domingo, 30 de octubre de 2022
Pink Floyd - ANIMALS
viernes, 5 de febrero de 2021
The Alan Parsons Project - EYE IN THE SKY
Me encanta The Alan Parsons Project, no solo porque conecto con su manera de desarrollar entretenidísimos álbumes conceptuales, sino porque tengo bastante claro que en su momento fue la perfecta puerta de entrada al mundo del rock progresivo desde un ámbito pop-rock algo más mainstream, como podía ser la música que hacían grupos en la línea de la E.L.O. (Electric Light Orchestra), los Wings de Paul McCartney o -a ratos- la Steve Miller Band y los personalísimos Supertramp. Hasta desde la música disco hubo una oportunidad de usar el Project como bisagra para explorar otros territorios.
Dicho esto, podemos ir presentando Eye in the Sky (1982) como uno de los dos álbumes más célebres del Project, junto con Tales of Mystery and Imagination (1976), este último quizá menos vendido a su salida pero más atemporal y con un mayor prestigio crítico. Eye in the Sky cuenta, por encima de todo, con el tema más radiado de la trayectoria del dúo, el que da título al disco, y eso al final tiene tanto peso que la popularidad del álbum ha crecido exponencialmente a su alrededor. En realidad, y voy adelantando lo que comentaré después, es una pena que a su lado sean mucho más "desconocidos" otros trabajos a mi juicio superiores y más redondos como Pyramid (1978) o, sobre todo, The Turn of a Friendly Card (1980).
Para empezar, es un hecho innegable que entre el álbum anterior y Eye in the Sky se produjo la pausa creativa más larga que había necesitado hasta entonces el grupo para lanzar material nuevo. Hasta entonces habían publicado un álbum al año, mes arriba o abajo, y aquí hubo más tiempo para componer y grabar, por lo que era de esperar que las expectativas fuesen altas. Sin embargo, Eye in the Sky es el trabajo más irregular del Project hasta aquel momento. El más descompensado entre sus mejores y sus peores momentos. Incluso poniendo sobre la mesa el flojete Eve (1979), tengo la certeza de que los puntos bajos de Eye in the Sky son un poco más bajos. Por suerte, sus puntos altos también son mucho más altos.
Eye in the Sky explora la idea un tanto conspiranoica de que existe alguien vigilándonos constantemente, un Gran Hermano que diría Orwell, llamémosle gobierno mundial en la sombra, iluminati, conspiración masónica o gobierno dictatorial de turno. El diseño de la portada es una estilización de ese ojo que todo lo ve. No me parece que el álbum termine de desarrollar del todo bien este concepto más allá de los textos, sobre todo porque su naturaleza es más bien política y esto es difícil de ilustrar musicalmente con la clase de piezas que en discos anteriores reproducían bien los ambientes tétricos de Allan Poe, la ciencia-ficción de Asimov o el antiguo mundo egipcio. No obstante, el álbum comienza fuerte con el estupendo instrumental Sirius (que en la TV norteamericana se utiliza como sintonía de transmisiones deportivas), seguido de la mencionada canción homónima Eye in the Sky, de sobra conocida.
Children of the Moon es un poco menos potente, si bien su producción y arreglos marca de la casa le aportan muchisimo encanto; y Gemini, un tema en general modesto, sorprende al menos por lo poco trillado de su sutil sonido en la discografía de la banda. Una gran sorpresa es el largo Silence and I, "muy Woolfson" y con un pasaje central instrumental-sinfónico fabuloso. Creo que la peor parte del álbum comienza a partir de aquí.
You're Gonna Get Your Fingers Burned ("Te vas a quemar los dedos"), sin ser una cosa horrible, parece un intento de hacer un tema pop extremadamente convencional que encaja a medias como un parche en medio del álbum. Está bien hecho y tal, pero difícilmente parece encajar con los desarrollos de pop progresivo escuchados antes. Eye in the Sky toca fondo con la -esta sí- horrible Psychobabble, cuya existencia solo se explica mediante la idea de rellenar unos minutos que aporten duración al álbum, y si acaso con la letra, que trata sobre alguien que habla al psiquiatra sobre sus pesadillas recurrentes y puede emparentarse con el concepto general del disco. La expresión "tema de relleno" encuentra aquí un ejemplo digno de un diccionario. Ni los arreglos, que en un álbum de The Alan Parsons Project se dan por sentados, aportan prácticamente nada. Los coros son especialmente molestos.
Tras la estupenda Mammagamma, que es una de esas geniales pero a veces demasiado breves piezas instrumentales de mitad de álbum del Project, seguimos poco entusiasmados con Step by Step, que es apenas mejor que las dos canciones previas al instrumental. Afortunadamente, el álbum reserva uno de sus mejores momentos para el final: Old and Wise, una maravillosa balada producida en el olimpo de Parsons, genialmente bien compuesta y arreglada con instrumentos de cuerda y un gran saxofón.
