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sábado, 11 de febrero de 2017

Tino Casal, el arte por exceso


La única ventaja de mi Ford Fiesta de principios de siglo es contar con un fantástico radio-cassette de serie en el que escuchar mis viejas cintas de camino a la oficina.
"Stop, mi hada, estrella invitada, víctima de desamor...
Stop, mi bruja, con tacón de aguja, olvida tu mal humor"
Tú, que ahora vas de hipster, apuesto a que también tienes un pasado ochentero de hombreras, guardapolvos y pelo cardado. 
Tú has bailado con Tino Casal, y si no lo has hecho es porque eres insultantemente joven o no tienes sangre en las venas.
A decir verdad, a mí aquella época me pilló a la edad de jugar con muñecas y no de romper pistas, pero como tengo una hermana que me saca ocho años, el panorama musical de los ochenta me es bastante familiar. 
Una reliquia de aquellos tiempos es la cassette "Etiqueta Negra", el segundo disco de Tino Casal, publicado en 1983.
Así que en cuanto leí en la prensa que el Museo del Traje de Madrid preparaba una exposición sobre el de Tudela-Veguín allá que me fui cámara en ristre; ya era hora de que alguien se decidiera a homenajear a este ilustre paisano mío para el que el apelativo "adelantado a su tiempo" se queda muy corto. "Tino Casal, el arte por el exceso" puede visitarse de forma gratuita hasta el 19 de febrero.
La muestra, comisariada por Juan Gutiérrez y Rodrigo de la Fuente y con un fantástico montaje a cargo de Artec, se ocupa de todas las facetas en las que destacó el artista. Incluye prendas de vestir de su colección particular, bisutería, diseños en cuero, esculturas, fotos y pinturas de artistas de la época.
Casal tuvo una vida corta pero ancha en la que además de desarrollar una carrera musical tocó muchos otros palos. Fue escenógrafo, decorador de interiores, escultor, pintor, productor y hasta diseñador de moda.
Llegó a Madrid muy jovencito, de la mano de su grupo de entonces "Los Archiduques", que le prometieron a sus padres llevarlo a misa todos los domingos.
La iglesia no sé si llegaría a pisarla, pero el chaval vio el cielo abierto al zambullirse en el ambiente bohemio y vanguardista que le ofrecía la capital. Pronto se integró en el círculo de personajes como: los Costus, Fabio Mac Namara o Pablo Pérez Mínguez.
Y para una vida como la suya, era necesaria una imagen única e impactante. Casal creó su propia iconografía: superposiciones, hombreras, estampados en leopardo, sombreros, flecos, grandes joyas en forma de salamandra. Todo ello contribuyó en gran medida a crear el personaje.
Era plenamente consciente de como el vestuario y la puesta en escena podían influir en su trabajo: "Si yo quiero vender mis discos, tengo que tener una imagen que responda a lo que está sonando". "Cada día me aburro de mi imagen pero no puedo cambiarla al ritmo que quisiera, porque el mercado español no lo asimilaría".
Un concepto éste que ya dominaban los británicos Bowie o Boy George creando su propio personaje y reinventándose en cada disco, pero que en España era totalmente innovador y seguramente no fue ni comprendido ni valorado como se merecía.
Casal se movía por Londres como pez en el agua, frecuentaba las boutiques más punteras, como la mítica Biba, compraba prendas ya de por sí innovadoras y las customizaba a su gusto. Sus trajes son un legado maravilloso de lo que fue el postmodernismo y el glam, de una de las décadas más locas y divertidas de nuestras historia reciente.
Una de las partes más emotivas de la exposición es la gran pantalla en la que se proyectan de continuo los videoclips de Tino Casal, con una puesta en escena de lo más sofisticada para aquellos tiempos.
El fotógrafo y yo nos quedamos un buen rato allí de pie, en silencio, reviviendo recuerdos del adolescente y la niña que fuimos en los ochenta.
El lunes  de camino al trabajo le daré la vuelta a la cinta, porque por no tener no tengo ni auto-reverse:
"Etiqueta negra, porque negro es mi color,
etiqueta negra, nunca sopla el viento a favor..."

