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martes, 22 de octubre de 2024

Mychael Danna & Jeff Danna - A CELTIC TALE: THE LEGEND OF DEIRDRE


1. The Prophecy (3:45)
2. The Child Deirdre (4:00)
3. Sons of Uisnach (3:45)
4. Under High Branches (3:09)
5. Loch Etive (3:17)
6. The Vision (5:14)
7. South by Sail (3:03)
8. Defeat of the Red Branch (3:29)
9. The Druid (5:38)
10. The Drowning Plains (4:32)
11. Lament (3:10)
12. Two Trees (3:18)

A Celtic Tale: The Legend of Deirdre (1996) fue compuesto por dos artistas que hoy en día son mucho más conocidos por su labor en las bandas sonoras de cine que por su aportación a la música instrumental contemporánea: los hermanos Mychael Danna y Jeff Danna, el primero de los cuales incluso ganó un Oscar por la BSO de La vida de Pi (2012). No sé si será por los prejuicios que suelen acompañar al género new age (recalco: en sentido amplio), pero es muy difícil encontrar algún apunte biográfico sobre los Danna que mencionen este trabajo. Y no es una simple rareza, ya que se trata de un álbum bastante conocido entre los aficionados a la música instrumental contemporánea.

Jeff Danna (abajo) y Mychael Danna (arriba).

A Celtic Tale es un álbum conceptual, más o menos de corte neoclásico pero con abundante uso de instrumentación celta, sobre la leyenda trágica de Deirdre. Al parecer, esta bellísima mujer era objeto de una profecía según la cual traería la ruina al rey de Irlanda, por lo que éste decidió casarse con ella para tener su destino bajo control. Pero Deirdre se enamoró de un cazador al que vio en el bosque, y huyó con él y con sus hermanos a Escocia para convivir a espaldas del rey. Bajo una falsa promesa de hospitalidad y reconciliación, Deirdre y sus protectores regresan a Irlanda unos años después, con resultados que no revelaré por no destripar el final. La edición española del CD incluía todo el texto de la leyenda estupendamente traducido en el libreto, cosa muy de agradecer. 

The Prophecy

El planteamiento del disco viene a ser como el de una banda sonora para una película, predominando un sonido más o menos sinfónico creado parcialmente con sintetizadores que se adereza aquí y allá con instrumentos tradicionales como el arpa, la flauta irlandesa, la gaita, el violín... Como en una BSO al uso, se desarrollan unas pocas melodías con distintos arreglos a lo largo de todo el álbum. Claro está, no habría tenido sentido que se incluyesen piezas incidentales, sino que los cortes buscan ilustrar musicalmente distintas escenas de la leyenda sin pretender contar la historia de manera pormenorizada mediante recursos musicales. Es un trabajo centrado más en la evocación que en la narrativa pura. 

The Druid 

Llama la atención, como se señaló en el acertado análisis realizado al álbum en el blog Solsticio de invierno, el que Mychael y Jeff Danna no tengan raíces irlandesas, sino que sean canadienses de herencia italiana. Un giro cultural así se explica fácilmente si recordamos que, a mediados de los años noventa, la música celta vivió un momento de esplendor comercial enorme, superando por momentos el tirón de la escena pop-rock más convencional. Y todo el mundo se subió al carro. Se lanzaron decenas de recopilatorios (por ejemplo, los navideños-celtas de Windham Hill o el anunciado en TV Celtic Heartbeat), aparecieron grupos y solistas a montones (recordemos a The Corrs, por ejemplo) y artistas de la "periferia" céltica sacaban a pasear su herencia (Voyager, de Mike Oldfield). Por no hablar de la segunda juventud de bandas como The Chieftains, Clannad, Capercaillie, Nightnoise o los franceses Gwendal, y la gran oportunidad de solistas como nuestro Carlos Núñez. Se supone que el gran tirón celta lo proporcionó el éxito del espectáculo de música y baile Riverdance, de sobra conocido, aunque el propio auge de la new age que llevaba una década en ascenso (pensemos en las discografías de Enya y Loreena McKennitt, que poseen elementos celtas explícitos) y películas como Braveheart debieron hacer su parte del trabajo. Dos italocanadienses contando una leyenda irlandesa con flautas y gaitas no fue demasiado raro. 

Contraportada del CD en su versión narrada.

No se puede decir que A Celtic Tale tenga el nervio de esas piezas de baile celta con taconeo que tanto se pusieron de moda en los escenarios, ya que se trata de una obra bastante introspectiva. La primera mitad del álbum sí que tiene un espíritu folk más o menos lúdico, pero la segunda mitad (cuando la leyenda de Deirdre se pone trágica) se vuelve más solemne. Llama especialmente la atención el tema The Druid, bastante atmosférico. No hay que olvidar que esta obra fue publicada por el sello de música ambiental y contemplativa Hearts of Space, cuya ramificación celta adoptó el simpático nombre de Hearts O'Space. Es un álbum para el que, además, se eligió una muy acertada pintura de Dante Gabriel Rosetti como portada, con ese toque lánguido y un tanto decadentista.

A pesar del bombardeo de música celta de entonces y el poco espacio que quedaba para que cada buen trabajo sacara la cabeza por encima del montón, A Celtic Tale tuvo el éxito suficiente como para dar lugar a una secuela, A Celtic Romance: The Legend of Liadain and Curithir (1998), de la que también hablaremos más adelante. Y también existe una versión narrada en inglés de A Celtic Tale con el fuerte acento escocés de la locutora de radio Fiona Ritchie, del que he intregrado el anterior enlace a The Druid.

lunes, 6 de mayo de 2024

Loreena McKennitt - THE VISIT


1. All Souls Night (5:08)
2. Bonny Portmore (4:21)
3. Between the Shadows (3:41)
4. The Lady of Shallot (11:34)
5. Greensleves (4:26)
6. Tango to Evora (4:10)
7. Courtyard Lullaby (4:55)
8. The Old Ways (5:50)
9. Cymbeline (5:02)

Uno de los picos de popularidad de Loreena McKennitt le llegó en 1991 gracias a su álbum The Visit. Nunca me he puesto a escuchar su música cronológicamente, y después de haberme acercado a este trabajo mientras hacía alguna otra cosa en casa (lo sé, mala idea) tengo la impresión de que casi todo lo que ha venido después en su discografía deriva de lo conseguido aquí, tanto en lo que se refiere al contenido musical como al éxito popular.

Loreena McKennitt, en la fotografía original de contraportada.