En la línea de otros trabajos de The Alan Parsons Project, son varios y variados los vocalistas invitados, todos masculinos: David Patos (Children of the Moon), Chris Rainbow (Gemini), Lenny Zakatek (You're Gonna Get Your Fingers Burned y Step by Step), Elmer Gantry (Psychobabble) y Colin Blunstone (Old and Wise), además del propio Eric Woolfson (Eye in the Sky y Silence and I), que como todos sabemos, era el alma compositiva del dúo por mucho que Alan Parsons le diese nombre.
Mencionaba lo del espacio de tiempo respecto al trabajo anterior porque, escuchado con distancia y sin profundizar en detalles sobre el proceso de grabación, la impresión paradójica que se percibe es que Eye in the Sky se concibió como con prisas. Parece que, en el momento mismo en que Parsons y Woolfson se reunieron para grabarlo, traían en la mochila solo tres o cuatro temas que mantenían la brillantez de los mejores trabajos de ambos. Después, no sabemos si con premura, por desgana o buscando un nuevo horizonte musical en el panorama de los ochenta, el trabajo se completó con piezas que resultan más ramplonas por estar poco maduradas que por la falta de talento de sus autores.
martes, 20 de junio de 2017
Peter Gabriel - (3 "MELT")
El álbum del que vamos a hablar no tiene título, al igual que tampoco lo tienen los dos anteriores trabajos en solitario de Peter Gabriel y tampoco lo tiene el cuarto. Hoy en día se los distingue por un simple número y por algún término en inglés que haga referencia a su portada. El primero se conoce como "Car" (1977) porque Gabriel va dentro de un coche, el segundo es "Scratch" (1978) porque el músico parece estar rasgando su propia imagen, y este es "Melt" (1980) porque Gabriel parece derretirse como una figura de cera.
miércoles, 27 de enero de 2016
Mike Oldfield - DISCOVERY
El proximo viernes se publica la reedición en formato "deluxe" del famoso álbum de Mike Oldfield de 1984, Discovery. Siendo el músico uno de los predilectos del blog, he decidido dedicarle un comentario al trabajo, pese a que no lo incluí en el pequeño widget de la derecha que informa sobre próximas entradas. Mucho se ha quejado el multiinstrumentista de cómo la compañía Virgin Records le presionaba para componer temas cantados radiables, pero, tal como intenté argumentar en una entrada hace tiempo, dudo mucho que crear obras tan hermosas como ésta supusiese un sufrimiento. No voy a dejar a Oldfield por mentiroso, pero sí que es evidente en él una enorme inestabilidad emocional que le ha conducido a distintos ejercicios de revisionismo sobre su propia vida y obra, calificando cualquier cosa de basura y luego de obra maestra, o al revés, según tenga el día. De Discovery llegó a decir que era su mejor disco, y aunque está claro que exageraba por razones promocionales, hay mucho amor y dedicación puestos en él.
Se alterna o complementa Reilly con la voz masculina de Barry Palmer en una serie de temas que se enlazan muy elegantemente, con unos arreglos cada vez más elaborados y una atmósfera medio cósmica (se utilizó abundantemente un sintetizador Fairlight en la composición), medio folk-rock. No soy muy admirador de la ingenua Tricks of the Light ni de la para mí un pelín seca Discovery, pero sólo puedo caer rendido ante la belleza de Poison Arrows, Crystal Gazing y, sobre todo, Talk About Your Life, que reinventa inteligentemente la dulce melodía de To France. Hay quien se queja de que Saved by a Bell es ñoña, y de que a Barry Palmer le falta fuelle en algún punto de la melodía, pero me gusta su toque soñador.
Hacia The Lake, y a sabiendas de que es uno de los cortes instrumentales más admirados por los seguidores de Oldfield en su etapa ochentera, tengo sentimientos encontrados. La pieza está inspirada por el lago Lemán, o Ginebra, en Suiza, cerca del cual se grabó Discovery. Como dice una frase impresa en la contraportada del disco, todo él fue "grabado en los Alpes suizos, a 2000 metros de altitud, con vistas al lago Ginebra en días soleados". Es un tema bonito, digno del mejor Mike Oldfield (recuerda por momentos al tema Taurus II de Five Miles Out, más que al precedente inmediato Crises), pero hay tramos que me dejan un poco frío pese a ser en general una composición briosa e imaginativa (suena incluso la sintonía de la 20th Century Fox y -creo- el rugido del león de la Metro) y, como el conjunto del álbum, exquisitamente bien producida. Algunos fragmentos se me hacen un poco simples, aunque es cierto que otros son muy profundos y expresivos. Hay grandísmos fragmentos de guitarra.