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Café Central, Madrid

El post de hoy iba a ser un poquito triste o al menos nostálgico porque se supone que hoy cerraba uno de los establecimientos de jazz más carismáticos de España, el Café Central de Madrid, uno de tantos locales afectados por el cambio de normativa en las rentas antiguas.
Pero esta mañana me he despertado con una noticia esperanzadora, que sus propietarios, la familia Céspedes Mac Crohon,  han decidido seguir adelante con el negocio, al menos hasta que el juez diga lo contrario.
Para mí es un alivio porque no andamos sobrados precisamente de locales de música en directo. El Central lleva la friolera de treinta y dos años programando conciertos diarios y presentándonos a los mejores músicos del panorama nacional e internacional.
Bueno, básicamente del español y americano, porque si alguna queja tiene de su público la gerencia del Central es que la sala está más vacía cuando toca algún grupo italiano, francés o sueco; parece que los españoles no estamos por la labor de darle una oportunidad a las bandas europeas.
Salvo por esa excepción lo habitual es que en  los dos pases diarios, a las nueve y a las once de la noche sus mesas estén de bote en bote. De hecho lo más recomendable es reservar con antelación si no te quieres quedar sin plaza.
En el Central he disfrutado de muchos momentos especiales, como cuando tuve a Ben Sidran tocando el piano a un palmo de mi mesa o cuando escuché la versión de Rhapsody in Blue de Antonio Serrano a la armónica.
Cualquier hora del día es buena para visitar el Central, es el lugar donde te refugias en invierno con un buen café delante, donde te tomas una caña cuando aprieta el calor al mediodía o donde quedas a comer con amigos.
 Otra noche muy especial fue aquella en que vi por primera vez en directo al sexteto sevillano O Sister!
Sí, sí, habéis oído bien, aunque estos muchachos parezcan salidos de un speakeasy en plena Gran Depresión lo cierto es que la formación es española al cien por cien:
Paula Padilla, Helena Amado y Marcos Padilla son los vocalistas, la parte más visible del conjunto que completan Matías Comino a la batería, Camilo Bosso al contrabajo y Pablo Cabra a la batería.
Este look retro que se gastan se debe a su gusto por el swing y el dixie del Nueva Orleans de los años treinta. O Sister! apuesta por volver a los orígenes del jazz, una música lúdica, hecha para bailar y divertirse en la calle que se ha ido volviendo elitista con los años.
Y doy fe que lo consiguen porque el ambiente en sus conciertos es de los más festivo, con el público en pie bailando y participando de la fiesta.
Su punto de partida y fuente de inspiración es el terceto vocal The Boswell Sisters, compuesto por tres hermanas de Louissiana; es tanta su admiración que este año participaron a un festival homenaje a The Boswell Sisters que se celebró en Nueva Orleans.
O Sister! tiene ya tres discos en el mercado: "Spooky sessions", "Shout, sister!" y "Crazy People" que podéis escuchar en su página web osister.bandcamp.com
Porque quiero seguir descubriendo grupos como O Sister! y porque soy que de las que creen que nada iguala a la magia del directo, doy gracias a Dios porque de momento podemos continuar yendo al Café Central...
CAFÉ CENTRAL 
Plaza del Ángel, 10
Madrid