Supongo que The Visit dibujó una rosa de los vientos de buen tamaño en el mapa mental de los seguidores de la canadiense, que hasta entonces la situaban en el ámbito amplio de lo celta, para expandirse hacia lo que conocemos como "world music". Y digo que el ámbito de lo celta era amplio porque precisamente en aquella década -acabamos de hablar de ello en la entrada sobre Ave Mundi Luminar- todas las músicas alternativas estaban en boga. La new age, la electrónica cósmica muy producida y los ritmos tribales encontraban su igual, y unos pocos años más tarde incluso con más intensidad, en la música celta. Habría que preguntarse por qué una forma de folclore característica de unas áreas del mundo muy concretas llegó a ponerse de moda en todas partes, a convertirse en un género que ocupaba su propio espacio, y no precisamente pequeño, en los estantes de las tiendas.

All Souls Night, en vivo en la Alhambra de Granada.

Nos explica Mike Shooter en su blog La voz de los vientos que la idea general de The Visit le vino a la mente a McKennitt mientras asistía a una espectacular exposición en Venecia sobre el auge de la primitiva cultura celta en la Europa precristiana. Ella explica en el libreto del CD que entiende el concepto de "La visita" como ese impulso creativo que hace toc-toc de vez en cuando en la puerta del artista, y que los temas del álbum se inspiran precisamente en este largo periplo de los celtas desde la India hacia las Islas Británicas, a través del cual fueron sembrando el misticismo -muy proto-new age, si se puede decir- de la unión espiritual con la tierra, a través de una serie de creencias y rituales que hoy podemos entender como ecologistas, y que al mismo tiempo contenían esta idea de las "visitas", de la migración del alma hacia la naturaleza.

The Bonny Portmore

The Visit, efectivamente, es un poderoso álbum de world music a base de temas tanto propios como tradicionales, un ejercicio de investigación musical (Loreena McKennitt es casi tan valiosa por su erudición como por su virtuosismo vocal) que expande las raíces de lo celta hacia el resto del mundo. Desde la tradición japonesa de las linternas de papel para celebrar la migración de las almas de los difuntos (All Souls Night) hasta la leyenda artúrica (The Lady of Salott, con un poema de Tennyson como letra), McKennitt marida su arpa con numerosos instrumentos de viento, percusiones de Oriente Medio (Between the Shadows), sonidos de sitar, una guitarra (Tango to Evora, de inspiración portuguesa) que se antoja latina, un toquecillo de guitarra eléctrica también (The Old Ways) y muchas más cosas. The Visit incluye una bellísima versión cantada de Greensleeves, la ingenua melodía que se atribuye a Enrique VIII, y un fragmento de Cimbelino (Cymbeline), la obra tardía de Shakespeare sobre la invasión romana de la Inglaterra celta, que sirve como apropiado cierre temático del álbum.

Greensleeves, en vivo (2019)

De más de un disco decimos que no le sobra nada, pero de este podemos afirmar que todo en él es sobresaliente, magnífico, tan cargado de matices que se percibe que su autora había dado con un filón creativo del que iba a sacar muchísimo oro. En efecto, mucha de su producción discográfica posterior bebe de fuentes parecidas, del mestizaje, pero en su caso -y a diferencia de muchas otras mezclas raras que se hicieron cuando todo esto estaba de moda- sostenido por una coherencia musical, temática y hasta histórica que le aporta una seriedad y un interés atemporales. Imprescindible en cualquier colección, quizá mejor incluso en su "edición definitiva" de 2021, que incluye muchísimo material extra.

La portada renovada de ediciones más recientes del álbum.

jueves, 10 de marzo de 2022

Esa musiquilla en mi cabeza, capítulo 12: "BRIAN BORU'S MARCH"

Aunque el propósito de esta serie de entradas suele ser el de certificar la autoría de algunas melodías que nos suenan pero nos resultan esquivas, en esta ocasión nos vamos a decantar por un tema tradicional y anónimo que ha sido insistentemente versionado. Cuanto más lo escuchas, más seguro estás de haberlo escuchado antes, aunque quizá la primera vez no lo parezca.

Brian Boru, rey de Irlanda.

Entre la Historia y la leyenda, las hazañas del héroe guerrero irlandés Brian Boru se sitúan entre los siglos X y XI de nuestra era. Brian Boru no solamente logró (probablemente) expulsar a los vikingos de Irlanda, sino que fue rey supremo de una isla unificada y fundó su propia dinastía, la de los O'Brien. Cuenta la tradición que el tema que nos ocupa, la Marcha de Brian Boru, era interpretada cada vez que el rey hacía aparición en la corte y se sentaba en el trono. Es indudable que el tema tiene un toque elegante, ceremonial, que puede situarlo con coherencia en una corte medieval.

La versión de The Chieftains.

Como es lógico, quienes más han versionado este tema han sido los músicos del mundo celta, nacionalistas o no, si bien se han tomado la libertad de interpretarlo de maneras diversas. Según algunas fuentes, se cree que la melodía se compuso para arpa celta, y también hay quien afirma que quizá fue originalmente una pieza dulce, cortesana, que se convirtió con el tiempo en una marcha, y que el instrumento que mejor se le ajusta es el fiddle o violín folk. Podría ser la obra para fiddle más antigua que se conserva en el repertorio.

La versión de James Galway.

Hace poco tuve el gusto de visitar la monumental biblioteca del Trinity College de Dublín, donde se expone (yo no lo sabía hasta que la tuve delante) el arpa celta más antigua que aún existe en Irlanda, la llamada precisamente "de Brian Boru". Este instrumento en particular no solamente es uno de los principales símbolos nacionales, sino que también aparece en el reverso de la moneda irlandesa de 1 euro. Vista desde el otro lateral, es el emblema de la cerveza Guinness. No pude evitar tararear la famosa melodía mientras sacaba unas fotos.

La versión de Loreena McKennitt.

Una de las primeras versiones actuales del tema es la de The Chieftains de 1969, del álbum The Chieftains 2, en la que el recientemente desaparecido Paddy Moloney la interpretaba a la gaita. También tienen cierta celebridad las interpretaciones del flautista de Belfast Sir James Galway, alguna grabada en 1978 como poco, que en su día Ramón Trecet seleccionó para sonar en su propio funeral. Otra versión muy accesible y actual es la de Loreena McKennitt en el álbum The Wind that Shakes the Barley (2010). Para concluir añado una bella interpretación en vivo a cargo de Anima Keltia, que toca el arpa celta para la que tal vez se compuso la pieza.

La versión de Anima Keltia.

jueves, 26 de marzo de 2020

The Chieftains - 4


1. Drowsy Maggie (4:00)
2. Morgan Magan (2:53)
3. The Tip of the Whistle (2:57)
4. Bucks of Oranmore (2:17)
5. The Battle of Aughrim (7:36)
6. The Morning Dew (3:34)
7. Carrickfergus (or Do Bhi Bean Uasal) (2:49)
8. Sláinte Bhreagh Hiulit / Hewlett (2:34)
9. Cherish the Ladies (2:29)
10. Lord Mayo (2:44)
11. Mná na hÉireann (Women of Ireland) (3:33)
12. O'Keefe's Slide / An Suisin Bán (The White Blanket)/ 
The Star Above the Garter / The Weaver's Slide (3:39)

Me llevé una sorpresa hace unos días mientras escuchaba por primera vez este álbum. Todo el mundo sabe que la banda de Paddy Moloney alcanzó gran notoriedad en los años setenta gracias a su participación en la banda sonora de Barry Lyndon (1975), la película de época de Stanley Kubrick, pero pensaba que el tema Women of Ireland, uno de los más prominentes de la película, había sido grabado para la ocasión. Resulta que no, que Mná na hÉireann (que así se llama el tema "Mujeres de Irlanda" en gaélico) llevaba grabado en un álbum de los jefazos desde 1973.

Women of Ireland

Y no es este un álbum cualquiera, porque los aficionados lo consideran un trabajo bisagra en la discografía de The Chieftains. Se supone que aquí comienza la etapa de plenitud de la banda, lo que también vendrá a reflejarse en su plena profesionalización. Para cuando se publicase su siguiente trabajo, los Chieftains ya habrían dejado sus empleos para dedicarse del todo a la música. Sorprende el hecho de que los primeros trabajos de una banda tan mítica fuesen obra de un "simple" grupo de amigos que se reunían para tocar por amor al arte en su tiempo libre.

The Morning Dew, en vivo y en la tele.

El impulso definitivo para que los Chieftains se dedicasen plenamente a la música se lo dio el empresario y cazatalentos Jo Lustig, que había trabajado con Miles Davis y Nat King Cole, y que en aquellos años sintió que había negocio en el pujante folk británico. Se convirtió en mánager de la banda y les consiguió tanto un contrato con una productora internacional como un gran concierto en el Royal Albert Hall de Londres. The Chieftains 4 se convertiría en un gran éxito mundial, y algunas figuras de renombre como el actor cómico Peter Sellers declararían su amor por la obra de los de Moloney.

Una versión de The Battle of Aughrim junto al guitarrista country Chet Atkins.

The Chieftains 4 es también el primer vinilo de la banda en el que participa Derek Bell, aportando una bellísima arpa que redondea el sonido del conjunto. Hay aquí algún que otro tema imprescindible del repertorio de los Chieftains, como The Morning Dew, y un estupendo tema largo muy celebrado, The Battle of Aughrim. Pero Women of Ireland se ha convertido en la pieza más conocida del trabajo. Hay quien la considera equivocadamente como un tema tradicional de autoría anónima, pero en realidad es un poema de Peadar Ó Doirnín (siglo XVII) convertido en pieza musical por Seán Ó Riada. Este último, uno de los impulsores del gran renacimiento celta a mediados del siglo XX, era también un buen amigo de Paddy Moloney, y al estar este tema incluido aquí a modo de homenaje (Ó Riada había muerto dos años antes, en 1971), adquiere un fuerte matiz melancólico que tal vez no estaba presente cuando los Chieftains lo tocaban en pubs tiempo atrás.

Contraportada

"Mujeres de Irlanda" es una de las piezas más populares de la música celta, la clase de tema que trasciende el género. No en vano, existen versiones diversas del mismo a cargo de The Christians, Sinéad O'Connor, Mike Oldfield, Kate Bush, Sarah Brightman, Jeff Beck y Sharon Corr, entre otros. Además de en Barry Lyndon, también ha sonado en el western Arma joven y en la versión de Robin Hood de Ridley Scott. Sin lugar a dudas, la versión de The Chieftains es considerada como canónica.

Los componentes de la banda, en la funda interior del vinilo.

Paddy Moloney toca la gaita y la flauta irlandesas, Seán Keane y Martin Fay el violín, Derek Bell el arpa, Peadar Mercier el bodhrán, Seán Potts otra flauta y Michael Tubridy la concertina y más flautas. Música celta en estado puro a cargo de los mejores.

sábado, 18 de mayo de 2019

Alan Stivell - RENAISSANCE DE LA HARPE CELTIQUE / RENAISSANCE OF THE CELTIC HARP


1. Ys (8:40)
2. Marv Pontkalleg (3:27)
3. Ap Huw and Penllyn (2:56)
4. Eliz Iza (2:54)
5. Gaeltacht (18:54)

Supongo que ya habré dejado caer por aquí alguna vez la pregunta con la que quiero comenzar esta entrada: ¿Por qué existe una conexión indudable entre la música celta y eso que conocemos como las nuevas músicas, siendo la primera una expresión folclórica milenaria y las segundas algo nacido, como tales, hace unas pocas décadas? La respuesta podría estar, parcialmente al menos, en el álbum del que vamos a hablar.

Portada de la edición en inglés, la más conocida.

No tengo constancia, en este momento, de cuándo se comenzaron a grabar en disco, de manera más o menos sistemática, piezas perteneciente al ámbito de la tradición celta. Lo que sí sé es que fue a finales de los años sesenta y principios de los setenta cuando se configuró como tal el género musical celta. En realidad, todo lo étnico y exótico estaba de moda entonces, y lo cierto es que los sonidos tradicionales del mundo celta se entremezclaron muy bien con algunos estilos mainstream del momento, sobre todo con el imperante rock progresivo.

Ys

Renaissance de la Harpe Celtique (1971) posee, en efecto, estructura de álbum prog, con varios temas de duración variable y toda una suite en su cara B, titulada Gaeltacht. Alan Stivell demuestra una gran inteligencia al maridar las piezas tradicionales elegidas con una producción totalmente moderna, con efectos sonoros, batería y bajo incluidos. Y logra que lo tradicional, en lugar de verse adulterado, adquiera tintes mágicos, intensificando la sensación de viajar a tiempos de leyenda, o incluso a un hipotético mundo mejor en el que los seres humanos vivamos en  paz y en consonancia con la naturaleza. Renaissance de la Harpe Celtique es el eslabón perdido entre la música celta y la new age, un álbum que es todo un hito y que no me explico cómo no había pasado por aquí hace mucho.

