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lunes, 4 de abril de 2016

Al fin, el ansiado caracal

Caracal en Serengeti

Acabo de regresar de un nuevo viaje a Tanzania. Han sido casi veinte días recorriendo los parques nacionales del norte del país dentro de mi viaje de autor en colaboración con Ecowildlife Travel a la Cuna de la Humanidad y coincidiendo con la gran migración en tierras tanzanas. En realidad han sido dos viajes en uno pues gracias a la fenomenal acogida de este viaje, el primer grupo de Semana Santa, se amplió con una segunda salida en la semana posterior. Casi 30 viajeros me han acompañado en este primer viaje del año al continente africano (aprovecho para dar gracias a todos ellos). Viajeros que, juntos, hemos tenido ocasión de disfrutar de los paisajes de siempre teñidos de un verde como corresponde a esta época del año a caballo entre el polvo de los días de sol y los barrizales de las primeras lluvias. Los dos últimos días en Serengeti la meteorología dejó claro que la temporada de lluvias fuertes había llegado para quedarse.

Y entre tanta belleza paisajística visitando los parques nacionales de Tarangire, Lago Manyara, Serengeti y el Área de Conservación del Ngorongoro, en ambos safaris el elemento dominante ha sido el afortunado encuentro con los grandes mamíferos.  En total han sido un centenar de leones, 9 rinocerontes negros, 6 guepardos (uno de ellos una hembra con cuatro pequeños cachorros), 7 leopardos y al fin, el ansiado caracal.
Encuentro con el caracal


El viaje ha deparado momentos del día a día de los felinos que siempre son difíciles de observar. Es el caso de la cacería de una cría de ñu por parte de un par de guepardos delante mismo del vehículo (brutal!!) o el árbol de la salchichas donde se encontraban un par de leopardos con la despensa llena (dos gacelas que se comieron también delante de nuestros atónitos ojos). Pero el que ha sido mi encuentro del safari tiene que ver con el caracal (Caracal caracal). Mi primer caracal. Había tenido la fortuna de ver 4-5 servales anteriormente, incluso un gato salvaje africano (especies muy difíciles de ver por su carácter solitario y nocturno) pero nunca antes me había topado con un caracal, felino de tamaño medio, con aspecto de puma y orejas de lince. Algunos se refieren a él como el lince africano. Bello animal que también por su carácter solitario y hábitos nocturnos, no había tenido la fortuna de observar en libertad. Hasta ahora. Ha sido un momento mágico, lejano y fugaz, pero mágico. Allí campaba de regreso a su morada, por las praderas cercanas a Naabi Hill. Las fotos no son las mejores pero si el testimonio de este bello recuerdo, un encuentro que no olvidaré. África, siempre África. 

lunes, 7 de septiembre de 2015

Lago Bogoria, el nuevo Nakuru

El lago Bogoria llega a concentrar 2 millones de flamencos, como antes hacía Nakuru

Apurando los últimos años de la carrera, mientras concluía Zoología, un deseo se había terminado de consolidar entre mis sueños viajeros: visitar el Lago Nakuru. La culpa la tenían esos más de 2 millones de flamencos que se agolpaban en sus orillas dando lugar a mi postal anhelada. Una imagen de ensueño que unos años después tuve la oportunidad de ver materializada ante mis incrédulos ojos. No era ninguna quimera sino un sueño cumplido. Un parque al que regresaba cada año en mis habituales safaris fotográficos por Kenia y que sin duda catalogaba como el mejor parque del continente negro. Rinocerontes, leones, jirafas Rothschild, colobos blancos  y negros, leopardos, leones… demasiados atractivos en un parque nacional pequeño. Junto a Masai Mara, la estrella de mis viajes. Algo en lo que coincidían los viajeros que me acompañaban. Mi amor incondicional por aquel parque africano fue desde ese momento eterno. O casi eterno.

En el año 2012 todo cambió. Movimientos tectónicos en el valle del Rift dieron al traste con el espectáculo natural del Lago Nakuru. El nivel del agua subió mucho y súbitamente, acabando con la existencia de spirulina, el alga que constituye el principal alimento de los cientos de miles de flamencos grandes y enanos que habitaban el lago. Como siempre ocurre con todos los animales, si no hay alimento hay que marcharse a buscarlo y eso hicieron los flamencos, que pusieron rumbo a otros lagos del Rift  en busca de un nuevo hogar donde alimentarse.

Hace un par de años pude comprobar cómo quienes apuntaban al lago Bogoria (a dos horas en coche desde Nakuru)  como el lugar elegido en su mayoría por los flamencos de Nakuru estaban en lo cierto. Este verano lo he vuelto a comprobar. Las orillas del Lago Bogoria rebosan flamencos.
 