viernes, 29 de marzo de 2013

Jorge Hernández: Los Idus de Marzo

Ya nos lo advirtió Shakespeare: "¡Cuídate de los Idus de Marzo!", y si no que se lo digan a Julio César.
Bajo este título "Los Idus de Marzo", nos presenta Jorge Hernández (Huelva,1973) su último trabajo en El Arte de lo Imposible, que inauguró el Miércoles la que ya es su segunda exposición individual en la galería gijonesa.
Esta vez Hernández amplía su paleta de colores, apartándose del monocromo de sus obras anteriores, quizá para equilibrar la balanza del gris que nos rodea últimamente.
Lo que no ha cambiado es ese estilo vintage heredero de la mejor pintura de Edward Hopper o la fotografía del maestro del color William Eggleston, esa imagen de los anuncios y películas americanas de los años cincuenta y sesenta que se han convertido en clásicos para todos nosotros.
Si bien la estética nos recuerda al pasado, la temática no puede resultar más actual: el fin del mundo tal cual lo conocemos.
Los Idus de Marzo son un compendio de cataclismos improbables que acechan la vida apacible y acomodada de los protagonistas: explosiones, coches que se precipitan al vacío, invasiones del espacio exterior...
El pintor nos lanza un mensaje apocalíptico, parece advertirnos de que, cuando menos te lo esperas, ese  pequeño universo que crees controlar puede venirse abajo en un abrir y cerrar de ojos. 
Además de contar con la presencia de Jorge Hernández, la inauguración del Miércoles contó con la actuación en directo de Pauline en la Playa. Es que el dúo gijonés y el artista onubense ya se conocían de antes.
Con motivo de la primera exposición de Jorge en Gijón, Alicia Álvarez (la mitad de Pauline en la Playa) entrevistó al pintor en su programa de la SER "La ventana de Asturias" y ya entonces le dejó caer: "¿Sabes que tus cuadros serían geniales para la portada de un disco?"
Resultó que Jorge ya conocía a Pauline en la Playa de escuchar sus canciones en Radio3, así que estuvo encantado cuando le pidieron que su obra "Economía sumergida" fuese la portada de "El mundo se va acabar", el último disco de las hermanas Álvarez.
Hoy os dejo no una, sino dos recomendaciones para estos días de fiesta: acercaros a "El Arte de lo Imposible" a ver esta magnífica exposición o si la lluvia os hace perezosos, quedaros en casa escuchando a "Pauline en la Playa".


LOS IDUS DE MARZO-JORGE HERNÁNDEZ
El Arte de lo Imposible
C/Jacobo Olañeta, 10 Gijón


domingo, 29 de enero de 2012

Sidonie goes to Xixón

Descubrí a Sidonie hace casi diez años, a través de Radio3, como casi todo lo que merece la pena en el panorama musical.
Enseguida me enganché a aquellos temas alegres y bien tocados donde se dejaba ver la sombra de grandes como Syd Barrett y George Harrison, mi Beatle favorito.

Cuando además les puse cara viéndolos en alguna revista, el look impecable de estos tres feos guapos me fascinó. Ya era hora de aportar un poco de glamour a la música española.
Shell kids (2003), cantado íntegramente en inglés, me pareció sencillamente genial de principio a fin.

A pesar de ello, pensé que esta banda se quedaría en el limbo de los grupos indie mimados por los críticos pero con un público más bien escaso. Por suerte para todos, me equivoqué y Axel, Marc y Jesús no tardaron en poner una pica en los 40 Principales.Eso sí, cuando anunciaron que "Fascinado" (2005) estaría grabado en español... entré en pánico. Sin embargo ese cambio no restó un ápice de calidad a ese álbum, ni a "La Costa Azul" y "El Incendio", que vinieron después.
Ayer nos presentaron su último trabajo "El Fluido García", en la Sala Albéniz de Gijón y no quise faltar a la cita, y eso que esta era ya la cuarta vez que los veía en directo. Nos ofrecieron temas nuevos como El Bosque, El aullido o Perros, pero también repasaron clásicos suyos como Feelin' down, On the Sofa o Varanasi.

La sorpresa de la noche nos la dio David T. Ginzo (a la izquierda en la foto de abajo), un joven músico gijonés que acompaña a Sidonie en su gira y que interpretó un tema propio en asturiano. Tomad nota de este nombre porque dará que hablar...
Después del concierto tuve ocasión de comprobar que los chicos de Sidonie son igual de encantadores en la calle que sobre el escenario.

PD: Hoy, sin que sirva de precedente, las fotos son de Rafa Fernández. Es que se me da fatal disparar a blancos en movimiento, como cazadora no podría ganarme la vida.