Alan Stivell, más o menos en la época de publicación del álbum.

Sin estridencias y con total sensación de inmersión, como quien escucha una vieja historia a la luz del fuego, viajamos desde la mítica ciudad sumergida de Ys hasta las actuales capitales de lo celta, como Irlanda, Escocia y la Isla de Man, pasando por supuesto por la Bretaña francesa, de donde es originario Alan Stivell. Se recuperan, por cierto, algunas piezas musicales que estaban plasmadas en manuscritos antiguos pero seguían inéditas.

Una portada alternativa.

Y hay otro motivo por el que Renaissance es una obra tan sumamente importante. El propio título nos da una pista, y es que, según presumía en su momento Stivell, su padre había sido la primera persona en fabricar una auténtica arpa celta en varios siglos. El arpa celta, un instrumento tan importante en la cultura celta que hasta aparece en las monedas irlandesas de 1 euro, es más pequeña que el arpa clásica y posee un sonido bien distinguible de ésta. El álbum que nos ocupa supuso la inclusión del arpa celta en la música popular, o lo que es lo mismo, su "renacimiento".

Un álbum maravilloso e imprescindible.

Gaeltacht, con una bonita selección pictórica.

viernes, 12 de octubre de 2018

Loreena McKennitt - LOST SOULS


1. Spanish Guitars and Night Plazas (6:41)
2. A Hundred Wishes (4:34)
3. Ages Past, Ages Hence (5:27)
4. The Ballad of the Fox Hunter (5:48)
5. Manx Ayre (4:03)
6. La Belle Dame sans Merci (6:09)
7. Sin, Moon and Stars (4:34)
8. Breaking of the Sword (5:30)
9. Lost Souls (5:09)

Publicado antes del verano pasado, Lost Souls es el nuevo álbum de Loreena McKennitt, el primero con material totalmente nuevo desde 2006. Y como con todo buen álbum de una artista consagrada, la buena noticia es que el estilo de McKennitt sigue intacto sin que ello vaya acompañado de una merma en su calidad o una sensación de hastío. La canadiense sabe cómo hacer perfectamente lo que tiene que hacer, y lo hace tan bien como siempre. Sin más.

Loreena McKennitt (imagen de Spill Magazine)

El adelanto del álbum fue quizá su tema de mayor impacto, Breaking of the Sword ("La rotura de la espada"), un himno con tintes nacionales, casi militares, que es un homenaje a los soldados canadienses caídos en la Primera Guerra Mundial.

Breaking of the Sword

El primer tema del álbum, Spanish Guitars and Night Plazas, responde bien a su título: es un tema muy atmosférico y nocturno en el que las notas de guitarra española acompañan a la voz de la cantante. Es bastante moderno, considerando el gusto de McKennitt por lo medieval y teniendo en cuenta que Lost Souls es un álbum en el que se busca -en general- un regreso a las raíces célticas, campesinas y poéticas de la artista. El segundo tema es A Hundred Wishes ("Cien deseos"), muy luminoso, optimista y apacible. Ages Past, Ages Hence está inspirada en el fenómeno del cambio climático y es uno de esos temas en los que la artista, aun acompañada por varios instrumentos -violín, piano, etc.- que suenan exquisitos, se basta y se sobra con su propia voz para sostener todo el esfuerzo melódico. Bien podría haberlo grabado a capela sin grandes diferencias.

Ages Past, Ages Hence, en vivo.

Muy rural y auténtica es The Ballad of the Fox Hunter ("La balada del cazador de zorros"), aunque su melodía me suena un poco a reutilizada de algún tema suyo anterior. Es una versión de un poema de W. B. Yeats. Con el instrumental Manx Ayre viajamos por fin, cómo no, a esa frontera exótica entre Europa y Oriente que tan bien recrea McKennitt, y que nos suena a mercado medieval, a cruzada, a Ruta de la seda.

The Ballad of the Fox Hunter

La Belle Dame sans Merci es un tema que adapta la balada romántica original de John Keats, un poema que suena sencillo y delicado en boca de la canadiense pero que en realidad ha sido objeto de controversia desde el siglo XIX por su temática un tanto misteriosa y difícil de descifrar. El segundo instrumental del disco, el trepidante Sun, Moon and Stars, es otro viaje al territorio mestizo de los Balcanes, de Turquía, de Chipre y las islas griegas, quizá esta vez más orientándose más hacia lo musulmán que hacia lo cristiano, como se percibía en Manx Ayre. Al parecer, se inspira en la época en que los navegantes se orientaban mirando los astros.

Sun, Moon and Stars

Y tras la ya mencionada Breaking of the Sword, el álbum concluye con su tema homónimo Lost Souls, francamente hermoso y con bastante potencial comercial, pese a que en este sentido Loreena McKennitt no se complica demasiado y no llega a ofrecer ningún tema, ni siquiera este, que destaque por su espectacularidad en la producción o sea especialmente pegadizo. Ni falta que le hace, porque este es uno de esos álbumes/experiencia que se disfruta de una sentada.

Lost Souls

viernes, 12 de enero de 2018

Mike Oldfield - VOYAGER


1. The Song of the Sun (4:33)
2. Celtic Rain (4:41)
3. The Hero (5:04)
4. Women of Ireland (6:30)
5. The Voyager (4:26)
6. She Moves Through the Fair (4:06)
7. Dark Island (5:43)
8. Wild Goose Flaps Its Wings (5:04)
9. Flowers of the Forest (6:03)
10. Mont St. Michel (12:18)

Al final de las vacaciones de verano de 1996 se publicó el tercer álbum de Mike Oldfield para la Warner, titulado Voyager. Podemos especular sobre los diversos motivos que movieron al inglés a la hora de elegir su temática, pero me resulta difícil de creer que en ello influyese la relativa decepción comercial de The Songs of Distant Earth (1994), sobre todo pensando que habría sido ridículo intentar igualar un éxito inevitable como el del previo Tubular Bells II (1992). También me sorprende que se tienda a describir la relación de Oldfield con sus discográficas como si el primero fuese un pobre asalariado echando horas extras para impresionar a las segundas y ganarse sus simpatías, pero hay quien dice que el nuevo CD fue un producto puramente económico más o menos exigido por WEA para llenar las arcas. Yo me niego a pensar así de un disco como Voyager, un disco con grandes defectos pero también con un sentido de la belleza arrebatador.