Bogoria es probablemente el mejor lugar de Kenia para observar Gran Kudu
La orografía de este lago keniata declarado reserva nacional e incluido en el Patrimonio de la Humanidad de los Lagos del Valle del Rift de Kenia es mucho más escarpada que Nakuru. Su vasta lámina de agua salada (con 10 metros en su parte más profunda) está enmarcada por el telón montañoso de Laikipia en su vertiente oriental y por el sinuoso relieve montañoso de su orilla occidental formando un lago de unos 35 kilómetros de largo por 3,5 kilómetros de ancho.

Los flamencos se encuentran repartidos por el perímetro de las orillas y a algunos de estos grupos de aves se accede más fácilmente que a otros. Es el caso del extremo noroeste y de las inmediaciones de los hot springs centrales (al pie del mirador enclavado a 3,5 km. de los manantiales de agua caliente.).
Hot spring en el Lago Bogoria. Manantial sulfuroso y caliente con géiser incluido.

Es cierto que Bogoria no presenta el atractivo de los grandes mamíferos africanos como ocurre en Nakuru, pero para quienes llegan a Kenia atraídos por la imagen de millones de flamencos tiñendo de rosa las someras aguas de un lago es bueno que sepan que la escena desde hace 3 años ya no es posible en Nakuru si no que han de acercarse hasta el lago Bogoria. Por este motivo titularé al capítulo dedicado a Bogoria de la nueva edición de mi Guía de Safaris Fotográficos en Kenia, prevista para comienzos de 2016, como lago Bogoria: el nuevo Nakuru. Creo que identifica bastante bien lo que antes era el bello Nakuru aunque, como digo, le falta vida mamífera en comparación a éste. Si es muy buen lugar para ver el antílope gran Kudu; uno de los mejores lugares y de más fácil acceso en este país del África Oriental. Aunque viven guepardos, hienas, leopardos, etc. no será nada fácil dar con ellos. Si veremos algún pequeño grupito de cebras, impalas, avestruces y los siempre fieles dikdiks. Sin grandes florituras en este destino flamenco.


El otro gran atractivo del Lago Bogoria, además de los flamencos, y del  gran Kudu, es el paisaje volcánico del lago y la existencia de un par de puntos geotermales e hidrotermales de gran belleza (en la orilla central y sur del lago). Es el único lago de Kenia donde podremos ver géiseres en acción, en un ambiente sulfuroso (si el nivel del agua no es demasiado alto…). El año que viene, en mi  habitual safari a finales de agosto, regresaré a mi querida Kenia y el lago Bogoria, estará entre los parques visitados. 

lunes, 20 de octubre de 2014

6 safaris "secretos" de África

 
El Kilimanjaro desde Tsavo West, en Kenia.
Cuando uno viaja suele hacerlo a un destino previamente elegido y cuando es con un viaje organizado, siguiendo un programa concreto con unas visitas predeterminadas. Cuando se viaja por libre, hay mucha más flexibilidad en el itinerario y el programa está generalmente más “abierto”. Usualmente son perfiles de viajeros diferentes que buscan  cosas diferentes. En ambos casos suele haber a lo largo del viaje lugares con los que uno no cuenta a priori y que suelen ser una gratísima sorpresa; en ocasiones incluso mejor que los sitios que ya se tenían en mente. A continuación quiero compartir con vosotros algunos de esos lugares con los que de una u otra forma me he ido topando o he ido descubriendo a lo largos de mis viajes africanos por el Este y Sur del continente y que considero “joyitas” desconocidas. No son lugares de esos que uno se llevaría a la tumba como secreto inconfesable ya que de hecho son sitios en algunos casos muy conocidos en sus respectivos países, pero al ser lugares que normalmente no se suelen ofrecer directamente en agencias de viaje, etc. y son por ello desconocidos para el gran público, he querido compartirlos con vosotros. Quizá algunos de ellos si los conozcáis, si no, no dudéis en incluirlos en vuestros programas de viaje...

Hace unos días dedicaba un post a los Safaris Clásicos en África y comentaba que había lugares para safari que personalmente me habían fascinado y no eran tan conocidos, pues bien, consciente de que me dejo muchos, al menos aquí van media docena de ellos:
Hipos, búfalos y cormoranes en el canal Kazinga, Uganda

Canal Kazinga (Uganda): Uno da con él cuando decide visitar el parque nacional Queen Elizabeth, uno de los más importantes de Uganda. Es un parque grande, dividido en diferentes sectores que requiere por ello al menos un par de jornadas de safari. El sector Ishasha, por ejemplo, es célebre por sus leones trepadores y la garganta Kyambura por sus chimpancés. Una de estas jornadas suele centrarse en la zona de la península de Mweya, y ahí es donde está el canal Kazinga. Se trata de un canal de casi 40 kilómetros de largo construido para comunicar el lago George y el lago Eduardo. Un auténtico paraíso para birdwatching (con suerte se puede ver el pico zapato) en el que se observan además monos, elefantes, hipopótamos (dicen que la mayor densidad en África), búfalos, etc. Se recorre mediante safaris en barca de 1-2 horas en la zona de la desembocadura del lago Eduardo.
 
