Aunque hacía un tiempo de perros que desanimaba al más valiente, hemos ido de excursión (musical) a Campezo. Dado que la cosa no estaba para muchos paseos, hemos pasado casi todo el día a cubierto, comiendo, bebiendo y dando la murga al personal con nuestras canciones (yo sólo un poco, la mayoría todavía no me las sé). Por la tarde ha dejado de llover un momento y hemos llegado hasta la ermita de Ibernalo, donde unos cuantos nos han cantado en petit comité el Canticorum de Haendel y el Ave Verum de Mozart. Sólo por ese momento ya han merecido la pena el viaje y el madrugón.
La vista desde la ermita. Verde. (Norma se ha puesto nostálgica porque el paisaje le recordaba a su Ecuador). Al fondo, Orbiso.