El diseño del álbum muestra imágenes del islote ibicenco Es Vedrá.

Hablábamos de la temática de Voyager, que es bien conocida: la música celta. Oldfield había trasteado con esta tradición varias veces, sobre todo en sus grandes instrumentales (incluyendo el tardío Amarok), aunque quizá nunca de forma explícita. Digamos que la manera de componer del joven Mike ya estaba impregnada inconscientemente de ciertos patrones rítmicos y melódicos celtas desde el principio. También es cierto que la música celta estaba muy de moda a mediados de los noventa, por lo que el lanzamiento de un álbum como Voyager no podía ser más oportuno. Queda al gusto del consumidor distinguir entre oportunidad y oportunismo.

Contraportada.

Voyager no contiene una musica celta "pura", sino que sus temas están revestidos del clásico toque Oldfield, vistosos en lo melódico y exquisitos en la producción, si bien es posible que en algún punto se le vaya la mano con esto último. Se suponía que el CD iba a ser muy ortodoxo (de hecho, en él participan popes de lo celta como Sean Keane, Matt Molloy, Máire Breatnach, Liam O'Flynn o Davy Spillane), pero cuentan que alguien en Warner lo tachó de soso y Mike tiró de ordenadores para sazonarlo un poco. Creo que Voyager puede verse más como el homenaje de Mike Oldfield a la música celta que como "el álbum celta de Mike Oldfield".

Portadas de los singles The Voyager y Women of Ireland. El segundo contiene los típicos remixes de baile.

Voyager contiene 10 temas, de los cuales 4 son propios y 6 son versiones. La primera versión, más espectacular y aventurera que el original, es la contenida en The Song of the Sun ("La canción del sol"). Fue compuesta en su día por el gallego Bieito Romero para su banda Luar na Lubre bajo el título de O son do ar ("El sonido del aire"). También está The Hero, basada en el tema escocés Hector The Hero, que Oldfield arregla con estruendosas gaitas y un espíritu muy de banda sonora de cine. Por su parte, Women of Ireland, pese a que no es un tema estrictamente tradicional, ha pasado al repertorio general celta gracias a su interpretación por The Chieftains para la película Barry Lyndon (1975). Siendo Oldfield fan de Stanley Kubrick, llega a incluir en su versión un trocito del tema principal de la película, la Sarabanda de Händel. El trabajo de Mike a la guitarra, pese a no ser un tema especialmente arriesgado, es brillante.

The Song of the Sun

Women of Ireland

La siguiente versión es She Moves Through the Fair ("Ella se mueve por la feria"), un tema tranquilo pero elegante que Oldfield construye a partir de una canción irlandesa muy conocida, y que antes habían versionado Sinéad O'Connor, Loreena McKennitt, Art Garfunkel, Van Morrison y hasta Led Zeppelin, entre muchos otros. Ahora, para mi gusto, el tema versionado más apabullante de Voyager es Dark Island. Esta es la clase de música que ha hecho de Mike Oldfield un mito de la música instrumental contemporánea, una explosión sensorial que inunda los sentidos y nos eriza los vellos. Es difícil no escucharlo una segunda vez justo después de la primera.

Suena Dark Island sobre imágenes de las costa cántabra.

Queda una última versión, Flowers of the Forest, que pese a la luminosa grandiosidad (excesiva quizá) que le aporta Oldfield, es en su origen una pieza escocesa que conmemora una triste derrota militar, y además hoy en día se utiliza con frecuencia en funerales. Creo recordar que la voz femenina es la de Sally Oldfield, pero puedo equivocarme.

Flores del bosque

Muchas de las críticas negativas de Voyager se centraron en que los temas propios de Oldfield son más irregulares, y esto es estrictamente cierto. Celtic Rain es resultón y muy bonito, aunque deja poco poso. Quizá sea porque Oldfield lo compuso y lo grabó en un rato, cosa que tiene su mérito pese a no ser un corte memorable. The Voyager me gusta menos todavía, no porque sea realmente malo, sino porque a mi juicio tiene más producción que composición (la melodía, de hecho, parece no estar redondeada del todo) y se hace largo. No obstante, fue publicado como single.

The Voyager

Muy distinta es la impresión que deja Wild Goose Flaps Its Wings ("El ganso salvaje aletea"), un tema muy ambiental, muy chill out si se quiere, y que está inspirado en un movimiento del Tai Chi, al que Oldfield se había aficionado por aquel entonces. Superficialmente podría parecer que es muy largo y monótono, y que divaga, pero una escucha más atenta nos revela un tema con un poder evocador apabullante, compositivamente casi milagroso, y con una de las guitarras más profundas y expresivas que ha grabado Mike en toda su carrera. Es el tema de Voyager al que regreso más a menudo.

Wild Goose Flaps Its Wings

Pero Oldfield se guarda lo mejor para el final, el largo Mont St. Michel, que se inspira en la famosa fortaleza de cuento de hadas en la costa francesa. Es una pequeña suite de doce minutos en la que el músico lleva a cabo su más brillante ejercicio de fusión con el medio orquestal-sinfónico, tan armoniosa como cambiante, francamente espectacular. Se sabe que Oldfield tuvo ayuda de un experto orquestador, y el protagonismo recae más en la London Symphony Orchestra (la que dirigió John Williams en seis episodios de Star Wars) que en la guitarra de Mike, pero esto no resta valor a una pieza que supera -pese a su menor extensión- a posteriores incursiones clásicas suyas como Music of the Spheres (2008).

Clip oficial con una versión editada de Mont St. Michel.