Chimpancé en Uganda
Bosque de Kibale (Uganda)
No es un lugar desconocido, ni mucho menos. Se trata del mejor lugar del planeta para ver chimpancés en libertad, pero a menos que uno vaya buscando esta actividad de caminata para ver chimpancés, lo normal es que no lo conozca. Suele incluirse en los safaris por Uganda y si no tenéis muy claro si visitarlo o no, os recomiendo fervientemente no pasarlo por alto. Se trata de un bosque muy bien conservado en algunas de sus zonas como bosque primario, célebre por albergar la mayor densidad de chimpancés y por ser el hogar de otras 12 especies más de primates, además de infinidad de aves y mariposas. Y ya que estáis aquí no os vayáis sin visitar los humedales de Bigodi, hogar del Gran Turaco azul.
 
Klipspringer en la lava de Shetani, Tsavo
Lava de Shetani (Kenia)
La colada de lava de Shetani se encuentra en el parque nacional Tsavo West. Se trata de una gran lengua de lava tipo aa y tipo pahoe hoe (de aspecto bien diferente, rugoso la primera y suave la segunda) procedente de los jóvenes volcanes Chyulu y formada hace apenas 200 años.
En la lava de Shetani y sus alrededores inmediatos he encontrado desde klipspringers (pequeño antílopes de roca que les gusta caminar por este suelo pedregoso) o monos hasta leopardos en un mismo día. Y por si el paisaje de la colada y su sorprendente densidad de fauna fueran poco, encima tiene el telón de fondo hacia el oeste de los volcanes Chyulu y, hacia el sur, del Kilimanjaro. Brutal.
 
La llegada por aire al archipiélago de Bazaruto ya es un espectáculo.
Playas de Bazaruto (Mozambique)
Probablemente las playas más paradisíacas de África se encuentren en este archipiélago del Índico. Muy cerca de la costa continental mozambiqueña, son el  final perfecto para cualquier viaje. Sobre todo si vais a Sudáfrica. No es un lugar barato ni mucho menos pero desde el punto de vista natural estas islas son un paraíso para los cetáceos. Son célebres también por sus dunas y como santuario para el dogón y las tortugas marinas. Todo el archipiélago es parque nacional marítimo-terrestre con una excelente biodiversidad.
 
Uno de los grandes elefantes de Sinya, al norte de Tanzania.
Sinya (Tanzania)
Llegué a él en 2003 de la mano de sus principales valedores, la gente de Tanganyka Wilderness Camps, que gestionan desde hace años el fabuloso camp Kamby ya Tembo al pie del monte Kilimanjaro. Un lugar tranquilo en territorio masai, apartado, y donde vive una de las mayores (y más saludables) poblaciones de elefantes de África, entre los que se encuentran enormes machos de 7 toneladas. Los paquidermos están dentro del corredor biológico Kilimanjaro-Tarangire, si bien sus elefantes –buena parte de ellos residentes- se mueven entre Sinya y los vecinos manantiales de agua de Amboseli (Kenia).
 
Elefantes en el parque nacional Addo Elephant, Sudáfrica.
Addo Elephant (Sudáfrica)

Con este nombre ya habréis adivinado que la cosa va también de elefantes. En efecto, este pequeño parque sudafricano (a una hora de Port Elizabeth) presume de poseer la mayor densidad de elefante del continente. Os confieso que Addo Elephant me conquistó desde el momento en que puse un pie en él. Un lugar diferente, un parque marítimo-terrestre que pasa por ser el único parque nacional del mundo donde se pueden ver los Big Seven, si los Siete Grandes: león, leopardo, búfalo, elefante, rinoceronte, ballena franca austral y tiburón blanco ¿se puede pedir más?

domingo, 12 de octubre de 2014

Gansbaai, al encuentro del Gran Blanco


A un par de horas de Ciudad del Cabo, el pequeño pueblo costero de Gansbaai se ha convertido en la capital del tiburón blanco. Varias empresas atienden la creciente demanda de los visitantes que quieren tener un encuentro cara a cara con el Gran Blanco.

Existen excursiones que navegan para observar a los tiburones en superficie, pero la experiencia más solicitada consiste en meterse en una jaula y sumergirse frente al más temido de los escualos. Tras un desayuno de bienvenida y un briefing sobre la actividad (no es necesaria experiencia previa ni titulo de buceo. Se facilita el equipo necesario), se navega durante unos 15 minutos hasta las inmediaciones de la isla Dyer antes de echar el ancla y el cebo que atrae a los tiburones. No tardan en aparecer los primeros individuos. Desde la borda de la embarcación observar a estos robustos condrictios de 6-7 metros de longitud es algo difícil de olvidar, pero sumergirse en una jaula junto a ellos, deja sin palabras a cualquier visitante.
 
