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Muérdeme, muérdeme mucho...

Cambiamos la letra a la vieja canción, porque está de moda afilarse los dientes a lo vampiro en Alemania. Parece que la imbecilidad y el absurdo no conoce de fronteras, lo cual, hasta cierto punto, me tranquiliza.

Aparentar ser el conde Drácula está generado tantos adeptos entre la juventud alemana, que las compañías de seguros de ese país decidieron pronunciarse en contra mediante la amenaza de negarse a cubrir los gastos sanitarios de las infecciones y lesiones que de esta práctica se puedan derivar.

Modas, deseos de llamar la atención, de diferenciarse de los demás, de ser o parecer rebeldes, no sé. ¿Acaso importa realmente? Como los tatuajes y similares, ¿qué tal les sentarán a sus propietarios dentro de 30 años? ¿Ya no querrán presumir entonces? Cuando las carnes se pongan fofas y los dientes se les caigan por las barbaridades que hicieran ayer, ¿de qué presumirán?

En realidad lo mío es resquemor. Tengo los incisivos afilados, pero me temo que tal circunstancia no me ha ayudado jamás a ligar. Siempre llego tarde a las modas.

(Banda sonora: Poor Poor The Egg - Le Pianc)