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viernes, 16 de junio de 2023

Los baños en el Guadalquivir. Siglo XVII.

 

H. 1660. Vista de Sevilla desde Triana, anónimo flamenco, Hospital de los Venerables, Sevilla, España.

Caballeros, damas con velo y guardainfante y clérigos pasean por la orilla del Guadalquivir. Bañistas.




Bibliografía:

Vista de Sevilla.

Et in arcadia ego

Candela Argüello: “Las tapadas”. Una propuesta sobre la representación de la prostitución en la pintura del Siglo de Oro.


miércoles, 17 de octubre de 2018

Novelas: Trilogía Martín Ojo de Plata

Veamos los errores e inexactitudes que se comenten en las novelas Martín Ojo de Plata, de Matilde Asensi

*La mujer:

-Sometida.



La mujer casada encerrada en casa para el resto de su vida es un mito (ver la entrada Libertad femenina en el Siglo de Oro). Y considerar que estaban sometidas a una humillante esclavitud no deja de ser una apreciación, melodramática, poco objetiva, de historiador del siglo XIX. La mujer al casarse, si bien pasaba a la tutela del marido, no perdía ni su hacienda, ni su propio gobierno ni su propia voz. Tendrá poder administrativo y de organización. Aunque, por supuesto, dependerá del ámbito y condiciones sociales y de las circunstancias del momento desde donde ella se mueva.

-Educación.

La idea de la mujer del Siglo de Oro "amita de casa", es decir, que solo se le enseñaba a coser y a cocinar, también es muy decimonónica. Una joven de ciudad y bien posicionada sabría como mínimo leer.  

-Tapadas:

Naturalmente, las viudas no llevaban el rostro tapado. Y por ahora no he encontrado datos en los que se considerara «poco decoroso que una mujer se mostrara frente a un grupo de hombres extraños aunque estuviera en su propia casa.» 

*La Inquisición:

-Cruel.
No hay sorpresas: es fanática, irracional, obsesa... Los inquisidores (no todos eran dominicos) estaban formados intelectualmente (era una élite) tanto en derecho civil como canónico. Debían ser piadosos, justos y conseguir la salvación del reo, es decir, trataban de corregir las actitudes heréticas. Que los hubo bestias, pues sí. 

-Calabozos. Adulterio.


Solo en el caso de delitos muy graves se utilizaban las cárceles. A la mayoría se les aplicaba el arresto domiciliario .

El delito de adulterio competía a los tribunales civiles o eclesiásticos, no al de la Inquisición.

-Simple fornicación. Desconocimiento de las oraciones. 


La simple fornicación hacía referencia a las relaciones sexuales entre un soltero y una soltera (la simple fornicación matrimonial no existe): La iglesia  "persiguió", junto con la bigamia, a quien dijera que las relaciones sexuales fuera del matrimonio no eran pecado mortal. Después de la Contrarreforma hay un aumento considerable de la labor pastoral para catequizar a la población, sobre todo en aquellos lugares "dejados de la mano de Dios". A partir de 1573 mantener esta postura, sobre todo en las zonas donde tenía más fuerza el luteranismo, se la consideró una herejía. Por tanto, no "perseguía" la relación sexual en sí misma (que era pecado), sino la herejía, es decir, desligar el pecado (desobediencia a Dios) de todo carácter punitivo. 

Desconocer las oraciones se daba sobre todo en las zonas rurales, que recibían visitas de religiosos de Pascuas a Ramos. En estos casos simplemente se catequizaba al ignorante.

-Lazarillo de Tormes:

Se prohibió su publicación en el Índice de Valdés, mientras que en el Índice de Quiroga, aparece como expurgado, es decir, se podía publicar pero censurado. 

-Concubinato.

La Inquisición no se ocupaba de los religiosos amancebados, ni antes y ni después de la fecha en que está ambientada la novela. Serán los tribunales civiles o los eclesiásticos los que se hagan cargo de ello. Por supuesto, no había condena a la hoguera.

-Curanderas.

Sabemos que el Santo Oficio no quemaba a las brujas, y mucho menos a las curanderas. A estas se las juzgaba cuando utilizaban la hechicería y la adivinación ilícita siempre y cuando iba asociada una herejía. 

*Costumbres morales:
 
Este tipo de explicaciones en una novelas (e incluso en artículos serios de investigación), me hacen bastante gracia, además de parecerme innecesario.  En cualquier religión, el fin del matrimonio era tener hijos, sí o sí. Y la mujer tenía que ser fiel, sí o sí. No eran "manías" exclusivas de la católica. 


