Pasan las horas mientras miro
hacia un punto fijo, de la pared del salón, que me priva la libertad, que me prohíbe
respirar. El tiempo no regresa y desaprovecho mis minutos esperando a que
vuelvas con mi corazón en las manos. Te marchaste sin cerrar la puerta, al menos
su golpe me hubiese despertado del shock de descubrirte usando otros labios.
Tarde descubrí quien vagaba tras mi espalda con máscara de humano sobrio.
El ruido del contoneo de las
agujas del reloj me inunda los oídos, no logro olvidar que ahora ya es pasado.