reyes. 3.500 años que los jeroglíficos pintados en la cámara mortuoria no eran leídos. 3.500 años que nadie admiraba los ojos azules de Nut, la diosa del cielo. Hoy, 3.500 años después, la luz vuelve a esa cámara oscura y olvidada por el tiempo. El egiptólogo José Manuel Galán y su equipo que excavan en la zona desde 2002 han descubierto una nueva joya del arte egipcio, que se hallaba dormida bajo la arena y las rocas del desierto. No es la primera persona que pisa esa tumba en tantos años, ya alguien se encargó anteriormente de robar los objetos de valor que el escriba escogió para que le acompañarán en su viaje al más allá. El ladrón de tumbas se llevó el oro, pero no pudo llevarse la joya más preciada del ajuar: el bello ejemplar del Libro de los Muertos pintado en las paredes. Gracias a él, Djehuty, al fin y al cabo, no se equivocó y su nombre resucita hoy, 3.500 años después.

Imagen: Detalle del techo de la cámara principal de la tumba de Djehuty, descubierta en marzo de 2009.

sábado, 10 de enero de 2009

Gaza

Creer que un enemigo débil no puede dañarnos es creer que una chispa no puede incendiar un bosque.


De nuevo David agarra una piedra para lanzar, esta vez, contra un Goliat subido a un tanque. De nuevo las nubes se vuelven polvo y humo de destrucción. De nuevo se lucha por un trozo de tierra, como antaño, tierra árida e inhabitable, pero tierra al fin y al cabo. De nuevo, se piensa en el caos para alcanzar el poder, ignorando que las mentes no se pueden controlar con fuego y balas. Las justificaciones son variadas, todas inútiles, como siempre, porque parece que se quiere matar con la conciencia blanqueada. Los rezos resuenan en una lengua y se contrarreza en otra. Plomo fundido derramado desde el cielo. Y personas encerradas en una ratonera sin salida, sin alimentos, esperando su destino, dejadas a su suerte. Suerte nefasta brindada desde el nacimiento, por el simple hecho de nacer en un lugar y no en otro. Los muertos, sin embargo, no hablan ningún idioma, no se quejan, ni son de aquí o de allá. Los muertos dejan de tener religión y se convierten en cifras.
Y mientras, el resto de mundo retransmite la matanza, apostando su dinero por uno o por otro, como un combate de boxeo macabro pero con la seguridad de saber que el fuego está lejos, muy lejos, en una tierra mítica, donde las desgracias son, por concepto, bíblicas.

Hoy todo esto ocurre en Gaza y centramos nuestra atención hacia aquel lugar, pero en unos meses olvidaremos esta herida y pondremos el foco en cualquier otro lugar que sangre. Como ayer fue Iraq o Bosnia o Somalia. Mar de muertes injustas, como sólo la guerra sabe hacer. Volveremos a poner nuestro mejor gesto de horror y seguiremos viviendo.

Imagen: Ataque aéreo israelí a la franja de Gaza (28 de diciembre de 2008).

martes, 4 de noviembre de 2008

Barack & John

Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería.


Las elecciones siempre son complejas; múltiples elecciones que todos tenemos que tomar a diario, sin saber cuáles serán sus consecuencias últimas. Elecciones con motivos o sin ellos, decisiones reflexionadas o surgidas improvisadamente. Todos andamos pendientes de ellas, bien sean para decidir algo tan colectivo como un presidente o algo tan modesto como lo que comerás hoy en el almuerzo. Nos exhortan diciendo que seamos consecuentes, responsables, que en nuestra decisión está el futuro, aunque pensemos que nuestra pequeña contribución poco aportará a que se cambien las cosas. Yes, we can, nos dicen, únicamente porque les hace falta nuestra papeleta, que una vez dada se guardará en el trastero con el resto de votos viejos. Siento sentirme escéptico, democráticamente escéptico, aunque comulgo cada cuatro años, por sentirme incluido dentro del mal menor. La democracia, una vez perdida la ilusión, se convierte en un sistema monótono y gris, por más que los contendientes nos intenten insuflar ánimos para que salgamos ese día del caparazón y demos nuestra confianza a alguno de ellos. En cualquier caso, decido decidir, aunque mi decisión se mezcle como una gota de agua en un océano, porque sé que una pequeña cabeza de alfiler poco tiene que pinchar en los grandes asuntos.