Entrando en la jaula... 
En el trayecto de ida a la isla recuerdo cómo de pronto algo saltó por los aires. Rápidamente la embarcación detuvo su marcha y todos nos agolpamos en el costado de estribor. De nuevo la silueta negra ascendió por el aire. Se trataba de un tiburón blanco cazando una foca, su alimento favorito. Antes de comérsela, el escualo juega literalmente con su presa lanzándola una y otra vez al aire con una facilidad pasmosa. Un verdadero muñeco de trapo de 150 kilos en manos de una máquina de matar de 1,5 toneladas. La conmovedora escena duró apenas dos o tres minutos más hasta que el león marino desapareció bajo el agua. 

Sumido en el nerviosismo de lo presenciado y conmovido por la crueldad de la escena pero conocedor de la necesidad de que ésta ocurra para el equilibrio de la pirámide trófica, llegamos enseguida frente a la isla Geyser. A estas alturas, cuando apenas ha comenzado la actividad, medio pasaje se encuentra vomitando por la borda… las corrientes son importantes en esta parte del Índico (consejo no ingerir líquidos desde 1 hora antes de embarcar).


Cerca de la isla, la embarcación pone proa contra las olas y echa el ancla. Enseguida se empieza a preparar el cebo con sangre y restos de enormes pescados diluida en agua de mar. El cebo líquido se echa por la borda y el olor a sangre se encarga de atraer a los escualos.

Distribuidos previamente durante el briefing en turnos de 4 personas, los que caben a la vez en la jaula (la capacidad de la jaula puede variar en función de la empresa organizadora), me introduzco junto a mis 3 compañeros de experiencia entre los barrotes y nos sumergimos hasta quedar con la cabeza fuera del agua. El corazón a mil por hora. La otra mitad del pasaje se encarga de suministrar más cebo por la borda… A duras penas creo que fui el único de los 14 que aguantó el tipo sin vomitar!!
 
Con mis compañeros de jaula a la espera de sumergirnos.
El capitán lanza y recoge un segundo cebo con cabezas de atún sucesivas veces para colocar a los tiburones frente a la jaula mientras nos indica el lado por donde se aproxima el tiburón y arrastra el cebo hacia los barrotes a la vez que cogemos aire y nos sumergimos para ver la Gran Blanco bajo el agua. Algunas empresas realizan la actividad con reguladores para aguantar más tiempo bajo el agua. El proceso se repite varias veces, de forma que cada buceador tiene diferentes oportunidades de ver a los tiburones.
Los tiburones no dudan en saltar fuera del agua para atrapar el cebo produciendo el deleite y los gritos de asombro del resto del pasaje en la cubierta. Bajo el agua o desde la cubierta, contemplar 3-4 tiburones blancos nadando en círculos a escasos metros alrededor del barco es algo que no se olvida.

La isla Geyser, donde habita una nutrida colonia de focas, garantiza la presencia de una alta densidad de tiburones en la bahía. Probablemente la mayor densidad de tiburón blanco del planeta. Existen excursiones que se acercan a la isla para fotografiar, con suerte, cómo los tiburones se alimentan de las focas, su presa favorita. Otros grandes escualos presentes en la conocida como “Bahía de los Tiburones” son el tigre, el toro, el mako o el azul.

A pesar de que los mareos son frecuentes y la visibilidad subacuática no es la mejor debido a las partículas en suspensión arrastradas por las corrientes (perdón por la calidad de las fotos bajo el agua...), la experiencia de sumergirse frente a un tiburón blanco no se olvida nunca. Brutal!!

Puedes encontrar más información sobre esta experiencia en mi guía de Safaris Fotográficos en Sudáfrica.
Feliz, tras esta inolvidable experiencia con el tiburón blanco

jueves, 9 de octubre de 2014

Safaris clásicos en África



Como siempre digo, un safari fotográfico es un tipo de viaje que ha de hacerse al menos una vez en la vida. Digo al menos porque, una vez hecho uno, lo complicado será no querer hacer más… Ya se sabe que lo del “Mal de África” no es casualidad y el que va, repite. Normalmente varias veces… si no, que me pregunten a mi.

A la hora de hacer esta selección y sin que sirva de precedente, creo que no me ha costado mucho elegir los destinos clásicos para hacer un safari inolvidable. Incluso para los que tienen claro que sólo van a ir una vez. ¿Cuál es el mejor lugar para hacer un safari? Eso si es complicado… cada enclave tiene cosas diferentes, distintos paisajes, diferentes animales.


Hablando siempre del África oriental y meridional, el eterno destino para este tipo de viaje (por cierto que safari en swahili significa precisamente eso: viaje) y consciente de que me dejo muchos lugares en el tintero, los que no pueden faltar en la lista de destinos clásicos de Safari son:

Cráter del Ngorongoro

Cráter del Ngorongoro (Tanzania). Diferente a todo lo demás. Una gran caldera volcánica de 20 kilómetros de diámetro en cuyo fondo viven unos 25.000 animales de forma permanente. Algo así como el Arca de Noé en el fondo de un plato sopero. Remontar sus laderas selváticas y descender en 4x4 hasta el fondo del cráter para disfrutar en una jornada de safari (tiempo suficiente para recorrerlo) es inolvidable. Se observan diferentes ecosistemas y una gran cantidad de fauna entre la que destacan los rinocerontes negros y los leones de melena negra. ¿Cuándo ir? Todo el año, pero quizá os recomiendo el mes de mayo, cuando la explosión floral tiñe de amarillo el fondo del cráter. ¿Qué no te debes perder? La zona de Mandusi swamps. ¿Un enclave curioso? La tumba de los Grizmek, en el borde del cráter, dos alemanes (padre e hijo) considerados los artífices en cuanto a la protección del parque nacional Serengeti y del Área de Conservación del Ngorongoro.

Ñús cruzando el río Mara

Masai Mara (Kenia). El río que da nombre a esta reserva nacional al sur de Kenia es sinónimo de grandes documentales. En las orillas del río Mara y en el resto de superficie de este espacio protegido, continuación natural del Serengeti tanzano, se vive África salvaje en estado puro. Sus praderas de hierba roja son un imán para los ñús, cebras de Burchell, gacelas de Thomson y gacelas de Grant, que se mueven cada año entre Tanzania y Kenia protagonizando la Gran Migración. En su camino deberán cruzar el río Mara en varias ocasiones, el guión perfecto para el mejor documental. Si el cráter del Ngorongoro alberga la mayor concentración estable de vida animal del continente y probablemente del planeta, no muy lejos, Masai Mara alberga la mayor concentración de fauna migratoria. ¿Cuándo ir? Impresionante todo el año pero si buscáis la gran migración, ha de ser entre julio-finales de octubre, si bien cada año puede oscilar en función las lluvias. ¿Qué no te debes perder? El río Mara y si te lo puedes permitir (450 $), un vuelo en globo por la sabana. ¿Un enclave curioso? El río Talek, afluente del Mara, siempre depara encuentros faunísticos inolvidables.

Leones en la Reserva Sabi Sabi, en Kruger.

Kruger (Sudáfrica): el gran parque sudafricano por excelencia y uno de los míticos del continente. Probablemente el mejor lugar de África para observar a los Cinco Grandes (Big Five): león, leopardo, rinoceronte, elefante y búfalo. El enorme parque nacional Kruger forma parte del Gran Limpopo (junto a los parques Limpopo de Mozambique y Gonarezhou de Zimbabwe) y es la mejor representación de sabana arbolada de mopane del Zambeze. En sus lindes existen reservas privadas con los lodges más exclusivos de África. ¿Cuándo ir? En el invierno austral, cuando mejor se ve la fauna gracias a que la cobertura vegetal (el bush) es menos densa. ¿Qué no te debes perder? El río Sabi, que alberga la mayor densidad de leopardos del continente negro, y la panorámica desde la cima del kopje conocido como la roca Skukuza, en Kruger Sur. ¿Un enclave curioso? La zona de Timbavati, en Kruger Centro, donde viven los leones blancos (¿albinos? no, blancos, te lo cuento aquí).

Elefantes en el delta del Okavango

Delta Okavango (Botswana): Paisaje espectacular y vida animal se combinan para formar uno de los lugares más impresionantes de la Tierra. Se trata del mayor delta interior del mundo y uno de los destinos de safari más exclusivos y selectos. De entrada, hay que llegar en avioneta… manadas de elefantes, búfalos, los cinco grandes y probablemente el mejor lugar para observar al escaso y siempre esquivo licaón o perro salvaje africano. Se realizan safaris en 4x4, a pie, en barco, en mokoro (pequeña barca tradicional), a lomos de elefante… ¿Cuándo ir? En época seca (entre julio y octubre) cuando la superficie inundada del delta es menor y la fauna se concentra en las orillas. ¿Qué no te debes perder? La Reserva de Moremi y un paseo en mokoro. ¿Un enclave curioso? La Lengua de Mopane, superficie estratégica como corredor migratorio para los elefantes entre el delta y el área de Chobe.