Con más problemas de planteamiento que de ejecución, al menos en términos generales, Voyager no fue del todo bien recibido por la crítica y hay quien lo señala como el principio del bache creativo en el que se sumió su autor durante varios años, y que se confirmó con su mudanza a Ibiza en aquel mismo 1996 y la desafortunada publicación de Tubular Bells III en 1998. Para gustos, colores, pero en mi opinión Voyager, aun siendo artísticamente menos ambicioso de lo esperado, es uno de los discos "buenos" de la última etapa "buena" de Mike Oldfield, a la espera de saber si el reciente y fabuloso Return to Ommadawn (2017) conlleva un renacimiento prolongado para su autor. Del indudable legado popular de Voyager dan testimonio los muchos nuevos aficionados, e incluso grupos, que se acercaron a la música celta gracias a aquel álbum bisagra. Pese a quien pese, y con sus defectos a la espalda, es un clásico.

martes, 22 de agosto de 2017

Loreena McKennitt - THE BOOK OF SECRETS


1. Prologue (4:25)
2. The Mummers' Dance (6:09)
3. Skellig (6:08)
4. Marco Polo (5:19)
5. The Highwayman (10:21)
6. La Serenissima (5:10)
7. Night Ride Across the Caucasus (8:33)
8. Dante's Prayer (7:11)

The Book of Secrets (1997) es uno de los trabajos con mayor éxito comercial en la carrera de la canadiense Loreena McKennitt. A ello no sólo contribuyó la popularidad del tema The Mummers' Dance y alguno de sus remixes lanzado como single, sino, en general, la gran calidad del álbum en su conjunto y, sobre todo, la oportunidad del lanzamiento de un álbum tan notable en el momento perfecto: el auge que vivió la música celta en los años noventa. En aquellos años se acumularon los lanzamientos de álbumes de artistas ortodoxos y de otros que buscaban la fusión étnica, además de un maremágnum de estuches recopilatorios y espectáculos en vivo. Es de justicia reconocer a McKennitt como una de las grandes fusionadoras de lo celta con otras músicas del mundo, antes incluso de aquel boom popular.

El famoso remix de The Mummers' Dance, en el clip oficial.

No creo que pueda considerarse The Book of Secrets como un álbum conceptual, pero la cantante, arpista y pianista explica en su web que sus temas son producto de las reflexiones que realizaba durante sus numerosos viajes. En concreto, McKennitt se interesó por conocer cómo eran las culturas de todo el mundo que estaban en auge durante el esplendor del mundo celta, supongo que como una forma de realizar una especie de "world music" muy pura. El álbum, que formaría parte de una especie de trilogía sobre viajes junto con The Visit (1991) y The Mask and Mirror (1994), fue grabado en la meca de la fusión étnica, los estudios británicos Real World de Peter Gabriel.

Marco Polo

La artista nos lleva de la mano desde la isla de Skellig en Irlanda hasta el lejano oriente que visitara Marco Polo, pasando por Atenas, Estambul, Sicilia, la Toscana, Venecia, el Cáucaso y Siberia. Entre unos viajes y otros (explica también la web) regresaba a las Islas Británicas para grabar, hacer excursiones culturales y enterarse, entre otras cosas, del nacimiento de la famosa oveja clónica Dolly. La cantidad de artistas de toda procedencia que colaboran con McKennitt da testimonio de la minuciosidad con la que suele trabajar esta artista, una verdadera erudita cuya música rezuma autenticidad. Tampoco escatima esfuerzos a la hora de comparar textos filosóficos y religiosos que sus reflexiones van hilando progresivamente, imagino que buscando un enriquecimiento personal que va paralelo a su inspiración musical.

Dante's Prayer, en vivo. La inspiración le llegó mientras viajaba en el Transiberiano.

Francamente, no sería capaz de destacar unos temas del disco por encima de otros, ya que, pese a que la voz de la artista funciona como hilo conductor, los cortes son muy variados (incluyendo largos, complejos pasajes instrumentales) y hacen que el álbum se disfrute más en su escucha como conjunto que picoteando con el mando a distancia. Es un viaje en sí mismo.

La contraportada.

Este año se cumple su 20 aniversario, y ya hay por ahí alguna edición conmemorativa en vinilo.

martes, 20 de enero de 2015

Clannad - CLANNAD


1. Níl Sé Ina Lá (Níl Sé'n Lá) (4:50)
2. Thíos Cois Na Trá Domh (2:55)
3. Brian Boru's March (3:50)
4. Siúbhán Ní Dhuibhir (4:30)
5. An Mhaighdean Mhara (2:10)
6. Liza (2:00)
7. An tOileán Úr (4:03)
8. Mrs. McDermott (3:03)
9. The Pretty Maid (2:40)
10. An Pháirc (3:00)
11. Harvest Home (1:40)
12. Morning Dew (3:45)

Cuando se escucha uno de los trillones de antologías de música celta que hay por ahí, es posible quedarse con la impresión general (a mí me ha pasado) de que el género es más o menos compacto, y de que especialmente aquellos grupos con más renombre se parecen por aquello de ser, en general, los más apegados al folklore común. Clannad no se ajusta demasiado a esta característica, ya que siempre ha sido un grupo muy reconocible gracias a un estilo propio que le da carácter, y que se basa en la utilización de la voz, en polifonía por lo general, como principal elemento musical.

La historia del grupo es bastante conocida. Los tres hermanos Bhraonáin (o Brennan) Moya, Ciarán y Pól, junto con sus tíos, los mellizos Noel y Pádraig Dúgáin (o Duggan) se reunían para interpretar música tradicional en un pub rural del noroeste de Irlanda cuando recibieron la oferta de participar en un concurso cuyo premio sería la grabación de un disco. Efectivamente, resultaron ganadores del certamen y su carrera discográfica comenzó con este Clannad (1973), de manos de la compañía Philips. Una década más tarde sería reeditado con el nombre de The Pretty Maid y una portada distinta, aunque para su primera versión en compact disc se retomó tanto el nombre como el diseño originales.

Contraportada del CD.

En su día comentamos el que es tal vez el disco más conocido de Clannad, Magical Ring, que contiene su archiconocido Theme from Harry's Game, aunque esta formación familiar tiene en su haber algunos otros títulos célebres que podrían haber sido comentados antes de este trabajo de su primera y más desconocida época. ¿Por qué he elegido este? Porque me encanta el sonido que Clannad tenía entonces, un claro ejemplo de la luminosa mezcla de tradición y espíritu pop hippy de que hacían gala muchos folkloristas setenteros. Clannad suena insultantemente auténtico, artesano, pese a que solemos tener en mente momentos posteriores en los que el grupo haría gala de una exquisita producción y unas voces mucho más trabajadas, cercanas a veces al mundo etéreo de la new age. Aquí suena exactamente como lo que era: un grupo de personas de la misma familia, gente más o menos sencilla del campo con un gran talento para la música, y que eran capaces de llevarse a su terreno unas cuantas de las muchísimas canciones populares irlandesas de siempre.

Brian Boru's March

Como suele pasarme, me he fijado especialmente en su estupenda versión de la Marcha de Brian Boru, que es instrumental, aunque sus alegres y bellas canciones -en inglés y sobre todo gaélico- suenan maravillosas. No es solo música celta, ni abandona del todo este terreno para entrar en la fusión pop. Seguramente los Brennan y los Duggan estaban empapados de la edad de oro del pop-rock que se vivía en las Islas en los últimos años, y por mucho que conociesen al dedillo las maneras de los celtas más ancestrales, tendrían la necesidad de realizar un trabajo fresco y abierto que gustase al público general de los primeros años setenta. Incluyen, por cierto, una versión de la canción Morning Dew de Bonnie Dobson, cosa bastante curiosa en un álbum de música tradicional, considerando su temática post-apocalíptica.

Morning Dew

No es tanto un disco para disfrutar de las bondades de Clannad en su mejor momento como una dulce excusa para recuperar aquella época maravillosa en que hasta la música más sencilla renegaba de las etiquetas. Pura evocación y simplicidad bien entendida.

sábado, 1 de febrero de 2014

Milladoiro - A GALICIA DE MAELOC


1. Danza de San Roque de Hío (4:03)
2. Tecendo Liño (1:47)
3. Danza de Cariño (2:33)
4. A Bruxa (3:12)
5. Muñeira do Areal (2:45)
6. Si Bheag Si Mhor / John Ryan's Polka (3:32)
7. Rosalía (3:54)
8. Alalá / Muñeira / Jiga (4:03)
9. Danza de Astureses (2:46)
10. Lla Vai ó Mar (4:10)
11. Pasodoble do Berbés (3:03)
12. Axéitame a Polainiña (4:16)
13. Polcas (de Arousa e do Tapal) (2:29)

Es bien sabido que el norte de Europa fue en la Alta Edad Media objeto de constantes movimientos demográficos causados por numerosas oleadas de conquistas. Existiendo distintos pueblos nórdicos en pugna por sus territorios, algunos de ellos se movieron hacia lugares relativamente lejanos durante estos períodos de expansión, llegando por ejemplo hasta España, y contribuyendo a la enorme variedad cultural que, incluso hoy, existe entre distintas zonas de nuestro país. Por ejemplo, los bretones del este de la actual Gran Bretaña se vieron arrastrados hasta costas remotas en su huida de la invasión de los anglos y sajones (y gente con casco cornudo y rostro pintado de todo tipo), asentándose en lo que se conoce hoy en día como la Bretaña francesa, o una amplia zona de la actual provincia española de Lugo que llamaron Britonia. Maeloc, de quienes se acordaron los miembros de Milladoiro a la hora de titular este álbum de 1980, es el primer obispo que figura en los anales de Britonia, un importante patriarca histórico que puede considerarse como un eslabón fundamental entre nuestro país y el resto del mundo celta. La Galicia de Maeloc es, de algún modo, la Galicia arraigadamente celta.

Milladoiro en una imagen reciente.

"¿Y qué es Milladoiro?", se preguntará el incauto poco conocedor de la fabulosa música tradicional gallega. No está del todo claro si un milladoiro es una estación del ritual del peregrino del Camino de Santiago o un simple hito que marca las millas en los caminos. Escrito con mayúscula, Milladoiro es el grupo que se formó con la unión de los miembros de la efímera banda Faíscas do Xiabre y los músicos Rodrigo Romaní y Antón Seoane, a los que se sumaron algunos nombres más para la creación de este primer álbum. Milladorio es, por así decirlo, la formación de referencia de la música celta Gallega. Por ahí dicen que son el equivalente patrio de The Chieftains, y si bien no hay por qué establecer comparaciones de ese tipo, seguramente se trate de una opinión acertada. 

A Galicia de Maeloc (1980) fue el álbum que los puso en el mapa, en unos años -los de la todavía candente transición democrática en España- en los que múltiples talentos artísticos se abrían paso en un contexto de euforia y frenesí creativo en todos los campos. No es que la dictadura pusiese demasiadas trabas a gaiteros y flautistas, pero se puede decir que el régimen había convertido cualquier manifestación del folclore tradicional en una mera anécdota de cara al turismo, sofocando todo aquello que oliese a "regionalismo" o, en definitiva, a futuro intento secesionista. Tampoco debía ser fácil algo tan sencillo como ponerle un nombre en gallego a un disco. Milladoiro contribuyó como pocos a la creación de toda una primera división de nombres propios del folclore tradicional peninsular, ayudando a que la música gallega se conociese mucho mejor dentro y fuera de nuestras fronteras.

Danza de San Roque de Hío.

Durante las últimas décadas ha habido en todo el mundo un gran auge popular de la música celta, y en nuestro país alcanzaron en su momento mucha popularidad nombres como los de Carlos Núñez, Luar Na Lubre, Cristina Pato, Hevia, Susana Seivane o Berrogüetto entre otros muchos (Kepa Junkera ha hecho lo propio por el folclore musical vasco), casi siempre apostando por un estilo bastante moderno que ha dejado lugar de sobra para la fusión y la experimentación tecnológica. Pese a que A Galicia de Maeloc pertenece a una generación anterior, lo cierto es que suena perfectamente moderno, entre otras cosas porque -sin apaños digitales ni sobradas épicas- no se pusieron reparos a la hora de hacer una música agradable y accesible para cualquier oyente, empleando de paso instrumentos propios de otros países del universo celta para buscar un sonido internacional muy aperturista. También es importante aquí ese cierto toque medieval, como de aldea antigua, con el que cuentan muchos trabajos clásicos del género celta, y que ayudan al oyente a sumergirse en ese "viaje" casi novelesco que debe ser toda obra de este estilo.

Alalá / Muñeira / Jiga.

Un imprescindible, y a la vez un trabajo para (re)descubrir.

martes, 9 de abril de 2013

Gwendal - RAINY DAY (A VOS DESIRS)


1. Rainy Day (6:34)
2. Cam'ye Ower Frae France (2:28)
3. The Walls of Liscarroll (3:57)
4. Butterfly (2:25)
5. Mon Joly Scooter
Intro (1:58)
Promenade (3:20)
Welcher Tanz Wascha Mesa (1:40)
The Pleasures of Home (2:00)
High Cloud Cat (5:15)
Mille Lards Et Six Soles D'eaux (2:05)
Bop Celtique (1:05)

Es gratificante regresar a los setenta de vez en cuando para encontrarnos con grabaciones como esta, en la que los límites bastante estrictos de un género de por sí encorsetado como el folk, se rebasan para lograr algo nuevo. Por supuesto que el folk no es hoy en día tan estricto como lo era entonces, entre otras cosas porque en los ochenta se hizo muy popular aquello de "world music" -encarnada en fusiones estilísticas varias- y también por álbumes experimentales setenteros como el que nos ocupa.

Cuando uno ha escuchado varios temas de los primeros Gwendal, pongamos del álbum de debut Irish Gig (1974) siente que se encuentra ante una variedad bastante pura de la música celta. Quizá no del todo pura si atendemos a que se trata de una formación de la Bretaña francesa y no irlandesa o escocesa (el tuétano del género, popularmente hablando), pero sí bastante "primaria" al lograr un sonido que puede sonar hoy en día tal como habría sonado hace diez o doce siglos. Lo que sucede es que la banda fundada por Youenn le Berre y Jean Marie-Renard siempre se ha caracterizado por su aperturismo a nuevos sonidos, cosa que precisamente en los eclécticos años setenta dio lugar a cosas tan agradables como Rainy Day (A Vos Desirs) (1977).

El grupo Gwendal al completo, en la contraportada del álbum.

Rainy Day se mueve casi de manera gradual desde el folclore tradicional simpatiquísimo y lúdico de los primeros temas -y del Gwendal más popular- hacia lo progresivo, desembocando en el largo tema Mon joli scooter ("Mi bonita vespa"), casi una suite clásica dentro de lo que fue el prog-rock de la época, que llena por completo la cara B del vinilo original. Su sonido cuasi-rockero y con intrincada estructura de jazz se alcanza gracias a la llegada al grupo de Ricky Caust a la guitarra eléctrica y la batería de Arnaud Rogers. El corte tiene también sus momentos de folclorismo puro, incluso inspirados en temas tradicionales preexistentes, pero encontrándose todo bastante equilibrado en un contexto experimental.

Por supuesto, y pese a que es de suponer que los aficionados al progresivo lo encontraron muy estimulante, Rainy Day encontró su parcela de oposición entre los puristas de lo celta. Hoy en día, pese a que toda la discografía de Gwendal es muy apreciada (si bien, tristemente, no tan conocida como debiera fuera de Francia), Rainy Day posee cierta aura de disco de culto. Su portada, obra del artista de cómic y cineasta Enki Bilal que recuerda al estilo desarrollado en la revista Metal Hurlant (la Heavy Metal francesa), ayuda a situar al álbum en la golosa esfera del frikismo musical setentero.

En resumen, es un disco tan agradable como cualquier otro de Gwendal en sus primeros tiempos, y con ese plus bastante satisfactorio que supone el haber jugueteado un poco con otros géneros. En Spotify.

Rainy Day.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Carlos Núñez - A IRMANDADE DAS ESTRELAS


1. Amanecer (4:36)
2. A Irmandade das Estrelas (4:11)
3. Nubes del otro lado (4:03)
4. Negra Sombra (5:27)
5. Os Gaiteiros da Noite (3:27)
6. Cantigueiras (4:10)
7. Villancico para la Navidad de 1829 (3:10)
8. Bailando con Rosiña (2:14)
9. Lela (3:55)
10. The Flight of the Earls (2:31)
11. Canto de Afiador (1:19)
12. Para Vigo me voy (2:36)

La Hermandad de las Estrellas (1996) es el título en castellano del álbum de debut del gaitero y flautista gallego Carlos Núñez. Pese a que fue un disco de enormes repercusiones comerciales y populares, siempre me ha gustado más Os amores libres (ya comentado en este blog). No obstantes mis preferencias, A Irmandade das Estrelas es un disco enorme, tan completo y satisfactorio para cualquier público que con razón estuvo muchas semanas en lo más alto de las listas de ventas españolas y tampoco le fue nada mal en el extranjero.

Carlos Núñez fue todo un descubrimiento para los aficionados a la música celta, sobre todo porque no estamos hablando únicamente de un dotado folclorista e intérprete de su instrumento. Es un artista redondo con hambre de creación, con capacidad para el riesgo y la reinvención personal, y precisamente este aperturismo lo aproxima a sus "padrinos" musicales, los mismísimos The Chieftains, que en alguna ocasión le han considerado como uno de ellos. Núñez representa, dentro de la música celta de la cornisa cantábrica española, los mismos valores de sus amigos irlandeses: pureza total cuando se persigue ésta, y heterodoxia aventurera cuando se tercia. Es bien sabido que el artista que nos ocupa es, además de músico, todo un investigador del folclore de su tierra y un viajero bastante inquieto.

Trasera del libreto del CD.

A Irmandade das Estrelas no se queda lejos de lo que otros muchos músicos, dentro y fuera de su género, suelen ofrecer como primer trabajo publicado: un colorido "muestrario de moquetas" en el que cabe un poquito de todo, desde temas tranquilos y meditabundos en la línea un tanto melancólica del propio paisaje gallego, a auténticas algarabías virtuosas. Especialmente populares se hicieron las excelentes Bailando con Rosiña (que alguien calificó acertadamente de "música para una película muda") y Villancico para la Navidad de 1829, maravillosa mezcla de solemnidad y optimismo. Era normal que Núñez también dejase un espacio para algunas colaboraciones de lujo que le apoyasen en su debut, y consiguió colar al menos a un peso pesado en cada tema del disco: la guitarra de Ry Cooder, Luz Casal cantando a Rosalía de Castro, dos miembros de Nightnoise, Kepa Junkera y su trikitixa, Dulce Pontes, La Vieja Trova Santiaguera y otros muchos, incluyendo por supuesto a The Chieftains. Podríamos ver A Irmandade das Estrelas como un preludio al genial despiporre multiétnico de Os amores libres, ya que incluye flamenco, jotas, polkas, un son cubano... aunque en mi opinión este primer álbum pone a los colaboradores al servicio del músico, y no al contrario (como quizá ocurría en su segundo lanzamiento). En este sentido, es de admirar la gran disponibilidad que suelen tener los más respetados músicos celtas cuando se les llama incluso para participar en trabajos de artistas jóvenes o desconocidos, un hecho del que este disco es un ejemplo entre muchísimos. Chapeau por ellos, toda una "hermandad de estrellas".

Portada de la edición internacional del disco.

Es cierto que en los años de esplendor de lo celta se lanzaban discos como churros y muchos de ellos daban en la diana, pero Carlos Núñez destacó por su seriedad y la profundidad de su propuesta. No fue este un trabajo coyuntural que se aprovechase de la moda del momento, sino una obra madura y muy rica que estaba hecha para perdurar. En Spotify.


Villancico para la Navidad de 1829.


Negra Sombra.
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