Hoy, 4 de noviembre, se elige al presidente de Estados Unidos y se vuelve a montar toda la parafernalia que surge alrededor de esta elección. Cabeza de potencia, nuevo emperador del universo, señor más industrializado, ciudadano número uno del mundo o cualquier calificativo imaginable cabe para el que salga elegido. El mundo contiene la respiración por lo que decida un país. Barack o John se verán con las riendas de un lugar, a mi juicio, tremendamente difícil de gobernar. Estados Unidos es el país de los rifles en las mesillas de noche, pero también el que vio surgir el movimiento hippie. Es la tierra del cinturón de la Biblia y el creacionismo pero también el paraíso del porno o de la Babilonia hollywoodiense. Es sinrazón en la cual el Partido Nazi de América (sí, existe) ha pedido el voto para el candidato negro. Es desierto y catarata, es llanura y rocosas, costa este y oeste. Una bomba de relojería con bienintencionada conciencia de policía y que luce orgullosa sus galas morales y religiosas. Estados Unidos de colores, de barras y estrellas, de dólar y de petróleo, democráticamente republicano y republicanamente demócrata. Si tuviera que votar allí, supongo que sabría lo que hacer, pero ajeno a tanto Dios y a tanto Washington, declino decantarme. Estoy harto. Esta es mi elección.

sábado, 18 de octubre de 2008

No sólo huesos

Podrán golpearme, romperme los huesos, matarme, tendrán mi cádaver, pero no mi obediencia.



Huesos, 206 huesos, tibias, rótulas, esqueletos mondos o llenos de polvo, todos iguales, como los huesos de todos, con el mismo destino, descansar para ir desintegrándose y convertirse en tierra y olvidarse en el subterráneo del mundo que existe encima de ellos. Todos los huesos son iguales, cráneos de desaparecidos argentinos o chilenos, largos fémures judíos, bosnios, musulmanes, kosovares o georgianos, costillas tibetanas, camboyanas o guatemaltecas, columnas armenias o ruandesas. Todos, antaño llenos de vida, hombres y mujeres murieron y fueron ocultados por órdenes de los represores, de los intolerantes, de los malditos que pensaron que era más fácil acabar a tiros con los que pensaban diferente, con los que les incomodaban. Y escondieron esos huesos como pruebas de sus crímenes, en cunetas, en pozos, en agujeros, para que, sin nombre ni razones, fueran olvidados y se deshicieran en la tierra para siempre. Por eso, las generaciones no pueden olvidarlos, porque hacerlo sería cumplir la voluntad de los dictadores, reyezuelos, militares salvapatrias, algunos de los cuales descansan, curiosamente, en tumbas de mármol. Se lo debemos a los hijos, a los nietos, a las familias de los que buscan esos huesos, a los que no dejaron llorar la muerte de sus seres queridos, a los que sufrieron la persecución sólo por estar próximos a los que hoy son sólo huesos.

El 16 de octubre de 2008, un auto del juez Garzón ordenó la apertura de 19 fosas comunes de represaliados del régimen franquista, como parte de un sumario por Crímenes contra la Humanidad. Se estima según los documentos aportados que la cifra puede ascender a 114.266 personas que desaparecieron entre el 17 de julio de 1936 y diciembre de 1951, de las que casi un tercio fueron asesinadas en Andalucía. Obviamente, los responsables de dichos crímenes ya son huesos también y el peso de la ley llega tarde para ellos, pero al menos las familias podrán localizar a los que fueron enterrados para ser olvidados. No entiendo ni los silencios cómplices, ni las negativas interesadas a un acto de sentido común como esta mínima reparación para los que las heridas no podían cicatrizar.

sábado, 11 de octubre de 2008

Los premios literarios

Todos los premios literarios son una suerte, dan tiempo y suponen una motivación.