Creo que mi problema es que suelo escuchar los álbumes de Oldfield de principio a fin, y para cuando llego a The Lake ya tengo la sensación de haber disfrutado de una experiencia completa con las canciones anteriores (recordemos que la penúltima recupera melodías de la primera, cerrando una especie de círculo conceptual), con lo que estoy... digamos que saciado. El postre, por muy bueno que sea, se me hace largo. Tal vez la cuestión esté en que el mismo Mike considera, de algún modo, que el instrumental es una obra separada, independiente de lo que segundos antes ha sido el álbum Discovery, y de ahí el título secundario del LP, Discovery and The Lake.
No sobra mencionar que los singles de Discovery incluyeron algunos temas reseñables que después han aparecido en recopilatorios, y que están en la novísima reedición del álbum. Hablamos de Afghan, In the Pool y Bones, las dos primeras muy bonitas, la tercera un interesante experimento. Por cierto, Afghan ha sido reelaborada y ampliada bajo el título The Royal Mile para la "deluxe".
Discovery dio origen a una gira europea de presentación, muy arquetípica del sonido en directo de Mike y lo que era su banda más o menos estable de los ochenta. La nueva edición no contiene el clásico concierto de la gira en el segundo CD, sino la extraña Suite 1984 que pretende hermanar musicalmente el álbum que nos ocupa con la banda sonora de Los gritos del silencio (The Killing Fields), creada poco más o menos en paralelo y que, más allá de la proximidad de las fechas, no tiene nada que ver ni con Discovery ni con The Lake. Otra vez Mike Oldfield, el revisionista de sí mismo, haciendo de las suyas.
viernes, 22 de enero de 2016
David Bowie - LOW
De entre los varios álbumes de David Bowie que entran en la categoría de clásicos (y son unos cuantos), Low es, además, uno de los más firmes candidatos a obra maestra del músico británico. Publicado en 1977, Low es el primer disco de la etapa que conocemos como "trilogía de Berlín", y que en su momento comentamos conjuntamente con sus dos continuaciones, "Heroes" (1977) y Lodger (1979). Es cierto que "Heroes", gracias sobre todo a su maravilloso tema homónimo, suele ser un disco de referencia en la carrera de Bowie, aunque Low retiene una pátina especial de trabajo de culto que lo hace muy especial. Por su parte, Lodger es un trabajo más convencional en lo que a estructura se refiere, y que en su momento pasó relativamente más desapercibido.
En efecto, lo que hace de Low una obra tan interesante es no ser en absoluto un disco convencional. Si bien es verdad que el Duque blanco nunca se caracterizó por atenerse a los tópicos de la música popular del momento, no deja de ser sorprendente que un artista al que podemos considerar como vocalista publique un álbum poco menos que instrumental. A ver, la segunda mitad del LP es un experimento cercano al ambient, mientras que la primera consiste en una pequeña colección de piezas cantadas en la órbita pop de la época... pero incluso en éstas últimas vemos que Bowie está mucho más volcado en cuidar la instrumentación y las atmósferas que en lucir su personal estilo vocal.
Con estos trabajos de David Bowie, al igual que con muchos de los grandes títulos del rock de los setenta, uno no puede dejar de sorprenderse al ver cómo la música popular alcanzó sus más altas cimas en lo que a libertad creativa se refiere. La industria lo fomentaba y el público lo bendecía de buena gana, tal vez porque los medios de entonces eran menos dados a crear sus propios ídolos prefabricados y solían apoyar a los de verdad, a los que se hacían a sí mismos. La relación entre las compañías discográficas, los medios de comunicación y el público ha cambiado muchísimo desde aquella década del siglo pasado, y en muchos casos sólo los supervivientes de entonces han podido mantener su independencia artística. La evolución artística de Bowie solo se ha detenido cuando le ha fallado el cuerpo, cuando una maldita enfermedad le ha impedido seguir haciendo lo que le daba la gana. A falta de que se publiquen todos los recopilatorios que son de esperar en estos casos, nos sigue quedando una larga discografía a la que poder acudir de vez en cuando, con la suerte de que no contiene música de usar y tirar. Sirva esta reseña como homenaje a su indiscutible talento y su influencia irrepetible sobre quienes no nos conformamos con medianías.
miércoles, 5 de marzo de 2014
Mike Oldfield - MAN ON THE ROCKS
jueves, 21 de noviembre de 2013
Varios artistas - AND I'LL SCRATCH YOURS
Cuando no hay pan, buenas son tortas.
domingo, 21 de abril de 2013
David Bowie. Brian Eno. Berlín. Y Philip Glass.
Concluimos con una interesante comparación del vídeo oficial del tema "Heroes" y su versión sinfónica minimalista: