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viernes, 28 de junio de 2013

“Flinch 3: Observándote”, de VVAA.




ECC Ediciones ha finalizado con este tercer volumen que incorpora los números 12 a 16  la reedición de “Flinch”, intento de DC de resucitar a inicios del siglo XXI dentro del Sello Vertigo la fórmula que triunfara cincuenta años antes en series de culto como “The vault of horror” o “Tales from the Crypt” de la Editorial EC con nuevas historias de terror contemporáneo realizadas por guionistas y dibujantes de la talla de Brian Azzarello, Bruce Jones, Joe R. Lansdale, John Arcudi, Mat Johnson, Mike Carey, Paul Jenkins, .Berni Wrightson, Craig Hamilton, David Lapham, Esad Ribic, Frank Quitely, Javier Pulido y Tim Truman.

Transmitir miedo es probablemente uno de los mayores desafíos que puede tener cualquier autor, especialmente en el ámbito de los cómics y la sociedad contemporánea donde el que más y el que menos ya está curado de espantos y al paso de unas pocas páginas uno puede asistir al desenlace de la historia ahorrándose el susto o la sorpresa. Quizás por esa dificultad añadida la fórmula que triunfó en los años cincuenta en los noventa a lo largo de este volumen va desinflándose hasta que, en las historias finales de este volumen, toca fondo con un conjunto de historias irregulares e insatisfactorias a pesar del talento contrastado de sus autores. A pesar de la sensación agridulce que deja ese desenlace final (básicamente con las historias de la secuela "The Unexpected", también incluida en este volumen) no por ello hay que dejar de destacar la primera mitad del TPB con historias bastante conseguidas.

En ese sentido, creo que las mejores historias de terror son aquellas guionizadas por todo un maestro del género como Bruce Jones quién no solo da con un acertado tratamiento en las dos historias incluidas en este tomo sino que aprovecha de las calidades dispares de los dos estupendos dibujantes con los que colabora – Bernie Wrightson y Frank Quitely- para adaptarse a las características de los dibujantes y potenciar sus cualidades gráficas. También es de destacar por su atrevimiento el “terrorífico” funny animals con el que se atreve Tim Truman (dibujo) y Joe Landsdale (guión)  dando su animalesca versión de la ya famosa leyenda del cantante de blues que ofreció su arma al diablo a cambio de talento. Es precisamente hasta la historia de Wrightson y Jones que el tomo se lee con agrado e interés antes de caer en picado con historias poco logradas merced a equipos poco compenetrados, confusos desarrollos o pobres planteamientos que llegan a tocar fondo en el caso de la sencilla historia de terror gótico ideada por  Mike Carey y Craig Hamilton como consecuencia de la pobre reproducción de esa historia.

En resumen, “Flinch” fue una serie con más luces que sombras que quedan perfectamente reflejadas en esta última entrega, una serie que probablemente  chocó con la incomprensión de unos lectores potenciales demasiado resabiados a estas alturas de la fiesta como para dejarse asustar fácilmente.  Y es que eso de dar miedo cada vez está más complicado.

miércoles, 16 de junio de 2010

“The Unwritten 1: Tommy Taylor y la identidad falsa”, de Mike Carey y Peter Gross.

Detnro de la nueva hornada de títulos Vertigo aparecidos a lo largo del año anterior que poco a poco empieza a editar en España Planeta, uno de los que había levantado más expectativas era este “The Unwritten: Tommy Taylor y la identidad falsa”, guionizado por el para mí gusto sobrevalorado Mike Carey y el correcto Peter Gross, que reúne los primeros cinco números de la serie y acaba de aparecer en España. El resultado, decepcionante.

Tom Taylor es el hijo de Wilson Taylor, el escritor creador de una serie de novelas de fantasía cuyas entregas son un éxito mundial. Sin embargo, Wilson Taylor desapareció repentinamente sin que nadie conozca su paradero y Tom sobrevive exprimiendo la obra de su padre en convenciones de fans. Cuando en una de estas reuniones se pone en entredicho su identidad, entrarán en juego oscuras y misteriosas fuerzas en torno a Tom dispuestas unas a ayudarle y otras impedirle descubrir y aceptar su destino.

Mike Carey es un guionista a la estela de Neil Gaiman que se hizo un nombre con la irregular “Lucifer”, spin off del “The Sandman”, y que posteriormente ha mostrado un buen olfato comercial para plantear historias atractivas en sus planteamientos iniciales como “Crossing Midnight” que acaban aburriendo en su desarrollo y resolución. “The Unwritten” pretende rebañar el tirón de los libros de “Harry Potter” con una trama de intriga que gira en torno a un protagonista a medio camino entre la realidad y la fantasía émulo del protagonista creado por J. K. Rowling añadiendo ciertos elementos conspiranoicos y cyberpunk. Quizás sea un poco pronto para valorar la serie pero a mí este tomo me parece que sufre los mismos defectos que la obra anterior de Carey con unos personajes planos y una confusa y poco detallada ambientación que acaba convirtiendo la historia, a pesar de sus buenos mimbres, en un tostón. Tras una serie de peripecias con poco interés debido a la falta de ritmo que Carey imprime a la historia, la cosa se vuelve un poco más interesante en el quinto número que supone un punto de inflexión ya que se desvelan ciertas claves de la serie y en el que curiosamente se abandona la trama y personajes principales para contar una historia autoconclusiva protagonizada por escritores de la talla de Kipling, Wilde y Twain.

En el aspecto gráfico, Carey vuelve a contar con su colaborador habitual Peter Gross que vuelve hacer gala de su estilo impersonal y su correcta narrativa, en esta ocasión influido en la composición de página por la obra de Possy Simmonds a la hora de introducir con inteligencia largas parrafadas en la historia pero que, en líneas generales sigue resultado tan olvidable como en anteriores ocasiones, destacando gráficamente únicamente las elegantes composiciones en las portadas de Yuko Shimizu.

En fin, os podéis imaginar que teniendo en cuenta la trayectoria de los autores y el análisis de esta primera entrega no voy a seguir “The Unwritten”. Una pena, porque Carey cuenta con elementos que en otras manos podrían dar más de sí pero que me temo que acabarán converitdos en otro quiero y no puedo que añadir a su trayectoria. Si la cosa mejora, avisadme.

Otras obras de Mike Carey en El lector impaciente:

Lucifer”.
Crossing Midnight”.
Faker”.

lunes, 13 de julio de 2009

“Crossing Midnight” de Mike Carey y VVAA.

Mike Carey es uno de esos autores que se mueven en la ambigüedad. Un tipo que pertenece a esa estupenda hornada de guionistas y escritores británicos que revitalizaron el cómic estadounidense en los noventa a la estela de los Moore, Gaiman y Morrison, creador de cómics a priori atractivos, con buenos planteamientos que no acaba de rematar con un desarrollo plano y distante que mengua la brillantez de sus ideas. Sin embargo, Carey es un tipo que cuenta con una buena reputación en el mundillo y un grupito de seguidores que defienden entusiasmados sus trabajos y avalaban “Crossing Midnight” como su obra más ambiciosa y lograda, el cómic con el que Carey iba a romper y confirmarse. Por todos esos motivos, y aprovechando la publicación por parte de Planeta de la serie completa -19 números- en un único tomo, bastante voluminoso pero mucho más manejable que sus ediciones absolutes, lo he estado leyendo a lo largo de esta semana y, en mi opinión, en “Crossing MidnightCarey no ofrece nada nuevo y me parece que continua a bastante distancia de la triada relacionada más arriba. Les cuento.

En la Nagasaki actual, nacen dos hermanos gemelos con una diferencia de pocos minutos pero separados por la medianoche. Kai, el chico, es un muchacho tranquilo, introvertido y obediente mientras que Toshi la hermana es una chica traviesa, extrovertida y rebelde. Esas diferencias de carácter no son las únicas ya que los hermanos descubren que Toshi es inmune a todo tipo de filo cortante, logrando que las espadas, tijeras y demás, se plieguen antes de entrar en contacto con su piel. Mientras los hermanos debaten sobre esta extraña facultad, aparece de la nada un misterioso personaje, Aratsu que se hace llamar el Señor de las Espadas y ejerce un mágico control sobre las armas blancas y que exige a Toshi que entre a su servicio para saldar una misteriosa deuda que contrajeron con él sus antepasados, amenazando si se niega la vida de sus padres. Toshi accede y se convertirá en sirviente más del Señor de las Espadas en su mágico reino paralelo quién la irá encomendando misiones en el mundo real –el mundo gris- al tiempo que irá olvidando paulatinamente su pasado como consecuencia de los encantamientos de Aratsu. Mientras tanto, Kai intentará hacer todo lo posible por rescatar a su hermana, lo que le llevará a enfrentarse a todo tipo de seres mágicos que habitan entre la realidad y el mundo de los espíritus antes de descubrir sus propios poderes y el origen del interés de Aratsu por Toshi. Pero, si quieren saber como acaba el tema, tendrán que leerse el cómic.

Resulta innegable el atractivo que supone para los occidentales todo aquello que tenga que ver con lo japonés. Una cultura enormemente rica y llena de contrastes en la que conviven la tradición milenaria del Sintoismo y los samurais con la última tecnología, los yakuza y fenómenos como las comunidades de Sin Hogar o las Enjo Kosai. Carey incorpora todos esos elementos los a una historia que a pesar de su componente de fantasía oriental a la que nos han aficionado directores de cine como Ang Lee o Zhang Yimou, parte de la adaptación libre del cuento de Hans Christian Andersen, “La reina de las nieves”. Muchos y dispares elementos maneja Carey para construir una historia con todos los componentes para triunfar en la línea Vertigo, como bien señala en la introducción José Torralba (mezcla de realidad y fantasía, tratamiento de fenómenos adultos) pero que se pierde debido a la incapacidad de Carey para rematar coherentemente las tramas que plantea, con una galería de personajes atractivos que el autor apenas esboza y que aparecen y desaparecen de la serie sin ninguna explicación.

La trama va dando tumbos dejando demasiadas cosas en el aire hasta su conclusión en la inevitable “batalla final” que Carey resuelve de manera precipitada y un tanto burda, quizás obligado por el anuncio de conclusión de la serie debido a sus bajas ventas.

Sin embargo, no toda la culpa es achacable a Carey, ya que a lo largo de la serie nunca cuenta con un con un dibujante de categoría estable y en la relación de nombres que pasan por la serie ninguno se implica realmente y se limitan a cumplir mal que bien con el encargo, sin rescatarlo en ningún momento de la mediocridad y sin sacar partido de las posibilidades que les ofrece contar una historia de estas características.

En fin, a mí “Crossing Midnight” me ha parecido confusa y aburrida con pocos momentos de verdadero interés en un desarrollo demasiado plano en el que no destacan ni los supuestos giros inexplicables de la trama, dejándome un regusto amargo y con la pregunta sin responder qué hubieran podido hacer con los mismos mimbres un equipo más hábil como Mark Buckingham y Bill Willingham. Nunca lo sabremos.

La edición me ha gustado bastante. Incluye las fantásticas portadas de todos los números que gráficamente son lo mejor de la serie, la introducción de Torralba mencionada y un artículo del propio Carey sobre el fenómeno del Enjo Sokai que sorprende en medio del tomo. Sin embargo, echo a faltar un índice que indique la autoría de los distintos números y de las portadas, asi como el inicio y final de los distintos arcos argumentales que, a continuación les reproduzco yo por si hay alguien interesado.

Ciclos de “Crossing Midnight”:

Cut Here” (Corta aquí), del número 1 al 5.
A map of midnight” (Un mapa de la medianoche) del 6 al 12.
The sword in the soul” (La espada en el alma) del 13 al 19.

Otras obras de Mike Carey en El lector impaciente:

-Lucifer”.
- “Faker”.

miércoles, 27 de mayo de 2009

“Lucifer: El diablo a las puertas” de Mike Carey y otros

Recupera Planeta los primeros números de la colección “Lucifer” que ya publicara en su momento Norma Editorial. A mí con esta colección “Lucifer”y el personaje que le da título me dio siempre la sensación que se quiso hacer una especie de Constantine 2, personaje con el que guarda más de una similitud tanto en su gestación – si Constantine fue un personaje secundario creado por Moore para “The Swamp Thing”, Lucifer es uno de los secundarios que ideó Neil Gaiman para su “The Sandman”- como por sus características, ya que ambos son personajes ambiguos y un tanto amorales que se mueven en los ambientes sobrenaturales como Pedro por su casa. Quizás por ese motivo no lo seguí en su momento regularmente y es ahora cuando he empezado a darle una oportunidad, más que nada por recuperar el trabajo de Mike Carey, un autor que aun ideando siempre historias muy apañadas no acaba de rematar nunca una gran obra.

En este volumen, que reúne la historia incluida en “The Sandman presents” 1 a 3 y los cuatro primeros números de la colección regular dedicada al personaje.
La historia de “The Sandman presents” es para mi gusto la peor del tomo con un Carey titubeante, demasiado respetuoso con las pautas fijadas por Gaiman. En esta historia titulada “La opción Estrella del Alba”, Lucifer ha renunciado a su puesto de Amo del Infierno y ahora vende sus servicios sobrenaturales al mejor postor recibiendo un encargo del Cielo que le proporcionará una Carta de Paso entre Dimensiones. Una historia muy anodina y confusa a la que no ayuda el irritante dibujo de Scott Hampton, un dibujante muy impersonal que me ha dejado frío.

La cosa mejora algo en las historias de la serie regular en las que el guionista británico siguiendo la estructura de historias que autores como Moore y Gaiman trasladaron al cómic en los ochenta y noventa con historias de corte sobrenatural y terrorífico con notas de cotidianeidad, tal y como en la literatura hacían autores como Clive Baker o Stephen King. Carey, en estas historias, se muestra como un guionista competente que va haciéndose paulatinamente con el personaje protagonista, mostrándose más cómodo, sin embargo, en estas historias en las que la presencia de Lucifer no es tan notoria y esta cede el protagonismo a otros personajes secundarios que permiten al guionista explorar otros registros, historias más ambiciosas, como “Seis Cartas sobre la Mesa”, en la que Lucifer acude a Hamburgo para que otro ángel caído, Meleos, le eche las cartas y debe enfrentarse a estas cuando escapan del control del primero al tiempo que Carey introduce una sutil critica social mediante un episodio de violencia neonazi es un buen ejemplo de dominio de narración paralela, y, sobre todo, “Nacida con los muertos“ una historia protagonizada por una pequeña aprendiz de bruja capaz de hablar con los muertos que intenta averiguar quién asesinó a su mejor amiga. En el aspecto gráfico la cosa sigue con el aprobado justito, merced a un Chris Weston, que con un estilo marcadamente realista realiza un trabajo discreto limitándose a cumplir, resultando algo más destacables los bocetos de Warren Pleece y los acabados de Dean Ornston para "Nacida con los muertos", que con un estilo naif se adaptan mejor a la historia ideada por Carey.

En definitiva, “Lucifer: El diablo a las puertas” es un tomo irregular, que reúne historias de calidad desigual surgidas dentro del sello Vertigo tras el éxito de “The Sandman”, que va a más conforme avanza lo que explicaría como esta serie logró llegar a la notable cifra de 75 números.

La edición de Planeta es correcta a pesar de la ausencia de las portadas originales, contando con un prólogo de Neil Gaiman y un buen artículo de José Torralba repasando la trayectoria de Carey.

Otras obras de Mike Carey en El lector impaciente.

- “Faker”.

sábado, 29 de noviembre de 2008

“Faker” de Mike Carey y Jock




El sello Vertigo, en sus inicios, nació con la intención de incorporar una serie de títulos que por sus contenidos “adultos” no tenían cabida dentro del universo superheroico de la editorial DC. En esos primeros años, Vertigo fue sinónimo de calidad y englobaba cómics de temáticas muy distintas, pero con un punto de riesgo y ambición respecto a lo que se estilaba por aquel entonces que los lectores, siempre deseosos de novedades, sabíamos agradecer. Con los años, o porque quizás nos fuimos acostumbrando, esa capacidad para sorprender y ofrecer contenidos diferentes se ha ido perdiendo por lo que de vez en cuando que aparezcan cómics tan ambiciosos como “Faker” no deja de ser una buena noticia.

En una Universidad de Minessota, cuatro jóvenes universitarios que comparten casa, inteligentes y triunfadores pero más traumatizados que Rambo a la vuelta de Vietnam, se reúnen para celebrar la reanudación de las clases tras un período de vacaciones poniéndose hasta arriba de alcohol y drogas en uno de los laboratorios de la Universidad. Tras una vomitona de campeonato y una resaca de esas que te duele todo, los cuatro amigos se encuentran con Nick, otro compañero de piso, quien tiene un problema que no se resuelve con unas cuantas aspirinas, salvo los cuatro juerguistas nadie más en la universidad parece conocerle y todo rastro de su existencia ha desaparecido.

Partiendo de esa la premisa de esta miniserie de seis episodios que nos presentan los británicos Mike Carey y Mark Simpson (Jock), una historia ambiciosa e irregular a medio camino entre el retrato generacional tardoadolescente y las películas de terror para adolescentes. Mike Carey, guionista británico conocido por sus trabajos en “Hellblaizer” y "Lucifer", derrocha ideas y referencias en un cómic con distintos niveles de lectura no funcionando la historia mejor necesariamente en el más evidente, como historia de terror debido quizás a la limitación que supone el formato miniserie y las increíbles soluciones que el guionista aporta a una historia con ciertos elementos kafkianos y de terror científico que conforme avanza se va volviendo más y más delirante para resolverse burdamente mediante el pobre recurso de la recurrente ensalada de tiros y alguna sorpresa sacada de la manga. Sin embargo, tras esa irritante primera lectura, “Faker” funciona mucho mejor leyéndose entre líneas como irónica metáfora sobre la “generación X” (o Y, o Z, que yo con esto de las letras para designar a los jóvenes ya me he perdido), de la que Carey no da precisamente una visión demasiado benevolente siendo el personaje mejor tratado y con el que resulta más fácilmente identificarse Nick, el gólem de humanidad perdida, en comparación con sus desquiciados y desquiciantes amigos. “Faker” avanza a través de una narrativa deliberadamente nerviosa mediante una estudiada composición de página que busca mantener en vilo al lector y probablemente mediatiza las posibilidades de una historia que si hubiera profundizado más en algunos de los personajes apenas esbozados se hubiera enriquecido bastante, quedándose de este modo en una lectura entretenida con pretensiones.

Más destacable es el aspecto gráfico merced a la gran labor de Mark Simpson (Jock), artista con un estilo personal muy definido y que muchos conocimos a través de “Los Perdedores”, quién da a la serie el toque de realismo siniestro necesario, desarrollando personajes de líneas rectas y estilizadas sobre los que recae el peso de la narración y prescindiendo al máximo de los fondos, logrando que la historia se desarrolle en una especie de limbo psicológico que casa muy bien con el artificio kafkiano ideado por Carey, jugando con las perspectivas y los escorzos sin acomodarse en ningún momento, secundado por el excelente uso del color que realiza Lee Loughridghe quién usa una paleta de colores planos en los que predominan los tonos apagados y fríos para realzar la ambientación real-irreal en que se desenvuelve la historia. Finalmente, destacaría igualmente la labor como portadista de Jock quién ofrece una serie de excelentes portadas reproducidas en su totalidad en la edición de Planeta.

En definitiva, “Faker” es una obra lleno de ideas y posibilidades que se queda a medio camino de casi todo merced quizás a las limitaciones que impone el tratarse de una miniserie, pero que entretiene por momentos y deja una puerta abierta a la reflexión que otras obras similares obvian. Sus faltas pueden analizarse benévolamente merced a la ambición desplegada por el guionista y, sobre todo, la excelente labor del dibujante, un Jock, a seguir muy de cerca. Este es el nivel mínimo de calidad que debería tener todo cómic editado bajo el sello Vertigo.