Y se ha distinguido con el Nobel de Literatura de 2008, a Jean-Marie Le Clézio, escritor francés [...] La correcta pronunciación francesa de la presentadora del informativo me hizo gracia. Le Clézio, me suena, veamos. Me dirigí a la estantería y como no uso ningún orden en la colocación de mis libros, empecé a pasear frente a ella. Hummm, me suena, me suena, Le Clézio, pero fue inútil. A veces parece que los libros se me esconden y no quieren ser encontrados. Derrotado, desistí y me marché a cualquier otro lugar. Pero éstas son las típicas tonterías que, si me ocurren, me ocupan la cabeza todo el día y hasta que no lo soluciono, no me quedo tranquilo. A las dos horas volví, totalmente decidido a encontrar el libro, pero diez minutos después acabé harto de revolver y con el firme propósito de ordenar de alguna manera este caos. Finalmente, me olvidé del Nobel. Pero esa noche, una vez metido en la cama, se me encendió la bombilla. Me levanté de un brinco, encendí apresuradamente la luz y fue directo a una pila de libros que tengo sobre un mueble, de los que nunca sé donde poner. Allí estaba: Diego y Frida (J. M. G. Le Clézio, 1993), lo compré en Madrid hace como 3 años... Volví a la cama con una satisfacción tan grande como si el premio Nobel me lo hubieran concedido a mí.

Los premios literarios son de dos tipos: los que premian a una obra, que aún está en el mercado y por lo tanto sirven como reclamo publicitario para los posibles compradores y los que se conceden al conjunto de una obra, como el premio Nobel. Si todo el mundo reconoce los motivos de los primeros, es más difícil con los segundos, porque ¿cuál es la razón de premiar a estos escritores? Me imagino a los miembros del comité de selección del Nobel, o del Cervantes, o del premio Príncipe de Asturias de las Letras discutiendo: este año le toca a una mujer, que no, que a un francés, pero a ese no, que llevamos a muchos novelistas seguidos... En fin, hablarán de todo menos de libros. Este tipo de premios institucionalizan un nombre y lo hacen conocido internacionalmente, creo que esa es su función principal, más allá de agradecer su contribución a la cultura a una determinada persona o a un movimiento literario. Es curioso, como de repente, se añaden a sus apellidos, un apelativo extra: el de Nobel y como por arte de magia se convierten en objeto de deseo de medios de comunicaciones, universidades, círculos literarios y editoriales.

No me resistía a poner esta magnífica foto de Henri Cartier-Bresson de 1965, donde retrata en París a Le Clézio y a su esposa, como la pareja perfecta de jóvenes intelectuales, existencialistas y sesenteros.

jueves, 18 de septiembre de 2008

El obelisco de Aksum

Sólo hay una manera de poner término al mal, y es el devolver bien por mal.


Un bloque de piedra puede ser piedra y además un símbolo. Cuando un bloque de piedra traspasa el mar para decorar la plaza de una ciudad desconocida, o la ser estrella de una museo, deja de ser únicamente una piedra. Cuando un país quiere recuperar una grandeza, hace años perdida, puede entrar en una espiral de fechorías, donde hay muertes de inocentes, robos y saqueos. Ir detrás de un delirio sólo trae consecuencias funestas. La Historia, esa que se escribe con mayúsculas, se compone de grandes nombres tallados en mármol y desprecia los nombres anónimos, los que sufrieron sin que su sufrimiento sirviera para algo, aquéllos cuyas muertes sólo fue un hecho biológico dentro de la inmensidad del Universo.

Todo esto significa el obelisco de Aksum, botín de la invasión italiana de Abisinia en pleno auge del fascismo. Un gran pedazo de granito labrado de 1700 años y 25 metros de altura, que desde el año 1937, lucía en la plaza de la Porta Capena de Roma, enfrente de la sede de la FAO y del Circo Máximo. Mussolini lo arrebató de su placidez de siglos en tierras africanas como emblema de la superioridad italiana en el que iba a ser el germen del nuevo Imperio. Después de una ardua restauración y un difícil traslado, el 4 de septiembre de 2008 se reerigió en su ubicación original en Aksum (Etiopía), saldando una deuda que ya duraba 70 años. Un símbolo de los desmanes del fascismo que afortunadamente el gobierno italiano ha solucionado.

