“Todos sabemos que el arte no es la
verdad. El arte es una mentira que nos hace comprender la verdad, al menos la
verdad que nos es dado poder comprender. Y el artista debe conocer la manera de
convencer a los demás de la veracidad de sus mentiras”.
Estas
palabras de Pablo Picasso, citadas
en la cinta que hoy nos ocupa, resumen la reflexión de fondo sobre la que gira “Fraude” la última película acabada de Orson Welles. En ésta el genial
director realiza un ejercicio cinematográfico experimental en tono de sátira en
el que combina, a un ritmo vertiginoso, diferentes testimonios y disertaciones sobre
el fraude en el mundo del arte. Para ello se vale de un formato documental que
transforma, por arte de birli y birloque,
en ficción a su conveniencia, entrecruzando verdades que parecen mentiras y
mentiras que parecen verdades, lo cual imposibilita diferenciar la farsa de lo
ficticio, lo genuino del fraude.
Orson Welles: narrador, intérprete, ilusionista,
filósofo, charlatán, poeta y demiurgo cinematográfico omnipresente en todo el
metraje, ejerce como maestro de ceremonias y nos guía a través de ese confuso
laberinto.
Welles trasciende la propia trama y la hace
suya pasándola por su propio tamiz filosófico, estético, satírico y formal; conduciéndonos
hasta un ejercicio reflexivo, no exento de crítica, sobre la dualidad entre lo
real y lo ficticio en la representación artística y por ende en la
representación cinematográfica.