Serengeti, la vida y la muerte en la sabana

Serengeti (Tanzania): Sólo nombrarlo ya es sinónimo de safari perfecto. El ecosistema Serengeti, del que forman parte el parque nacional homónimo en Tanzania y Masai Mara en Kenia, tiene en tierras tanzanas el horizonte de llanura sinfín que significa su nombre en swahili. Los paisajes africanos y atardeceres siempre soñados. ¿Cuándo ir? Todo el año. Entre noviembre y junio en la vasta superficie del parque se mueve la gran migración. ¿Qué no te debes perder? La zona de Seronera, un valle en la parte central y más visitada del parque, donde vive probablemente la mayor densidad de depredadores (leones, leopardos, hienas y guepardos) de África. ¿Un enclave curioso? La zona de Lobo, donde habita la mayor cantidad de elefantes del parque y el mejor enclave para safaris en época seca.

Kobos de Uganda

Queen Elizabeth (Uganda): El hermano pequeño de la lista. Más desconocido y menos visitado que los cinco anteriores es uno de los parques nacionales más importantes de Uganda. El que más se parece a las sabanas de Kenia o Tanzania. En Queen Elizabeth viven cuatro de los Cinco Grandes (excepto el rinoceronte) pero se pueden observar otros animales como el kobo
de Uganda, un antílope parecido a un impala muy abundante en el parque. Queen Elizabeth es también famoso por sus variados paisajes. ¿Cuándo ir? Todo el año. ¿Qué no te debes perder? Dos zonas: la región de sus cráteres volcánicos, y el Canal Kazinga, que comunica el lago Eduardo con el lago George  (dos de los grandes Lagos del Rift) y que alberga una de las mayores concentraciones de aves de África. ¿Un enclave curioso? El bosque de cactus candelabro.

No me puedo olvidar tampoco de otros parques y reservas como Amboseli (Kenia), South Lwanga y Lower Zambeze (Zambia), Pilanesberg (Sudáfrica), Hwange (Zimbabwe), Chobe (Botswana) o Etosha (Namibia), pero los clásicos, son los clásicos. Por cierto que haciendo esta lista se me acumulaban los lugares y las vivencias africanas que recomendar y me han entrado unas ganas terribles de hacer otra, pero en la próxima recopilación de enclaves quiero mostraros lugares que personalmente me han fascinado pero que no son tan conocidos. En algunos casos totalmente desconocidos. Sería algo así como sorpresas naturales africanas. Tendrán su oportuno post futuro.


miércoles, 3 de septiembre de 2014

Los licaones de Samburu



Acabo de regresar de un nuevo viaje a Kenia. Se trata de uno de los viajes de autor programados este año por Ecowildlife Travel. El viaje estaba centrado en un safari por los parques y reservas de Samburu, Aberdare, Lago Nakuru y Masai Mara con motivo del 100 aniversario de la llegada a Kenia de Karen Blixen, la protagonista y autora de “Memorias de África”, y con la llegada de la gran migración como cada año a las praderas del Mara. La migración este año va retrasada y las primeras manadas de ñus y cebras comenzaron a dejarse ver por Mara a comienzos de agosto. Estos días comienza a llegar el grueso de la gran manada… pero recordaré este safari por un encuentro animal poco frecuente, el protagonizado por los licaones o perros salvajes en la reserva nacional de Samburu.


Los licaones (Lycaon pictus) son uno de los carnívoros más “cotizados” en un safari fotográfico. Quedan alrededor de unos 6.000 en todo el continente africano. Se distribuyen el África subsahariana y son más fáciles de observar (teniendo en cuenta que siempre son difíciles) en el sur del continente, donde si tuve oportunidad de verlos (Sudáfrica y Botswana en mi caso). En Kenia no es fácil observarlos, ni mucho menos. Sabía que Samburu era el mejor parque para ir en su busca pero hasta la fecha sólo había visto uno correteando por la orilla del lago Nakuru hace unos años, así que el encuentro en la mañana de este pasado 25 de agosto cobra especial relevancia en lo personal pues se trataba de una manada de este esquivo cánido.



Habían cazado un impala, su presa favorita, y daban buena cuenta de él cerca de la orilla del río Ewaso Ngiro. La vegetación dificultaba el conteo pero estimo alrededor de una docena de cánidos salvajes. Allí pasamos un buen rato observando cómo se alimentaban del infortunado antílope bajo la atenta y paciente mirada de los buitres hasta que decidieron esconderlo entre los matorrales para dar cuenta de él con más intimidad. Primero fueron dos perros que llevaban otra presa en la boca, un dik-dik, quienes nos condujeron hasta el resto de la manada. Los perros salvajes son los cazadores más certeros del continente africano, cazan en grupo, relevándose para acosar a la presa hasta que ésta cae por agotamiento. A partir de ese momento nada tiene que hacer para salvar la vida ante una jauría de licaones y su elevadísimo porcentaje de éxito depredador.



Samburu es un lugar que siempre me ha gustado, por su biodiversidad, sus paisajes y sus animales “exclusivos”. Asante Samburu por ese inolvidable momento entre licaones.

jueves, 29 de mayo de 2014

Los Big Seven en el parque nacional Addo Elephant



Uno de los parques nacionales que más me ha sorprendido en los múltiples viajes realizados por el continente africano es Addo Elephant. Seguramente porque es uno de los grandes desconocidos para el público europeo y porque no suele encontrarse en los programas habituales de viaje entre las personas que deciden irse unos días de vacaciones al sur del continente. En cualquier caso me alegro de que así fuera y de que llegara hasta él sin muchas y sólidas referencias.
 
Avestruz y, al fondo, las dunas
Una vez visitado estoy en condiciones de recomendaros una escapada a este espacio natural situado a 1 hora de Port Elizabeth, en el Cabo Oriental.
Addo Elephant ofrece la oportunidad de realizar safaris en los que seguro se observan enormes manadas de herbívoros como alcéfalos rojos, grandes kudus, cebras y, sobre todo, elefantes. De hecho habrá adivinado el lector (con acierto) que el nombre del parque mucho tiene que ver con los paquidermos.




El parque nacional fue creado en 1931 como santuario para proteger a los últimos 16 elefantes de costa que quedaban en esta área de Sudáfrica. Con el paso de los años el parque fue aumentando superficie protegida, incorporando también nuevos hábitats y especies hasta convertirse en el tercero más grande del país (180.000 hectáreas), pasando a ser también marítimo-terrestre (hay una propuesta de ampliación de 120 hectáreas marinas más). Addo Elephant es un área sinuosa pero no montañosa cubierta densamente por bush, vegetación de fynbos y zonas de praderas abiertas. Amén de la parte costera.
 
El Eland de El Cabo es el mayor antílope africano.
Una de las cosas que más me sorprendió fue la variedad de paisajes y aquí hay que hacer una especial mención a la parte litoral pues en su costa alberga el mayor campo de dunas del Hemisferio Sur ¡ahí es nada! un mar ondulado de blanca y fina arena.


Con el paso de los años esa manada inicial de 16 paquidermos se ha convertido en una población de más de 550 elefantes y se pueden ver entre sus habitantes un gran número de aves y de mamíferos. De hecho he de contaros que ningún otro parque nacional en el mundo ofrece la oportunidad de observar a los Big Seven en una sola jornada de safari. En efecto, aquí viven los Cinco Grandes mamíferos terrestres: león, leopardo, elefante, búfalo y rinoceronte y también los Big Two, los dos grandes del mar: la ballena franca austral (junio-noviembre) y el tiburón blanco ¿alguien da más?
Tiburón blanco, uno de los Siete Grandes de Addo Elephant.

La mejor época para visitar el parque es en el verano austral, pues las grandes manadas de elefantes se reúnen en torno a los principales puntos de agua del parque. Y cuando digo grandes manadas hablo de, en ocasiones, cientos. Otro de esos grandes momentos vividos en un safari fue el protagonizado, como no podía ser menos en este lugar, por elefantes. Andaba yo ensimismado fotografiando un enorme macho de gran Kudu cerca de uno de estos waterholes cuando el conductor me avisó de la llegada, en lontananza, de un grupo de elefantes. No era difícil verlos pues la nube de polvo era considerable. Por la polvareda era obvio que el grupo era grande pero a medida que se acercaban pude constatar que era la mayor manada de paquidermos que mis ojos habían visto jamás. Como siempre, las hembras mayores a la cabeza, y de vez en cuando, protegidas por otras hembras y hermanas, se veían pequeños elefantitos caminando en el seno del grupo, bien protegidos. Cuando llegaron al punto de agua en busca del líquido que iban buscando (necesitan beber más de 100 litros al día), pude contar alrededor de 200 elefantes. Inolvidable momento.

Ibis hadeda.

Además del vasto campo de dunas (accesible desde los sectores Colchester y sobre todo Alexandria), contaros que en las islas de la bahía de Algoa se pueden observar la mayor colonia de alcatraz de El Cabo y la segunda mayor colonia de pingüino africano. ¿Sorprendente no? No dejes de visitar Addo Elephant si tienes pensado viajar a Sudáfrica. Está muy bien comunicado desde el aeropuerto de Port Elizabeth. Ah! Y si el bolsillo te lo permite, no dudes en alojarte en alguna de las lujosas tiendas del Gorah Elephant Camp.



Más información sobre el tema en la Guía de Safaris Fotográficos deSudáfrica.

viernes, 11 de abril de 2014

Parque nacional Bontebok

 
Bontebok (Damaliscus pygargus).
Al sur del continente africano habitan especies de antílopes singulares. Algunos son auténticas rarezas; otros son tan esquivos que su observación durante los safaris es todo un reto, casi más que los propios Big Five. Uno de estos ejemplos es el bontebok (Damaliscus pygargus), un precioso animal marrón y blanco de pelo brillante que vive en la región de El Cabo sudafricano.