Esto me lleva a pensar en otras reclamaciones de patrimonio cultural: en los famosos mármoles del Partenón o la piedra de Rosetta del Museo Británico, en el bello busto de Nefertiti del Museo de Berlín, en el Altar de Pérgamo, también en Berlín o en los leones alados asirios del Louvre o del Museo Metropolitano. Todo ello fruto del saqueo colonial, símbolos de imperios aprovechados por otros imperios para destacar su poderío ante el mundo. Joyas que se encuentran a cientos de kilómetros de sus lugares de origen y que nos hacen pensar por que tienen aún el poder de retenerlas. Y parece ser que nadie da el paso para solucionar paradojas del mundo como la de que en Roma haya más obeliscos egipcios que en el propio Egipto o que para conocer el arte griego clásico lo mejor es ir al Museo Británico. Aplaudo la noble decisión italiana de devolver a los etíopes su obelisco. Con ella, la misma piedra que en Roma sólo podía ser causa de vergüenza del ratero fascismo, vuelve hoy a convertirse en una obra de arte.

jueves, 28 de agosto de 2008

El ocaso de Pompeya

Todo yace sumergido en llamas y triste ceniza. Ni los dioses hubieran tenido poder para hacer algo parecido.


No podía durar mucho tiempo. Nuestro fin estaba escrito en las rocas del interior de la Tierra. Pero no pensé que me iba a tocar a mí. Yo, que soy un honrado artesano, que nací bajo la sombra del gran Padre Vesubio y que no tengo nada que ver con los sucios burdeles, ni con el culto a Baco, voy a sucumbir bajo la nube de polvo y muerte que sale de su caldera. Él, el que dio sombra a Pompeya, el que concedió fertilidad a la tierra hasta convertir el vino de sus laderas en néctar divino, hoy, cansado de nuestros abusos, hará caer su cólera sobre nuestras desdichadas osamentas. Ni el auxilio del Apolo, cuyo carro ha desaparecido bajo la niebla de fuego, ni el más poderoso rayo de Júpiter contendrán la furia del monte, que ruge en sus adentros, dando la voz de aviso a los que serán sus víctimas. No queda nada más que hacer, ni ruegos, ni quejas, ni apenas lágrimas. Pompeya pagará sus pecados bajo la ceniza purificadora del infierno. La ciudad, que miraba altiva, luciendo su prosperidad, quedará enterrada por el fuego y la piedra, extinguida como una plaga. La Humanidad enterrará también su recuerdo. Nunca nadie volverá a acordarse de Pompeya.

Pero se equivocaron los que pensaron así, Pompeya volvió a nacer a finales del siglo XVIII con el inicio de la Arqueología moderna. Nació una ciudad totalmente detenida en el tiempo, justamente el 24 y 25 de agosto del 79 dC. Surgieron de repente, casas, tiendas, templos, esculturas y frescos, como nunca se habían visto antes. Con toda su fuerza originaria rescatada de entre las cenizas, Pompeya se convirtió en un símbolo, muestra del urbanismo romano y de su forma de vida, cuestiones difíciles de estudiar cuando se trata de civilizaciones antiguas. Hoy, 1979 años después, Pompeya se prepara para una nueva erupción, que esta vez supondrá la destrucción definitiva de la ciudad. No será el Vesubio esta vez, sino el dinero. Es curioso que en la ciudad donde se encontró una inscripción que decía Salve, lucrum (Bienvenido, dinero), el turismo descontrolado y la falta de mantenimiento terminen por acabar con ella. Cada año se pierden al menos 150 m² de frescos y yesos y unas 3000 piezas de piedra acaban desintegrándose. El gobierno italiano ha declarado el estado de emergencia en el yacimiento, que paradójicamente lleva a cabo medidas de restauración desde 1978. Se pierde lo ya excavado, pero también el tercio que queda sin hacerlo al ser usado como vertedero ilegal de las basuras excedentes de Nápoles. Pompeya vuelve a estar en manos del destino. Alea jacta est.

domingo, 24 de agosto de 2008

El nido de pájaro

Buscamos ir más allá de los estadios tecnócratas de siempre, con su arquitectura dominada por tramos estructurales y pantallas digitales.



