Probablemente esta serie sea de las más raras que he visto
últimamente. La trama principal gira en torno a un hospital psiquiátrico, la
Institución Mental Briarcliff, en los años 60, atendido por monjas no demasiado
misericordiosas y doctores que utilizan métodos que ahora nos parecen bárbaros
y salvajes, pero que en aquella época
eran normales. Un terrible asesino, Bloody Face, es internado en el
psiquiátrico. Paralelamente, en el presente, un asesino empieza a matar
imitando a Bloody Face… ¿o no le imita?
Cuesta mucho hablar del argumento de esta serie, en la que
tienen cabida asesinos, experimentos con humanos, alienígenas (y abducciones),
y vejaciones humanas. Un argumento que parece no centrarse en algo y darle
demasiadas vueltas a todo, en el que la frase “quien mucho abarca poco aprieta”
viene a la cabeza cada vez que marean la perdiz con algo nuevo. Y, sin embargo,
engancha.
Poco después de terminarla, me enteré de que, igual que la
primera temporada va de fantasmas, esta segunda temporada es un homenaje al
terror de los 80 y de ahí la dispersión de temas. Así, claro, se explican
muchas cosas, pero aún así, me quedo con la solidez de la primera temporada.
No obstante, me ha gustado. Destacan por encima de todo las
soberbias interpretaciones de Zachary Quinto, Jessica Lange, Sarah Paulson o
Lily Rabe. De hecho, son
las interpretaciones las que mantienen la serie a flote, porque si cualquiera
de ellas hubiese flaqueado un poco… esta serie hubiera caído en la mediocridad.
Desagradable, que revuelve por dentro (especialmente los
métodos que usan para “curar” enfermedades mentales, como la homosexualidad…),
pero sin llegar a dar miedo, American Horror Story Asylum no es una serie apta
para todos los públicos pero que entretendrá y mantendrá intrigados a los que
se atrevan a cruzar las puertas de Briarcliff.