Ver también:


Bibliografía (una pequeña muestra de los trabajos consultados):
  • Alfaro, Ana E.: La mujer y la administración: Ayer y hoy.
  • Almillo Álvarez, Roció: Hechicería y brujería en Andalucía en la Edad Moderna.
  • Comella, Beatriz: La Inquisición española.
  • Chavarría Múgica, Fernando: Mentalidad moral y Contrarreforma en la España Moderna.
  • Cerrón Puga, Mª Luisa: La censura literaria en el index de Quiroga (1583-1584)
  • Egido, Aurora y Laplana, José Enrique: Saberes humanísticos y formas de vida. Usos y abusos.
  • García Fuentes, J. Mª: Inquisición y sexualidad en el reino de Granada en el siglo  XVI.
  • Juderías, Julian: La Leyenda Negra.
  • Henry, Kamen: La Inquisición española.
  • Londoño, Marcela: La devoción supersticiosa en el índice de Valdés: la oración de la emparedada.
  • López Picher, Mercedes: Magia y sociedad en Castilla en los siglos XVI Y XVII.
  • Muguruza Roca,  Isabel: Género y sexo en los confesionales de la Contrarreforma. Los pecados de las mujeres en el manual de confesores y penitentes de Martín de Azpicueta.
  • Schwartz, Stuart B.: Pecar en las colonias. Mentalidades populares, Inquisición y actitudes hacia la fornicación simple en España, Portugal y las colonias americanas.
  • Varios autores: Vivir en el Siglo de oro.
  • Bibliografía:
  • Almillo Álvarez, Roció: Hechicería y brujería en Andalucía en la Edad Moderna.
  • Chavarría Múgica, Fernando: Mentalidad moral y Contrarreforma en la España Moderna.
  • Cerrón Puga, Mª Luisa: La censura literaria en el index de Quiroga (1583-1584)
  • Egido, Aurora y Laplana, José Enrique: Saberes humanísticos y formas de vida. Usos y abusos.
  • García Fuentes, J. Mª: Inquisición y sexualidad en el reino de Granada en el siglo  XVI.
  • Londoño, Marcela: La devoción supersticiosa en el índice de Valdés: la oración de la emparedada.
  • López Picher, Mercedes: Magia y sociedad en Castilla en los siglos XVI Y XVII.
  • Muguruza Roca,  Isabel: Género y sexo en los confesionales de la Contrarreforma. Los pecados de las mujeres en el manual de confesores y penitentes de Martín de Azpicueta.
  • Schwartz, Stuart B.: Pecar en las colonias. Mentalidades populares, Inquisición y actitudes hacia la fornicación simple en España, Portugal y las colonias americanas.
  • Varios autores: Vivir en el Siglo de oro.



martes, 26 de junio de 2012

LAS TAPADAS o cuando no se sabe de costumbres pasadas


Leo hace pocos días, en una revista dominical, una entrevista a una escritora española (de las que escriben «novelas históricas»). 

En dicha entrevista declaraba, sin rubor, que ella es una «especie de detective histórico»

Vale, leído lo leído llego a la conclusión de que todos podemos ser detectives de la historia... con minúsculas, claro.
 
Me voy a saltar su comentario sobre la expoliación de las riquezas de Hispanoamérica por los Austria y la Iglesia Católica, principalmente por pobre y superficial, y porque ni soy historiadora y mucho tendría que leer sobre aquellos tiempos para opinar con fundamento. En cambio, sí quiero comentar el apunte que da sobre la sociedad del siglo XVII y que, según ella, era «como ahora es la musulmana: la mujer salía tapada y acompañada, era una esclava auténtica».


Como escribí por noviembre, en la entrada sobre Las tapadas, algunas mujeres utilizaron el manto simplemente para no marcharse el vestido y el cabello con el polvo de la calle, para protegerse del sol y, otras más díscolas, para no ser reconocidas. En este último caso sería algo así como un acto de pura rebeldía: para ir en contra de las buenas costumbres. Bien lejos de las tapadas entre las mujeres musulmanas.


 
Siglo XVII. Anónimo, la carrera de San Jerónimo desde el Prado, colección Marquesa de Santa Cruz, Madrid (paseo del prado de Madrid) (detalle)


Y si bien es cierto que las damas y mujeres de la burguesía (que no villanas o mujeres comunes) iban siempre acompañadas, como mínimo, por un escudero, esto se debía a que la seguridad en las calles no era precisamente como para ir solas. Los atracos y las violaciones ocurrían tanto o más como ocurren ahora, y hay que añadir que pícaros, ganapanes, bribones, vagabundos eran el pan nuestro de cada día: moscones insoportables que había que espantar a manotazos. Una mujer de buena familia caminando sola sería presa fácil, además de un disparate poco aconsejable. Esto no quiere decir que padres preocupados por la virginidad de sus hijas o que maridos celosos impusieran el uso de acompañantes (mujer entrada en años) allí donde ellas fueran. Así era la mentalidad de entonces, donde el marido se negaba a criar el vástago de otro.







miércoles, 16 de noviembre de 2011

LAS TAPADAS

El uso de mantos envolventes que cubrían todo el cuerpo dio lugar a las “tapadas”: mujeres que no dejaban ver su rostro. Esta práctica del siglo XVI perduró hasta finales del XVII.