Se acabaron los Juegos Olímpicos de Pekín, pero hoy, en que abundarán los análisis, quiero abstraerme de ellos y no entrar en la polémica política, organizativa o arbitral. Fueron lo que fueron. Centro mis ojos en el corazón del anillo olímpico. Como con una grúa, mi imaginación se lleva de la ciudad de Pekín el Estadio Nacional y lo transporta a un lugar indeterminado, a tierra de nadie. Un sitio en que no haya ideología, ni nacionalidad, ni presiones internacionales, ni hipocresía, ni doble moral. Lo admiro como construcción sin nombre, como maravilla de la naturaleza. Estadio que es nido de pájaro, pero también corona de espinas o arrecife de coral, ojo divino que todo lo ve o zarza ardiendo. Como maravilla de la naturaleza o como obra humana, el nido se levanta majestuoso, enrevesado. Capaz de albergar sentimientos en su poderosa estructura, se mantiene inerte esperando que la vida se encierre en sus gradas. El nido es una obra de arte del nuevo siglo que comienza, eso es seguro. Luego lo vuelvo a colocar en su ubicación, en el nuevo Pekín olímpico y me doy cuenta que es un edificio en su contexto, que sólo en mi imaginación se mantiene exento. En la realidad es el intento de la China comunista de dar una imagen internacional de legitimidad a su régimen y mi opinión sobre el estadio es otra, no puede ser la misma. El progreso de un país no reside en un estadio, ni en la organización de un evento internacional, el progreso reside en los derechos de sus ciudadanos, en la libertad de expresión y disensión, en la libre manifestación y asociación, en poder gozar de una vida tranquila más allá de los problemas habituales que ésta tiene, sin estar continuamente observado por el todopoderoso partido. Y hoy, 24 de agosto de 2008, veo el nido de pájaro más como un arbusto espinoso. Llegará el día en que esta percepción cambie. Ojalá lo vea.

martes, 5 de agosto de 2008

La verdad al desnudo

Quien quiera enseñarnos una verdad, que no nos la diga: que nos sitúe de modo que la descubramos nosotros.


La verdad duele pero también nos hace libres. Con la verdad, uno se siente más seguro, sin nada que esconder, sin ataduras. Eres honesto si sigues a la verdad. Pero a veces se nos presenta la verdad velada, sin poder apreciarla en todo su esplendor. Vestida con ricos ropajes que distraen de la piel desnuda. La verdad adornada, la media verdad, que es frecuentemente más peligrosa que la mentira. Esta verdad vestida nos manipula, nos presiona para que actuemos en su defensa, sin saber que es torticera y egoísta. Por eso debemos procurar arrancar la ropa a la verdad, que con sus pechos al aire nos indique el camino. Luego uno puede elegir si seguirlo o no. En eso, cuenta también la libertad, la propia capacidad de decisión.

Que mejor idea que utilizar la reproducción de la pintura La Verdad desvelada por el Tiempo (Giovanni Battista Tiepolo, 1743) como fondo del lugar donde se conceden las ruedas de prensa de un gobierno. Es el lugar indicado donde un político debe decir la verdad y así lo pensaron en Italia. Pero La Verdad del cuadro de Tiepolo ahora parece no gustar al gobierno de Berlusconi, porque es una Verdad muy impúdica y muy ligera. ¿Qué va a pensar el pobre espectador italiano si ve un pecho junto a la cara del presidente? A ver si cree que el gobierno italiano se reúne en algún lugar pecaminoso... Pues la solución es simple. Nada de cambiar el enfoque de la cámara, lo mejor es proveer a la Verdad de un mojigato velo que tape sus turgencias. Como en la vieja historia de Il Braghettone, que tapó los desnudos de El Juicio Final de la Capilla Sixtina, Berlusconi se ha colocado la mitra papal y se ha erigido en sumo pontífice de la decencia. Menos mal que Italia lo tiene a él. Desde luego, el siglo XVIII fue un pozo de libertinaje. Este Tiepolo era un lascivo y no se puede consentir a estas alturas. Tomemos ejemplo en España y vistamos los desnudos cuerpos que Tiepolo nos dejó pintados en los techos del Palacio Real, no vayamos a pervertir a los turistas japoneses que lo visitan. Guardemos la moral, que un pecho es un pecho, aunque sea de la Verdad. Ahora me voy un rato a la playa a lapidar mujeres en top less, que ando aburrido.

Imagen: Original de La Verdad desvelada por el Tiempo, que se conserva en el Museo Civici de Vicenza.

martes, 8 de julio de 2008

Nunca podremos

La conocen los que la perdieron,
los que la vieron de cerca, irse muy lejos
y los que la volvieron a encontrar,
la conocen los presos.
La libertad.


Podríamos hablar de palomas al vuelo, de cadenas rotas, de mordazas arrebatadas. Podríamos citar a todos los que fueron secuestrados, rehenes, prisioneros, de la fuerza física, del poder real o fáctico. Podríamos hablar de justicias e injusticias en el mundo que fueron y serán. Podremos ser escépticos y decir que quien se crea libre en este mundo semifeudal es un iluso, que sigue habiendo grilletes y techos de cristal. Podremos teorizar sobre la esclavitud luciendo ropa de marca cosida por niños del Tercer Mundo. Podremos vivir en nuestra burbuja de necesidades perentorias con esa insatisfacción del consumista siempre rondando sobre la cabeza. Podremos encontrar paraísos artificiales a los que escapar de vacaciones, creyéndonos únicos y afortunados. Podremos vivir felices, sumergidos en la ignorancia, en la ambición o en cualquiera de los pecados capitales de este siglo. Podremos aferrarnos a ideas y morir por ellas o por el contrario ser indiferente a lo que pasa a nuestro alrededor como estatuas de mármol. Podremos alegrarnos por ver pasar la vida de nosotros mismos y los que nos acompañan. Podríamos asistir al gran teatro del mundo con nuestra mejor máscara y aplaudir con decisión. Podríamos creer que los monstruos no existen, que sólo son un cuento para asustar a los niños.
Pero nunca, nunca, nunca podremos sentir, ni siquiera imaginar lo que sintió Íngrid Betancourt y sus compañeros cuando fueron liberados de ese cautiverio en la selva, injusto, inhumano y voluntariamente prolongado. Supongo que ésta es la mejor recompensa que esas personas se merecen.

La ex-candidata a la presidencia colombiana, Íngrid Betancourt, junto a otras 14 personas, fueron puestas en libertad el 2 de julio de 2008, gracias a Operación Jaque de las Fuerzas Militares de Colombia. La guerrilla de las FARC prolongó su secuestro durante seis años, cuatro meses y nueve días. Espero que el tiempo robado a la vida de esta mujer le sea devuelto con un futuro muy próspero.

domingo, 15 de junio de 2008

Expo Zaragoza 2008

And it's a hard, it's a hard, it's a hard, it's a hard,
it's a hard rain's a-gonna fall.


El agua es la vida, no invento nada. Sin ella no podemos sobrevivir, bebemos de ella y somos ella. Como las cosas importantes, nos damos cuenta de su valía sólo cuando nos falta. Sea agua dulce, salada, mineral, de lluvia, de pozo, sea sobre la hierba, en una botella o en un lago, el agua nos da fuerza, la necesitamos. Por eso, debemos cuidar el agua, como se cuida de lo más preciado. Y en una Tierra cada vez más poblada, el agua siempre escasea. Estamos tan acostumbrados a abrir un grifo y que el agua mane sin preocupación, que no nos acordamos de lo que cuesta que llegue a nosotros. Desde las nubes, nos alivia el ambiente que nuestra inconsciente contaminación produce. Satisface a las plantas y animales que se convertirán en nuestros alimentos. Calma nuestra sed. Limpia nuestra ropa, nuestra piel. Sin ella, somos desierto. Por eso, más que el agua se merezca una exposición, nuestra consciencia necesita un recordatorio. No podemos dejarlo correr.

