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jueves, 27 de junio de 2013

« preparado »

Después de hacer desaparecer, con apenas fuerzas y un pañuelo de tela impregnado en lejía, lo que quedaba de humano en mí, las cuerdas entre mis venas aullaron un golpe de paz interior. Parecía imposible desenvolver mis dedos, prisioneros de tu hiel y cuerpo infiel. Amantes del momento, pasión finita, locura caduca. Soñé que eras tú quién me daría la vida y lo que vi allí fue lo único que supe de ti. El silencio superó mis prerrogativas. Ilusión. Príncipes y lobos, sapos y caperucitas. Sombra. A pesar de enderezar mis rodillas tarde, creí que volar era un cuento de niños, otro delirio más, aunque jamás olvidaré que soy porque quise y fui porque quiero.

Sólo estoy solo, nada más. Podría estar peor, claro. Podría estar mal acompañado.

martes, 17 de enero de 2012

« entrega »

Es poco, casi nada, lo que me separa del roce de tu piel. Tengo ganas de hundir mis dedos en ella, saborear con las manos el olor de tu carne. Es ahora, que me aproximo a ti, cuando mi cuerpo levita hasta un metro sobre el húmedo colchón por la efervescencia de mi sangre ante tu fiebre, que me alcanza y me domina. Electrificas mi cama y me encierras en una custodia de sudor y sangre. Me rocías con lo dulce de tu hiel, me derramas la risa de tus lágrimas, me ensucias con lo amable de tu llanto. Sólo te veo a ti y tú sólo amas mi figura, que comunica en Morse, que quiere cada vez más. Con la boca abierta e impregnados en deseo ardiente, dejamos de par en par el alma, sujeta al ritmo de dos latidos que se golpean a la vez.

Fluyes en mí porque eres mi sangre, 
crees en mí porque soy tus alas.