Después de dos años, Luciano y Patxi no sólo se acordaban de mí, sino que volvieron a invitarme a su excursión para ver plantas silvestres. Este año, después de un breve paso por un robledal de Arratzu, hemos vuelto a
San Juan de Gaztelugatxe. Todos los pronósticos anunciaban tormentas pero no ha caído ni una gota, así que hemos llegado hasta la ermita, mientras los que sabían nos contaban cosas sobre las plantas invasoras y demás chascarrillos botánicos (o no).
Quizá por ser martes, hemos estado practicamente solos en San Juan. A pesar de ser parada obligada para turistas y visitas varias, este lugar conserva toda su belleza y me siento privilegiada por tenerlo tan cerca.


Allí donde los profanos sólo vemos helechos y hierbajos, Luciano ve un montón de cosas.

La postal

Madreselva


Subiendo a la ermita

Vegetación que lo resiste todo

Por una vez he llegado la primera. Bueno, la segunda.


La costa, desde la ermita

La preciosa (y pesadísima) cámara de P.