El 14 de junio de 2008 se inauguró la Exposición Internacional de Zaragoza cuyo lema es Agua y Desarrollo Sostenible. Durante 3 meses, se dedicará un recinto entero a explicar la necesidad y la función del agua y los métodos para protegerla. Los diferentes países mostrarán al público su visión del precioso líquido. No sé sabe si las buenas intenciones de un acontecimiento multitudinario como éste luego se verán reflejadas en la realidad, pero puede ser un punto de partida interesante para reflexionar y concienciarnos sobre la importancia del agua. Cuidar del agua y su reparto equitativo debería ser uno de los puntos destacados de la política de todos los estados. Digo debería ser porque actualmente no lo es, sólo esperamos a la suerte de la lluvia, sentados, sin hacer nada. Si persistimos en esto, moriremos de sed en un planeta seco, yermo, sin vida.


Vídeo: Canción oficial de la Expo Zaragoza 2008: Amaral - Llegará la tormenta.
Imagen: Torre del Agua en la inauguración de la exposición.

jueves, 12 de junio de 2008

Los alimentos perecederos

Es una violacion de la ley natural que un puñado de hombres estén colmados de cosas superfluas mientras la multitud padece hambre.


Rápidas carreras para agarrar el último pedazo de carne, empujones, codazos, malas miradas. Las muchas personas que entran en el supermercado se dan de bruces con estanterías vacías. Se desata la histeria. A grandes zancadas, se escudriña un pasillo detrás de otro en busca de algún alimento solitario que haya pasado desapercibido. Esta búsqueda sólo es interrumpida por los gritos de alegría de algún afortunado que ha encontrado una lata de sardinas o de mejillones en conserva. La mayoría maldice su suerte y se queja lastimosamente con las manos en la cabeza. ¿Qué vamos a hacer? piensan al unísono. El gran espacio del supermercado, en otro día rebosante de productos, hoy se llena únicamente de caras de preocupación. Caras que irán adelgazándose más y más, hasta perder la expresión, como animales hambrientos, no habrá en su camino ni amigos, ni familia. La multitud decepcionada va abandonando el edificio, lentamente, arrastrando los pies, mientras avisa a los retrasados que ya no hay nada que rascar allí. Deambulan por las calles, rebuscan en la basura, asaltan comercios. Los más precavidos esconden como tesoros sus sobras, pan mohoso, fruta medio podrida. Los niños miran a sus padres con desesperación, mientras las tripas rugen. No hay nada que comer.

La huelga del transporte en España ha resucitado el fantasma del desabastecimiento de alimentos. Creo que de manera muy prematura, porque si bien faltan algunas cosas, aún los comercios tienen lo suficiente para ir tirando. Pero es que sin la leche desnatada Omega 3 o el pan de molde integral no somos nada. El consumo de gasolina ha crecido en estos días por miedo a la escasez y eso que desde que el petróleo está por las nubes, se compra el combustible como si fuera néctar de los dioses. Y mientras, los alimentos se estropean en sus centros de distribución y se tiran, al no haber transporte que los acerquen al consumidor. Todo esto ocurre en plena crisis alimentaria mundial. Luego acabará la huelga y todo volverá a su lugar y en unos meses nadie se acordará de esto. Sin embargo, viendo el temor inaudito de la gente a no tener que comer cuando aún hay casi de todo, me pregunto, ¿qué ocurriría si sucede algo verdaderamente grave? Como una nueva guerra mundial, un golpe de estado, un desastre nuclear o algo así. Pues sería el caos, la ley de la jungla, no quiero ni imaginármelo. El precio de la gasolina sube pero aún más la tontería del Primer Mundo. Donde realmente faltan alimentos, nuestros melindres deben resultarles de lo más chistoso.

martes, 27 de mayo de 2008

Estrellas cosidas a la ropa

Como niños que creen en la vida,
muchos se estremecen ante el espectáculo de la nieve
en un extraño país
necesitando algún tiempo para comprender
la clase de frío que les asalta.