Siglo XVII. Anónimo, la carrera de San Jerónimo desde el Prado, colección Marquesa de Santa Cruz, Madrid (paseo del prado de Madrid) (detalle)


Pero lo de ocultar el rostro vino de mucho antes, de cuando la mujer usaba las tocas envolventes durante los viajes para protegerse del polvo del camino, las inclemencias del tiempo o del sol (recordemos que hasta hace bien poco la piel blanca era signo de belleza y distinción). O simplemente, para diferenciarse casadas de solteras.

Hacia 1280-85. fol-084V, Cantigas de Santa María de Alfonso X El Sabio, Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Madrid (detalle)

En el siglo XV se empezó a utilizar la toca de rebozo dentro del ámbito doméstico que, como otro tipo de tocas, cubría la cabeza y el cuello, pero ésta, a su vez, le permitía taparse la boca y la nariz cuando salía a la calle con simplemente subirse la tela por delante.


Toca de rebozo. H. 1490. Nacimiento de la Virgen, Pedro Berruguete, Museo de la Abadía de Monserrat, Barcelona (detalle)

A mediados del siglo XVI se llevó una careta, máscara o un antifaz para ocultar la identidad cuando se viajaba (también la llevaron los hombres).

Antifaz: usado por el hombre y la mujer para viajar. 1601. Viaje  de la emperatriz María desde Praga, Hans van den Beken,  Convento de las Descalzas Reales, Madrid (detalle) (imagen obtenida en la obra de Bernis «El traje y los tiempos sociales en el Quijote»

Paño de rostro o rostro. 1581. Omnium Poene Gentium Habitus by Abraham de Bruyn, Biblioteca Británica, Londres (detalle) (imagen obtenida aquí)

Volante: tejido fino. 1581. Jean-Jacques Boissard, Habitus Variarum Orbis Gentium, Malinas (detalle de una mujer napolitana) (detalle) (imagen obtenida aquí)

Y por esas mismas fechas y como acto de rebeldía, para ir en contra de las buenas costumbres, algunas damas utilizaron el manto o el mantillo para caminar libremente por las calles sin ser reconocidas, imitando a las tapadas de medio ojo (mujeres con fama de busconas que se cubrían con el manto de pies a cabeza dejando solo visible el ojo izquierdo).   

1590. De gli habiti antichi, et moderni di diuerse parti del mondo libri dve, fatti da Cesare Vecellio, & con discorsi da lui dichiarati. Con privilegio... (Venetia: Presso Damian Zenaro), Cesare Vecellio


Su uso fue prohibido en 1590, en 1600, en 1633 y 1770, especialmente por los equívocos, pues las prostitutas solían pasear ocultas en su manto, y se dice que más de un padre o un hermano hizo requiebros (deshonestos) a una hija o una hermana.

He aquí una petición para su prohibición en 1586:

“Ha venido a tal estremo el uso de andar tapadas las mujeres que dello han resultado grandes ofensas de Dios y notable daño de la República, a causa de que en aquella forma no conoce el padre a la hija ni el marido a la mujer ni el hermano a la hermana, y tienen la libertad, tiempo y lugar a su voluntad y dan ocasion a que los hombres se atrevan a la hija o mujer del más principal como a la del más vil y bajo. Lo que no sería si diesen lugar, yendo descubiertas, a que la luz discirniese las unas de las otras, porque entonces cada una presumiría ser y sería de todos diferentemente tratada, y que se viesen diferentes obras en las unas que en las otras. Demás de lo cual se escusarían grandes maldades y sacrilegios que los hombres vestidos como mujeres y tapados sin poder con ser conocidos han hecho y hacen, y, finalmente se evitarían tanto número de pecados hechos por este mal uso, que respeto de ellos no son de consideración algunas buenas obras que señoras y mujeres honradas hacen tapadas, ni la comodidad que esto les es de hacer. Para que se deje de remediar un daño tan universal y evidente, pues conforme a razón y derecho se debe proveer a lo más general, aunque por ello cesen algunos bienes, y por que esto tenga remedio como conviene al servicio de Dios y bien destos Reinos, suplicamos a Vuestra Majestad mande que ninguna mujer ande tapada, debajo de la pena por la forma que pareciere ser más conveniente para que esta ocasión de tanto daño cese”.

Enlace de interesantes en este blog:

Bibliografía:
  • Bernis Madrazo, Carmen: El traje y los tipos sociales en el Quijote. Madrid: Visor, 2001.
  • Cruz Rodríguez, Juan de la: Las tapadas en Canarias. Correspondencia con la Península Ibérica y América. Conferencia internacional de colecciones y museos de indumentaria, Madrid. 1993.
  • Hernández Pérez, María Victoria: 50 años de la tapada con manto y saya: indumentaria tradicional de los Llanos de Aridane. Revista digital Bienmesabe, 225. 2008.
  • León Pinelo, Antonio de: Velos antiguos y modernos en los rostros de la mujeres: sus conveniencias y daños. Ilustración de la Real Prematica de las Tapadas. Edición de Juan Sanchez Figaredo. 1641.
  • Las tapadas de Vejer.
  • Seco, Irene “Por tu capricho te pusiste el manto” Las cobijadas de Vejer en el Museo del Traje.


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