Fynbos, la joya botánica sudafricana.


Algunos ejemplares de este antílope se pueden observar en parques como el Parque nacional de la montaña de la Mesa (en el Cabo de Buena Esperanza) o en la Reserva natural De Hope pero el mejor enclave para observarlo es el parque nacional que lleva su nombre. De hecho se creó específicamente para asegurar su supervivencia aunque con los años se han incluido también otras especies autóctonas como la cebra del Cabo.


Las espectaculares montañas Langeberg y pista de acceso al parque desde la N2.


El parque nacional Bontebok es muy pequeño, el más pequeño de los 20 parques nacionales sudafricanos. Menos de 28 kilómetros cuadrados. Está situado a 6 kilómetros al sur de la población de Swellendam, muy bien comunicada con Ciudad del Cabo y Port Elizabeth. En esencia se trata de terrenos horizontales dominados por praderas y vegetación fynbos (una joyita botánica del planeta que ha convertido a la región Floral del Cabo en algo único) en las que pasta este antílope sudafricano y situadas a orillas del río Breede. Como telón de fondo, las verticales montañas de la cordillera Langeberg.
Una serie de pistas repartidas en un par de circuitos, permiten a los visitantes realizan safaris fotográficos en sus propios vehículos.

El parque nacional alberga una población de ocho Cebras del Cabo.
El escaso Bontebook en su hábitat natural.


Pero además de bonteboks, cebras del Cabo o red Hartebest, se pueden observar 205 especies de aves (Os dejo Bird list). Entre ellas algunas tan vistosas como la grulla azul, la avutarda de Stanley o el elanio azul. En mi último safari en el parque pude observar una veintena de bonteboks, que se acercan sin miedo a las cabañas a orillas del río (son muy populares para alquilar en fines de semana o en vacaciones) y seis de las ocho cebras de montaña que viven en el parque. En estos momentos están construyendo otros bungalows familiares en el parque. Os dejo el enlace por si queréis reservarlas.

Aloes a orillas del río Breede, en el límite sur del parque.
Safari por el circuito Este.


Al ser un parque tan pequeño un safari en coche de unas dos horas es suficiente y suele ser una parada breve en la Ruta Jardín, pero la paz que impregna el lugar invita a quedarse más tiempo a orillas del Breede (también hay senderos).

lunes, 7 de abril de 2014

La Grulla azul, ave nacional sudafricana



Grus paradisea es el nombre científico de esta preciosa ave. El nombre latín de la especie hace justicia a la belleza del ave nacional de Sudáfrica. En efecto, también es conocida como la Grulla del paraíso o Grulla de Stanley, aunque casi todo el mundo se refiere a ella como la Grulla azul por el color de sus plumas. En la distancia parece un azul más bien grisáceo pero en la cercanía se aprecia perfectamente el tono azul del plumaje. Sólo rompe los tonos claros azulados (o grisáceos…) las largas plumas (terciarias) negras que sobresalen en la cola. Ésta y la también africana grulla coronada son mis favoritas.




He tenido la suerte de toparme con varios bandos de esta amenazada especie, de la que quedan aproximadamente tan sólo unos 25.000 ejemplares en todo el mundo. Bueno concretamente en Sudáfrica, pero dado lo restringido de su área de distribución (con el 99% de las grullas azules en Sudáfrica y sólo unas pocas parejas en Suazilandia y Namibia), es como afirmar que son las únicas que quedan en el planeta.




Y me encontré con estos bandos a lo largo de la Ruta Jardín, y el tramo de carretera N2 que enlaza Mossel Bay con Ciudad del Cabo. Con el imponente telón de fondo montañoso de esta parte del continente, en el extremo sur del país africano, es en las amplias zonas de cultivos y praderas donde la grulla azul encuentra su hábitat. Prefiere praderas en altura pero en invierno desciende a cotas más bajas; y fue en estas praderas y cultivos, de las que os muestro diferentes imágenes de ambiente y paisaje, en las que me fui encontrando pequeños grupos de grullas a ambos lados del camino. Tuve tiempo de fotografiarlas de lejos… y de cerca. De ver los saltos que realizan durante el cortejo entre septiembre y enero (periodo reproductor). Una delicia que no he querido resistirme a traer al blog; máxime cuando se trata de una de las 15 especies de grullas existentes y también una de las más amenazadas.
Todas las imágenes que ilustran el post fueron tomadas entre el parque nacional Bontebok y Hermanus.






Puedes encontrar más información sobre el tema en mi guía de SafarisFotográficos de Sudáfrica.