Me veo inevitablemente atraída por aquellos cómics en los que aparece una mujer solitaria no objetificada en portada. Lo de «Akira, Los Juegos del Hambre y Superman entran en colisión» ya me tiraba más para atrás pero pensé que sería una exageración desvirtuada de esas que queda bien poner en portada a modo de reclamo. No he leído Akira (porque soy una hereje no tan adinerada como querría) y lo poco que sé de Superman es por la horrible Man of Steel (y diría que por Batman v. Superman pero para qué engañarnos) pero no esperaba que esa síntesis reduccionista fuera a ser tan acertada. Eso sí, quizá hubiese añadido las evidentes referencias a Wonder Woman y Watchmen (ya puestos...).
Con tan solo diecisiete años, Mara es una ídolo de masas, una imbatible jugadora de voleibol mundialmente conocida. Criada en una suerte de nación comunista, separada de su familia en su más tierna infancia, instruida para ser una herramienta de la nación, un reclamo para los soldados; instigada a entregar todo su ser por el bien de la nación. En medio de la vorágine que crean fans, patrocinadores y enemigos a su alrededor, no parece que tenga tiempo (ni derecho) para preguntarse qué le gustaría hacer con su vida más allá de su deber.
Este cómic nos cuenta la historia de, cómo adelanta su título, Mara. Centrarse exclusivamente en la protagonista permite toda una reflexión introspectiva sobre cómo un único individuo, en este caso una mujer que apenas acaba de dejar atrás la adolescencia, podría desarrollarse al crecer en una sociedad enfermiza o al descubrir unas habilidades sobrehumanas. Precisamente por ello, el contexto en que se desarrolla la historia debería ser esencial para comprender lo que ocurre en la misma; sin embargo, se trata de forma muy superficial y no se llega a profundizar ni en el trasfondo político ni en ningún otro personaje que no sea la propia Mara, restándole enteros a la historia desde el primer capítulo.
Y ni siquiera en esta fijación por seguir a la protagonista que convierte al lector en paparazzi consiguen los autores que la comprendamos ya que lo que se nos muestra es errático, caótico, desordenado e inconexo. Hay demasiadas cosas que desconocemos y los eventos se precipitan de tal forma en el reducido espacio que ofrecen los seis capítulos del cómic que difícilmente se puede empatizar con Mara.
Atendiendo a la fecha de publicación, es inevitable pensar que esta historia bebe de las influencias de Los Juegos del Hambre aunque, curiosamente, no adopta tanto la distopía apocalíptica o la lucha a muerte sino esa obsesión superficial por la imagen sin que importe ni lo más mínimo el individuo en sí. Lo preocupante de que Mara esté tan rota que no pueda dormir es que entonces tendrá ojeras y no saldrá tan favorecida en su próxima entrevista.
Atendiendo a la fecha de publicación, es inevitable pensar que esta historia bebe de las influencias de Los Juegos del Hambre aunque, curiosamente, no adopta tanto la distopía apocalíptica o la lucha a muerte sino esa obsesión superficial por la imagen sin que importe ni lo más mínimo el individuo en sí. Lo preocupante de que Mara esté tan rota que no pueda dormir es que entonces tendrá ojeras y no saldrá tan favorecida en su próxima entrevista.
Nos encontramos ante un compendio de capítulos que teóricamente fluyen el uno en el siguiente pero la realidad es que cada uno se centra en aspectos absolutamente distintos de la vida de Mara desde un monográfico sobre voleibol hasta un viaje espacial, con muy pocas explicaciones de por medio. Sinceramente, creo que por querer abarcarlo todo el guionista acabó quedándose sin nada más que un par de reflexiones interesantes y una o dos viñetas dignas de enmarcar.
Curiosamente, aunque el arte está muy trabajado (no acabo de ver a qué se refieren los críticos con aquello de que es feísta) me da la sensación de que es correcto en extremo, contribuyendo todavía más a esa lejanía emocional que me produce la historia per se. Nada malo tengo que decir de la edición, muy adecuada, recopilando los seis números originales en un solo volumen con tapa dura, a todo color, con varios bocetos e ilustraciones de artistas invitados a modo de bonus track al final del tomo.
Curiosamente, aunque el arte está muy trabajado (no acabo de ver a qué se refieren los críticos con aquello de que es feísta) me da la sensación de que es correcto en extremo, contribuyendo todavía más a esa lejanía emocional que me produce la historia per se. Nada malo tengo que decir de la edición, muy adecuada, recopilando los seis números originales en un solo volumen con tapa dura, a todo color, con varios bocetos e ilustraciones de artistas invitados a modo de bonus track al final del tomo.
Tiene el cómic americano algo que, incluso en su monumental diversidad, lo aleja de las producciones europeas. La lectura de Mara me ha dejado de lo más indiferente, que es lo último que espero cuando le doy una oportunidad a un cómic así que me temo que no puedo recomendároslo.