Max Frisch (sobre los inmigrantes italianos en Suiza)

Italia recibió a los artistas venidos de todo el mundo durante el Renacimiento, era el destino del Grand Tour para los ingleses en el siglo XIX que llegaron a formar colonias en ciudades como Florencia, reunía a los excéntricos ricos de la Jet Set internacional en la Costa Esmeralda o Amalfitana y millones de turistas recorren cada año sus calles y plazas. Pero parece que el Gobierno de Silvio Berlusconi, recientemente elegido, busca que los extranjeros lleguen a Italia, consuman, compren postales y se vayan. Han decidido que no se puede aguantar más con tanto inmigrante ilegal, que además no son rubios ni con ojos azules, ni siquieran traen dinero. Lleguen en patera o en avión, los que no tengan papeles serán delincuentes y como delincuentes serán expulsados del país. Además los que se atrevan a alquilar alguna vivienda a éstos, correrán la misma suerte, el delito, por favorecer la estancia de los indeseables. Es que ya no se puede pasear por las calles de Roma...
En Nápoles tienen otro problema, hábilmente solucionado por el gobierno del empresario. Hay asentamientos de gitanos rumanos, que claro, afean el entorno y encima nadie conoce de que viven, seguramente de robar. Una cosa es la Camorra, que es de allí y otra, estos rumanos. Los gitanos tampoco son rubios y visten con harapos. Para eso, el gobierno controlará los poblados para que no salgan a relacionarse con los napolitanos. Es mejor que estén vigilados por lo que puedan hacer, está claro. Si incumplen las leyes, pueden ser detenidos y conminados en centros de detención durante 18 meses. Espero que la UE no se ponga pesada y esgrima la libertad de movimiento que tienen declarada todos los ciudadanos incluidos los rumanos; éstos que se muevan por donde quieran pero no en Italia. Yo, desde aquí, además, propondría a Berlusconi que hiciera algo con el atuendo de los gitanos que da muy mala imagen, que luzcan algo distintivo para que la población de bien los reconozcan, no sé, estrellas de diferentes colores, triángulos o brazaletes cosidos a la ropa. Como algún gitano de esos puede que no tenga los rasgos que denoten su raza, el sistema de clasificación sería muy buena idea. Así todos estarían más tranquilos sabiendo quienes son. Y si viven todos en un mismo sitio, también mejor, que nunca se sabe que puede ocurrir.

La Historia de la Humanidad es la historia de los movimientos migratorios. La emigración italiana ha sido un caso singular, se estima que desde fines del siglo XIX hasta los años 70 más de 30 millones de italianos salieron de su país en busca de nuevas oportunidades laborales, fundamentalmente a Estados Unidos, Argentina, Brasil y Centroeuropa. En la actualidad, hay aproximadamente 15,7 millones de italoamericanos y entre 15 y 20 millones de argentinos que en distinto grado tienen también esta ascendencia italiana. Menos mal que no se toparon con gobiernos como el de Berlusconi.

viernes, 28 de marzo de 2008

Maestro Azcona

Qué estupidez esa del final feliz como garantía del taquillazo. ¿Lo tiene Romeo y Julieta?


El verdugo no quiere matar, él sólo quiere un piso con su señora, tranquilidad, pero los pisos están por las nubes. El abuelo quiere un cochecito para fardar con sus amigos. Un empresario catalán quiere contactos para hacer prosperar su negocio por eso va a una cacería aunque no sepa ni disparar un tiro. El marqués de Leguineche quiere recuperar la vida cortesana en su palacete de Madrid pero ya no hay corte aunque haya rey. La compañía de teatro quiere representar La corte del faraón sin problemas con la censura y el comisario pide una paella para el largo interrogatorio. Loli sólo quiere casarse con Leonardo a pesar del turismo y de la muerte de la madre de éste. ¡Vivan los novios! Hildegart Rodríguez quiere una sociedad igualitaria sin discriminación de género pero también quiere encontrar el amor. Carmela y Paulino, variedades a lo fino, sólo quieren aplausos para su espectáculo sean rojos o franquistas. Flor de Otoño quiere vivir sin que su pasado de chico bien sea una losa para su vida. Todos estos deseos de un país en blanco y negro estuvieron un día en la cabeza del guionista, luego plasmados en papel, en la boca de los actores después y de ahí a la cabeza de los espectadores.

Yo quiero que maestros como Rafael Azcona nunca dejen de existir y que las películas suplan la falta de presupuesto con ideas. Quiero que los verdugos no quieran matar y quiero que en los países aunque haya lo mínimo para comer, no deje de existir el humor. Maestro, espero que la muerte viniera a verle vestida de guardia civil subida en una barca y que la acompañara con una sonrisa.