Llevaba mucho sin actualizar, pero honestamente, ni me
apetecía ni encontraba ningún tema para ello. He visto muchas películas y
alguna serie, pero no estaba lo bastante motivada como para escribir sobre
ello.
Hoy vengo con una entrada reflexiva, por distintas cosas que
me están pasando últimamente y que me han hecho pensar mucho sobre el valor del
dinero y en qué prefiero gastármelo yo.
Muchos ya sabréis que tengo dos gatos, ambos de una
protectora, uno adoptado y otro de acogida. Los dos tienen inmunodeficiencia
felina, que sería el sida de los gatos, son más propensos a coger enfermedades
porque tienen las defensas más bajitas y necesitan un pienso de calidad alta.
Por esta enfermedad, estos gatos tienen muchas menos posibilidades de ser
adoptados, y más siendo adultos. Uno de ellos, encima es negro, que es como el
color tabú que nadie quiere.
Desde siempre me han fascinado los gatos, y siempre he
querido tener. Hasta que no me he emancipado no ha sido posible, pero al mes de
estar viviendo en el piso, adopté a Zowy, que no fue nada fácil, como
recordaréis los que leísteis esta entrada.
A los dos meses, me ofrecieron ser casa de acogida de una
gatita negra que era probable que fuese inmuno. Al final, con suerte para ella,
dio negativo, lo que le brindaba más oportunidades de ser adoptada. Como ya
estaba dispuesta a tener un gato de acogida, me ofrecieron a Axn (le llamamos
Axen, pero su nombre oficial es ese), un gato inmuno, adulto y negro. Un gato
al que los otros gatos de la protectora le tenían manía y le pegaban.
Hace casi un año que tengo a los dos gatos en casa y son
muchas las veces que he tenido que ir con ella al veterinario. En seguida se
resfría, en seguida le pasa algo. De momento nada serio, una gingivitis que
cuesta mantener a raya y algunos mocos, pero nada más.
A Axen ha habido que quitarle las muelas porque las tenía
infectadas. Esto corre por cuenta de la protectora, le operaron la semana
pasada y en un mes le quitan el resto de muelas que le dejaron. Además, tiene
un leve problema de riñones y pierde proteínas por la orina, así que hay que
darle un pienso especial algo más caro.
Estos gatos lo estarían pasando mucho peor si, todo esto que
han sufrido y padecido este año, lo hubieran pasado dentro de un jaulón. Sin
poder correr, sin poder pasear y sin apenas ver el sol porque no hay otra
posibilidad. Peor sería en la calle, claro, pero aún así, no es lo ideal que un
gato viva en un jaulón.
Por eso prefiero gastarme el dinero en ello antes que en
otras cosas, antes que en viajes, comer fuera o comprarme más libros. Ellos
son algo prioritario en mi vida, y mientras me sea posible, voy a hacer porque
estén bien, porque tengan una vida mejor que la que tendrían en la calle o en
un jaulón y por mejorar su salud lo máximo posible. A costa de renunciar a
otras cosas, pero no me supone un gran sacrificio y menos cuando se quedan
tumbados a mi lado mientras leo en el sofá, o vienen por la noche a dormir
conmigo.
Dan mucho cariño y estoy segura de que ellos me aportan
mucho más de lo que reciben. Lo menos que puedo hacer es cuidarles.